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La planificación a largo plazo de la ONU, la OMS y el Foro de Davos

POR: Josep Cónsola


En junio de 2019 se celebró un “matrimonio” global entre el Secretario general de la ONU Antonio Guterres y el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab. Dichos elementos actuaron uno en representación de una pequeña parte de los países miembros de la ONU, y el otro como portavoz de las grandes corporaciones internacionales.

La ocasión fue la firma de un memorándum de entendimiento (MOU) entre el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas. En virtud del acuerdo nupcial, las dos instituciones se comprometen a adoptar unos niveles sin precedente de coordinación en los campos de la educación, la financiación, el cambio climático y la salud (1).

Este acuerdo significó una formalización de sumisión de la ONU a las grandes corporaciones y la apertura de un camino hacia una gobernanza global privatizada. Una perspectiva de gobierno global no electo perfilado ya mediante la denominada Iniciativa de Rediseño Global establecida por el Foro Económico Mundial en el año 2010 y que vamos viendo día a día cómo se va consolidando dicha propuesta cuyos componentes son el acuerdo entre ONU y FEM, pero aparejado a ello el nuevo tratado sobre pandemias y el nuevo Reglamento Sanitario Internacional de la OMS que le otorga poderes supranacionales, siempre a tenor de lo que le ordenen las multinacionales que la subvencionan.

El Foro Económico Mundial en su Iniciativa de Rediseño Global (GRI) de 2010 argumentó que el primer paso hacia su visión de gobernanza global es “redefinir el sistema internacional como un sistema más amplio y multifacético de cooperación global en el que los marcos jurídicos y las instituciones intergubernamentales están integrados como un componente central, pero no único y a veces no el más crucial”. El objetivo era debilitar el papel de los Estados en la toma de decisiones a nivel mundial y elevar el papel de un nuevo conjunto de “partes interesadas” en el cual las empresas son parte de los mecanismos de gobierno.

¿Qué proponía el FEM en su Iniciativa de Rediseño Global (Global Redesign Initiative)?

Para ello debemos atendernos a las palabras escritas por su presidente Klaus Schwab en la presentación del citado documento: “Nuestro objetivo ha sido estimular un proceso de pensamiento estratégico entre todas las partes interesadas sobre las formas en que las políticas internacionales, las instituciones y los acuerdos deben adaptarse a los desafíos contemporáneos… Muchas de las ideas y propuestas presentadas en este informe son de gran alcance y requieren un fuerte consenso global y cooperación. Sería presuntuoso suponer que todas estas ideas se integrarán inmediatamente en el sistema global proceso de toma de decisiones. Por lo tanto, la Iniciativa de Rediseño Global no debe verse como un fin en sí misma sino como el comienzo de un proceso sostenido para adaptar y preparar mejor el sistema global para los desafíos del siglo XXI. Puedo hacerles a todos aquellos que trabajaron tan duro para hacer realidad esta iniciativa la promesa de que el Foro seguirá siendo una fuerza contundente para repensar nuestros valores, rediseñar nuestros sistemas y reconstruir nuestras instituciones” (2).

Documento que en su resumen ejecutivo señala que “las ideas y propuestas que han surgido del proceso de Rediseño Global sugieren que se pueden lograr mediante la redefinición del sistema internacional como un sistema más amplio y multifacético de cooperación en la que se integran marcos jurídicos e instituciones intergubernamentales como componente central, pero no el único y a veces no el más crucial… Ha llegado el momento de un nuevo paradigma de gobernanza internacional de partes interesadas análogo al plasmado en la teoría de las partes interesadas sobre el gobierno corporativo sobre la cual se fundó el propio Foro Económico Mundial… Pero lo que también se requiere es un sentido propio de la salud en el sistema internacional… Quienes educan y seleccionan líderes políticos, empresariales, académicos, religiosos, medios de comunicación y otras instituciones sociales, en particular programas de educación, tienen la mayor responsabilidad a este respecto… Existe una nueva oportunidad de lograr un cambio radical en gobernanza ambiental global al no centrarse en la agenda tradicional (estructura de la ONU) sino en una nueva agenda para construir el tipo de mecanismos prácticos, a menudo público-privados”.

Y en sus conclusiones afirma: la arquitectura actual no es totalmente adecuada para abordar los riesgos que se están acumulando en muchos ámbitos. Es más probable que lo logren si adoptan un enfoque práctico y multidimensional, centrándose en el “cómo” en lugar de simplemente el “qué”.

Así, la ONU a las órdenes del FEM afirma que Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación (privada se entiende) (3).

El Transnational Institute publicó el 25 de septiembre de 2019 una carta abierta al secretario general de la ONU de cuyo texto extraemos algunas consideraciones. “Las disposiciones de la asociación estratégica establecen efectivamente que los líderes corporativos se convertirán en asesores de los jefes de los departamentos del sistema de las Naciones Unidas, utilizando su acceso privado para abogar por “soluciones” con fines de lucro basadas en el mercado para los problemas mundiales, a la vez que socavan las soluciones reales arraigadas en el interés público y los procedimientos democráticos transparentes… La elección de construir una alianza entre la Secretaría y las empresas transnacionales para salvar al sistema de las Naciones Unidas lo destruirá, no lo salvará” (4).

Desde el año 2009 el capital mundial ha ido concretando paso a paso, sin grandes elementos propagandísticos de carácter público, la conversión de la ONU en un mercado de intereses corporativos, la OMS en una sucursal de la mafia químico farmacéutica, la UNESCO en la cobertura cultural del nuevo imperialismo, la UNICEF colaborando en la reducción de la población en la periferia del sistema, la ACNUR propiciando los masivos desplazamientos migratorios… Así podemos seguir con el resto de instituciones de las Naciones Unidas.

Una advertencia clara: mientras el capital planifica a largo plazo, el proletariado organizado responde a corto plazo (cuando responde) mediante diversos happenings a las cuestiones cotidianas, que si una guerra por aquí, que si una guerra por allá, que si un huracán, que si un terremoto, que si tantos muertos, que si cambia el clima, que si el dióxido de carbono, que si… Entretanto se oscurecen las muertes ocasionadas por los efectos secundarios de las inyecciones de ciertas pócimas a las que han dado el nombre de vacunas.

“Más de 5.550 millones de personas en todo el mundo han recibido una dosis de la vacuna contra la covid-19, lo que equivale aproximadamente al 72,3 por ciento de la población mundial”, publicó el New York Times el 13 de marzo de este año 2023 un exhaustivo informe con una serie de mapas interactivos por países y continentes (5).

En total se administraron más de 13.500 millones de inyecciones en todo el planeta.

Ya a principios de 2022 se publicaron más de mil artículos y estudios (1.011) en revistas científicas sobre los efectos adversos de las vacunas covid (6).

Según el investigador Steve Kirsch, la tasa de mortalidad de las vacunas contra el covid es aproximadamente de 1 entre 1.000 dosis. Esto se traduce en 676.000 estadounidenses muertos. Sin embargo, resulta que el análisis de Kirsch, que se basa en un desglose de las cifras del Vaers (Vaccine Adverse Event Reporting System), puede ser demasiado conservador (7).

Trabajando con datos de 17 países sobre mortalidad por todas las causas, investigadores de Correlation Research in the Public Interest, con sede en Canadá, han llegado a la conclusión de que la tasa de mortalidad de las inyecciones de covid-19 se sitúa en la región de 1 en 800 dosis. Calculan que las vacunas han matado a unos 17 millones de personas en todo el mundo (8).

Todo un panorama eugenésico que no está alejado de lo expuesto al inicio de este escrito. Pero con una salvedad: la mayoría de muertos desde finales del año 2020 no han sido a causa de las guerras o terremotos, sino bien planificados por el matrimonio público-privado ONU-FEM-OMS.

(1) https://weforum.ent.box.com/s/dj7x7z2fjxrox49farw5dfxfa1hfqw3h
(2) https://es.weforum.org/publications/everybodys-business-strengthening-international-cooperation-more-interdependent-world
(3) https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/globalpartnerships/
(4) https://www.tni.org/es/art%C3%ADculo/pon-fin-al-acuerdo-de-asociacion-estrategica-entre-las-naciones-unidas-onu-y-el-foro
(5) https://www.nytimes.com/interactive/2021/world/covid-vaccinations-tracker.html
(6) https://www.saveusnow.org.uk/covid-vaccine-scientific-proof-lethal/
(7) https://www.cdc.gov/vaccinesafety/ensuringsafety/monitoring/vaers/index.html
(8) https://www.globalresearch.ca/covid-vaccines-great-travesty-against-mankind/5837662

Virólogo japonés revela pruebas de fabricación de cepas de Covid

Por OpenAI

Después de encontrar pruebas que indican la fabricación de cepas de Covid, el profesor Takayuki Miyazawa de la Universidad de Kioto, uno de los principales virólogos de Japón, está dando la voz de alarma. En un video compartido en las redes sociales, emitió una declaración llena de emociones acerca de sus descubrimientos.

