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El comunismo es cien veces peor que el fascismo

Cuba es la demostración tangible y dolorosa de que el comunismo es cien veces peor que el fascismo. Conocer la naturaleza íntima del régimen castrista, la bajeza de sus dirigentes y sus razonamientos y la brutalidad que esconde ese sistema en sus entrañas es la mejor manera que existe en el mundo de vacunarse contra la maldad y de convertirse en un demócrata y en un permanente amante de las libertades y derechos del ser humano.

Pero Cuba no es la única muestra convincente de que el comunismo empobrece, envilece y degrada a los pueblos. Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y otros países donde el comunismo avanza, como España, también son ya despojos que pierden libertades y derechos y que van hacia la aniquilación.

Del fascismo se pueden escapar los pueblos, como ha ocurrido en Italia, Alemania, Argentina, Chile, España y otros muchos, pero del comunismo es casi imposible librarse. Sus garras, cuando se clavan en los pueblos, jamás sueltan la presa, salvo con dramáticos derramamientos de sangre o después de un colapso como el que afectó al bloque de la URSS en tiempos de Gorbachov, tras el derribo del Muro de Berlín.

Cuba demuestra que el maldito comunismo es mil veces peor que cualquier fascismo. Todo es agonia, miseria y desesperación, contenida por el terror. El hambre es ya la mayor tragedia para el pueblo. No se pueden comprar alimentos, salvo que tengas divisas. Asqueroso comunismo.

Cuando uno contempla los estragos del comunismo en Cuba, resulta inexplicable que todavía existan en el mundo millones de personas dispuestas a votar a las izquierdas marxistas.

En países como España, que han conocido los frutos positivos de las libertades y derechos, el comunismo tiene sus garras clavadas y, aliado con socialistas corrompidos, con independentistas y herederos del terrorismo, ya gobierna y amenaza con volver a ganar en las próximas elecciones, ya sea limpiamente o con trampas, a pesar de que el país retrocede en todos los ámbitos y sólo se sostiene en pie porque el gobierno de Pedro Sánchez obtiene miles de millones de euros, endeudándose locamente en los mercados, que emplea en comprar medios de comunicación, voluntades y votos a mansalva, sin respeto a la verdad y a la decencia política.

Hay numerosos argumentos y pruebas para demostrar que el comunismo es peor que el fascismo. La primera es que los únicos beneficiados en el comunismo son los miembros de la casta suprema de dirigentes que gobiernan con mano de hierro, uno de cuyos rasgos dominantes es el desprecio a los trabajadores de carne y hueso, a los que los comunistas en el poder desprecian y sustituyen por esclavos por no estar a la altura de sus ideales.

Los masivos crímenes políticos que llevarán a cabo los matarifes comunistas fueron justificados y practicados por Lenin y Mao tanto como por Marx y Engels, todos ellos autores reales o intelectuales de la barbarie y de un genocidio perpetrado desde un falso y truculento humanismo. Esa justificación de la violencia y de la sangre desde un humanismo falso y canalla es lo que hace que el comunismo sea todavía peor que el fascismo y que su capacidad de mistificación sea mucho mayor, hasta el punto de que hoy, a pesar de sus millones de torturas y asesinatos, siga todavía engañando a mucha gente.

El comunismo, como el fascismo, encandila a los envidiosos y a los degenerados que aman la sangre y la venganza. Esa gente, verdadera escoria de la Humanidad, es la que nutre las filas del activismo comunista y la que defiende al régimen en Cuba, Nicaragua, Venezuela y otros países infectados por la barbarie roja.

Una doctrina que justifica la violencia y que se basa en la filosofía de Marx para convertir en heroicos todos los asesinatos perpetrados por ETA, por Pol Pot, las Brigada Rojas, el castrismo cubano, Nicaragua, Venezuela, Corea del Norte, los gulags soviéticos y la chekas de la guerra civil española no puede tener justificación y debería ser prohibida y perseguida como la peor de las infecciones del género humano, en lugar de ser bendecida y protegida por una multitud de enfermos mentales y canallas con ansias de poder.

La capacidad de los comunistas para travestirse de demócratas y mantener activos sus disfraces hasta que alcanzan el poder, cuando se despojan de ellos y se colocan el traje de matarifes, no debería servirles para infectar las democracias desde dentro, engañar a los ciudadanos y destruir las sociedades libres.

Las élites más lúcidas y pensantes, obligadas a defender las libertades y derechos del ser humano, deberían alzarse contra el comunismo y erradicarlo sin piedad para defender al género humano, como es su deber.

Francisco Rubiales

¿Cómo funciona la economía fascista? / How does the fascist economy work?

ESTE MAGNÍFICO Y DIDÁCTICO ARTÍCULO está ESPECIALMENTE DEDICADO a toda esa «progresia», como los afiliados, votantes y simpatizantes de esa ESCORIA llamada «PODEMOS» o, de forma global, a esos que hoy en día se hacen llamar, curiosamente, «ANTIFAS» que se dedican a llamar «FASCISTA» a todo aquel que no conculca con sus ideas, SIN TENER NI LA MENOR IDEA DE LO QUE ES EL FASCISMO Y, POR TANTO, MUCHO MENOS DE QUE COMO ES SU SISTEMA ECONÓMICO, MUY PARECIDO POR CIERTO, AL SUYO PROPIO.

LOS EXTREMOS SE TOCAN.

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Por/By 

INTRODUCCIÓN

mussolini2-300x244El fascismo como doctrina política es ampliamente conocido, sin embargo es muy poco conocido como sistema económico. El padre indiscutible del fascismo fue Benito Mussolini, como jefe de Estado desde la perspectiva política  su discurso estaba encaminado a la creación de un Estado Corporativo, entendido como la unión monolítica entre población y gobierno mediante el caudillismo o populismo nacionalista, la violencia institucional y la propaganda.

Desde su creación, distintos gobiernos (marxistas inclusive) han adoptado en todo o parcialmente la doctrina política fascista en la praxis pero siempre bajo una constante negación frente a las masas por su asociación con regímenes como la Alemania Nazi.

Pero desde el punto de vista económico, el fascismo se distancia de su concepto político ya que busca la consolidación del Estado Corporativo a expensas de una población obligada a sostenerlo con cargas fiscales, lo cual ha sido y sigue siendo de gran utilidad por los políticos. El gobierno y la población ya no son idealizados románticamente como unidad corporativa sino que desde el prisma económico el fascismo se revela en toda su pureza y esplendor como el parasitismo que es: el gobierno como parásito y la población como huésped.

LA ECONOMÍA FASCISTA

La economía fascista se caracteriza por ser esencialmente antiliberal,  por ende antimercado y anticapitalista, en palabras de Benito Mussolini ‘‘El fascismo rechaza frontalmente las doctrinas del liberalismo, tanto en el campo político como económico’’, y del propio Adolf Hitler ‘‘Somos enemigos del sistema económico capitalista’’ es decir, se trata de una economía planificada, controlada o dirigida por un órgano centralizado de poder: el monopolio estatal.

