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FOLLARME A UNA CHICA ENCIMA DE LA LAVADORA.

 

Esta es la amarga historia de un sueño roto: uno de tantos sueños que acabaron pisoteados y enterrados bajo la desangelada rutina cotidiana. Una triste historia que quiero compartir con ustedes. No busco compasión (podéis metérosla por el puto culo); si acaso, una brizna de humano consuelo.

Todo comenzó en una cafetería. Acudí a una cita que tenia con una chavala a la que había conocido días antes en el chat. Tras hablar un par de veces por teléfono con ella, se me antojo como una joven desinhibida y desenfadada, con muchas ganas de encontrar un novio: la presa perfecta. Al llegar al local, la encontré sentada esperándome. No era fea, cosa que ya sabía por la foto de carné digitalizada que me había mandado a través del IRC, pero estaba muy gorda, así que descarte de entrada entablar cualquier tipo de relación sentimental o sexual con ella. No soy de los que buscan la perfección física en la pareja, ni de los que rechazan una bien repartida voluptuosidad en el cuerpo de la mujer, pero cuando una dama pesa lo suficiente como para aplastarme y despanzurrarme algo en mí reacciona generando un cauteloso rechazo. Son cosas del instinto natural. Iniciamos, no obstante, una amena charla, en la que ella, tal como había hecho durante las conversaciones telefónicas previas al encuentro, intento incitarme a la pasión hablando de posturitas para hacer el amor, escenarios eróticos, trucos sexuales y no se cuantas chorradas mas. A la última chica que consiguió ponerme caliente en una cafetería le basto con pedirme la cucharilla de mi taza para disolver el azúcar, rechupetearla al acabar de mover el café para, supuestamente, limpiarla y colocarla de nuevo en mi platillo: si, me empalme allí mismo. Pero la gorda no tuvo tanta suerte, por más que intento darle un toque picante a aquella cita. El caso es que en un momento dado hablo de un escenario sexual bastante extraño: follar encima de una lavadora mientras la misma centrifuga, estando el chico sentado sobre la tapa de la maquina y la chica a horcajadas encima de él. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al imaginarme a aquella mole de carne sentada sobre mis piernas mientras un electrodoméstico hacia vibrar mi pandero. Pasada una hora, terminé aquello con un “ya te llamare otro día”, cosa que no hice.

De vuelta a casa, considere el tema de la fornicationis per machina. No encontré el asunto especialmente excitante, pues lo que la naturaleza varonil pide es sacar y meter el gusano, permitiendo que los testículos cuelguen cual badajo campanero y acompañen acompasadamente con su alegre vaivén a los movimientos de la cadera y los gemidos de la amada. Pero supuse que a las mujeres les habría de encantar, pues ellas se corren bien pronto si les vibra el chumino.

Unos meses mas tarde, conocí a una chica muy mona y comenzamos una relación amorosa relativamente estable. Tras follármela de todas las formas posibles y practicar con ella todas las guarrerías concebidas -mas algunas de las inconcebibles-, me acorde del tema de la lavadora, y se me metió en la cabeza que tenia que probar aquello.

Por aquel entonces, compartía piso con otros tres estudiantes. Vivíamos en un primero con pleno acceso al patio del edificio; de hecho, nuestra lavadora se encontraba justamente allí. Esta parecía haber sido fabricada entre la primera y la segunda revolución industrial. Cuando empezaba a centrifugar sufría una suerte de tembleque epiléptico; un trance mecánico que la ponía en movimiento, de tal manera que se iba paseando ella sola por todo el patio hasta que acababa el centrifugado. Siempre pensaba al verla en dicho estado que cualquier día me iba a tocar salir a la calle a buscarla:

–Oiga, una lavadora con unos gayumbos dentro, ¿no la ha visto usted pasar por aquí?
–No.
–Señor guardia. Mi lavadora me ha robado mis gayumbos rojos de la suerte. ¡Por el amor de Dios, haga algo y no se me quede mirando así!

Y de pronto, aquel escandaloso y tembloroso cacharro se convirtió a mis ojos en un aparato de inusitadas virtudes eróticas. El acto de meter y sacar mi ropa del bombo adquirió entonces una significación especial. Además, cuando cerraba la puerta lo hacia con tacto y cariño, y no de una patada, como tenia por costumbre.