En el Instituto de Ciencias Médicas y de la Vida de la universidad, se encuentra Miyazawa, un profesor asociado y destacado virólogo. En su intento por advertir al público, Miyazawa expone en el video que los gobiernos han estado mintiendo sobre Covid. Es curioso destacar que en Japón, Miyazawa es reconocido como un ferviente defensor de las vacunas. Su participación clave consistió en ayudar al gobierno japonés a persuadir al público para que se vacunara, asegurándoles que las vacunas son eficaces para reducir la propagación del virus.

Los videos de la declaración de Miyazawa fueron compartidos en YouTube y Twitter/X. El video publicado el jueves en X ya ha acumulado millones de visitas. En el video, Miyazawa dice: «A menudo aparecemos en la televisión, pero hay muchas cosas que no se pueden decir en la televisión».

«En YouTube hay muchas cosas que no se pueden decir. En Twitter hay muchas cosas que no se pueden decir», afirma. «Lo que es verdad solo lo saben los investigadores. Los investigadores tienen la capacidad de obtener datos directamente y analizarlos, lo cual les permite aprender muchas cosas. Sin embargo, eso no puede ser comunicado», señala.

«No estoy seguro de lo que Japón está haciendo», dijo. «Se puede entender inmediatamente lo que se está haciendo al examinar las secuencias de aminoácidos», comentó. «Es obvio si lo analizas», añadió.

Contenido del video

En un video publicado en YouTube el 27 de septiembre de 2023, el profesor Miyazawa de la Universidad de Kioto habla sobre la responsabilidad de los científicos en relación con el virus y la humillación que sufrió en Sendai. En el video, el profesor Miyazawa comparte información sobre vacunas y el coronavirus y expresa su preocupación por la peligrosa situación en la que se encuentran los japoneses.

El profesor Miyazawa comienza diciendo que hay una alta posibilidad de que sea despedido de la Universidad de Kioto por compartir información veraz. Destaca la importancia de que los japoneses se den cuenta de los peligros a los que están expuestos y de que tomen medidas para proteger el país, ya que existe la posibilidad de que Japón desaparezca si no se hace nada al respecto.

A pesar de que actualmente todo parece estar en calma, advierte que Japón se encuentra en una situación difícil y no podemos permitir que esto continúe. Miyazawa explica que ha venido a Sendai, a pesar de los problemas que podría enfrentar en su carrera académica, porque siente la responsabilidad de transmitir la verdad.

Destaca que el Japón actual está en peligro y que es necesario que todos conozcan la situación real. También señala que diversos actos de agresión están siendo realizados en contra de Japón de diferentes maneras, y que esto no puede ser tolerado. El profesor Miyazawa menciona que, como investigador, ha estado analizando datos y ha presentado un artículo científico sobre el tema del virus.

Aunque no puede revelar todo lo que sabe, comenta que ha llegado a conclusiones preocupantes sobre el coronavirus. También habla sobre el aumento de los efectos adversos de las vacunas y cómo esta información está siendo ocultada. Miyazawa revela que no ha recibido ninguna dosis de la vacuna y pregunta a sus seguidores cuántas veces han sido vacunados.

Menciona que él no ha sido inoculado y considera que las vacunas son peligrosas independientemente de la dosis que se reciba. El profesor continúa diciendo que, aunque algunas personas pueden pensar que el número de efectos adversos es insignificante, los datos muestran que estos han superado los efectos del virus en los últimos tres años.

Destaca que las vacunas no brindan una protección completa y que las personas aún pueden contagiarse de la enfermedad incluso después de ser vacunadas. Miyazawa expresa su preocupación por el hecho de que Japón esté siendo controlado y manipulado por países extranjeros. Destaca que la situación es grave y que es necesario tomar medidas para proteger a Japón.

También menciona que está dispuesto a renunciar a su posición en la Universidad de Kioto si eso significa que puede alertar a la población sobre los peligros que enfrenta el país. El profesor Miyazawa insta a las personas a informarse y tomar conciencia de la situación, ya que muchas de las cosas que están sucediendo en el mundo son desconocidas para la mayoría.

Destaca que los investigadores tienen acceso a datos que les permiten comprender lo que está sucediendo y que es su responsabilidad transmitir esta información. En resumen, el profesor Miyazawa hace un llamado a la acción para proteger a Japón de los peligros que enfrenta debido a la situación actual. A pesar de los riesgos que corre al compartir información veraz, considera que es su deber como científico alertar a la población sobre la realidad. Termina diciendo que regresará en el futuro para seguir transmitiendo información y pide a todos que se mantengan informados y protejan a Japón.

#Desobediencia

La pandemia de COVID fue una prueba beta para la agenda totalitaria globalista

Por OpenAI

La miembro del Parlamento Europeo, Christine Anderson, afirmó que la pandemia de COVID-19 era una prueba de los globalistas para implementar un régimen totalitario. Expuso los principios del plan globalista para erosionar la soberanía nacional y transformar las sociedades en regímenes totalitarios. Anderson ha sido crítica de la OMS, los experimentos de vacunas y la agenda del Gran Reinicio.

En mayo, Christine Anderson, miembro del Parlamento Europeo de Alemania, pronunció un discurso impactante en el que afirmaba que la supuesta «pandemia» de COVID era simplemente una prueba realizada por los globalistas para evaluar la obediencia de la población antes de implementar un régimen totalitario.

En declaraciones al Parlamento Europeo, afirmó que toda esta locura de COVID, esta llamada pandemia, fue simplemente un globo de prueba gigantesco. Se preguntó para qué se llevó a cabo este experimento y cuánto podrían llegar a hacer para que los individuos libres en una sociedad libre y democrática den su consentimiento para ser obligados a cumplir.

«Esbozó Anderson los principios del plan globalista para erosionar la soberanía nacional y la identidad a favor de un gobierno mundial que dicte los derechos de la población», afirmó. «En última instancia, el objetivo es transformar nuestras sociedades libres y democráticas en sociedades totalitarias. Su objetivo consiste en despojarnos a todos y cada uno de nosotros de nuestros derechos fundamentales, de la libertad, de la democracia, del Estado de Derecho. Desean deshacerse de todo esto», declaró.

«Nunca en toda la historia de la humanidad ha existido una élite política que se preocupe por el bienestar de las personas comunes, y en este momento no es diferente… Por favor, detente de obedecer. Comienza a rebelarte. Si no te resistes, ellos te atraparán», añadió. Desde el inicio de la plandemia COVID, Anderson ha sido un crítico abierto de la Organización Mundial de la Salud, los experimentos de jabs COVID y la agenda de «Gran Reinicio» del Foro Económico Mundial.

Desde Wuhan, una epidemia de mentiras

Escrito por Fernando del Pino Calvo-Sotelo

Hace pocos días el director del FBI afirmó que “muy probablemente” el origen de la pandemia había sido un escape accidental de laboratorio en Wuhan[1], sumándose así a diversos informes que han ido aflorando recientemente y al informe eminentemente científico del Senado de EEUU, publicado en octubre de 2022, que descartaba la teoría de un origen zoonótico natural y espontáneo[2].

Aunque probablemente el momento elegido para estas tibias iniciativas esté relacionado con la situación geopolítica actual y que por ahora carezcan del énfasis que merece la responsabilidad por la muerte de millones de personas, estamos ante un cambio de relato radical, pues durante la pandemia los medios de comunicación negaron y censuraron la teoría de un escape de laboratorio, aunque prestigiosas publicaciones médicas como el BMJ lo consideraban verosímil[3]. Dado que el único objeto de la censura es ocultar la verdad, de por sí éste era ya un indicio revelador, pero hay más.

El origen extremadamente probable de la pandemia

Como es bien sabido, en Wuhan existían dos laboratorios biológicos de seguridad y se sabía que al menos uno de ellos estaba trabajando con el mismo tipo de coronavirus que el SARS-CoV-2[4]. Como es obvio, la probabilidad a priori de que, de todas las ciudades del mundo, el virus emergiera precisamente en una ciudad donde existían dichos laboratorios sin que estos tuvieran nada que ver es ridículamente baja. Si se produce un vertido tóxico al lado de una fábrica de productos químicos, ¿de quién sospechamos?

En segundo lugar, la eficiencia con la que el SARS-CoV-2 se unía a los receptores ACE2 y la elevada contagiosidad del covid entre humanos encajaba mal con un origen zoonótico espontáneo. Existen escasos precedentes históricos de grandes pandemias de origen zoonótico procedente de mamíferos en el que el vector de transmisión no haya sido un insecto y la probabilidad de que una enfermedad pase de forma natural de mamífero a humano y se convierta en altamente contagiosa entre humanos es muy baja. Asimismo, la evidencia genética del coronavirus no mostraba que hubiera circulado por otros animales que no fueran seres humanos.

