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¿Comunismo cosecha del 2016?

POR: Arsenio del Castillo.

No puedo ser comunista. Lo que me hizo reflexionar fue que cuando iba a países comunistas, yo con papeleo de visados, permisos podía ir, en cambio, los nativos o no podían salir o si lo conseguían era con mucho trabajo y “conocimientos”.

He pasado controles rigurosos, nunca me prohibieron la entrada. He visto vallas, muros, vigilancia que en realidad era para impedir que salieran, quedarse sin gente. La primera vez que puse mis pies en un paraísocomunista era muy joven, estaba intrigado pero a las pocas horas comprendí las causas por las que la gente se jugaba la vida para abandonar el “paraíso comunista”.

Solo comprendo que alguien elija ser comunista por desconocimiento, no de la teoría, panfletos y argumentarios que la recitan de memoria, sino, quienes como yo, han estado allí y siguen erre que erre.

La ideología está bien hilvanada, es amena, pero la sociedad y ciudadano que crea o produce no es para imitarlo. Menos aún hacer proselitismo y lavarse las manos.

Actualmente España, millones de españoles, está jugando con un comunismo de primera hornada, puro leninismo y se quemará los dedos como ha ocurrido en todos los países y sociedades donde brotó la semilla que unos cuantos “intelectuales” sembraron entre la clase trabajadora, obrera. Curiosamente, desde Marx, Lenin, Trotsky ninguno era de clase obrera.

No me gusta el comunismo porque no recuerdo más que dictaduras, deportaciones y millones de muertos, miseria, hambre y siguen igual. Es algo que no quiero para mi país ni para mis hijos y nietos. Además yo estuve allí muchas veces.

SACRIFICIO HALAL.


Años de lucha consiguieron dar con un sistema de sacrificio animal que reducía al mínimo el sufrimiento de los animales en el momento de ser sacrificados a fin de ser procesados para su consumo. El sistema adoptado consiste en disparar un tornillo en la cabeza del animal, que le lleva inmediatamente a un estado de inconsciencia, evitando así que sufra durante el proceso.

Mucho tiempo para conseguirlo y poco para perderlo, con la llegada del Islam se está instaurando en toda Europa, incluyendo España, el sacrificio siguiendo el rito Halal.

El sacrificio debe ser realizado por un musulman autorizado, en el caso de España, por el Instituto Halal dependiente de la Junta Islámica, organismo en quien delegan las respectivas Consejerías de Agricultura, Ganadería y Pesca.

Esto es lo que nos cuentan sobre el rito Halal: “sacrificar al animal orientado hacia la Meca, y clavándole un cuchillo perfectamente afilado en la concavidad del bajo cuello, realizándole un corte seco, limpio e inmediato. De 10 a 20 segundos es lo que tarda el animal en quedar inconsciente por falta de oxígeno. Antes y después del acto se deben hacer unas oraciones“ .

Esta delegación en la Junta Islámica hace que sea mucho más fácil y económico utilizar este sistema que el anteriormente adoptado y, de paso, se abren mercado en el mundo musulman, cada vez más presente en nuestros pueblos y ciudades, lo que explica la proliferación de Empresas que adoptan este sistema.

Sin embargo, a pesar de su aparente buenismo, en los establecimientos dirigidos a público no musulman, no se refleja en sus productos si han sido o no sacrificados siguiendo este rito a pesar de que, en muchos casos, así ha sido.

Se incluye a continuación un vídeo grabado por GAIA, que hemos editado y traducido al castellano, que sigue todo el proceso del sacrificio bajo el rito Halal (ATENCIÓN, imágenes muy duras, puede herir sensibilidades).

Si has podido ver el vídeo habrás comprobado la falsedad de las manifestaciones que se vierten desde las administraciones y desde la Junta Islámica.

MÁS DE CINCO MINUTOS, cinco minutos respirando, sintiendo, sufriendo, cinco largos minutos frente a los escasos instantes del método anterior y todo para mantener contentos a los inmigrantes musulmanes, que lejos de adaptarse a nuestra cultura, nos obligan a adoptar la suya aun sin que seamos conscientes de ello, todo con el beneplácito de las instituciones.

Este vídeo fue grabado en un matadero de Londres, no poseemos imágenes de la matanza realizada en España si bien la Junta Islámica en este país, a través del Instituto Halal, no acepta la matanza con aturdimiento por considerarlo contra la Shari‘ah o Ley de Alah.

Mientras Europa debate sobre las normas de etiquetado, las empresas que practican este rito no están por la labor de informar a la ciudadanía española de la realidad de su producción, dado que podría herir sensibilidades en la población no musulmana (o sea, los españoles) y, por tanto, reducir sus ventas.

Desde este Blog intentamos daros la información y que cada cual actúe según su conciencia, pero con el conocimiento pleno de cómo ha sido sacrificado el animal que va a llevar a su mesa.

Se incluye a continuación el listado de empresas españolas que siguen este proceso, que no son pocas. [Todo ello extraído de la web del Instituto Halal, dependiente de la Junta Islámica, revisado el 01/09/2010]:

LISTADO DE EMPRESAS CERTIFICADAS CON LA MARCA DE GARANTIA HALAL DE JUNTA ISLAMICA E INSCRITAS EN LOS REGISTROS DEL I.H.