El gran problema era que estaba, como ya he dicho, en el patio, a la vista de todo el vecindario. Cualquiera que se asomara a las ventanas interiores de su vivienda podía sorprendernos allí, enganchados en pelota picada como dos conejitos. Había, no obstante, una solución fácil: perpetrar el fornicio de madrugada, confiándole nuestra intimidad a la oscuridad y al buen hacer de Morfeo con todos los vecinos. Pero aun quedaban un par de detalles por resolver: el ruido de la lavadora y los rebuznos amorosos de mí pareja, muy dada a berrear durante el acto. A ella siempre podía amordazarla:

–Cariño, te voy a tapar la boca con un calcetín y nos vamos a subir encima de la lavadora a las cuatro de la mañana para follar. ¡Veras que divertido!
–¡Oh, si! Me corro solo de pensarlo. Que sea con el calcetín que llevas puesto.
–¿El izquierdo o el derecho?
–El de tu puta madre.

Bueno, tal vez bastara con pedirle simplemente que no gritara. Pero… ¿y el ruido de la lavadora? ¿Cómo iba a conseguir que aquel trasto no despertara a todos los habitantes del edificio, incluidos mis propios compañeros? Pensé que tal vez engrasándola toda entera… O probando a centrarle un poco el eje… O quizá nivelándola un poco… Puede que apretando tuercas aquí y allá… Pero, amigos míos, fue pasando el tiempo sin animarme en ningún momento a probar cualquiera de estas soluciones. De alguna manera, la idea de aquel capricho fue dando tumbos entre la materia gris mi cerebro, hasta que paso a un aparente olvido.

Meses mas tarde, trajeron al piso una lavadora nueva. Y es que los vecinos protestaban frecuentemente por el ruido que provocaba la que teníamos, por lo que el casero decidió acabar con las quejas al respecto. Era de marca alemana, y tenía un diseño muy atractivo. Toda ella parecía querer decir: soy sexy y eficiente. El día que me toco estrenarla, mecánicamente metí mi ropa dentro del bombo, coloque el programa adecuado –que en mi caso es invariablemente el de “Ropa muy sucia”; entiéndase como un eufemismo- y la puse en marcha. Aquello empezó a funcionar acompañado de un silencio perfecto: mi gata hace más ruido cuando anda. Entonces me quede absorto a la vez que contrariado, mirando el electrodoméstico con un cierto resquemor, notando que en mi alma se abría una especie de vacío emocional, una amarga sensación de fracaso… hasta que me acorde de aquel viejo capricho, y caí en la cuenta de que la nueva lavadora no era apta para las labores erótico-festivas porque no vibraba en absoluto. Buscando un alivio, gire el mando hasta ponerlo en el modo de centrifugado. Nada. El bombo daba vueltas vertiginosamente pero aquello no se movía lo mas mínimo. Además, el sonido emitido no era mayor que el zumbido de una mosca. “¿Y ahora que? ¿Me meto dentro y me tiro a las churris ahí?“, pensé. Fue cuando me empecé a mosquear. Di unas cuantas vueltas alrededor del trasto, buscándole un punto débil. Le pegue una patada en la parte de atrás, intentando descentrarle el eje. No lo conseguí.”¡Malditos alemanes!”, farfulle. Le pegue otras dos patadas sin mayor fortuna. “Perfeccionistas de mierda”, añadí. No se en que momento perdí el control de mis actos. Lo único que recuerdo con algo de claridad es que acabe pegándole puñetazos a aquel jodido cacharro mientras gritaba a grandes voces cosas como: “Tu no vas a poder conmigo, hija de puta”, “Los alemanes me vais a chupar la polla, desalmados”, “Me voy a follar a todas vuestras hijas aquí encima, cabrones”… y no se cuentas burradas mas.

Volví a tomar conciencia de mis actos cuando oí una voz que me llamaba por mi nombre. Al volverme, vi a mis tres compañeros de piso mirándome desde la puerta del patio asombrados a la vez que asustados… y a todos los vecinos asomados a sus ventanas. Golpee disimuladamente con el pie derecho el suelo del patio, probando si con ello conseguía abrir un agujero en la tierra para bajar a esconderme al infierno y quedarme allí acurrucado, tapándome la cara con las manos.