Por último, tres años después no se ha encontrado el animal origen del SARS-CoV-2 ni el grupo de animales contagiados que hiciera de reservorio de la enfermedad. Si ellos fueron el origen de la epidemia, ¿dónde están esos animales enfermos? Tampoco han seguido contagiando a humanos: ¿sólo los contagiaron una vez y sólo en Wuhan? La realidad es que no hay evidencia científica alguna que apoye la a priori muy improbable teoría del origen natural de la epidemia.

Los interesados en ocultar la teoría del escape biológico

El interés de la dictadura comunista china en ocultar un potencial escape biológico es evidente, pero ¿qué interés ha tenido la burocracia de EEUU en contribuir a tal ocultación hasta ahora? Existen tres motivos. El primero era un motivo político: Trump había acusado a China y el establishment norteamericano estaba juramentado para desacreditarle en todo lo que dijera, aunque fuera verdad[5].

El segundo motivo es que existía la preocupación de que culpar de la pandemia a un accidente biológico en un laboratorio gubernamental pusiera en riesgo los programas biológicos que todas las potencias – incluido EEUU – tienen en distintas partes del globo.

Pero el motivo más relevante es que conocidas instituciones de salud norteamericanas dirigidas por conocidos científicos y burócratas habían financiado parte de los experimentos en Wuhan debido a la prohibición legal de realizarlos en territorio estadounidense.

El intento de encubrimiento involucró a la corrupta OMS, que casualmente eligió a uno de estos científicos para unirse al equipo enviado a Wuhan “para investigar” el origen de la pandemia y aseverar, naturalmente, que los chinos nada habían tenido que ver[6], al fáustico Dr. Fauci[7], y a 27 científicos que publicaron una carta en The Lancet tildando de “teoría conspiratoria” la posibilidad de un escape de laboratorio. El escándalo fue mayúsculo, pues pronto se supo que 26 de los 27 tenían vínculos directos o indirectos con el propio laboratorio de Wuhan o sus financiadores[8].

Algunos creen que el escape no fue accidental y que la epidemia fue provocada. Sin embargo, si el gobierno chino hubiera querido desatar una epidemia nunca lo habría hecho en su propio territorio y mucho menos en una ciudad con laboratorios biológicos. Es más, aquellos que defienden que la epidemia fue provocada se verían obligados en pura lógica a mirar hacia algún adversario de China, como EEUU. Lo considero muy improbable.

Que el escape fuera accidental no exime al gobierno chino de responsabilidad ante la negligencia y ante algo mucho peor: su opacidad inicial, plagada de ocultaciones (consustanciales a un régimen comunista) y la exportación del virus al resto del mundo, de la que existen indicios de dolo al no prohibir presuntamente los vuelos internacionales una vez había prohibido los nacionales[9].

Si no hemos vivido una pandemia natural sino un accidente de laboratorio a lo Chernóbil con uno o varios escapes a lo largo del otoño del 2019, el relato sobre el covid cambia. Entre otras cosas, la psicosis sobre una futura epidemia se reduce considerablemente y Bill Gates queda en entredicho como sedicente profeta de pandemias y consejero sobre cómo prevenirlas. ¿Por qué no propone impedir que los yonquis del poder, sus científicos arrogantes y las vampíricas empresas farmacéuticas sigan jugando al peligroso juego de la manipulación genética de patógenos con fines bélicos o lucrativos?

Confinamientos, mascarillas e inmunidad natural: una epidemia de mentiras

Nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse” (Lc 8, 16-18). Con el paso del tiempo el Himalaya de falsedades que ha rodeado la epidemia del covid está saliendo a la luz. Este aluvión de mentiras cimentó un programa de manipulación de masas sin precedentes para crear la histeria colectiva necesaria para lograr que la población aceptara mansamente una claustrofóbica dictadura sanitaria.

La implantación de los ilegales confinamientos (“dos semanas para aplanar la curva”, ¿recuerdan?) no sirvió para nada salvo para arruinar mental y económicamente a millones de personas.

Las mascarillas, primero denostadas y luego histéricamente impuestas, nunca dejaron de ser una completa farsa, una superstición, un símbolo de sumisión y un negocio para los comisionistas de turno. Ningún plan de epidemias previo contemplaba su uso y no existía evidencia sobre su utilidad para el público en general, pero ha sido un reciente estudio Cochrane (máxima fiabilidad estadística) el que ha dado la puntilla a la creencia de que las mascarillas valgan para prevenir la transmisión de virus como la gripe o el SARS-CoV-2. En efecto, su conclusión es que el uso comunitario de mascarillas quirúrgicas supone “poca o ninguna diferencia en el desenlace de gripe/SARS‐CoV‐2 confirmada en laboratorio en comparación con no utilizarla”, y que “las mascarillas N95 (FFP2) no implican “diferencias claras en comparación con el uso de mascarillas médicas/quirúrgicas (…)[10]”.

Si las mascarillas quirúrgicas y FFP2 no servían para impedir el contagio y la transmisión del virus (como evidencia que dos años de obligatoriedad no impidieran que éste circulara a voluntad), imaginen cómo nos tomaron el pelo con las mascarillas de tela. En España, tras torturar a los niños en colegios transformados en campos de concentración, la tomadura de pelo continuó en el transporte público y continúa aún en hospitales y farmacias.

La campaña de terror mediática también hizo creer que toda la población estaba expuesta a idéntico riesgo cuando se sabía que estadísticamente la enfermedad sólo revestía peligro para personas mayores y para quienes sufrían comorbilidades muy específicas. A pesar de que esta evidencia era conocida desde principios de 2020, Gates tuvo la desfachatez de afirmar en 2022 que “[al principio] no entendíamos que el covid tenía una letalidad bastante baja y que sobre todo afectaba a los ancianos, de modo similar a la gripe, aunque algo diferente[11]”. Los adultos sanos y, sobre todo, los jóvenes, adolescentes y niños, nunca corrieron un grave riesgo, pero este dato se ocultó para mantener a la población aterrorizada y maximizar el lucro del escandaloso programa de vacunación universal.

Asimismo, el contubernio político-mediático-farmacéutico negó el poder de la inmunización natural y exigió a quienes habían pasado la enfermedad que se vacunaran igualmente. La literatura médica y una robusta evidencia científica decían que esto era un disparate, y así lo denuncié desde el principio. Tres años después, un macro estudio financiado por la Fundación Gates concluye que la inmunización natural otorgaba una protección “igual o superior” a la de las vacunas, “muy elevada y duradera” contra la reinfección y gravedad para las variantes anteriores a ómicron y algo menor contra la reinfección, pero igualmente potente contra la gravedad, con ómicron[12]. La realidad es que la inmunización natural de virus respiratorios, que excita la producción de anticuerpos IgA en las mucosas y la inmunidad celular (células T), es siempre superior a la provista por vacunas sistémicas como las del covid.

Terapias genéticas y “vacunas” ineficaces e inseguras

Finalmente topamos con las terapias genéticas o “vacunas” covid imprudentemente aprobadas e impuestas a toda la población sin que cumplieran con los requisitos exigidos a toda vacuna: necesidad (criterio incumplido salvo para la población de riesgo), eficacia y seguridad. Incluso crearon un pasaporte sanitario para forzar la vacunación de los renuentes a pesar de que las “vacunas” nunca fueron concebidas para impedir la transmisión (como reconoció la propia Pfizer), de modo que la meta del 70% de inmunidad de rebaño no dejó de ser otra quimera para vender más vacunas. El fracaso de las vacunas antigripales, que “60 años después de su introducción no han logrado nada para prevenir la infección”, es un ejemplo de que “ninguno de los virus respiratorios en mucosas ha sido efectivamente controlado por ninguna vacuna[13]”. Esto se sabía desde un principio, pero se ocultó.

En la edición de Davos de 2022 el propio Gates reconoció que las vacunas covid “no tienen un efecto demasiado duradero y no son buenas bloqueando la transmisión”, con lo que se preguntaba “qué sentido tenía” comprobar si las personas estaban vacunadas[14]. Irónicamente, en Davos la organización exigía prueba de triple vacunación[15].

Las “vacunas” no sólo han resultado ineficaces e innecesarias para la inmensa mayoría de la población para la que el covid era estadísticamente leve (como se sabía, repito, desde 2020), sino que han provocado unos efectos adversos sin precedentes que explicaría el actual exceso de mortalidad cardiovascular y una multitud de bien documentados efectos isquémicos, inmunitarios, oculares, neuropáticos, herpes, menstruales, de fertilidad masculina e incluso cancerígenos[16].