Los musulmanes “moderados” que habitan en nuestro país exigen la venta de carne siguiendo este rito porque así se lo exige la Shari‘ah, a pesar de que este código, supuestamente, forma parte de los usos de los islamistas radicales. Queda reflejado perfectamente en la web de la Junta Islámica.

Creo que sobran los comentarios; en este caso, como en tantos otros, una imagen vale más que mil palabras. Espero que al menos esto sirva para que revisen dónde adquieren la carne que vayan a consumir.

Para más información:

http://www.vidahalal.com/pub/alimentacion/1299-los_sacrificios_por_el_metodo_musulman_representan_el_356_en_mercabarna.html

http://www.institutohalal.com/2010/09/01/listado-de-empresas-certificadas-con-la-marca-de-garantia-halal-de-junta-islamica/#more-648

FUENTE: EL MUNDO QUE VIENE

ACERCA DE UNO DE LOS DOGMAS/TABÚ MÁS IMPORTANTES DE LA IZQUIERDA: «LA DISCRIMINACIÓN POSITIVA».

 

Leire Pajín, peligrosa "progre" feminazi. Desgraciadamente, Ministra de Sanidad de España

Lo que la progresía llama discriminación positiva no es otra cosa que la manera “postmoderna” de imponer las políticas igualitarias que defiende el socialismo.

Como cualquier otra acción que se emprenda con el objetivo de conseguir  “igualar” a los miembros (y “miembras”, je,je,je) de un grupo social concreto, la denominada “discriminación positiva” es intrínsecamente coactiva, y por tanto un ataque a la libertad individual; pero, no podemos olvidar lo más importante –por ser especialmente grave- es también un absoluto menosprecio a las capacidades de los seres humanos, de sus riquezas, es ignorar la tendencia natural de los humanos a la diversidad, frente a la uniformidad… Uniformidad que inevitablemente es sinónimo de mediocridad, precarización, empobrecimiento.

Calificar de «positivo” lo que cualquier diccionario define como negativo, tiene como fin evitar el rechazo de las personas “educadas”, aparte de darle un barniz de ética al asunto. Aunque sus partidarios no oculten que aunque “positiva” sigue siendo “discriminación” (en español lo correcto sería denominarlo “trato preferente, o trato de favor”) su intención no es otra que la de convencernos de que “el fin justifica los medios”, pues se trata de saldar una deuda con gente desfavorecida, maltratada, discriminada, y de que… para tan noble causa es legítimo incluso perjudicar a otros individuos.

La razón principal que esgrime gente tan bienintencionada, filantrópica, los partidarios de la discriminación positiva, es que la Sociedad tiene pendiente de saldar una “deuda histórica” con las personas pertenecientes a determinados grupos sociales debido a que, en algún momento de la Historia sus ancestros fueron discriminados, sojuzgados, esclavizados, violentados, privados de sus derechos… Y como consecuencia de tal “discriminación negativa” sus actuales descendientes son merecedores del derecho a ser compensados, a resarcirse del daño que se le causó a sus antepasados, mediante la reserva en la actualidad de cupos, cuotas, en las prestaciones y servicios que el Estado “del bienestar” proporciona a los ciudadanos, ya sea en la educación, en la sanidad, en la administración de justicia, en el acceso al mercado laboral o cualquier otro ámbito.

Obviamente será el gobierno el que decida (teniendo en cuenta siempre la posible rentabilidad electoral de la “acción positiva”, que es otro eufemismo usado para enmascarar el trato de favor a determinadas minorías…) qué sector de la población es digno de recibir tales beneficios. Las políticas de discriminación positiva (affirmative action) no es que no hayan tenido el efecto esperado por sus defensores, y no hayan solucionado los problemas que pretendían resolver, sino que, en la mayoría de los casos, han perjudicado a sus destinatarios. En este sentido, merece la pena leer las reflexiones que hace Thomas Sowell en su muy interesante libro La discriminación positiva en el mundo. Thomas Sowell, un liberal de raza negra, analiza lo que apenas nadie se atreve ni a nombrar –por la dictadura asfixiante de lo políticamente correcto- y por supuesto argumenta con estadísticas y  enésimos ejemplos.

Las políticas de discriminación positiva se fundamentan en una mezcla de mala conciencia, por las tropelías cometidas por nuestros ancestros; la corrección política, que los medios de información y demás trovadores divulgan de manera machacona, hasta abrurrir; y una intención clara de ingeniería social, de “rediseño social”. Los partidarios de políticas de discriminación positiva, en su afán totalitario e intervencionista, quieren destruir la actual sociedad y construir una nueva a la medida de su “utopía bienintencionada”, porque lo último que desean es que los seres humanos, libres, elijan actuar por sí mismos.