Y esta es mi historia. Si alguien tiene una lavadora vieja y nerviosa, le propongo que pruebe el curioso escenario sexual y lo disfrute. Yo ando ya en el ocaso de mi juventud, camino de una adusta madurez, y he dejado caer ciertos sueños en las profundidades de la desesperanza y de la frustración. Porque la vida es “asin”, ¡y que se le va a hacer!

~~~w0w~~~

PD1: De la obra Cuentos, misivas irreverentes y malas hierbas, inscrita en el Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía.

PD2: Podéis escuchar el audio del articulo desde aquí. Cortesía de Tomás Galindo y su equipo del programa radiofónico “La Papelera”, emitido en Radio Tular Irratia.

FUENTE: Blog.innerpendejo.net

Anécdotas insubstanciales 2.0: El garbanzo asesino

 

Cuando entro a YouTube, a veces pierdo estúpidamente mi tiempo visionando alguno de los que llaman vídeos destacados, los cuales suelen mostrar a videobloggers de éxito contando paridas, nimiedades, banalidades, vacuidades, aburridas intimidades y peroratas existencialistas bastante vomitivas … Me hacen sentir como un imbécil, porque yo gasto mas horas que un tonto buscando siempre cosas interesantes para la bitácora. Pero eso se ha acabado. A partir de ahora me voy a convertir en un verdadero blogger 2.0, limitándome a relatar anécdotas insubstanciales relativas a mi vida personal. Por ejemplo, la que me sucedió ayer mismo.

Al mediodía, vacié sobre un plato el contenido de una lata de cocido de garbanzos precocinado y lo metí en el microondas. Lo mío siempre han sido las lentejas en lata, pero mi desatendido paladar me pedía algo nuevo con lagrimas en las papilas.Como no sabía el tiempo que necesitaba este guiso para calentarse, le di cinco minutos: dos más de lo que suelen necesitar las lentejas. Al sonar la campana de aviso del microondas, abrí la puerta de este y vi que me había excedido con el tiempo de cocción, pues aquello parecía una especie de infierno culinario. De hecho, el trozo de tocino que me había tocado en suerte crepitaba angustiosamente entre las legumbres, aparentando estar retorciéndose de dolor. Metí la cuchara en el plato para remover un poco el cocido con la intención de disipar el exceso de calor. Entonces sonó un ‘pop’ y un garbanzo traicionero saltó desde el caldo describiendo, cual bala de cañón, una trayectoria parabólica en el aire hasta caer finalmente sobre mi antebrazo izquierdo. Me llevé la mano derecha hasta el punto del impacto con un gesto de dolor, pues el ardiente garbanzo me había quemado. Al retirarla, vi que la maldita legumbre asesina me había dejado un círculo de piel enrojecida. Sin pensármelo dos veces, salí corriendo hacia del hospital mas cercano.

Aguanté con resignación en la Sala de Espera de Urgencias durante dos horas junto a otros pacientes. Cuando me tocó el turno, entré a la consulta que me indicaron por megafonía, donde me atendió un señor.

– ¿Y usted que tiene? -me preguntó.
– Un garbanzo asesino se ha abalanzado sobre mi causándome gravísimas quemaduras -contesté indolente, intentando demostrar una cierta actitud estoica ante el terrible ataque sufrido. 

Me miró con los ojos muy abiertos, y me indicó: “Usted debe ir a la consulta número ocho, que está en el primer sótano, al final del pasillo nueve”.

Bajé hasta la mencionada consulta. Allí, una doctora me explicó que para elaborar un diagnostico adecuado necesitaba hacerme antes un test, el cual llamaban de Rorschach. “De acuerdo”, dije. A continuación, me enseñó extraños dibujos de inspiración pornográfica compuestos por manchas, los cuales me pidió que identificara correctamente.Creo que no fallé ninguno: el mono masturbador, la pareja de lesbianas comiéndose el coño, el labriego follándose a una cabra, la novicia usando un rosario como carrete tailandes… Al finalizar la prueba, la médico extendió por fin una receta para lo mío y me despidió amistosamente. Me acerqué enseguida hasta la farmacia más próxima. Durante el camino, quise saber cual era la medicación prescrita, pero aquello estaba caligrafiado con una ininteligible letra de médico. Una vez en la botica, la farmacéutica que me atendió echó un vistazo rápido a los garabatos del papel y se me quedó mirando con una cierta expresión de enfado; como si estuviera siendo objeto de una broma.