¿Quién asumirá la responsabilidad?

Ante tanta acumulación de evidencias, ¿qué responsabilidad asumirán los políticos y las autoridades “sanitarias” que nos encerraron ilegalmente impidiéndonos circular con libertad, que abandonaron a nuestros mayores y los condenaron a morir solos, que nos obligaron a pasear como presos dos horas al día, a llevar mascarilla en el campo y a sentar familias separadas en restaurantes, que incitaron al odio hacia los no vacunados y nos empujaron mediante el pasaporte sanitario a inyectarnos unas terapias genéticas experimentales, ineficaces y poco seguras?

¿Qué responsabilidad asumirán los periodistas ignorantes y sin escrúpulos que aterrorizaron a la población durante dos años mintiendo constantemente, ocultando la realidad de las mal llamadas “vacunas” como si fueran agentes de ventas de la industria farmacéutica, animando escandalosamente a inyectarse a jóvenes, embarazadas y niños y censurando a quienes aportaban datos científicos mientras los estigmatizaban calumniándolos hipócritamente como “negacionistas”?

¿Qué responsabilidad asumirán las turbias agencias del medicamento que parecen controladas por las grandes empresas farmacéuticas y aprobaron con enorme negligencia[17] unos productos ineficaces e inseguros mientras boicoteaban todo tratamiento terapéutico? ¿Y los colegios de médicos que amenazaron y persiguieron a los pocos facultativos que osaban levantar su voz para protestar ante tanto atropello acientífico?

¿Qué responsabilidad asumirán tantos médicos de especialidades de todo tipo que incitaron a sus pacientes a vacunarse indiscriminadamente sin distinción de edad o circunstancias y ahora callan los efectos secundarios que ven de primera mano, que aceptaron como obedientes funcionarios las consignas de las “autoridades” sin pensar por sí mismos y sin leer un solo estudio científico sobre el covid mientras pontificaban desde su ignorancia abusando de la autoridad de la bata blanca?

¿Y qué decir de aquellos “expertos” entrevistados en los medios que no paraban de repetir necedades políticamente correctas atraídos por el brillo de un protagonismo efímero y que ahora han vuelto a la sombra de la que nunca debieron salir?

Contrasten estas actuaciones con la de los pocos médicos que tuvieron el enorme coraje de poner en peligro su carrera para defender la verdad científica o la de aquellos que no tenían tiempo de dar su opinión porque estaban ocupados tratando desesperadamente de salvar vidas en aquella traumática primavera de 2020. O la de aquellos ciudadanos, por cierto, que resistieron heroicamente la presión e histeria de las masas y decidieron no vacunarse en ejercicio de su libertad.

¿Qué lecciones debemos sacar de este enorme fraude?

La experiencia del Himalaya de falsedades que hemos vivido debería enseñarnos a desconfiar axiomáticamente del contubernio político-mediático-farmacéutico, de las “autoridades” políticas o sanitarias, pues son la misma cosa, y de la enorme corrupción que engloba a la industria farmacéutica y el amplio campo de voluntades que puede comprar.

De modo más profundo, lo que hemos vivido es un colosal fracaso del cientificismo que propugna la omnipotencia del hombre y “La Ciencia”, el mismo que despreciaba nuestro maravilloso sistema inmunológico natural mientras ponía su fe en una chapuza de “vacunas”, y cuyas ínfulas no son más que un despliegue de soberbia.

Pero lo más importante que debemos aprender es que quienes han aprovechado un accidente de laboratorio para poner en marcha un experimento totalitario creen haber creado un precedente y aspiran a lograr el atajo hacia un gobierno global mediante una dictadura sanitaria global. Ésta es la función del Tratado de Pandemias que la OMS (cofinanciada por la Fundación Gates) quiere aprobar antes de que el senil Darth Biden abandone el poder.

Este tratado otorgaría potestad absoluta a la OMS en caso de emergencia sanitaria e incentivaría estados de pandemia permanente. No olviden que la OMS[18] modificó la definición de pandemia para que incluyera cualquier enfermedad contagiosa, aunque fuera un virus conocido y estadísticamente leve[19], que aprovechó la insignificante viruela “del mono”, que ya nadie recuerda, para declarar una “emergencia sanitaria internacional[20]” y que tres años después aún mantiene vigente la declaración de pandemia con el covid. Ésta es una amenaza real para nuestra salud y libertad. Tómenla en serio.

[1] FBI director says China trying to thwart Covid origin probe (nbcnews.com)
[2] Report An Analysis of the Origins of COVID-19 (senate.gov)
[3] Covid 19: We need a full open independent investigation into its origins | The BMJ
[4] In 2018, Diplomats Warned of Risky Coronavirus Experiments in a Wuhan Lab. No One Listened. – POLITICO
[5] CNN ex-boss Jeff Zucker told staff not to probe ‘lab leak’ theory (nypost.com)
[6] How can Peter Daszak be part of WHO’s team investigating the original source of the outbreak?  | Daily Mail Online
[7] Fauci: No scientific evidence the coronavirus was made in a Chinese lab (nationalgeographic.com)
[8] Revealed: How scientists who dismissed Wuhan lab theory are linked to Chinese researchers (telegraph.co.uk)
[9] How China locked down internally for COVID-19, but pushed foreign travel (indiatimes.com)
[10] Intervenciones físicas para interrumpir o reducir la propagación de los virus respiratorios – Jefferson, T – 2023 | Cochrane Library
[11] Martin Kulldorff en Twitter: «After pushing covid lockdowns, @BillGates admits that he and his foundation experts «didn’t understand that it’s a fairly low fatality rate and that it’s a disease mainly of the elderly»; basic facts known in early 2020. He should stay away from public health.» / Twitter
[12] Past SARS-CoV-2 infection protection against re-infection: a systematic review and meta-analysis – The Lancet
[13] Rethinking next-generation vaccines for coronaviruses, influenzaviruses, and other respiratory viruses: Cell Host & Microbe
[14] Preparing for the Next Pandemic with Bill Gates | Davos | #WEF22 – YouTube
[15] Davos is back but participants have to be vaccinated and tested (cnbc.com)
[16] El covid y la cultura del miedo – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[17] FDA oversight of clinical trials is “grossly inadequate,” say experts | The BMJ
[18] WHO and the pandemic flu “conspiracies” | The BMJ
[19] WHO Changed Definition of Influenza Pandemic | The BMJ
[20] WHO Director-General declares the ongoing monkeypox outbreak a Public Health Emergency of International Concern

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Desde Wuhan, una epidemia de mentiras

POR: Fernando del Pino Calvo-Sotelo

Hace pocos días el director del FBI afirmó que “muy probablemente” el origen de la pandemia había sido un escape accidental de laboratorio en Wuhan[1], sumándose así a diversos informes que han ido aflorando recientemente y al informe eminentemente científico del Senado de EEUU, publicado en octubre de 2022, que descartaba la teoría de un origen zoonótico natural y espontáneo[2].

Aunque probablemente el momento elegido para estas tibias iniciativas esté relacionado con la situación geopolítica actual y que por ahora carezcan del énfasis que merece la responsabilidad por la muerte de millones de personas, estamos ante un cambio de relato radical, pues durante la pandemia los medios de comunicación negaron y censuraron la teoría de un escape de laboratorio, aunque prestigiosas publicaciones médicas como el BMJ lo consideraban verosímil[3]. Dado que el único objeto de la censura es ocultar la verdad, de por sí éste era ya un indicio revelador, pero hay más.

El origen extremadamente probable de la pandemia

Como es bien sabido, en Wuhan existían dos laboratorios biológicos de seguridad y se sabía que al menos uno de ellos estaba trabajando con el mismo tipo de coronavirus que el SARS-CoV-2[4]. Como es obvio, la probabilidad a priori de que, de todas las ciudades del mundo, el virus emergiera precisamente en una ciudad donde existían dichos laboratorios sin que estos tuvieran nada que ver es ridículamente baja. Si se produce un vertido tóxico al lado de una fábrica de productos químicos, ¿de quién sospechamos?

En segundo lugar, la eficiencia con la que el SARS-CoV-2 se unía a los receptores ACE2 y la elevada contagiosidad del covid entre humanos encajaba mal con un origen zoonótico espontáneo. Existen escasos precedentes históricos de grandes pandemias de origen zoonótico procedente de mamíferos en el que el vector de transmisión no haya sido un insecto y la probabilidad de que una enfermedad pase de forma natural de mamífero a humano y se convierta en altamente contagiosa entre humanos es muy baja. Asimismo, la evidencia genética del coronavirus no mostraba que hubiera circulado por otros animales que no fueran seres humanos.