A decir de Murray Rothbard: ‘‘El fascismo y el nazismo fueron la culminación lógica en los asuntos internos de la corriente moderna hacia el colectivismo de extrema derecha. Se ha hecho habitual entre los defensores de las libertades, considerar el fascismo y el comunismo como fundamentalmente idénticos. Pero si bien ambos sistemas fueron indudablemente colectivistas, diferían mucho en su contenido socio-económico’’, en efecto, a diferencia de una economía marxista donde todos los medios de producción están en manos del Estado o en propiedad colectiva, el fascismo económico permite la propiedad privada de medios de producción y la competencia de mercado aunque bajo el control o la influencia directiva del Estado; la empresarialidad se encuentra subordinada a los intereses del proyecto colectivista  de unidad nacionalista de la administración pública, donde pueden existir algunas nacionalizaciones o confiscaciones dentro sectores de la economía considerados presuntamente ‘‘estratégicos para el interés nacional’’ así como el proteccionismo de empresas igualmente consideradas ‘‘estratégicas’’ en el mismo sentido.

La regulación fascista de la economía se realiza obviamente como toda intervención en la economía, a través de un marco de derecho positivo, pero destinado especialmente a estructurar un esquema jurídico capaz de proporcionar las condiciones institucionales necesarias para el desarrollo del Bienestar Corporativo (en inglés Corporate Welfare).

 BIENESTAR CORPORATIVO

20140315_ird001_0-300x168Este mecanismo por lo general se mantiene oculto de las masas, porque dentro de la propaganda y el populismo fascista suele hablarse del llamado Bienestar Social (o Estado de Bienestar Paternalista) que se trata de un conjunto de programas o políticas de subsidios, que se obtienen con dinero arrancado por la fuerza a través de impuestos bajo el pretexto de sostener un supuesto interés colectivo o ‘‘ayudar’’ a la población o a un sector determinado de la misma manteniéndolos en estado de expectativa y mendicidad, mientras que el Estado Corporativo se desarrolla detrás del velo populista. La alegoría que resulta es la del borrego (la población) persiguiendo constantemente una zanahoria (subsidios) atada a una caña que sostiene el político montado en su lomo, así básicamente funciona el llamado Bienestar Social.

El principal objetivo del fascismo económico es el de ejecutar una política fiscal para beneficiar un entramado compuesto por burocracia y empresariado privado, a través del proceso llamado cabildeo (en inglés lobbying) que es una simbiosis que se manifiesta de las siguentes formas:

● Políticos miembros de la burocracia propietarios o accionistas de empresas privadas que utilizan su influencia para apartar a la competencia de su camino o ser rescatados de una inminente quiebra (también pueden operar a través de testaferros)

● Empresarios privados que se valen de favoritismo o conexiones políticas  usando los mismos medios para perseguir los mismos fines del punto anterior.

Como les había comentado, un mecanismo jurídico de  regulaciones, subsidios y concesiones selectivas sobre sectores de la economía es esencial para desplegar el fascismo económico por ello los elementos de la intervención del Estado fascista sobre la economía los he logrado diseñar en un Esquema del Bienestar Corporativo. A continuación haré una explicación detallada de los elementos en los que todo libertario debe enfocarse para abolir de raíz el sistema fascista.

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1.- Regulación de la competencia

También llamadas leyes anti-trust o antimonopolio, son aquellas que según la versiónantitrust-act-276x300 demagógica dicen estar elaboradas con el propósito de proteger al consumidor de los monopolios,  pero que no por casualidad, terminan siempre en detrimento tanto de los consumidores como de las pequeñas empresas, porque transforman el ambiente natural de cooperación contractual y civilizada de mercado en un entorno troglodita, donde la supervivencia del más apto, es decir el que tenga mejores conexiones políticas,  es el que siempre se posiciona por encima de los demás competidores por medio de la violencia legal del monopolio estatal, formando en consecuencia monopolios u oligopolios coercitivos y distorsiones dentro de la economía.

Las leyes anti-trust se basan en una lógica totalmente absurda y ajena al funcionamiento del mercado: cobrar más que la competencia sería abuso de posición dominante, cobrar menos sería competencia desleal y cobrar lo mismo que la competencia sería colusión, así que la única forma de evadir esta situación es colocándose por encima de la misma Ley, en pocas palabras, las leyes antimonopolio proporcionan sus propios incentivos para corromperse.

Las leyes anti-trust no son originales del fascismo económico pero si son un elemento complementario para  la realización del bienestar corporativo,  por lo tanto derogar las leyes anti-trust sería un paso fundamental para desmontar el corporativismo estatal fascista. No se debe entorpecer el surgimiento y desarrollo de PYMES, que las empresas se posicionen en el mercado por los méritos en satisfacer mejor a sus consumidores, no por pertenencia o contactos con las mafias políticas.

2.- Propiedad intelectual

protect_your-_intellectual_property-300x300Las patentes de propiedad intelectual son una concesión muy particular ya que con ellas se está otorgando un monopolio sobre las ideas. Con el pretexto de proteger o incentivar la creatividad o la investigación, las patentes siempre logran exactamente lo opuesto, sólo incentivan costosos litigios judiciales por un lado y aumentan el coste para investigar por el otro, cuando la realidad demuestra que sin las patentes de todas formas habría incentivos para la investigación.

Las ideas son bienes incorpóreos que cuando se hacen públicas son automáticamente de dominio universal, no se debe controlar o impedir por la fuerza el proceso humano de percepción, aprehensión y difusión de ideas, persiguiendo físicamente a todos aquellos que deseen emprender soluciones usando ideas precedentes no solamente se impide el mercado, sino que en muchos casos también la libertad de expresión.

Las patentes si bien tampoco son propias del fascismo económico si constituyen un instrumento de relevancia, no son más que otra forma de intervención del Estado sobre la economía que termina gestando monopolios protegidos bajo el mismo principio explicado en el punto anterior, ninguna empresa puede por sí misma impedir violentamente que otra le haga competencia. Si se quiere abolir el corporativismo fascista es necesario que el Estado deje de conceder patentes.

3.- Subsidios corporativos

Es un elemento sine qua non de la política económica fascista. Es el mecanismo por20140315_ldp001_0-300x1681 medio del cual se sostiene todo el andamio de bienestar corporativo donde por medio de la exacción fiscal y subsidios selectivos al sector privado se internalizan las ganancias y se socializan los costes y las pérdidas.

De esta política económica surge el aforismo ‘‘socialismo para ricos’’: los empresarios adláteres del gobierno, testaferros y políticos que en muchos casos son accionistas o propietarios de grandes empresas privadas recurren a las arcas del Estado para salvar su patrimonio de una eventual insolvencia.

De todos los subsidios, los corporativos se caracterizan por ser uno de los más excesivos y despilfarradores, son colosales cantidades de dinero robadas a través de los impuestos al ciudadano trabajador destinadas a financiar grandes empresas de manera  extremadamente anti competitiva, con la excusa de amparar un supuesto bienestar general o nacional, una de las mentiras populistas más grandes jamás inventadas.

Usualmente los políticos dicen que son subsidios destinados a financiar a productores independientes y PYMES cuando en realidad rescatan a las corporaciones más influyentes, por ejemplo, el gobierno fascista de Estados Unidos destina de 40 a 50 billones de dólares anuales de su presupuesto para supuestamente ‘‘incentivar’’ la pequeña y mediana empresa cuando en realidad se tratan de beneficios para los peces gordos de la industria.

