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Racismo blanco en España y Europa(White racism in Spain and Europe).

NEGRATA

¿Cómo es posible que en Europa, dónde los blancos aún somos mayoría, predomine el racismo contra los blancos sobre otros racismos?

Pues a causa tanto del acusado sentimiento racista contra los blancos entre determinados inmigrantes, como de la complicidad de la casta política gobernante, y de la pasividad general de los que sufrimos este racismo creciente y que está en todas partes, los blancos.

El racismo anti-blanco es institucional, pero también simbólico, discursivo, factual, directo, indirecto, cotidiano, macro y microsociológico. En unos estados que se dicen democráticos y que pretenden pasar por tales, este racismo no puede ser explícito cuando es institucional, llegando así la hora triunfal de la neolengua, que invade el discurso público y hasta privado. 

A este respecto, aún no ha sido suficientemente estudiado el concepto de “discriminación positiva”, que es aquí la forma general y discursiva de encubrir el racismo institucional (que toma la forma de racismo económico, laboral, educativo, social, mediático, judicial) contra la población europea o eurodescendiente. 

Antes que la discriminación positiva, el propio desorden inmigratorio propiciado por los políticos que gestionan el gobierno, en beneficio de la hiperclase (propietarios y gerentes de multinacionales, financieros internacionales, traficantes de la Bolsa), de las naciones de Europa, supone una forma de racismo, por cuanto la inmigración masiva altera directamente la composición étnica de estas diferentes naciones europeas, es decir, su identidad,

algo que no puede ni reivindicarse sin ser acusado de racista. Parece como si a los europeos, a diferencia del resto de grupos raciales, no nos fuera lícito poseer identidad étnica.

Los blancos, la población autóctona de Europa, aún no se han organizado en masa, ni política ni social ni culturalmente, para su autodefensa. Sí se han organizado, en cambio, algunos inmigrantes, para seguir presionando a favor de más y más privilegios; muchos de estos cuentan con la complicidad de blancos traidores raciales (caso de los oenegetas inmigracionistas y los que les apoyan, los marxistas o los neoliberales). 

En muchas ocasiones determinados inmigrantes han logrado situarse por encima O MEJOR DICHO FUERA DE LA LEY.

Cuando el racismo anti-blanco no es institucional y, en vez de por el estado, es ejercido por ciertos inmigrantes racistas, cuando escapa al control directo de las autoridades políticas, obligadas a mantener la ficción del respeto a todas las razas, este racismo antieuropeo muestra más claramente su auténtica cara, la de la crueldad y el desprecio, y se hace evidente incluso para algunos nativos sometidos a la propaganda inmigracionista permanente: agresiones gratuitas que algunos miembros de las poblaciones no europeas instaladas en los estados europeos cometen contra los europeos por el color de su piel (blanca), violaciones racistas contra nativas europeas por parte de determinados inmigrantes no europeos (que sistemática, y significativamente, son ignoradas por asociaciones feministas, las mismas que se autoproclaman, a bombo y platillo, defensoras de los “derechos de la mujer”), constantes insultos racistas (“blanquito”, “rubito”) en todo momento y lugar, abusos de todo tipo en la utilización de servicios públicos y privados (no respetar el turno por parte de ciertos inmigrantes que se cuelan en las filas formadas, zarandeos y empujones contra los blancos en el transporte público, control de institutos por parte de grupos de inmigrantes que imponen el terror sobre la mayoría, o minoría, de alumnos blancos, sobre el personal docente, y que revientan las clases, intimidación a funcionarios blancos para obtener trato preferente en distintas oficinas públicas, etc.), cobro, por parte de algunos inmigrantes, a niños españoles por utilizar canchas deportivas públicas. Sobra decir que en el discurso dominante, controlado por la élite, este racismo anti-blanco es, en primer lugar, ignorado; cuando esto es imposible es negado, relativizado, trivializado, ridiculizado e, incluso, en un acto de la más pura endofobia, a veces justificado (sobre todo si se utiliza, por parte de la élite, algún ideologema marxista).

RACISMOANTIBLANCO2Es flagrantemente racista negar las formas de racismo en las que el agente racista no es blanco. En el discurso dominante (tanto político como mediático, académico, social, cultural, etc.) parece como si las creencias, actitudes y actos racistas fueran patrimonio exclusivo de los europeos, cuando sabemos que el racismo puede aparecer, y de hecho aparece, en cualquier pueblo, y que puede ser dirigido contra cualquier pueblo. El racismo no es monopolio europeo.

Si los hechos se desarrollaran al contrario, tendríamos a todos los grupos de presión (autodenominados ONGs) inmigracionistas denunciando el racismo y la xenofobia de los españoles, y a los medios de comunicación oficiales dándoles cancha y espacio propagandístico a mansalva. Por cierto, también es racismo institucional subvencionar, además generosamente, a grupos de presión inmigracionistas y endófobos que, bajo la argucia de presentarse como defensores de los derechos humanos, se dedican a insultar impunemente a los españoles y a calificarlos de racistas.

En cambio, nadie habla del racismo más frecuente, del racismo anti-blanco. De hecho nadie, excepto algún medio de comunicación crítico, habla de nada de lo aquí describo.

Florencio Garrido

Delitos de odio: la Policía detrás de la inseguridad jurídica de los españoles blancos

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«Los artículos 22.4º y 510 del actual Código Penal son un agujero negro en la seguridad jurídica de las españoles blancos.»

Muchos agentes de diversos cuerpos policiales muestran, en chats o conversaciones privadas, su indignación respecto a la inseguridad ciudadana que la inmigración masiva genera en las calles de nuestro país. Sin embargo, esta indignación no se refleja cuando ellos mismos, o muchos de sus compañeros, realizan una investigación o califican un delito.