Por último, tres años después no se ha encontrado el animal origen del SARS-CoV-2 ni el grupo de animales contagiados que hiciera de reservorio de la enfermedad. Si ellos fueron el origen de la epidemia, ¿dónde están esos animales enfermos? Tampoco han seguido contagiando a humanos: ¿sólo los contagiaron una vez y sólo en Wuhan? La realidad es que no hay evidencia científica alguna que apoye la a priori muy improbable teoría del origen natural de la epidemia.

Los interesados en ocultar la teoría del escape biológico

El interés de la dictadura comunista china en ocultar un potencial escape biológico es evidente, pero ¿qué interés ha tenido la burocracia de EEUU en contribuir a tal ocultación hasta ahora? Existen tres motivos. El primero era un motivo político: Trump había acusado a China y el establishment norteamericano estaba juramentado para desacreditarle en todo lo que dijera, aunque fuera verdad[5].

El segundo motivo es que existía la preocupación de que culpar de la pandemia a un accidente biológico en un laboratorio gubernamental pusiera en riesgo los programas biológicos que todas las potencias – incluido EEUU – tienen en distintas partes del globo.

Pero el motivo más relevante es que conocidas instituciones de salud norteamericanas dirigidas por conocidos científicos y burócratas habían financiado parte de los experimentos en Wuhan debido a la prohibición legal de realizarlos en territorio estadounidense.

El intento de encubrimiento involucró a la corrupta OMS, que casualmente eligió a uno de estos científicos para unirse al equipo enviado a Wuhan “para investigar” el origen de la pandemia y aseverar, naturalmente, que los chinos nada habían tenido que ver[6], al fáustico Dr. Fauci[7], y a 27 científicos que publicaron una carta en The Lancet tildando de “teoría conspiratoria” la posibilidad de un escape de laboratorio. El escándalo fue mayúsculo, pues pronto se supo que 26 de los 27 tenían vínculos directos o indirectos con el propio laboratorio de Wuhan o sus financiadores[8].

Algunos creen que el escape no fue accidental y que la epidemia fue provocada. Sin embargo, si el gobierno chino hubiera querido desatar una epidemia nunca lo habría hecho en su propio territorio y mucho menos en una ciudad con laboratorios biológicos. Es más, aquellos que defienden que la epidemia fue provocada se verían obligados en pura lógica a mirar hacia algún adversario de China, como EEUU. Lo considero muy improbable.

Que el escape fuera accidental no exime al gobierno chino de responsabilidad ante la negligencia y ante algo mucho peor: su opacidad inicial, plagada de ocultaciones (consustanciales a un régimen comunista) y la exportación del virus al resto del mundo, de la que existen indicios de dolo al no prohibir presuntamente los vuelos internacionales una vez había prohibido los nacionales[9].

Si no hemos vivido una pandemia natural sino un accidente de laboratorio a lo Chernóbil con uno o varios escapes a lo largo del otoño del 2019, el relato sobre el covid cambia. Entre otras cosas, la psicosis sobre una futura epidemia se reduce considerablemente y Bill Gates queda en entredicho como sedicente profeta de pandemias y consejero sobre cómo prevenirlas. ¿Por qué no propone impedir que los yonquis del poder, sus científicos arrogantes y las vampíricas empresas farmacéuticas sigan jugando al peligroso juego de la manipulación genética de patógenos con fines bélicos o lucrativos?

Confinamientos, mascarillas e inmunidad natural: una epidemia de mentiras

Nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse” (Lc 8, 16-18). Con el paso del tiempo el Himalaya de falsedades que ha rodeado la epidemia del covid está saliendo a la luz. Este aluvión de mentiras cimentó un programa de manipulación de masas sin precedentes para crear la histeria colectiva necesaria para lograr que la población aceptara mansamente una claustrofóbica dictadura sanitaria.

La implantación de los ilegales confinamientos (“dos semanas para aplanar la curva”, ¿recuerdan?) no sirvió para nada salvo para arruinar mental y económicamente a millones de personas.

Las mascarillas, primero denostadas y luego histéricamente impuestas, nunca dejaron de ser una completa farsa, una superstición, un símbolo de sumisión y un negocio para los comisionistas de turno. Ningún plan de epidemias previo contemplaba su uso y no existía evidencia sobre su utilidad para el público en general, pero ha sido un reciente estudio Cochrane (máxima fiabilidad estadística) el que ha dado la puntilla a la creencia de que las mascarillas valgan para prevenir la transmisión de virus como la gripe o el SARS-CoV-2. En efecto, su conclusión es que el uso comunitario de mascarillas quirúrgicas supone “poca o ninguna diferencia en el desenlace de gripe/SARS‐CoV‐2 confirmada en laboratorio en comparación con no utilizarla”, y que “las mascarillas N95 (FFP2) no implican “diferencias claras en comparación con el uso de mascarillas médicas/quirúrgicas (…)[10]”.

Si las mascarillas quirúrgicas y FFP2 no servían para impedir el contagio y la transmisión del virus (como evidencia que dos años de obligatoriedad no impidieran que éste circulara a voluntad), imaginen cómo nos tomaron el pelo con las mascarillas de tela. En España, tras torturar a los niños en colegios transformados en campos de concentración, la tomadura de pelo continuó en el transporte público y continúa aún en hospitales y farmacias.

La campaña de terror mediática también hizo creer que toda la población estaba expuesta a idéntico riesgo cuando se sabía que estadísticamente la enfermedad sólo revestía peligro para personas mayores y para quienes sufrían comorbilidades muy específicas. A pesar de que esta evidencia era conocida desde principios de 2020, Gates tuvo la desfachatez de afirmar en 2022 que “[al principio] no entendíamos que el covid tenía una letalidad bastante baja y que sobre todo afectaba a los ancianos, de modo similar a la gripe, aunque algo diferente[11]”. Los adultos sanos y, sobre todo, los jóvenes, adolescentes y niños, nunca corrieron un grave riesgo, pero este dato se ocultó para mantener a la población aterrorizada y maximizar el lucro del escandaloso programa de vacunación universal.

Asimismo, el contubernio político-mediático-farmacéutico negó el poder de la inmunización natural y exigió a quienes habían pasado la enfermedad que se vacunaran igualmente. La literatura médica y una robusta evidencia científica decían que esto era un disparate, y así lo denuncié desde el principio. Tres años después, un macro estudio financiado por la Fundación Gates concluye que la inmunización natural otorgaba una protección “igual o superior” a la de las vacunas, “muy elevada y duradera” contra la reinfección y gravedad para las variantes anteriores a ómicron y algo menor contra la reinfección, pero igualmente potente contra la gravedad, con ómicron[12]. La realidad es que la inmunización natural de virus respiratorios, que excita la producción de anticuerpos IgA en las mucosas y la inmunidad celular (células T), es siempre superior a la provista por vacunas sistémicas como las del covid.

Terapias genéticas y “vacunas” ineficaces e inseguras

Finalmente topamos con las terapias genéticas o “vacunas” covid imprudentemente aprobadas e impuestas a toda la población sin que cumplieran con los requisitos exigidos a toda vacuna: necesidad (criterio incumplido salvo para la población de riesgo), eficacia y seguridad. Incluso crearon un pasaporte sanitario para forzar la vacunación de los renuentes a pesar de que las “vacunas” nunca fueron concebidas para impedir la transmisión (como reconoció la propia Pfizer), de modo que la meta del 70% de inmunidad de rebaño no dejó de ser otra quimera para vender más vacunas. El fracaso de las vacunas antigripales, que “60 años después de su introducción no han logrado nada para prevenir la infección”, es un ejemplo de que “ninguno de los virus respiratorios en mucosas ha sido efectivamente controlado por ninguna vacuna[13]”. Esto se sabía desde un principio, pero se ocultó.

En la edición de Davos de 2022 el propio Gates reconoció que las vacunas covid “no tienen un efecto demasiado duradero y no son buenas bloqueando la transmisión”, con lo que se preguntaba “qué sentido tenía” comprobar si las personas estaban vacunadas[14]. Irónicamente, en Davos la organización exigía prueba de triple vacunación[15].

Las “vacunas” no sólo han resultado ineficaces e innecesarias para la inmensa mayoría de la población para la que el covid era estadísticamente leve (como se sabía, repito, desde 2020), sino que han provocado unos efectos adversos sin precedentes que explicaría el actual exceso de mortalidad cardiovascular y una multitud de bien documentados efectos isquémicos, inmunitarios, oculares, neuropáticos, herpes, menstruales, de fertilidad masculina e incluso cancerígenos[16].

¿Quién asumirá la responsabilidad?

Ante tanta acumulación de evidencias, ¿qué responsabilidad asumirán los políticos y las autoridades “sanitarias” que nos encerraron ilegalmente impidiéndonos circular con libertad, que abandonaron a nuestros mayores y los condenaron a morir solos, que nos obligaron a pasear como presos dos horas al día, a llevar mascarilla en el campo y a sentar familias separadas en restaurantes, que incitaron al odio hacia los no vacunados y nos empujaron mediante el pasaporte sanitario a inyectarnos unas terapias genéticas experimentales, ineficaces y poco seguras?