Este proteccionismo cuyo origen es mercantilista, de ganancias concentradas y pérdidas difusas es especialmente nocivo porque perpetúa un círculo vicioso de ineficiencia y distorsiones de mercado profundas de gran impacto social, son empresas que en un mercado libre están destinadas a ser absorbidas  o quebrar para dar paso a una competencia que ofrezca bienes de mejor calidad o servicios más eficientes logrando un ritmo de desarrollo sostenido y saludable en la economía.

4.- Banca central

european-central-bank-300x225Es una herramienta fundamental de la economía fascista, por medio del banco central se obtiene un poder ilimitado para efectuar la planificación central,  desde donde se orquestan los ciclos de expansión y contracción de la economía y se fijan por decreto las tasas de interés. Cuando el banco central compra bonos suministra dinero nuevo y no ganado para el vendedor del bono, los banqueros centrales hacen absolutamente nada para ganarse el dinero, simplemente lo crean de la nada, es lo que se conoce como impresión de dinero FIAT, es decir dinero sin ningún respaldo real de valor en metales preciosos o en su valor intrínseco sino simplemente por la confianza en un decreto estatal y una promesa de pago, es una estafa a gran escala, este mecanismo se conoce como inflación.

Los primeros receptores del dinero fresco de la imprenta, el gobierno y las grandes corporaciones bancarias son los que se benefician directamente del poder adquisitivo adquirido recientemente mientras que los ahorradores comunes sufren  la evaporación de su poder adquisitivo con el antiguo dinero.

Los bancos centrales fijan artificialmente las tasas de interés muy por debajo de lo que vendría siendo el precio normal del mercado para proveer financiamiento barato y casi regalado a la administración pública, incentivando el derroche y crecimiento del Estado en actividades que no hubiesen tenido lugar bajo precios o tasas de interés normales o de mercado, por lo tanto se hace necesario abolir la banca central para acabar con éste mecanismo perverso de fascismo monetario.

 CONSIDERACIONES FINALES

romper-cadenas-21-300x205La solución elemental para abolir el Estado Corporativista fascista es la vía liberal: reducir progresivamente cargas fiscales hasta eliminarlas, con ello se disuelve la burocracia, todo subsidio, privilegio, controles y lógicamente toda posibilidad de financiamiento o rescate de corporaciones ineficientes. Lo contrario sería contraproducente, mantener el statu quo del fascismo económico o la vía marxista: amplificar la burocracia y la coacción en todos los aspectos, que es el sendero que desgraciadamente están tomando muchas naciones desorientadas por la ignorancia supina en ciencia económica.

En el capitalismo las empresas privadas que tengan que desaparecer tienen que quebrar, asumir ganancias pero también las pérdidas, así de sencillo, la realidad es que no existe interés colectivo o nacionalista alguno que justifique la semejante arbitrariedad de un rescate corporativo.

Una vez más está de parte de nosotros los libertarios ilustrar a la población en general, especialmente a los marxistas declarados y de closet y anarquistas confundidos sobre la naturaleza esencialmente antiliberal, anticapitalista, antimercado del fascismo.

El liberalismo como medio y el anarcocapitalismo como fin es la solución verdaderamente revolucionaria, la única vía sensata y posible para lograr la tan anhelada sociedad libre.

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HIS MAGNIFICENT AND DIDACTIC ARTICLE IS ESPECIALLY DEDICATED to all that «progression», as the affiliates, voters and supporters of that ESCORIA called «PODEMOS» or, in a global way, to those who today call themselves, curiously, «ANTIFAS» who are dedicated to calling «FASCIST» anyone who does not infringe with their ideas, WITHOUT HAVING THE SMALLER IDEA OF WHAT IS THE FASCISM AND, THEREFORE, MUCH LESS THAN AS IT IS ITS ECONOMIC SYSTEM, VERY LIKE A CERTAIN, YOURSELF.

THE EXTREMES ARE TOUCHED.

INTRODUCCIÓN

Fascism as a political doctrine is widely known, however it is little known as an economic system. The undisputed father of fascism was Benito Mussolini, as head of state from the political perspective his speech was aimed at the creation of a Corporate State, understood as the monolithic union between population and government through caudillismo or nationalist populism, institutional violence and propaganda.

Since its creation, various governments (including Marxist) have adopted all or part of the fascist political doctrine in practice but always under constant denial in the face of the masses for their association with regimes such as Nazi Germany.

But from the economic point of view, fascism distances itself from its political concept as it seeks the consolidation of the Corporate State at the expense of a population forced to support it with fiscal burdens, which has been and continues to be very useful for politicians. The government and the population are no longer idealized romantically as a corporate unit but from the economic prism fascism is revealed in all its purity and splendor as the parasitism that is: the government as a parasite and the population as a guest.

 THE FASCIST ECONOMY

The fascist economy is characterized by being essentially antiliberal, therefore anti-market and anti-capitalist, in the words of Benito Mussolini «Fascism frontally rejects the doctrines of liberalism, both in the political and economic fields,» and Adolf Hitler himself. enemies of the capitalist economic system «that is, it is a planned economy, controlled or directed by a centralized organ of power: the state monopoly.

To say of Murray Rothbard: » Fascism and Nazism were the logical culmination in the internal affairs of the modern current towards extreme right-wing collectivism. It has become common among the defenders of freedoms to consider fascism and communism as fundamentally identical. But while both systems were undoubtedly collectivist, they differed greatly in their socio-economic content «, in effect, unlike a Marxist economy where all means of production are in the hands of the State or collective property, economic fascism allows the private ownership of means of production and market competition, although under the control or directive influence of the State; Entrepreneurship is subordinated to the interests of the collectivist project of nationalist unity of the public administration, where there may be some nationalizations or confiscations within sectors of the economy considered to be «strategic for the national interest» as well as the protectionism of companies equally considered » strategic » in the same sense.

The fascist regulation of the economy is obviously carried out as any intervention in the economy, through a framework of positive law, but especially aimed at structuring a legal framework capable of providing the necessary institutional conditions for the development of Corporate Wellbeing (in English Corporate Welfare).

CORPORATE WELFARE

This mechanism usually remains hidden from the masses, because within the propaganda and fascist populism is often spoken of the so-called Social Welfare (or State of Paternalistic Welfare) which is a set of subsidy programs or policies, which are obtained with money taken away by force through taxes under the pretext of sustaining a supposed collective interest or » helping » the population or a specific sector of it by keeping them in a state of expectation and begging, while the Corporate State develops behind the populist veil. The allegory that results is that of the sheep (the population) constantly chasing a carrot (subsidies) tied to a cane that holds the politician mounted on his back, so basically the so-called Social Welfare works.

The main objective of economic fascism is to implement a fiscal policy to benefit a network composed of bureaucracy and private business, through the process called lobbying (in English lobbying) which is a symbiosis that manifests itself in the following ways:

● Political members of the bureaucracy, owners or shareholders of private companies that use their influence to separate the competition from their path or be rescued from an imminent bankruptcy (they can also operate through nominees)

● Private entrepreneurs who use favoritism or political connections using the same means to pursue the same purposes of the previous point.