– ¿Pasa algo? -pregunté confuso.
– Si. Aquí no aparece recetado ningún medicamento.
– ¿Qué pone en el papel, entonces?
– Dice exactamente: “Tenga mucho cuidado con este hombre. Es un majadero con marcados rasgos de psicópata sexual. Déle unos caramelos para que se vaya a su puta casa”. 

Acto seguido, me devolvió con desprecio la receta médica y atendió a otro cliente, ignorándome por completo.

Indignado, regresé a casa. Entré a la cocina y me situé frente al microondas, que aun guardaba en su interior el plato de garbanzos. “Ahora os vais a enterar, cabrones. De mi no se ríe nadie. Reventareis todos como sapos inflados por el culo”, les avisé. Cerré la puerta del horno, puse el temporizador en 20 minutos y me fui al cuarto de baño a hacer de vientre, deleitándome sentado en el vater con el sonido de la cruel sangría: pop… pop… pop…

Y esto es todo… Bueno, miento. En realidad, aquí no ha acabado la cosa, porque mañana pienso ir a tirar con unos cuantos cócteles molotov dentro del hospital para quemarlo: será mi venganza por el denigrante trato recibido. Pero como esa no será una anécdota insustancial, os tendréis que enterar de los detalles por los periódicos.

Hale, hasta mañana.

FUENTE: Innerpendejo.net

PIEDRAS PA LOS CRISTALES.

 

En un manicomio había un exceso de locos y todos ellos se dedicaban a tirarle piedras a los cristales del sanatorio.

Hartos ya de esto, los siquiatras acordaron que iban a soltar a los que estuviesen menos locos.

Los doctores les van preguntando uno a uno a los locos lo que harían tan pronto salieran del manicomio.

Llegan junto al primer loco y le preguntan: «A ver chico, ¿tú que harías si salieras de aquí?»

«¿Yo?, responde el loco, pues subiría hasta la colina de enfrente y… ¡piedras pa los cristales!»

Los doctores dicen que ese nada no puede salir.

Le preguntan al segundo:

«A ver chico, ¿tú que harías si salieras de aquí?»

«¿Yo?, pues subiría hasta la colina de enfrente y… ¡piedras pa los cristales!»

Y así con varios hasta que llegan al lado de uno que les dice:

«¿Yo?, pues iría a la ciudad…» Los doctores asienten… «

…me ligaría una chica…»

Los doctores asienten y dicen que éste está bastante bien.

«…luego me la traería hasta la colina de enfrente… le quitaría el jersey…»

«Sigue sigue» dicen los loqueros.

«Le quitaría las bragas…»

«Joder sí está bien» exclaman los médicos. «

…y con la goma de las bragas fabricaría un tirachinas y… ¡piedras pa los cristales!»

 

DE ABOGADOS Y MUJERES.

 

Diego, joven y Empeñoso abogado, sabía que heredaría una fortuna cuando su padre enfermo muriese.

Pensando en que también quedaría sólo decidió que precisaba una mujer acorde a su autovaloración y para hacer de ella su gran compañera.

En base a su decisión, esa noche fue al bar de la ciudad, donde se juntaba lo más granado del foro local.

Se fijó en una colega, la más bonita que jamás había visto. Su belleza natural era la admiración de todos los concurrentes.

El se arrimó y le dijo:

– Puedo parecer un abogado común, pero en pocos meses mi padre va a morir y heredaré 20 millones de dólares. ¿Quieres acompañarme y venir conmigo a mi casa?…. Puedes llegar a ser mi mujer.

Impresionada la hermosa y brillante abogada, aquella noche fue a la casa con Diego….

Y … tres días después se transformó en su madrastra.

MORALEJA: Los abogados pueden ser muy hábiles, pero las abogadas, además, son mujeres.

LÓGICA MASCULINA.

