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No solo hay esperanza: hay certeza de que los españoles lo conseguiremos

Esto sí son brotes verdes. Foto cortesía de Antonio Novo
Esto sí son brotes verdes. Foto cortesía de Antonio Novo

Bienvenidos al planeta Tierra: un lugar de cielos azules de nitrógeno, océanos de agua líquida, bosques frescos y prados suaves, un mundo donde se oye de modo evidente el murmullo de la vida. Este mundo es en la perspectiva cósmica, como ya he dicho, conmovedoramente bello y raro; pero además es de momento único. En todo nuestro viaje a través del espacio y del tiempo es hasta el momento el único mundo donde sabemos con certeza que la materia del Cosmos se ha hecho viva y consciente. Carl Sagan, Cosmos

Todo un símbolo de España: bravura y gallardía. Cortesía Antonio Novo
Todo un símbolo de España: bravura y gallardía. Cortesía Antonio Novo

Somos una generación y una especie afortunada. Hemos descubierto un método eficaz y provechoso de llegar al conocimiento. Hemos tomado consciencia de nosotros mismos. Nos relacionamos con otros de la misma especie. También hemos aprendido a relacionarnos y descubierto un método de gobernarnos cuyo objetivo no es enriquecernos ni agotar los recursos del planeta sino conseguir la felicidad. Y cuando hablamos de método nos referimos a método: no a filosofías que se pierden en la especulación, el populismo o las utopías irrealizables sino a hipótesis que grandes sabios postularon y se comprobaron empíricamente.

El camino hacia la felicidad está siendo muy difícil: desde las agrupaciones tribales prehistóricas hasta los modernos Estados el acceso a esa felicidad está siendo muy duro. Al igual que no todas las especies sobrevivieron y la extinción de los dinosaurios es un claro ejemplo que nos advierte de que ni siquiera trescientos millones de años es garantía de supervivencia en este planeta, muchos métodos de organizar nuestras sociedades se han perdido también en ese difícil viaje de cómo vivir los unos con los otros o porque se trataban de simples utopías o porque pretendían formas equivocadas o poco justas de organizar las sociedades: se perdió el sistema medieval, se perdió el sistema aristocrático y se perdieron, por ejemplo, los fascismos al acabar las II Gran Guerra, afortunadamente. La caída del Muro de Berlín fue la última pérdida en Europa de un sistema social que también falló. Quedan algunos focos todavía de ese comunismo en algunos países e incluso hay quienes se empeñan en resucitar ese sistema obsoleto y fracasado en nuestra querida España mediante la persuasión tautológica de unos desleales medios de comunicación y el oportunismo de unos siniestros pícaros que lo están promocionando. Aquí pecan todos siguiendo la máxima de Goebels: si una mentira se repite mucho acaba por convertirse en verdad sobre todo en poblaciones atrasadas. Pero, ¿estamos tan atrasado como para caer en una trampa del siglo pasado? Yo creo que no.

Se ha derramado mucha sangre durante ese trayecto de las organizaciones sociales y las mentes más preclaras de la humanidad fueron allanado el camino para sacarnos de las cavernas: Platón, Aristóteles, Marsilio de Pádua, Hobbes, Maquiavelo, Locke, Hume, Jefferson, Tocqueville y tantos otros son personajes de quienes hemos esbozado unas pinceladas en este blog. Aquellos que lo hayan seguido de vez en cuando se habrán maravillado simplemente con el enorme impacto que puede ejercer el pensamiento de estos genios sobre la forma de organizar nuestra sociedad para conseguir esa felicidad. Hay esperanza porque las cosas ya están pensadas. No necesitamos a ningún mesías con peluquín a imponernos su salvación postiza porque ya sabemos salvarnos nosotros solitos. Por eso somos afortunados: porque sabemos cómo hacerlo. El camino no solo está pensado sino comprobado en la práctica. Hay que corregir errores por las variables extrañas que han intervenido a causa de grupos de presión, financieras, etc; pero existen factores de corrección que proporcionarían no las personas sino el sistema.

Por lo tanto hay esperanza para muchas cosas: hay esperanza de que las universidades no estén en manos de equipos mafiosos con tarjetas negras y que las mejores mentes de nuestro país puedan desarrollar sus proyectos en investigación y desarrollo sobre los que cobran por no presentarse al trabajo y presentar trabajos que ya habían sido entregados. Hay esperanza de que se valore el talento: el verdadero talento sobre la mediocridad más oscura. Hay esperanza de que esta sociedad sea capaz de poner en su sitio a tanto anodino; yo creo que sí. El mediocre solo tiene un camino para triunfar sobre el talento: la corrupción y el engaño. Hay esperanza de que triunfe el talento sobre la corrupción.

Hay esperanza de que el pueblo llegue a saber qué es la democracia porque tiene derecho a saber qué es la democracia, pero la de verdad. Hay esperanza de que los medios de comunicación sean honrados y realicen una labor informativa y por consiguiente pedagógica para el pueblo español, además de entretener. Hay esperanza de que esos medios primero aprendan ellos qué es la democracia porque no lo saben y después sepan transmitirla para que la sociedad civil sea incapaz de vivir sin ella. Cuando el pueblo español conozca qué es la democracia formal no habrá poder ni fuerza en este mundo que pueda arrebatársela. Ni siquiera todos los populistas que salgan cada día predicando sus evangelios postizo y burdas mentiras.