As I had told you, a legal mechanism of regulations, subsidies and selective concessions on sectors of the economy is essential to deploy economic fascism, which is why the elements of the intervention of the fascist State on the economy have been designed in a Corporate Welfare Scheme. . Below I will make a detailed explanation of the elements on which every libertarian should focus to abolish the fascist system at its roots.

1.- Regulation of competition

Also called anti-trust or antitrust laws, are those that according to the demagogic version claim to be developed for the purpose of protecting the consumer from monopolies, but that not by chance, end always to the detriment of both consumers and small businesses, because they transform the natural environment of contractual and civilized market cooperation into a troglodyte environment, where the survival of the fittest, that is to say, the one with the best political connections, is the one that always positions itself above other competitors through violence legal monopoly, thus forming coercive monopolies or oligopolies and distortions within the economy.

The anti-trust laws are based on a totally absurd logic and outside the functioning of the market: charging more than the competition would be abuse of a dominant position, charging less would be unfair competition and charging the same as competition would be collusion, so the only way to evade this situation is placing itself above the Law itself, in a few words, antitrust laws provide their own incentives to corrupt themselves.

 The anti-trust laws are not original of the economic fascism but if they are a complementary element for the realization of the corporate welfare, therefore repealing the anti-trust laws would be a fundamental step to dismantle the fascist state corporatism. The emergence and development of SMEs should not be hindered, for companies to position themselves in the market because of the merits in better satisfying their consumers, not because of belonging or contacts with political mafias.

  2.- Intellectual property

Intellectual property patents are a very special concession because with them a monopoly on ideas is being granted. Under the pretext of protecting or encouraging creativity or research, patents always achieve exactly the opposite, only encourage costly legal litigation on the one hand and increase the cost to investigate on the other, when reality shows that without patents anyway There would be incentives for research.

Ideas are disembodied goods that when they are made public are automatically universal domain, the human process of perception, apprehension and diffusion of ideas must not be controlled or impeded by force, physically persecuting all those who wish to undertake solutions using previous ideas. only the market is prevented, but in many cases also the freedom of expression.

Although patents are not specific to economic fascism if they are an instrument of relevance, they are no more than another form of State intervention on the economy that ends up creating protected monopolies under the same principle explained in the previous point, no company can by itself to violently prevent another from competing with him. If one wants to abolish fascist corporatism, it is necessary for the State to stop granting patents.

3.- Corporate subsidies

It is a sine qua non of fascist economic policy. It is the mechanism by means of which the entire scaffolding of corporate well-being is maintained where, through tax levying and selective subsidies to the private sector, profits are internalized and costs and losses are socialized.

From this economic policy arises the aphorism » socialism for the rich »: business executives government, figureheads and politicians who in many cases are shareholders or owners of large private companies resort to state coffers to save their assets from an eventual insolvency .

Of all the subsidies, the corporative ones are characterized as being one of the most excessive and wasteful, they are colossal amounts of money stolen through taxes to the working citizen destined to finance large companies in an extremely anti competitive way, with the excuse of protecting a supposed general or national well-being, one of the biggest populist lies ever invented.

Usually politicians say that they are subsidies destined to finance independent producers and SMEs when in reality they rescue the most influential corporations, for example, the fascist government of the United States allocates from 40 to 50 billion dollars a year of its budget for supposedly » incentivize » the small and medium enterprises when in fact they are about benefits for the big shots of the industry.

This protectionism whose origin is mercantilist, of concentrated profits and diffuse losses is especially harmful because it perpetuates a vicious circle of inefficiency and deep market distortions of great social impact, are companies that in a free market are destined to be absorbed or broken to make way to a competition that offers better quality goods or more efficient services achieving a sustained and healthy development rhythm in the economy.

4.- Central banking

It is a fundamental tool of the fascist economy, through the central bank you get an unlimited power to carry out central planning, from where the cycles of expansion and contraction of the economy are orchestrated and interest rates are set by decree. When the central bank buys bonds supplies new money and not earned for the bond seller, the central bankers do absolutely nothing to earn the money, they simply create it from nothing, this is what is known as FIAT money printing, ie money without any real value backing in precious metals or their intrinsic value but simply by trust in a state decree and a promise of payment, is a scam on a large scale, this mechanism is known as inflation.

The first recipients of fresh money from the printing press, the government and large banking corporations are those who benefit directly from the purchasing power recently acquired while ordinary savers suffer the evaporation of their purchasing power with the old money.

Central banks artificially set interest rates well below what would be the normal market price to provide cheap and almost gifted financing to the public administration, encouraging the waste and growth of the State in activities that had not taken place at low prices. Or normal or market interest rates, therefore it is necessary to abolish the central bank to end this perverse mechanism of monetary fascism.

FINAL CONSIDERATIONS

The elemental solution to abolish the fascist corporatist state is the liberal way: progressively reduce tax burdens until they are eliminated, thereby dissolving the bureaucracy, all subsidies, privileges, controls and logically any possibility of financing or rescue of inefficient corporations. The opposite would be counterproductive, maintain the status quo of economic fascism or the Marxist way: amplify bureaucracy and coercion in all aspects, which is the path that unfortunately are taking many nations disoriented by supine ignorance in economic science.

In capitalism private companies that have to disappear have to break, take profits but also losses, that simple, the reality is that there is no collective or nationalist interest that justifies the similar arbitrariness of a corporate bailout.

Once again, libertarians are there to illustrate the population in general, especially the declared Marxists and closet and anarchists confused about the essentially antiliberal, anti-capitalist, anti-market nature of fascism.

Liberalism as a means and anarcho-capitalism as an end is the truly revolutionary solution, the only sensible and possible way to achieve the long-awaited free society.

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Por qué el nazismo era socialismo y por qué el socialismo es totalitario. / Why Nazism was a socialist and why socialism is totalitarian.

Por: 

The original article in English is HERE

Mi propósito hoy son dos cosas principales: (1) Demostrar por qué la Alemania nazi era un estado socialista y no capitalista. Y (2) demostrar por qué el socialismo, entendido como un sistema económico basado en la propiedad pública de los medios de producción, requiere inevitablemente una dictadura totalitaria.

La identificación de la Alemania nazi como estado socialista fue una de las muchas grandes contribuciones de Ludwig von Mises.

Cuando uno recuerda que la palabra “nazi” era una abreviatura para “der Nationalsozialistische Deutsche Arbeiters Partei” (en traducción española Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes), la identificación de Mises no podría parecer tan notable. Pues ¿qué debería uno esperar como sistema económico de un país gobernado por un partido con “socialista” en su nombre salvo socialismo?

Sin embargo, aparte de Mises y sus lectores, prácticamente nadie piensa en la Alemania nazi como un estado socialista. Es mucho más común creer que representaba una forma de capitalismo, que es lo que han afirmado los comunistas y otros marxistas.

La base de la afirmación de que la Alemania nazi era capitalista era el hecho de que la mayoría de las industrias en la Alemania nazi aparentemente quedaban en manos privadas.

Lo que identificó Mises fue que la propiedad privada de los medios de producción existía solo nominalmente bajo los nazis y que la sustancia real de la propiedad de los medios de producción residía en el gobierno alemán. Pues era el gobierno alemán, y no los propietarios privados nominales, el que ejercía todos los poderes sustantivos de propiedad: él, no los propietarios privados, decidía que se iba a producir, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se iba a distribuir, así como los precios que se cobrarían y los salarios que se pagarían y qué dividendos u otras rentas se permitiría percibir a los propietarios privados nominales. La posición de los supuestos propietarios privados, como demostró Mises. se reducía esencialmente a la de pensionistas del gobierno.