Una pareja que está en el juzgado divorciándose discute sobre de la custodia de la hija.

La mujer se levanta y le dice al juez: «Yo traje a esta niña al mundo con mucho dolor y sufrimiento, la custodia me debe corresponder a mí».

El juez se dirige al marido y le dice: «¿Qué tiene que decir en su defensa?»

El hombre se sienta por un rato contemplando el ambiente y luego dice lentamente: «Sr. Juez, si usted mete una moneda en una máquina de bebidas y sale una Pepsi, … ¿de quién es la Pepsi, de la máquina o suya?».

¿ALGO POSITIVO?.

 

Un tipo, se encuentra con un amigo, al que hace mucho tiempo que no veía

y queriendo ser simpático, comienza una conversación:

– Y, José, ¿Cómo van las cosas? ¿Todo bien?

– Para el culo…. responde el otro

– ¿Cómo para el culo? ¿Y la Ferrari que tenés?

– Se destruyó totalmente en un accidente… Y lo peor es que el seguro estaba

recién vencido!

– Bueno, algunas cosas se van, pero queda el resto. ¿Y aquél hijo tuyo, tan inteligente?

– Manejaba la Ferrari. Murió.. .

El tipo intenta huir de esa conversación tan trágica:

– ¿Y aquella hija tuya, tan linda que parecía una modelo?

– Qué!… Estaba con su hermano. Sólo mi mujer no estaba en el auto.

– ¡Gracias a Dios! ¿Y cómo está ella?

– Huyó con mi socio.

– Bueno, por lo menos te quedó la empresa para vos.

– La hija de puta de mi mujer huyó con mi socio porque me robaron todo.

Dejaron la empresa quebrada. ¡Estoy debiendo millones!

– ¡La puta madre, vida jodida! Cambiemos de tema, ¿y cómo anda tu equipo de fútbol?

– Soy de River ……………

– ¡La concha de tu hermana , José! ¿No tenés nada positivo????

– Sí….HIV

DE GALLINAS Y PERROS.

La gallina llega borracha a su casa y el gallo le dice:
-Y tú? Qué carajo haces llegando borracha?!
-Y la gallina  le contesta:
-Me vas bajando el tonito que aquí la de los huevos soy yo!!!

REGALO PERRO (CON PEDIGREE)
A mis amigos:
Ayer por la noche, fui asaltado en mi casa.
Entraron los ladrones y me encerraron en el baño y se llevaron casi todo.
Mi perro, que supuestamente era guardián, no me alertó, ni tampoco reaccionó ante los bandidos.
Ese es el motivo por el cual lo estoy regalando. Tal vez vosotros sabréis educarlo mejor.
No quiero más perro en casa. Es preferible instalar sistema de alarma, que es más seguro y a la larga, más barato.
Los que quieran el perro, por favor se comunican conmigo.
Anexo foto

 

 

¡¡ ATENCIÓN, GENIAL !!. GENUINO TRANVIA ANTI MUSULMÁN.

 

TODOS LOS HOMBRES CONSUMEN PORNOGRAFÍA, INCLUSO LOS FELIZMENTE RECIEN CASADOS.

 

El profesor Simon Louis Lajeunesse, investigador de la Universidad de Montreal, intento el año pasado encontrar a algunos estudiantes veinteañeros que jamas hubieran consumido pornografía con el objeto de llevar a cabo no-se-que estudio sobre hábitos sexuales. No pudo encontrar a ninguno. No obstante, el intento le sirvió para obtener algunos datos sobre los que si lo hacían: el 90% del material pornográfico lo obtenían via Internet; los que tenían pareja veían porno 1’7 veces a la semana durante unos 20 minutos; los que no tenían pareja veían porno tres veces a la semana durante unos 40 minutos. El profesor encontró ademas que, como promedio, habían tomado contacto con la pornografía a la edad de 10 años, cuando los niños se muestran mas curiosos con respecto al tema de la sexualidad. Y rara vez consumían dicho material junto a su pareja.

El profesor comento con respecto a los jóvenes encuestados:

La pornografía no ha cambiado la percepción que ellos tienen de la mujer ni tampoco sus relaciones sentimentales, que todos desean tan armoniosa y satisfactoria como sea posible. Aquellos que no pudieron satisfacer sus fantasías sexuales con su pareja, simplemente dejaron de lado la fantasía. La fantasía se rompe en la vida real, y los hombres no quieren que su pareja se parezca a una estrella del porno. 

