
Hace unas semanas compartí tertulia televisiva en Sevilla con un representante del Partido Andalucista que sostenía que Andalucía es una nación por su acento, gastronomía, folclore y, sobre todo, por haber sido independiente de Castilla durante la Edad Media, lo que se refleja, según resumió, en el color “verde omeya” de la bandera autonómica. El buen hombre se llamaba Pedro y advirtió que tenía que salir disparado tras el programa pues su cofradía partía hacia el Rocío esa misma tarde.
Aparte de lo insostenible de sus argumentos lingüísticos, históricos y folclóricos, que en cualquier país europeo menos aldeano que el nuestro provocarían el estupor y la carcajada, le señalé que se llamaba Pedro en vez de Mohamed, que hablaba la lengua de Cervantes en vez del árabe, que disfrutaba de eso que se llama civilización occidental en vez de la musulmana, que iba a salir en peregrinación al Rocío…
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Pués que sigan otros 8 siglos más.
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