La propiedad de hecho del gobierno de los medios de producción, como la llamaba Mises, estaba implícita lógicamente en principios colectivistas fundamentales adoptados por los nazis como que el bien común  está por encima del bien privado y que el individuo existe como medio para los fines del Estado. Si el individuo existe como medio para los fines del Estado, por supuesto, lo mismo pasa con la propiedad. Igual que lo posee el Estado, su propiedad también la posee el Estado.

Pero los que estableció concretamente el socialismo  de hecho en la Alemania nazi fue la introducción de los controles de precios y salarios en 1936. Se impusieron como respuesta a la inflación de la oferta monetaria llevada a cabo por el régimen desde el momento de su llegada al poder a principios de 1933. El régimen nazi infló la oferta monetaria como medio de financiar el enorme aumento en el gasto público que requerían sus programas de obras públicas, subvenciones y rearme. Los controles de precios y salarios se impusieron en respuesta al aumento de los precios que empezó a producir la inflación.

El efecto combinado de la inflación y los controles de precios y salarios es la escasez, es decir, una situación, en la que las cantidades de los bines que intenta comprar la gente exceden de las cantidades disponibles para comprar.

A su vez, las escaseces se convierten en caos económico. No es solo que los consumidores que aparecen en las tiendas antes están en disposición de comprar todas las existencias y dejar sin nada a los clientes que lleguen más tarde (una situación a la que los gobiernos normalmente responden con racionamiento). Las escaseces generan caos en todo el sistema económico. Introducen arbitrariedad en la distribución de suministros entre áreas geográficas, en la asignación de un factor de producción entre sus diferentes productos, en la asignación de trabajo y capital entre las distintas ramas del sistema económico.

A la vista de la combinación de controles de precios y escasez, el efecto de una disminución en la oferta de una cosa no es, como pasaría en un mercado libre, aumentar su precio e incrementar su rentabilidad, operando así para detener la disminución de la oferta o invertirla si ha ido demasiado lejos. Los controles de precios impiden el aumento en la oferta al reducir el precio y la rentabilidad. Cuando hay una escasez, el efecto de un aumento en la oferta es simplemente una reducción en la severidad de la escasez. Solo cuando se elimina totalmente la escasez, un aumento en la oferta necesita una disminución en el precio y genera una disminución en la rentabilidad.

Como consecuencia, la combinación de controles de precios y escasez hace posible movimientos aleatorios de la oferta sin ningún efecto en los precios y la rentabilidad. En esta situación, la producción de los bienes más triviales y poco importantes, incluso las mascotas de piedra, puede expandirse a costa de la producción de los bines más urgentemente necesitados e importantes, como medicinas que salven vidas, sin efecto en el precio o la rentabilidad e cada bien. Los controles de precios impedirían que la producción de medicinas se hiciera más rentable al disminuir su oferta, mientras que una escasez incluso de mascotas de piedra impediría que su producción se hiciera menos rentable al aumentar su oferta.

Como demostró Mises, para ocuparse de los efectos no pretendidos de sus controles de precios, el gobierno debe o bien abolir los controles de precios o añadir más medidas, como precisamente el control sobre lo que se está produciendo, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se distribuye, a lo que me referí antes. la combinación de controles de precios con su mayor serie de controles constituye la socialización de hecho del sistema económico. Pues significa que el gobierno ejercita entonces todos los poderes sustantivos de propiedad.

Éste fue el socialismo instituido por los nazis. Y Mises lo llama el socialismo de patrón alemán o nazi, frente al socialismo más evidente de los soviético, al que llama socialismo de patrón ruso o bolchevique.

Por supuesto, el socialismo no acaba con el caos causado por la destrucción del sistema de precios. Y si se introduce sin la existencia previa de controles de precios, su efecto es iniciar el propio caos. Porque el socialismo no es realmente un sistema económico positivo. Es meramente la negación del capitalismo y su sistema de precios. Como tal, la naturaleza esencial del socialismo es una y la misma que el caos económico que resulta de la destrucción del sistema de precios por controles de salarios y precios. (Quiero apuntar que la imposición del socialismo del estilo bolchevique de un sistema de cuotas de producción, que incentiva siempre exceder la cuotas, es una fórmula segura para una escasez universal, igualo que la que existe bajo todos los controles de precios y salarios).

Como mucho, el socialismo simplemente cambia la dirección del caos. El control público sobre la producción puede hacer posible una mayor producción de algunos bienes de especial importancia para él, pero lo hace solo a costa de crear el caos en el resto del sistema económico. Esto pasa porque el gobierno no tiene forma de conocer los efectos en el resto del sistema económico de su aseguramiento de la producción de bienes a los que atribuye una importancia especial.

Los requisitos de aplicar un sistema de control de precios y salarios dan mucha luz sobre la naturaleza totalitaria del socialismo (por supuesto, más evidentemente en la variante alemana o nazi, pero también en la del socialismo al estilo soviético).

Podemos empezar por el hecho de que el interés propio de los vendedores que operan bajo controles de precios es evadir los controles de precios  y aumentar sus precios. Los compradores, incapaces de otra forma de obtener bienes, están dispuestos a pagar estos precios más altos como medio de de conseguir los bienes que quieren. En estas circunstancias, ¿qué va a impedir que aumenten los precios y se desarrolle un mercado negro masivo?

La respuesta es una combinación  de sanciones severas combinadas con una gran probabilidad de ser atrapado y luego sufrir realmente esas sanciones. Unas simples multas no es probable que supongan una gran disuasión. Se considerarían solo como un gasto de negocio adicional. Si el gobierno es serio respecto de los controles de precios, es necesario que imponga sanciones comparables a las de un delito grave.

Pero la mera existencia de dichas sanciones no basta. El gobierno tiene hacer realmente peligroso realizar transacciones en el mercado negro. Tiene que hacer que la gente tema realizar tales transacciones que pudieran ser descubiertas de algún modo por la policía y acaben realmente en prisión. Para crear ese miedo, el gobierno debe desarrollar un ejército de espías e informadores secretos. Por ejemplo, el gobierno debe hacer temer al vendedor y a los clientes que si realizan una transacción de mercado negro, algún otro cliente en la tienda pueda denunciarles.

A causa de la privacidad y secreto con que deben realizarse muchas transacciones del mercado negro, el gobierno debe asimismo hacer que todo el que vea una operación del mercado negro temeroso de que la otra parte resulte ser un agente policial tratando de encarcelarle. En gobierno debe hacer que la gente tema incluso a sus socios más veteranos, incluso a sus amigos y parientes, no sea que resulten ser informadores.

Y finalmente, para obtener condenas, el gobierno debe poner la decisión acerca de la inocencia o culpabilidad en el caso de las transacciones de mercado negro en manos de un tribunal administrativo o sus agentes de policía en el momento. No puede confiar en juicios con tribunales, porque es improbable que puedan encontrarse muchos jurados dispuestos a dar veredictos de culpabilidad en casos en el un hombre tenga que ir a la cárcel por muchos años por el delito de vender unas pocas libras de carne o un par de zapatos por el encima del precio máximo.