El profesor parece haber aceptado finalmente que todos los hombres consumen pornografía. Pero no todo el mundo es tan resignado. En el foro de TodoBoda, una web dedicada a la parafernalia de las bodas, se ha descubierto a una mujer recién casada que se niega a aceptar que su marido vea material indecente.

He aquí su testimonio.

Bueno, pues hoy mismo, lo he descubierto, llevamos dos meses y medio casados.

Se ha ido a trabajar y yo antes de irme a trabajar cojo el portátil y me conecto un rato, nuestro internet, es de esos de lápiz.

Bien, pues ayer el se dejó una ventana abierta, de una cosa que el está estudiando, y desconectó internet, pero yo hoy lo he conectado y he visto la página, así que por curiosidad le he ido dando al botoncito de arriba a la izquiera que hay unas flechitas para atras y para delante, total, que le doy para atrás, atrás, atrás, atrás……. hasta que de repente me sale en la pantalla VIDEOS PORNO, que se llama pornrabit (PORNO CONEJO, por diosss, mi marido ve Pornoconejo me parece muy fuerte), le doy para atrás y veo los resultados de google, le doy para atrás, en la que tenemos que escribir para que google te busque y veo que el había escrito el mismo había puesto
el nombre de una página porno, y le he seguido dando para atrás y me encuentro otra página porno, atrás y la página de resultados y atrás otra vez y lo que el había escrito en google, que era kim kardashin fol….. y bueno, casi me da algo, me he puesto a fumar como una locaaaaa, y esta noche me voy de cena navideña con mi amiga así que probablemente no lo veré hasta que me acueste, pero le he mandado un sms y le he puesto ¿sabes quien es kim kardashian? y me contesta “sí, porque? y le contesto y pornoconejo??? y dice “no, pero que pasa” y le digo a lo mejor si te lo digo en inglés… que ya se a lo que te dedicas cuando yo no estoy… y me contesta y me dice no se lo que habrás visto en el ordenador, pero no es lo que piensas ¿¿¿¿¿COMO??? y le he contestado que lo se perfectamente, que debería darle vergüenza que tal y que cual, ahora falta que me responda, porque tengo razón, porque he hecho yo la prueba abriendo páginas y tal y volviendo para atrás y ES VERDAD QUE VE PORNO.

La Cuestión, es ¿vosotras sabéis si vuestros maridos / novios ven porno? lo véis lógico?? yo es que no pensaba que el fuera “de esos” jamás pude llegar a imaginármelo, y estoy decepcionada, porque pienso que conmigo no tiene suficiente y me lo imagino tocándose (que supongo que lo hará, no lo se…) y no se si es normal o si no lo es, si seguira haciéndolo despues de haberlo descubierto o que…

CHICAS NECESITO VUESTRA OPINIÓN. MIL GRACIAS

FUENTE: INNER, EL PENDEJO 

EL APARCACOCHES DEL ZOO DE BRISTOL (U.K.)

 

Junto al zoológico de Bristol, Inglaterra, hay un parquin con capacidad para 150 coches y 8 autobuses.

Era atendido por un asistente muy agradable, que llevaba una máquina expendedora de billetes con la que cobraba una libra a los coches (alrededor de 1,2 euros) y cinco libras a los autobuses (alrededor de 5,9 euros).

Este aparcacoches trabajó allí ininterrumpidamente durante 25 años. Entonces un día, simplemente, dejo de ir al trabajo.

“Bueno”, se dijo el encargado del Zoo de Bristol, “lo mejor será telefonear al Ayuntamiento para que nos envíen un nuevo aparcacoches…”

-Eh… no -dijeron en el Ayuntamiento-, el aparcamiento es responsabilidad suya.

-Eh… no -dijo el encargado del Zoo de Bristol-, el asistente fue contratado por el Ayuntamiento, ¿o no?

-Eh… ¡NO!-, insistieron en el Ayuntamiento.

Sentado en su casa en algún lugar de la costa de España, se encuentra el tipo que ha estado cobrando las tasas de estacionamiento del Zoo de Bristol, estimadas en unos 470 euros diarios, durante los últimos 25 años. Asumiendo que trabajo los 7 días de la semana, esto equivale algo más de 4,2 millones de euros.

Y nadie sabe su nombre.