¿Qué responsabilidad asumirán los periodistas ignorantes y sin escrúpulos que aterrorizaron a la población durante dos años mintiendo constantemente, ocultando la realidad de las mal llamadas “vacunas” como si fueran agentes de ventas de la industria farmacéutica, animando escandalosamente a inyectarse a jóvenes, embarazadas y niños y censurando a quienes aportaban datos científicos mientras los estigmatizaban calumniándolos hipócritamente como “negacionistas”?

¿Qué responsabilidad asumirán las turbias agencias del medicamento que parecen controladas por las grandes empresas farmacéuticas y aprobaron con enorme negligencia[17] unos productos ineficaces e inseguros mientras boicoteaban todo tratamiento terapéutico? ¿Y los colegios de médicos que amenazaron y persiguieron a los pocos facultativos que osaban levantar su voz para protestar ante tanto atropello acientífico?

¿Qué responsabilidad asumirán tantos médicos de especialidades de todo tipo que incitaron a sus pacientes a vacunarse indiscriminadamente sin distinción de edad o circunstancias y ahora callan los efectos secundarios que ven de primera mano, que aceptaron como obedientes funcionarios las consignas de las “autoridades” sin pensar por sí mismos y sin leer un solo estudio científico sobre el covid mientras pontificaban desde su ignorancia abusando de la autoridad de la bata blanca?

¿Y qué decir de aquellos “expertos” entrevistados en los medios que no paraban de repetir necedades políticamente correctas atraídos por el brillo de un protagonismo efímero y que ahora han vuelto a la sombra de la que nunca debieron salir?

Contrasten estas actuaciones con la de los pocos médicos que tuvieron el enorme coraje de poner en peligro su carrera para defender la verdad científica o la de aquellos que no tenían tiempo de dar su opinión porque estaban ocupados tratando desesperadamente de salvar vidas en aquella traumática primavera de 2020. O la de aquellos ciudadanos, por cierto, que resistieron heroicamente la presión e histeria de las masas y decidieron no vacunarse en ejercicio de su libertad.

¿Qué lecciones debemos sacar de este enorme fraude?

La experiencia del Himalaya de falsedades que hemos vivido debería enseñarnos a desconfiar axiomáticamente del contubernio político-mediático-farmacéutico, de las “autoridades” políticas o sanitarias, pues son la misma cosa, y de la enorme corrupción que engloba a la industria farmacéutica y el amplio campo de voluntades que puede comprar.

De modo más profundo, lo que hemos vivido es un colosal fracaso del cientificismo que propugna la omnipotencia del hombre y “La Ciencia”, el mismo que despreciaba nuestro maravilloso sistema inmunológico natural mientras ponía su fe en una chapuza de “vacunas”, y cuyas ínfulas no son más que un despliegue de soberbia.

Pero lo más importante que debemos aprender es que quienes han aprovechado un accidente de laboratorio para poner en marcha un experimento totalitario creen haber creado un precedente y aspiran a lograr el atajo hacia un gobierno global mediante una dictadura sanitaria global. Ésta es la función del Tratado de Pandemias que la OMS (cofinanciada por la Fundación Gates) quiere aprobar antes de que el senil Darth Biden abandone el poder.

Este tratado otorgaría potestad absoluta a la OMS en caso de emergencia sanitaria e incentivaría estados de pandemia permanente. No olviden que la OMS[18] modificó la definición de pandemia para que incluyera cualquier enfermedad contagiosa, aunque fuera un virus conocido y estadísticamente leve[19], que aprovechó la insignificante viruela “del mono”, que ya nadie recuerda, para declarar una “emergencia sanitaria internacional[20]” y que tres años después aún mantiene vigente la declaración de pandemia con el covid. Ésta es una amenaza real para nuestra salud y libertad. Tómenla en serio.

[1] FBI director says China trying to thwart Covid origin probe (nbcnews.com)
[2] Report An Analysis of the Origins of COVID-19 (senate.gov)
[3] Covid 19: We need a full open independent investigation into its origins | The BMJ
[4] In 2018, Diplomats Warned of Risky Coronavirus Experiments in a Wuhan Lab. No One Listened. – POLITICO
[5] CNN ex-boss Jeff Zucker told staff not to probe ‘lab leak’ theory (nypost.com)
[6] How can Peter Daszak be part of WHO’s team investigating the original source of the outbreak?  | Daily Mail Online
[7] Fauci: No scientific evidence the coronavirus was made in a Chinese lab (nationalgeographic.com)
[8] Revealed: How scientists who dismissed Wuhan lab theory are linked to Chinese researchers (telegraph.co.uk)
[9] How China locked down internally for COVID-19, but pushed foreign travel (indiatimes.com)
[10] Intervenciones físicas para interrumpir o reducir la propagación de los virus respiratorios – Jefferson, T – 2023 | Cochrane Library
[11] Martin Kulldorff en Twitter: «After pushing covid lockdowns, @BillGates admits that he and his foundation experts «didn’t understand that it’s a fairly low fatality rate and that it’s a disease mainly of the elderly»; basic facts known in early 2020. He should stay away from public health.» / Twitter
[12] Past SARS-CoV-2 infection protection against re-infection: a systematic review and meta-analysis – The Lancet
[13] Rethinking next-generation vaccines for coronaviruses, influenzaviruses, and other respiratory viruses: Cell Host & Microbe
[14] Preparing for the Next Pandemic with Bill Gates | Davos | #WEF22 – YouTube
[15] Davos is back but participants have to be vaccinated and tested (cnbc.com)
[16] El covid y la cultura del miedo – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[17] FDA oversight of clinical trials is “grossly inadequate,” say experts | The BMJ
[18] WHO and the pandemic flu “conspiracies” | The BMJ
[19] WHO Changed Definition of Influenza Pandemic | The BMJ
[20] WHO Director-General declares the ongoing monkeypox outbreak a Public Health Emergency of International Concern

Vacunas obligatorias.

#YoNoMeVacuno #Plandemia #Covid19

Este artículo lo escribí el 14 de octubre de 2012, hace diez años. Con la mirada puesta entonces…Con lo que hemos vivido en los últimos años, podemos recordar este artículo que escribí hace 10 años, cuando no se sabía pero se intuía, lo que venía encima.

LUIS MIGUEL BENITO DE BENITO

Ante el comienzo de la campaña de vacunación, vuelve a abrirse el debate sobre la necesidad de «forzar» a las personas a que se vacunen o dejar ese acto al arbitrio de cada uno. Recientemente leíamos el siguiente titular «La obligatoriedad de vacunar de la gripe a los profesionales sanitarios en el centro del debate de un grupo de expertos». Porque resulta polémico, merece un análisis de esta entrada de blog.

Entre los expertos del debate, patrocinado como no podía ser de otro modo por una conocida empresa farmacéutica dedicada a la elaboración de vacunas, algunos opinaban que «vacunar de la gripe a los profesionales sanitarios impide que estos contagien a sus pacientes, lo que redunda en un mejor control de la enfermedad, un menor gasto sanitario y un absentismo laboral más reducido». Asimismo se aportó la cifra de que sólo el 16% de los médicos y el 11% de los enfermeros se vacunan en España. Alarmados por el descenso de gasto en vacunas en España del 1,5% al 0,9% actual, se apela a la responsabilidad del profesional en el uso de las vacunas, empezando por dar ejemplo, pues, tal como expresó el director general de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, los médicos que se vacunan tienen tres veces más éxito de conseguir que sus pacientes también lo hagan.

Cuando se analizan los motivos por los que el personal sanitario decide no vacunarse (y hablamos del 85% de los profesionales), los expertos del debate alegaban pereza, desidia, desconfianza y hasta miedo a las agujas. La pereza, la desidia y el miedo a las agujas puede ser común a todos los mortales pero la desconfianza ¿es igual si se presenta entre los médicos que en el resto de la población? Dicho de otro modo, ¿qué motivos puede tener un médico para recelar de las vacunas?

La idea general que se tiene de una vacuna es de que se trata de un producto inocuo (o escasamente inocuo) que se inyecta a un individuo para «enseñar» a su sistema inmunológico a fin de que aprenda a defenderse frente a infecciones que pueden ser graves. Ante a la amenaza de una agresiva pandemia de gripe A en 2009, se alertó a la población de que podía haber miles de muertos si no «educábamos» nuestro sistema inmunológico frente a ese virus tan letal. Así se arengaba a la población para que se vacunase. La gestión de vacunación de aquella supuesta pandemia de gripe A que llevó a la adquisición de una gran cantidad de vacunas (que caducaron sin utilizarse) deja entrever que a lo mejor hubo intereses comerciales más que sanitarios, por más que las autoridades sanitarias se enroquen en que se hizo lo que había que hacer. ¿Cuál es el coste de la vacunación? ¿Cuáles son sus riesgos? ¿Qué se previene y en qué medida se logra prevenir? ¿Cuánto vale lo que se logra prevenir? ¿Cuál es, en definitiva, la diferencia entre vacunar o no vacunar?