Por tanto, en resumen, los requisitos simplemente para aplicar las regulaciones de control de precios son la adopción de las características esenciales de un estado totalitario, es decir, el establecimiento de la categoría de “delitos económicos”, en la que la búsqueda pacífica del interés propio se considera un delito criminal, y el establecimiento de un aparato policial totalitario lleno de espías e informadores y el poder de un arresto y prisión arbitrarios.

Está claro que la aplicación de controles de precios requiere un gobierno similar al de la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin, en los que prácticamente cualquiera podía resultar ser un espía policial y en los que existe una policía secreta que tiene el poder de arrestar y encarcelar a la gente. Si el gobierno no está dispuesto a llegar tan lejos, entonces, hasta ese punto, sus controles de precios resultarán inaplicables y sencillamente no funcionarán. Entonces el mercado negro asume proporciones enormes. (Por cierto, que nada de esto sugiere que los controles de precios fueran la causa del reino de terror institutito por los nazis. Los nazis empezaron su reino de terror mucho antes de la aprobación de los controles de precios. Por consiguiente, aprobaron controles de precios en un entorno listo para su aplicación por la fuerza).

La actividad del mercado negro conlleva la comisión de más delitos. Bajo el socialismo de hecho, la producción y venta de bienes en el mercado negro conlleva el desafío de las regulaciones públicas respecto de la producción y distribución, así como el desafío a sus controles de precios. Por ejemplo, los propios bienes que se venden en el mercado negro pretendía el gobierno que se distribuyeran de acuerdo con su plan y no en el mercado negro. Los factores de producción utilizados para producir esos bienes igualmente pretendía el gobierno que se utilizaran de acuerdo con su plan y no para el fin de aprovisionar el mercado negro.

Bajo un sistema de socialismo de derecho, como el que existía en la Rusia soviética, en el que el código legal del país hace abierta y explícitamente al gobierno del país el propietario de todos los medios de producción, toda actividad de mercado negro conlleva necesariamente el uso indebido o el robo de la propiedad del estado. Por ejemplo, se consideraba que los trabajadores o directores de fábricas de la Rusia soviética que se llevaban productos que vendían en el mercado negro estaban robando las materias primas proporcionadas por el estado.

Además, en cualquier tipo de estado socialista, nazi o comunista, el plan económico del gobierno es parte de la ley suprema del territorio. Todos tenemos una buena idea de lo caótico que es el llamado proceso planificador del socialismo. Su mayor distorsión por trabajadores y directores drenando materiales y suministros para producir para le mercado negro, es algo a lo que un estado socialista está lógicamente autorizado a considerar como un acto de sabotaje de su plan económico nacional. Y como sabotaje es como lo considera cualquier código legal de un estado socialista. Coherentemente con este hecho, la actividad del mercado negro en un país socialista a menudo conlleva la pena capital.

Creo que un hecho fundamental que explica el reino absoluto de terror que se encuentra en el socialismo es el increíble dilema en el que se sitúa un estado socialista en relación con las masas de sus ciudadanos. Por un lado, asume una responsabilidad completa del bienestar económico individual. El socialismo al estilo ruso o bolchevique reconoce abiertamente esta responsabilidad: es la fuente principal de su atractivo popular. Por otro lado, de todas las formas que puedan imaginarse, un estado socialista resulta una chapuza increíble en esta tarea. Hace de la vida del individuo una pesadilla.

Todos los días de su vida, el ciudadano de un estado socialista debe gastar tiempo en colas de espera inacabables. Para él, los problemas que experimentaron los estadounidenses en relación con las escaseces de gasolina en la década de 1970 son normales, solo que no los experimenta en relación con la gasolina (pues no posee un coche y no tiene esperanza de tener nunca ninguno), sino en relación con las cosas sencillas de la vestimenta, de las verduras e incluso del pan. Aún peor es que se le obliga frecuentemente a trabajar en un empleo que no ha elegido y que por tanto debe indudablemente odiar. (Pues bajo la escasez, el gobierno decide la asignación del trabajo igual que hace con la asignación de los factores de producción). Y vive en una condición de increíble hacinamiento, que apenas deja posibilidades de privacidad. (A la vista de la escasez de vivienda, se asignan huéspedes a las casas; se obliga a las familias compartir pisos. Y se adopta un sistema de pasaportes y visados internos para limitar la severidad de la escasez de vivienda en las zonas más deseables del país). Por decirlo suavemente, una persona obligada a vivir en esas condiciones debe bullir de resentimiento y hostilidad.

Entonces, ¿contra quién sería más lógico que los ciudadanos de un estado socialista dirijan su resentimiento y hostilidad que contra el mismo estado socialista? El mismo estado socialista que ha proclamado su responsabilidad por su vida, le ha prometido una vida de felicidad y es de hecho responsable de una vida infernal. De hecho, los líderes de un estado socialista viven un dilema mayor, ya que cada día animan al pueblo a creer que el socialismo es un sistema perfecto, cuyos malos resultados solo pueden ser obra de gente malvada. Si eso fuera verdad, ¿quiénes podrían ser razonablemente esos hombres malvados, salvo los propios gobernantes, que no solo han hecho infernales sus vidas, sino que han pervertido un sistema supuestamente perfecto para hacerlo?

De esto se deduce que los gobernantes de un estado socialista deben vivir aterrorizando a la gente. Por la lógica de sus acciones y sus enseñanzas, el bullente resentimiento del pueblo puede hacerle levantarse y tragárselo en una orgía de sangrienta venganza. Los gobernantes sienten esto, incluso aunque no lo admitan abiertamente, y por tanto su mayor preocupación es siempre mantener a raya a la ciudadanía.

Consecuentemente, es verdad por muy inadecuado decir simplemente cosas como que al socialismo le falta la libertad de prensa y de expresión. Por supuesto, le faltan estas libertades. Si el gobierno posee todos los periódicos y editoriales, si decide para qué fines va a estar disponibles el papel, entonces evidentemente nada puede imprimirse que el gobierno no quiera que se imprima. Si posee todas las salas de reuniones, no puede realizarse ninguna conferencia o discurso público que el gobierno no quiera que se realice. Pero el socialismo va mucho más allá de la mera falta de libertad de prensa y expresión.

Un gobierno socialista aniquila totalmente estas libertades. Convierte a la prensa y a cualquier foro público en un vehículo de propaganda histérica en su favor y se dedica a la incansable persecución de todo el que se atreve a desviarse un centímetro de su línea oficial del partido.

La razón de estos hechos es el terror del pueblo de los gobernantes socialistas. Para protegerse, deben ordenar que el ministro de propaganda y la policía secreta trabajen constantemente. Uno, para desviar continuamente la atención del pueblo de la responsabilidad del socialismo, y de los gobernantes del socialismo, por la miseria del pueblo. La otra, para secuestrar y silenciar a cualquiera que pueda sugerir siquiera sea remotamente la responsabilidad del socialismo o de sus gobernantes (secuestrar a cualquiera que empiece a mostrar señales de pensar por sí mismo). Es a causa del terror de los gobernantes y su desesperada necesidad de encontrar cabezas de turco para los fracasos del socialismo, por lo que la prensa de un país socialista está siempre llena de historias acerca de conspiraciones y sabotajes extranjeros y acerca de la corrupción y mala dirección por parte de los oficiales subordinados y por lo que es necesario destapar periódicamente conspiraciones nacionales a gran escala y sacrificar a altos funcionarios y facciones completas en purgas gigantescas.