Estamos hablando de puro paternalismo: estamos hablando de gente totalitaria, que se caracteriza por su desconfianza en el libre actuar de las demás personas, considerándolas poco menos que estúpidas e incapaces, y están plenamente convencidos de que deben ser guiadas y dirigidas; en la idea de que «no se las puede dejar solas» (ésta es una idea que comparten las dictaduras diversas) que se las debe «proteger» y «ayudar» en todo (incluso en contra de su voluntad) con mil leyes que les digan qué comer y qué no comer, cómo y con qué se han de drogar-estimular, cómo se ha de hablar (imponiendo un lenguaje «socialmente correcto») cómo y cuánto trabajar o cómo emprender, cómo hacer el amor, cómo educar a los hijos, qué estudiar, las enfermedades que deben tener, e incluso cómo se ha de «ligar», «coquetear», etc. esta gente totalitaria, erigida en nuevos gestores de la moral colectiva, arrogándose una sapiencia fuera de lo común, piensan que, la sociedad no sabe organizarse por sí misma, y necesita de sus directrices.

El problema de la soberbia y la arrogancia intervencionista es que siempre, de manera inevitable, tiene que acabar haciendo frente a la dura y tozuda realidad. Las leyes se  aprueban con la intención de aplicarlas a “sociedades en abstracto” (distorsiones resultado de filtrar la realidad a través de determinadas ideologías), pero acaban afectando a los individuos que las componen. Así, por ejemplo, quienes aprobaron la denominada “paridad”, como la mejor manera de aumentar el número de miembros de un determinado sexo en ámbitos de poder, o trabajos en los que tradicionalmente las mujeres son minoría,  acabarán llegando a la conclusión de que algunos (no pocos) varones mejor preparados que algunas mujeres, acaben quedándose sin plaza… Esos hombres/varones no participarán de la llamada ideología patriarcalista, ni serán culpables de lo que supuestamente hicieron sus tatarabuelos; pero, sin embargo, van a pagar los platos rotos. En resumen: quienes promueven políticas de discriminación positiva pretenden poner solución a injusticias pretéritas, mediante injusticias presentes…

Pero aún hay más: los supuestos beneficiarios son en última instancia los más perjudicados, y eso por no hablar de los graves disturbios que suelen provocar estas medidas de discriminación institucional, que en muchos lugares del planeta se han cobrado miles de víctimas (en España, sin ir más lejos, la aplicación de la denominada “Ley Integral contra la Violencia de Género”, plasmación de la “discriminación positiva” en ámbito judicial, con el noble pretexto de “proteger a las mujeres”, ha traído como consecuencia la detención y el procesamiento indiscriminados de cientos de miles de hombres –más de un millón tras un lustro de su puesta en vigor- ocasionando más y mayores problemas que los que supuestamente se pretendían solucionar… y, ni que decir tiene que las supuestas beneficiarias de tales medidas de discriminación positiva, siguen estando en situación tan o más vulnerable que en la que se encontraban antes de la aprobación de tan perversa ley…)

Las políticas de discriminación positiva no provocan otra cosa, generalmente, que un enorme resentimiento social. Cuando el poder político promueve medidas de discriminación positiva (lo cual hace por puro electoralismo, favoreciendo a un grupo social fácilmente identificable para conseguir el apoyo de sus miembros en futuras citas electorales) acaba corrompiendo moralmente a la sociedad, pues se acaba propagando la idea de que es legítimo reivindicar la compensación de un determinado agravio pretérito, en lugar de preocuparse de labrar su futuro confiando en sus posibilidades, en igualdad de oportunidades con el resto de sus semejantes.

Es innegable que han sido muchas las minorías a las que se ha privado del acceso a la igualdad de oportunidades, unas veces por prejuicios racistas, otras ideológicos, o por motivos religiosos; pero la solución no pasa por rebajar la nota mínima de acceso a la universidad, o engordando las calificaciones de determinados estudiantes, o creando tribunales especiales para juzgar a los hombres –varones- de manera exclusiva, o castigándolos con penas más severas cuando incurren en los mismo “ilícitos penales” que las mujeres, o privándolos del derecho constitucional a la presunción de inocencia. De estas y otras maneras sólo se consigue perjudicar a buena parte de los miembros de las minorías que se pretende proteger, y se fomenta un sentimiento de discriminación entre quienes se han visto tratados injustamente…

Dar trato de favor, beneficiar a los miembros de un grupo social, sea por su color de piel, sea por su sexo, sea por la circunstancia personal que fuere, significa que no se confía en que los integrantes de ese grupo sean capaces de progresar por sí mismos, si se les da las mismas oportunidades que al resto de la población.

Al igual que el racismo no se combate con racismo, la misoginia no se combate con misandria. Resulta especialmente llamativo que no haya generalmente ningún político que acepte debatir sobre los efectos perjudiciales de la perversa discriminación positiva; si hablan de ello, lo hacen para proclamar la necesidad de aumentar las medidas de discriminación, con el objetivo de solucionar un problema que las medidas de discriminación positiva no han hecho más que agravar.

Y, no se olvide una cosa: Los males ocasionados por las generaciones que nos precedieron en siglos pasados, hágase lo que se haga seguirán siendo males, da igual lo que se haga en el tiempo presente…

AUTOR: Carlos Aurelio Caldito Aunión.