Pero a la vista de que aparte de lo sanitario hay también intereses comerciales, el recelo puede venir de sopesar qué hay detrás del interés de las autoridades sanitarias por recomendar tal o cual vacuna. Sabemos que la veleidad de los políticos ha llevado a que el calendario vacunal en cada comunidad autónoma sea de lo más variopinto. No sólo en las vacunas que se administran sino también en las pautas de vacunación, la torre de Babel se desarrolló al grito de a ver quién da más, porque si tú pones una pentavalente, ahí estoy yo como no podía de ser de otro modo, con mi heptavalente, que no me achico. Y orlando el calendario vacunal obligatorio, todo un cortejo de vacunas optativas a la carta. Que no, no son inocuas. Recientemente se ha vuelto a notificar otro caso de muerte en una joven que recibió la vacuna contra el papilomavirus (habrá que ver si guarda relación el fallecimiento con la vacuna) aunque la mejor vacuna contra el papilomavirus -no está de más recordarlo- es evitar la promiscuidad.

Existe un grupo creciente de médicos y de ciudadanos que empiezan a sospechar que detrás de tanto empeño de las autoridades sanitarias por fomentar la vacunación existen no sólo intereses comerciales sino un perverso propósito de inocular sustancias que adormecen o mutilan la respuesta inmunológica natural. Hay quien achaca el incremento de los casos de alergias a la proliferación de las vacunas e incluso quien ve tras el empeño por hacer obligatoria la vacunación una conspiración de lento pero progresivo envenenamiento mundial. Algunos padres convencidos de esto entran en litigio con las autoridades sanitarias porque no llevan a sus hijos a ponerse las vacunas preceptivas con arreglo al calendario vacunal. ¿Qué debe prevalecer en estos casos?

Según decían en la reunión de expertos, no es posible de forma clara y directa obligar a ningún profesional a vacunarse, aunque había quien se mostraba partidario de sancionar a un médico que, estando con gripe, atendiese un paciente. Lo sensato es que si uno padece una enfermedad infecto-contagiosa se quede en casa y no vaya a trabajar para no contagiar a nadie. No soy reacio por sistema a las vacunas: algunos años me he vacunado y otros no. Recelo de lo que es por imposición, por obligación. Por ello la posibilidad de que llegue un día en que me obliguen como médico a vacunarme, alimenta la hipótesis de la conspiración mundial.

SUMA Y SIGUE.

Con algunas multinacionales farmacéuticas en el punto de mira; sin que nadie nos dé una explicación amplia y detallada de los efectos nocivos de las supuestas vacunas; sin que salga a la luz el número de muertos de forma súbita, muchos de ellos jóvenes deportistas en perfecto estado de salud; sin que se aclare la repercusión real que, en un futuro más o menos inmediato, pueda tener sobre el organismo la vacunación a la que hemos sido sometidos, ya nos anuncian, a bombo y platillo, la inoculación de una nueva dosis con la advertencia -siempre es la misma- de que pronto hará acto de presencia una nueva cepa de la Covid 19, por supuesto mucho más letal que las anteriores.

Se trata, una vez más, de inocular el miedo a una población amedrantada y dispuesta a ceder cualquier derecho y libertad con tal de salvar la vida, al menos a corto plazo.

A los medios de comunicación, casi todos subvencionados por el poder globalitario, se les llena la boca hablando de las largas colas en los denominados “vacunódromos” -el solo pronunciar ese nombre ya produce cierta intranquilidad por la forma tan trivial de abordar un asunto cuyas consecuencias pueden ser irreparables- y haciendo hincapié, a la vez, en que ya se puede comenzar a vacunar a los menores de cinco años.

Evidentemente, estos anuncios y recomendaciones van sazonados con el siempre socorrido informe que refiere un “notable incremento de los casos” y un mayor número de “ingresados en los centros hospitalarios”. Es decir, suma y sigue. Lo mismo de siempre y así desde hace casi tres años.

Hay quien piensa que esta campaña de amedrantamiento irá en aumento de aquí a las Navidades para así justificar una desastrosa campaña navideña que se avecina cuyos resultados se deberán, no a la covid, si no al notable incremento de los precios, consecuencia de la salvaje subida de impuestos provocada por la ineptitud de este gobierno socialista que dilapida el dinero -ese que aquella indocumentada decía que no era de nadie- en pagar chiringuitos y en financiar a vagos.

En cualquier caso, la grave situación por la que atraviesa España, debido a la incompetencia manifiesta de los social-comunistas que nos desgobiernan, situándonos a la cabeza de los países más inflacionistas y con una tasa mayor de paro; a la cabeza de los países donde cuesta más cara la energía y los combustibles; con una bolsa de la compra disparada, exige desviar la atención sobre estos problemas y focalizarla en otros asuntos, en este caso esas presumibles nuevas cepas de las que ya nos advierten con lo cual, la población amedrantada, perderá de vista la desastrosa situación en la que nos encontramos, toda vez que la guerra de Ucrania, pese a intentarlo, no está siendo excusa suficiente para que el globalismo internacional logre sus objetivos.

Entretanto, nuestros dineros se gastan en viajes en Falcon; interminables caravanas de coches oficiales, algunos de los cuales consume el 16% de gasolina; financiar la compra de videojuegos a los de 18 años, o en la creación de observatorios -buen eufemismo para evitar llamarlos por su nombre: “chiringuitos de amigotes desocupados, afines ideológicamente a la causa”- para conocer si la mujer goza más individualmente o en pareja y otras chorradas por el estilo.

Todavía a muchos, yo entre ellos, nos gustaría saber por qué este bichito plandémico, creado en un laboratorio chino, se ceba más en los países del primer mundo, de manera especial en la vieja Europa, que en otros cuyas capacidades, tanto de higiene como sanitarias, son mucho más deficientes. Una de las muchas dudas que parece nadie quiere resolver. Otro de los muchos misterios de esta gran farsa a nivel mundial orquestada por el globalismo internacional que pretende hacerse con las riendas del poder desde las sombras.

Hay demasiadas incógnitas sobre este asunto que lleva casi tres años mortificándonos y que, a lo que se ve, suma y sigue sin que nadie sea capaz, de una vez por todas, de dar respuesta a las muchas dudas que planean alrededor de esta gran operación de cambio de los hábitos de la sociedad, especialmente la occidental.

Ah, por cierto, estamos casi concluyendo octubre y la tradicional gripe estacional todavía no ha hecho acto de presencia, al menos que se sepa. Al final resultará que se ha erradicado y todos sin saberlo. Resulta, cuando menos, extraño, aunque, tal vez, el problema radique en que esos test a los que nos someten que, a decir de muchos, no ofrecen resultados fiables, realmente lo que están detectando es la gripe de toda la vida.

El caso es que la permanente campaña de inoculación de pánico a la que nos tienen sometidos suma y sigue para que así, la malvada izquierda, siga encaramada al poder.

Eugenio Fernández Barallobre ( El Correo de España )

La demonización de los no vacunados: una mirada retrospectiva

Los funcionarios de muchas jurisdicciones propusieron que los no vacunados paguen más por la atención médica.

POR / BY (ORIGINAL POST IN ENGLISH): Michael P Senger

Las redes sociales han estado alborotadas desde que un miembro del Parlamento Europeo publicó un video de una audiencia en la que un director de Pfizer admitió que la compañía nunca probó si su vacuna de ARNm Covid previene la transmisión antes de su aprobación para uso de emergencia.

Aunque el hecho de que las vacunas de ARNm de covid no evitan la transmisión fue, por supuesto, muy claro a partir de los datos poco después de su implementación, este mito fue una justificación principal para los pases de vacunas y una causa principal del veneno sin precedentes lanzado contra quienes rechazaron las vacunas de covid. a lo largo de 2021 y continúa hasta hoy.

Los gobiernos no solo ejercieron esta presión a través de la política, sino que en muchos casos los políticos y funcionarios utilizaron su cargo para avivar deliberadamente la estigmatización social de los no vacunados. Aquí hay una mirada retrospectiva a algunas de las críticas sin precedentes que se lanzaron contra aquellos que rechazaron las vacunas contra el covid a partir de 2021 y más allá.

Los funcionarios de muchas jurisdicciones propusieron que los no vacunados paguen más por la atención médica.

En Victoria, Australia, donde los cierres fueron más prolongados que quizás en cualquier otra ciudad del mundo, un político propuso eliminar por completo a los no vacunados del sistema nacional de salud.