A causa de su terror y su desesperada necesidad de aplastar cualquier respiro incluso de una potencial oposición, los gobernantes del socialismo no se atreven a permitir ni siquiera actividades puramente culturales que no estén bajo el control del estado. Pues si la gente va a reunirse para un espectáculo artístico o un recital de poesía que no esté controlado por el estado, los gobernantes deben temer la diseminación de ideas peligrosas. Cualquier idea no autorizada es una idea peligrosa, porque puede llevar al pueblo a empezar a pensar por sí mismo y por tanto empezar a pensar acerca de la naturaleza del socialismo y sus gobernantes. Los gobernante debe temer la reunión espontánea de un puñado de personas en una sala y utilizar la policía secreta y su aparato de espías, informadores y terror o para detener esas reuniones o para asegurarse de que su contenido es completamente inocuo desde el punto de vista del estado.

El socialismo no puede prevalecer mucho tiempo excepto bajo el terror. Tan pronto como se relaja el terror, el resentimiento y la hostilidad empiezan lógicamente a brotar contra los gobernantes. Así que la situación esta lista para la revolución o la guerra civil. De hecho, en ausencia de terror o, más correctamente, de un suficiente grado de terror, el socialismo se caracterizaría por una serie inacabable de revoluciones y guerras civiles, ya que cada nuevo grupo de gobernantes resultarían tan incapaces de hacer que el socialismo funcionara con éxito como sus antecesores. La consecuencia inevitable a realizar es que el terror realmente experimentado en los países socialistas no era simplemente obra de hombres malvados, como Stalin, sino que deriva de la naturaleza del sistema socialista. Stalin podría pasar a primer plano porque su inusual voluntad y astucia en uso del terror eran las características concretas más necesarias para un gobernante socialista para mantenerse en el poder. Subió al poder por un proceso de selección natural socialista: la selección de los peores.

Tengo que advertir acerca de una posible mala comprensión respecto de mi tesis de que el socialismo es totalitario por su naturaleza. Esto afecta a los países supuestamente socialistas gobernados por socialdemócratas, como Suecia y los demás países escandinavos, que está claro que no son dictaduras totalitarias.

En esos casos, es necesario apreciar que al tiempo que estos países no son totalitarios, tampoco son socialistas. Sus partidos gobernantes pueden propugnar el socialismo como su filosofía o su objetivo último, pero no es el socialismo lo que han implantado en su sistema económico. Su sistema económico real es el de una economía intervenida de mercado, como la llamaba Mises. Aunque más intervenida que la nuestra en aspectos importantes, su sistema económico es esencialmente similar al nuestro, en que la fuerza motriz característica de la producción y la actividad económica no es el decreto del gobierno, sino la iniciativa de los propietarios privados motivada por la perspectiva de un beneficio privado.

La razón por la que los socialdemócratas no establecen el socialismo cuando llegan al poder es que no están dispuestos a hacer lo que hace falta. El establecimiento del socialismo como sistema económico requiere un acto masivo de robo (deben apropiarse los medios de producción de sus propietarios y entregarse al estado). Dicha apropiación es prácticamente seguro que provocaría una resistencia importante por parte de los propietarios, resistencia que solo puede superarse por el uso de fuerza masiva.

Los comunistas estaban y están dispuestos a aplicar dicha fuerza, como evidenciaba la Rusia soviética. Su carácter es el de los ladrones armados dispuestos a matar si es necesario para realizar el robo. Por el contrario, el carácter de los socialistas se parece más al de los rateros, que pueden hablar de dar un gran golpe algún día, pero en realidad no están dispuestos al homicidio necesario, así que renuncian ante la más mínima señal de resistencia seria.

Respecto de los nazis, generalmente no tenían que matar para incautarse de la propiedad de otros alemanes que no fueran judíos. Esto pasó porque, como hemos visto, establecieron el socialismo furtivamente, a través de controles de precios, que servían para mantener el disfraz externo y apariencia de propiedad privada. Los propietarios privados se veían así desprovistos de su propiedad sin saberlo y por tanto no sentían la necesidad de defenderla por la fuerza.

Creo haber demostrado que el socialismo (el socialismo real) es totalitario por su propia naturaleza.


En el momento actual en Estados Unidos no tenemos socialismo en ninguna forma. Y no tenemos una dictadura, no digamos una dictadura totalitaria.

Tampoco tenemos aún fascismo, aunque nos vayamos acercando a él. Entre los elementos esenciales que aún faltan están el gobierno del partido único y la censura. Seguimos teniendo libertad de expresión y prensa y elecciones libres, aunque ambas hayan sido socavadas y no puede garantizarse su pervivencia continua.

Lo que tenemos es una economía intervenida de mercado que está creciendo en su intervención  y que se caracteriza por una creciente pérdida de la libertad individual. El crecimiento de la intervención económica del gobierno es sinónimo de una pérdida de libertad individual porque significa iniciar cada vez más el uso de fuerza física para que la gente haga lo que no elige hacer voluntariamente o impedirle que haga lo que voluntariamente elige hacer.

Como el individuo es el mejor juez de sus propios intereses y al menos por lo general busca hacer lo que le interesa hacer y evitar lo que dañe sus intereses, de esto se deduce que cuando mayor sea el grado de intervención pública, mayor seré le grado en que se impide a los individuos hacer los que les beneficia y en su lugar se les obliga a hacer lo que les causa pérdidas.

Hoy en Estados Unidos, el gasto público federal, estatal y local suma casi la mitad de los ingresos monetarios de la porción de la ciudadanía que no trabaja para la administración. Quinces departamentos del gabinete federal y un número mucho mayor de agencias regulatorias federales, juntos, en la mayor parte con equivalente a nivel estatal y local, se entrometen regularmente en prácticamente todas las áreas de la vida del ciudadano individual. Se le grava, obliga y prohíbe de incontables maneras.

Los efectos de tal interferencia pública masiva son el desempleo, los precios al alza, la caída de los salarios reales, la necesidad de trabajar más y más duro y el crecimiento de la inseguridad económica. Otro efecto es el crecimiento de la ira y el resentimiento.

Aunque la política de intervencionismo del gobierno sea su objetivo lógico, la ira y el resentimiento que siente la gente normalmente se dirigen por el contrario contra los empresarios y los ricos. Es un error alimentado en su mayor parte por un establishment intelectual y medios de comunicación ignorantes y envidiosos.

Y de acuerdo con esta actitud, desde el colapso de la burbuja del mercado bursátil, que fue en realidad creado por la política de expansión del crédito de la Reserva Federal y luego pinchada por su abandono temporal de esa política, los fiscales públicos han adoptado lo que parece una política particularmente vengativa hacia ejecutivos culpables de falta de honradez financiera, como si sus acciones fueran responsables de las pérdidas extendidas que resultaron del colapso de la burbuja. Así, al antiguo jefe de una gran compañía de telecomunicaciones se le ha sentenciado recientemente a veinticinco años de prisión. Otros altos ejecutivos han sufrido sentencias similares.