Hasta ahora no ha ocurrido, pero todavía queda esperanza. ¿Y de dónde viene esa esperanza? La democracia, tal como apuntaba Tocqueville, es un proceso inevitable y además ese estadio no sería el último, decía el gran filósofo-científico social. Tocqueville no formulaba teorías: tomaba apuntes de campo y datos empíricos y los sometía a un riguroso proceso antes de concluir nada. En su genial obra La Democracia en América demostró que las teorías de los grandes filósofos antes mencionados habían sido llevadas a cabo, y sin proponérselo, por unos rebeldes que desconfiaron del poder descontrolado porque habían sentido su yugo y se deshicieron del mismo. Para que nadie sufriese lo mismo otras de las mejores mentes rebeldes no se apoderaron de ese poder sino que los separaron y además los enfrentaron. Buena táctica: que un poder se enfrente a otro y nos deje a nosotros dormir tranquilos.

Seguramente la democracia formal después de establecida (eso es inevitable no solo para España sino para todos los pueblos occidentales) sufrirá mutaciones que la mejoren como ocurre con los seres vivos; y así lo decía Tocqueville antes de que Darwin llegase a publicar nada. Dos genios que supieron tomar e interpretar datos. Dos genios que vieron con los ojos de un genio aquello que los demás somos incapaces de ver aunque lo tengamos delante. Tales de Mileto (624 a. C – 547 a. C) vio un palo y no lo utilizó como hacían todos los demás para pegarle un garrotazo o lanzárselo a nadie en sus guerras sino para medir la altura de una pirámide a partir de la longitud de su sombra y el ángulo del Sol sobre el horizonte. Los demás veían un arma y Tales vio un instrumento de precisión para medir la altura de una pirámide. Este método se utiliza hoy en día para determinar la altura de las montañas de la Luna. Tales se adelantó trescientos años a la geometría de Euclides que enseñamos hoy en las escuelas y que utilizamos en nuestros cálculos de ingeniería y mecánica. Esos son los genios. Y ese es el talento. Personas con ese talento descubrieron poco a poco lo que hoy podemos utilizar para alcanzar la felicidad en nuestra forma de organización social. Hay esperanza de que el talento de la medida triunfe sobre la mediocridad del garrotazo porque es una cuestión de determinismo. Y si eso ocurre hay esperanza de que el esfuerzo se premie y se reconozca y aplaste a la picaresca y la corrupción. Pero esa esperanza no puede basarse en buenas intenciones como pretenden unos advenedizos que han irrupmpido en el paisaje político, sino en método. El método es la clave. La democracia formal es la clave

Si una mutación es mala es un cáncer, si se desarrolla el organismo no sobrevive. Considero la partidocracia como una mutación mala que jamás se acercó a la democracia aunque sí respete las libertades individuales. En eso está mucho más avanzada que el comunismo que no respeta ninguna libertad. Considero a los que intentan convencernos de que son nuestros nuevos mesías otra mutación maligna que no solo no respetaría las libertades colectivas que deseamos alcanzar sino que también destruirían la libertades individuales que tenemos. Un cáncer lo destruye todo: mata al organismo si éste no reacciona y destruye al cáncer.

Pero cuando la mutación es buena el organismo sobrevive porque se adapta al medio mejor que sus antepasados y prevalece. Hay que mutar a la democracia formal para que la esperanza se convierta en certeza. Certeza de que en en España los profesores dejen de adoctrinar siguiendo las ruines consignas de sus jefes políticos para dedicarse a enseñar, y la vocación del conocimiento triunfe sobre la mediocridad de las bajas pasiones. Los profesores deben difundir conocimiento y no ser correas de transmisión de políticos mediocres con aspiraciones ruines. Enseñar y curar son trabajos vocacionales porque no estás trabajando con tuercas que después puedes rechazar en un frío y eficiente proceso industrial de calidad: estás trabajando con seres humanos en proceso de desarrollo para la vida adulta. Eso del rechazo de piezas defectuosas pertenece al fascismo y fracasó, No nos sirve. Los niños son esponjas curiosas ansiosas de absorber conocimientos, son inteligentes, inquietos, artistas natos y cada uno de ellos con capacidades distintas y un hambre insaciable de aprender si nadie se dedica a malformarlos y abortar ese maravilloso proceso. Hay certeza con la democracia formal de que dejen ejercer a los maestros como maestros y a los médicos y personal sanitario para prevenir y curarnos porque nuestros recursos se invierten en sanidad e instrucción. Hay esperanza de que los Estados no controlen a los ciudadanos y dejen el peso de la educación a los padres y la familia y el de la instrucción a los colegios; aunque estén interrelacionados porque toda persona es mucho más que el resultado de una educación y una instrucción. Los regímenes totalitarios se apoderan de los niños para adoctrinarlos: hay esperanza y certeza de que ello dejará de ocurrir en algunos lugares de España.

Hay esperanza y certeza de lograr todas estas cosas y muchas más; de conseguir todavía más porque nunca nos conformaremos. Por eso decía Tocqueville que no todo quedaría en la democracia sino que evolucionaríamos a más, a pesar de los cánceres. A pesar de las mutaciones malignas.

Igual que para acercarnos a la verdad con mucha aproximación fuimos capaces de descubrir el método científico los españoles seremos capaces de conocer el método científico de la democracia formal. Y ese método está ya en marcha porque se puede desarrollar a partir de una unidad como cualquier otro método científico que tiene su unidad. Tirando del hilo de la unidad el proceso científico es imparable: la democracia formal es imparable porque ya tenemos esa unidad y es el humilde distrito electoral; pequeño, con un representante surgido por mayoría absoluta, a doble vuelta si fuese necesario, para proponer las leyes de parte de los ciudadanos de ese distrito. Un representante que estará presente por nosotros y que puede ser sustituido fulminantemente en caso de deslealtad. A partir de ahí se monta el edificio de la democracia formal. Imponente. Bello. Impresionante. Esperanzador. Inevitable…

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN: LO QUE NOS UNE

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