Y es que los delitos de odio han quebrado, aún más si cabe, la seguridad jurídica de los ciudadanos españoles de raza blanca. Basta que un individuo extranjero o extranjero pero con DNI español -cualquier nacionalizado- denuncie o acuse a un españolito de a pie para que los agentes se lancen sobre el asunto, como elefantes en una cacharrería, al grito de “¡delito de odio!”. Las denuncias falsas de extranjeros o de nacionalizados españoles de raza distinta a la blanca proliferan. Una puerta trasera y un flagrante fraude de ley, conocido por la Policía, del que esta gente hace cada vez más uso para dirimir, desde una posición de superioridad, cualquier cuestión. El anterior argumento baladí y el exabrupto de “¡RASISTA!” que cualquier español ha debido soportar, cuando ha reprobado una conducta incívica a un inmigrante, se ha transformado en una figura legal que puede llevarnos a prisión.

Debe ser que cuanto más delitos de odio figuren en el expediente de, por ejemplo, el agente José Luis, más posibilidades tendrá este celoso brazo de la ley de medrar en alguno de los muchos cuerpos policiales de nuestro país. Estadísticas muy suculentas y mediáticas proclamadas a los cuatro vientos, en televisiones y periódicos.

Los artículos 22.4º y 510 del actual Código Penal son un agujero negro en la seguridad jurídica de las españoles blancos. Máxime cuando su primera interpretación, a pie de calle y de comisaría, está a merced de unos funcionarios -los policías- cuyos conocimientos jurídicos distan mucho de ser los deseables. Puede que los jueces no aprecien esos delitos de odio que con tanta determinación policías y guardias civiles ven aquí y allá. Pero las horas o noches en comisaría y la denuncia, a la espera de que el juez se pronuncie, ahí quedan.

Ángel Aguado en despiertainfo.com

Y NO ES NINGUNA EXAGERACIÓN. ESE ARTÍCULO, EL 510 DEBERÍA SER DEROGADO INTEGRAMENTE. HABRÍA QUE HACER UNA CAMPAÑA, CONSEGUIR FIRMAS, PRESIONAR, PERO TIENE QUE SER DEROGADO.

Y ¡¡CUIDADO!! PORQUE PODEMOS PRETENDE ENDURECER TODO ESTO AUN MAS.

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La parada de los monstruos

Una vez disipado el hedor a orín con el que la celebración del “orgullo gay” ha impregnado el centro de la capital de España, es hora de hacer un análisis sobre los sucesos acaecidos durante este fin de semana en Madrid. Ahora, que ya se han recogido las 124 toneladas de basura con las que estos fastos agasajaron a los madrileños, podemos hacer, sin olores a meados y a cerveza derramada, una reflexión reposada sobre tan particular evento.

Debe ser que mentalidades retrógradas y reaccionarias, como la del que escribe estas líneas, no llegan a apreciar la trascendencia y singularidad de la celebración del “orgullo”. Aferrados, de forma recalcitrante, al heteropatriarcado somos incapaces de valorar el conmovedor espectáculode centenares de miles de personas deambulando por el centro de Madrid –la mayoría sin rumbo alguno-, en un impresionante macro botellón y miccionando en cada esquina y en cada portal.

Únicamente las personas de mentalidad abierta, como la alcaldesa Manuela Carmena, pueden deleitarse restregándose con masas sudorosas y hediondas en una calurosa tarde de julio. Los partidarios de la feminización de la sociedad y las mentes liberadas sí que pueden encontrar elevación espiritual, al contemplar a los maromos y maromas de las carrozas del “orgullo” frotándose unos con unos y unas con unas.

Y es que la ideología de género es una ventana abierta para el disfrute de esta festividad de la posmodernidad y de banderas arcoíris clavadas en el culo. Son este tipo de celebraciones con las que el modelo social de la globalización viene a sustituir la Navidad y otro fechas trasnochadas.

Más allá de ironías, solamente podríamos calificar el proselitismo y la apología de la homosexualidad que venimos padeciendo, y de forma muy especial en estas fechas, como agresiva e insultante hacia las personas de condición heterosexual. Carteles en las estaciones de metro, en las marquesinas de autobús, vallas publicitarias, propaganda institucional y publicidad privada sugerente e insinuante. Toda una campaña que viene a decir: “sé homosexual o sé lesbiana, es lo moderno, es lo actual, es lo morboso, no seas un casposo”.

El actual modelo económico, cerebro y motor del modelo político, también cuenta con un modelo social. Ya no sólo quieren que compremos más, que nos decantemos por tal o cual producto o que consumamos en esto o lo otro. El grado de intromisión en nuestras vidas es tal que se han propuesto, y lo están consiguiendo,di rigir –por medio del bombardeo mediático y de la enseñanza- la condición sexual de millones de personas.

¿Y para qué? Pues para llevar a las poblaciones autóctonas de Europa occidental a la extinción física. La ecuación es simple: “sé homosexual o sé lesbiana y no tengas hijos, los refugiados llaman a nuestras puertas y hay que darles la bienvenida”. Esto, queridos lectores, se llama sustitución y genocidio inducido. Sí, somos esos execrables “blancos, delgados y católicos” exterminables y, al parecer, origen -incluso para el Pleno del Ayuntamiento de Getafe- de todos los males del universo.

El “orgullo gay” no es un día de reivindicación de ningún derecho, es la exaltación del relativismo absoluto y del “todo vale”, es la consagración de la ingeniería social que lleva a nuestras sociedades a la autodestrucción. Un espectáculo denigrante e incalificable para toda persona, sea cual sea su condición sexual, con un mínimo de civismo, dignidad y decencia.

Miguel Sardinero