Más inquietante es que el poder del gobierno para obtener simples acusaciones criminales se ha convertido en equivalente al poder de destruir una empresa, como ocurrió en el caso de Arthur Andersen, la principal empresa auditora. El uso amenazador de su poder fue entonces suficiente para obligar a las grandes empresas de correduría de seguros en Estados Unidos cambiaran sus directivas para satisfacer al Fiscal General del Estado de Nueva York. No hay forma de describir esas evoluciones que no sea que la condena y castigo sin juicio y la extorsión del gobierno. Son grandes pasos a lo largo de un camino muy peligroso.

Por suerte, sigue habiendo suficiente libertad en Estados Unidos como para reparar todo el daño que se ha hecho. En primer lugar está la libertad nombrarlo y denunciarlo.

Mas esencialmente, está la libertad de analizar y refutar la ideas que subyacen a las políticas destructivas que han sido adoptadas o pueden serlo. Y eso es lo que es crítico. Pues el factor fundamental que subyace en el intervencionismo y, por supuesto, también en el socialismo, ya sea nazi o comunista, no es sino las ideas erróneas, sobre todo, las ideas erróneas respecto de la economía y la filosofía.

Hay ahora un cuerpo extenso y creciente de literatura que presenta ideas sensatas en estos dos campos vitales. A mi juicio, los dos autores más importantes de esta literatura son Ludwig von Mises y Ayn Rand. Un conocimiento extenso de sus escritos es un requisito previo indispensable para tener éxito en la defensa de la libertad individual y el libre mercado.

Este instituto, el Instituto Ludwig von Mies, es el principal centro mundial para la divulgación de las ideas de Mises. Presente un flujo constante de análisis basados en sus ideas, análisis que aparecen en sus revistas académicas, sus libros y publicaciones y en sus artículos diarios de la web que se ocupan de los asuntos del momento. Enseña sus ideas y las ideas relacionadas de otros miembros de la Escuela Austriaca de economía a alumnos universitarios y a jóvenes profesores. Lo hace a través de Universidad de Verano de Mises, las Conferencias de Investigadores Austriacos y los distintos seminarios.

Dos formas muy importantes de luchar por la libertad son educarse hasta el punto de ser capaz de hablar tan elocuentemente en su defensa como lo hacen los investigadores asociados a este instituto o, si uno tiene el tiempo o la inclinación para hacerlo, apoyar financieramente al Instituto en su tarea vital en la medida en que se pueda.

Es posible invertir la corriente. No puede hacerlo una sola persona. Pero un número grande y creciente de gente, formada en la causa de la libertad económica y defendiendo y argumentando en su defensa siempre que sea posible, es capaz de formar gradualmente las actitudes de la cultura y por tanto de la naturaleza de su sistema político y económico.

Los que formáis esta audiencia ya estáis implicados en este gran trabajo. Espero que continuéis e intensifiquéis vuestro compromiso.

Publicado el 11 de noviembre de 2005. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe.

¿De verdad alguien se cree que el fascismo y el marxismo son diferentes?

¿De verdad alguien se cree que el fascismo y el marxismo son diferentes?

Blog de Javier del Campo

Escuchamos hasta la saciedad, generalmente a quiénes más deberían estar callados, etiquetar al adversario con el calificativo de «fascista«. La cuestión es si quiėn utiliza la manida muletilla es si sabe de lo que habla. Creo que no.

La supervivencia del marxismo no se debe tanto a el empuje de tan nefasta doctrina como a la permisividad del mundo liberal, que demuestra una debilidad endémica a la hora de producir ideología bien enraizada. El fascismo histórico, y parte del pasado, no es tan diferente del concepto marxista de la organización de un estado. Con la diferencia de que aquél esta muerto y enterrado, y el marxismo sigue vivo, coleando y causando sufrimiento a millones de seres humanos.

Es la intención de este breve ensayo definir con precisión al fascismo, y a buen seguro que el lector irá estableciendo el paralelismo con la ideología marxista-comunista pasada, y presente en nuestros días.

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El fascismo es de izquierdas.. y Socialista!!

Verdades Ofenden

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La decadencia mental de  las últimas generaciones de educandos, frágilmente ESO-entontecidos  por el fracasado sistema educativo  socialista, que fabricó el felipato iletrado desde los años ´80, ha tenido la triste deriva  de unos adultos desculturizados y ágrafos.
La decadente  izquierda española,  administradora suprema  de la Gran Multinacional de  la Mentira, fundó en todas las autonomías, al más puro estilo orwelliano, sus Ministerios de la Verdad y nos desplegó a sus comisarios por la jungla sindicalizada de la enseñanza pública. El resultado ha sido nefasto : generaciones y generaciones de educandos analfabetos, muy manipulados por malos profesores que no han puesto al día sus apunte y cuya sectaria visión de la historia ha hecho más histeria que ciencia  y más ciencia-ficción, que archivo.
Necesitamos dos Guerras Mundiales para acabar con esas tres víboras paridas por el Socialismo cunero : el Socialismo-fascista, el Socialsimos-nazi y el Socialismo real o Comunismo.., tres mónstruos de…

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INMIGRACIÓN, NACIONALISMO y RACISMO. El caso catalán

Verdades Ofenden

Si bien es cierto que en todas partes cuecen habas (como se ha demostrado sobradamente en El Ejido), las declaraciones xenófobas y racistas de la primera dama catalana y del anciano ex-President del Parlament de Catalunya han revelado que en parte de la clase política catalana se hallan presentes ideas de esa calaña, cuyo lejano origen rastrea aquí Antonio Santamaría. ¿Quieren aprovechar el fenómeno de la inmigración para echar mano del peor nacionalismo populista y xenófobo?. ¿por qué los líderes de la izquierda catalana se esfuerzan en taparle las vergüenzas a Barrera?. «…aquí, en Cataluña, hay de momento dos comunidades que se observan o se maljuzgan, que se acusan mutuamente o se disculpan, se valoran o se desprecian» (…)

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Las declaraciones xenófobas de la primera dama catalana, Marta Ferrusola, seguidas por el libro y las manifestaciones racistas del ex-President del Parlament de Catalunya y dirigente histórico de ERC, Heribert Barrera…

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El socialismo es una HIDRA.

HIDRA

Una buena amiga del Face me pasa esto. Ha dado totalmente en el clavo. De forma geométricamente exacta:

Comunismo, Fascismo, Socialdemocracia, Bolchevismo, Peronismo, Nazismo, Maoísmo, Chavismo, Islamismo, etc. Tú los ves combatirse encarnizadamente entre ellos, como los orcos de Sauron a los orcos isengardos. Y crees ingenuamente que si tanto se detestan, es que han de mantener grandes diferencias. «Izquierda y derecha», te dices. «Alguno debe ser peor, y otro mejor», razonas. Y no te das cuenta de que todos ellos son las distintas cabezas de un mismo monstruo.

Y tú: ¿a qué cabeza de la Hidra votaste?

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LA MARCHA SOBRE MADRID (AUDIO).

 

Editorial de César Vidal

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Es la noche de César
Presentado por César Vidal
8:10
César Vidal lee su editorial.
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Genuino representante del movimiento 15-M reivindicando.