Una idea particularmente inquietante que comenzó a ganar fuerza entre los comentaristas de élite fue hacer que los hospitales clasificaran la atención de emergencia para atender a los no vacunados en último lugar, o incluso negar la atención médica a los no vacunados por completo, un crimen contra la humanidad bastante claro.

Un defensor vocal de la idea de clasificar la atención de emergencia para desfavorecer a los no vacunados fue David Frum, editor senior de Atlantic, más famoso por su apoyo abierto a la invasión de Irak. Cuando su infame tuit sobre el tema provocó un alboroto, Frum se duplicó.

Piers Morgan estuvo de acuerdo en que a los no vacunados se les debe negar la atención de emergencia.

Sorprendentemente, esta idea atroz de clasificar la atención de emergencia en función del estado de vacunación todavía se propone hasta el día de hoy.

La demonización de los no vacunados estaba, por supuesto, lejos de limitarse a la atención médica. Vilipendiar a los no vacunados se convirtió en una especie de moda antiliberal entre los comentaristas de élite. El CDC de EE. UU. incluso pagó a guionistas y comediantes para promocionar las vacunas contra el covid, lo que en algunos casos implicaba pagarles para burlarse de los no vacunados.

En un brote de reincidencia a principios del siglo XX, Austria y Alemania introdujeron el escalofriante concepto de «encierro para los no vacunados».

El «bloqueo para los no vacunados» también ganó fuerza en el mundo de habla inglesa.

La mayoría de los países, ciudades y estados de todo el mundo occidental introdujeron pases de vacunas que sus propios ciudadanos tenían que mostrar para participar en la vida diaria. La Organización Mundial de la Salud publicó un extenso documento sobre la implementación de un sistema digital de pases de vacunas, que incluye un registro internacional del estado de las vacunas e instrucciones sobre cómo revocar más tarde el pase de vacunas de alguien.

El más distópico de estos sistemas de pases de vacunas fue el de Lituania, donde a los no vacunados se les prohibió la entrada a casi todos los espacios públicos y empleos fuera de sus hogares; las pocas tiendas donde podían comprar artículos esenciales tenían que colocar grandes carteles rojos en sus puertas que indicaban que las personas no vacunadas podían estar presentes.

Y, por supuesto, quién podría olvidar la diatriba clásica al estilo del Führer de Justin Trudeau sobre tener que compartir el transporte público con los no vacunados, a pesar de que los documentos gubernamentales revelaron más tarde que no tenía ciencia para respaldar ninguna de estas afirmaciones.

Como gran parte de la respuesta a Covid , estos pases de vacunas y la moda iliberal de estigmatizar a los no vacunados no fueron científicos, sin precedentes, ineficaces, totalitarios, brutales y tontos.

Nunca fue remotamente realista que ningún gobierno esperara que todas las personas se vacunaran, especialmente cuando la vacuna en cuestión involucraba una nueva terapia basada en la genética. Por lo tanto, estas propuestas de imponer penurias draconianas a quienes rechazaron las vacunas contra el covid implicarían inevitablemente que el Estado impusiera penurias draconianas a una parte considerable de la población.

Según el epidemiólogo de Harvard Martin Kulldorff, una de las voces más creíbles sobre el tema, las vacunas contra el covid probablemente produjeron beneficios para los ancianos y los vulnerables, pero aún no está del todo claro si las vacunas contra el covid han brindado algún beneficio para los adultos sanos y especialmente para los niños. Junto con los riesgos aún desconocidos asociados con la tecnología de ARNm y los casos ahora bien documentados de muerte y lesiones graves a causa de estas vacunas, que los gobiernos de todo el mundo hayan ejercido una presión extrema sobre los niños y adultos sanos para obtener estas vacunas es absolutamente repugnante.

Que algunos jóvenes sanos sin duda fueron obligados a recibir una inyección que les provocó la muerte o lesiones graves, cuando los datos mostraban que los beneficios no superaban los riesgos, es una tragedia inconcebible.

Alertas y miedos sanitarios. Por el Dr. Luis Miguel Benito de Benito

Por: LUIS MIGUEL BENITO DE BENITO.

Esa ha sido la tónica habitual de los titulares de la prensa. Todas las noticias del ámbito sanitario en los últimos meses han sido para «alertar», «advertir», «temer», «no bajar la guardia», «vienen cepas», «habrá recortes», «aparecen resistencias», «prevén desabastecimiento», «faltarán recursos», «aumentan peligros»,… Los psicólogos «advierten» del aumento de suicidios, del deterioro mental y la mayor inestabilidad emocional de la población ante el incesante bombardeo de noticias de corte negativo que conducen a la sensación, consciente e inconsciente, de que no hay nada que hacer, que todo está perdido, que la maldad impera sobre la tierra.  

Los médicos se deprimen ante el flujo creciente de pacientes con efectos secundarios que no supieron ver o no quisieron advertir. Muchos tratan de jubilarse de forma anticipada o, ante el anuncio de recorte de su pensión si lo hacen, estiran lo que pueden su sexta década encadenando baja tras baja por cuestiones médicas entre las que sobresale el cansancio, el hastío, el miedo y la depresión. Otros más jóvenes se fugan al extranjero en un intento por cambiar de identidad, olvidando el pasado, y mejorar el poder adquisitivo en un país donde se pague mejor que aquí. España dice haber perdido este último año 2200 médicos por estos motivos, si bien su ausencia queda camuflada por la llegada de otros titulados en países extranjeros a los que se les homologa su titulación cada vez con menos requisitos… lo cual ya empieza a ser percibido por los usuarios de la sanidad. Menos cantidad y peor calidad de los servicios asistenciales, controlado el mercado por una creciente trama de seguros médicos que pagan de manera miserable a los que atienden a los pacientes cada vez con más desidia, porque evidentemente, nadie da duros a peseta (expresión que ya cada vez entiende menos gente).  

Si en la prestación de servicios médicos el panorama sanitario no se muestra muy alentador, la situación se agrava si atendemos a los parámetros de salud de la población. Entre todos ellos, el más alarmante es ese ya reconocido incremento de mortalidad con el que mes a mes y desde hace un año se registran oficialmente: se muere más gente, mucha más gente, de la que debería morirse según años anteriores… y ninguna autoridad da explicación de ello. La prensa ya no puede por menos que hacerse eco de este dato, que, junto al descenso de la natalidad, está llevando a un crecimiento negativo de la población. Cada vez somos menos los habitantes de este país, algo que también queda parcialmente maquillado por el aflujo incontrolado de inmigrantes que hacen el relleno demográfico de cara a próximas elecciones. El modelo social de la España que conocíamos desaparece inexorablemente en el próximo decenio. 

Los políticos conocen estos datos, son públicos. Lo único que les preocupa es pergeñar a quién «cargarle el muerto», ya que es evidente que se espera que los haya -porque ya los hay, y muchos- sin explicación. Alguno me ha reconocido que de esta manera se ajustan esas necesidades médicas: al haber menos ciudadanos, no hacen falta tantos recursos. De sobra saben que hay una sobremortalidad que cada mes se incrementa respecto al mes anterior. Es el objetivo de sus amos, reducir la población. Acaso las vacunas, esas de las que nadie se atreve a señalar como causa, están ya haciendo el efecto que pretendían. Cada vez aparece reflejada esa vinculación en más informes médicos, cada vez las funerarias registran más la condición de vacunado de los finados, porque la mayoría de esa sobremortalidad ya no pasa por los hospitales, va directamente a caja. No llevamos ni dos años del experimento y aquí están los frutos. Atentos a los ataúdes blancos cuya presencia está despegando apenas un año después: que no le desvíen la atención con guerras, recortes energéticos y cambios climáticos. La que sea que circula por la mayoría de los cuerpos españoles está haciendo su efecto y no son solo dismenorreas, alopecias, endocarditis, ictus o trombosis. Pregunten a los expertos por su eficacia, pregunten a las autoridades por su seguridad y reflexionen sobre qué necesidad había antes de pedir responsabilidades.  

He tenido que apartarme un poco del trabajo habitual, cambiar un tiempo por otro, para poder reunirme con colegas con los que compartir experiencias y ver cómo reinventar la medicina. No podemos quedarnos sin más lamentando ese bárbaro desajuste necesidades-medios que se atisba a corto plazo y que llevará a la desesperación a los que queden vivos. Ya que no hemos sabido estar a la altura de nuestro deber de advertir del daño, hay que afrontar la obligación de rescatar del miedo a todos los que quieran seguir siendo libres, a quienes deseen vivir sanos y felices. Es momento de construir cuando todo se desmorona. El momento de sujetar con abrazos a los que pretenden arrebatar al pozo de la desesperación los enemigos de la patria.