El actual presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, títere del trotamundos Carles Puigdemont, envió ayer una carta a varios medios de comunicación catalanes titulada‘Como un solo pueblo contra el fascismo’. Probablemente ni él mismo se da cuenta, pero pedir ya en el título comportarse ante un fenómeno, el que sea, como un solo pueblo, trae implícito que, hoy en día, el pueblo catalán está dividido. Y tiene razón. Él mismo es uno de los responsables.
El escrito es de una hipocresía palmaria. Denuncia unas supuestas agresiones fascistas con la clara intención de identificar con esta ideología los defensores de la hispanidad de Cataluña, señalando especialmente a los que combaten el nacionalismo retirando la suciedad amarilla del espacio público, a la vez que presenta a los separatistas como ejemplos de virtud, pacifismo y baluartes de la democracia. Cómo diría el exministro Trillo, ‘manda huevos’. Desmontaremos en este artículo las mentiras y las medias verdades del señor Torra, a quien agradecemos, también, que inconscientemente nos ayude a comprender mejor cómo funciona el nacionalismo y el proceso impulsado por las élites parasitarias de Cataluña.
La buena tarea de los GDR. Lo que de verdad molesta a los nacionalistas.
TORRA:«No tenemos que combatir tan sólo una concepción antigua, monárquica y autoritaria de la cosa pública, sino que tenemos que combatir la mentira, el engaño y, más peligroso que nada, la tergiversación de las palabras. Ya lo sabemos: el lenguaje es poder y quien lo controla o quién es capaz de manipularlo, tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad».
Tenemos que darle aquí parte de la razón a este señor. Y decimos parte y no toda porque pretende engañar cuando obvia que son los suyos, precisamente, los maestros de la manipulación de las palabras. Los «procesistas» lo saben bien: Ellos llevan años y años, y de forma agudizada desde el inicio del proceso, manipulando el lenguaje y tergiversando las palabras. Así es cómo han conseguido establecer el marco mental social y, por lo tanto, establecer las reglas del juego. Incluso los contrarios a la secesión de Cataluña utilizan palabras designadas por los separatistas. La ingeniería social nacionalista ha creado toda una serie de conceptos para llevar la iniciativa, presentarse como demócratas perseguidos y desprestigiar a los catalanes fieles, y lo han conseguido: mandato democrático, presos políticos, voluntad popular, fascistas, ultras, parada del país, proceso, derecho a decidir, exiliados… Todo obedece a una muy bien calculada estrategia de comunicación, con la que sin duda han pasado por encima de los contrarios a la secesión.
El nacionalismo ha creado una serie de conceptos para establecer el marco mental de la sociedad.
TORRA:«Hemos visto estos últimos meses y me atrevo a decir estas últimas semanas un incremento notable de las agresiones, amenazas, intimidaciones y violencia fascista a casa nuestra. Unos grupos de individuos agresivos han querido atemorizar los activistas por la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados».
Antes que nada, el señor Torra no da ningún dato: ni número de denuncias, ni número de heridos, ni número de detenidos. ¿Cómo es posible, si realmente ha existido este incremento notable de las agresiones, según sus propias palabras? Lo que sí hemos visto, y está al alcance de cualquiera en internet, es un aumento palpable de la tensión entre catalanes debido a lo que ha llegado a convertirse en una verdadera guerra propagandística. Unos ponen basura amarilla y otros, más sensatos, la quitan. Y es que con esto no contaban, está claro. Todo este clima de tensión que, puntualmente, puede acabar a puñetazos (y gracias) es mérito exclusivo del nacionalismo. Esto no existía, fuera de hechos puntuales, hasta que ustedes han llevado a cabo un verdadero golpe de estado pasando por encima de la mitad de la población, violando descaradamente las leyes nacionales e incluso el Estatuto de Cataluña y tratando de imponer la maldita república porque les da la gana. No lo dude, señor Torra: Estaremos siempre enfrente suyo y de su proyecto totalitario. Siempre.
Ahora, tratar de identificar a los que se encargan de dejar nuestra casa limpia y pulcra, los llamados GDR (Grupos de Defensa y Resistencia) y otros, con el fascismo, es un ejercicio de manipulación del lenguaje y una mentira como un piano de gorda. Lo que les molesta a ustedes es la rebelión cívica contra el abuso y la ocupación del espacio público, y por eso tratan de desprestigiar a los GDR mientras calla ante las actuaciones violentas e intimidatorias, estas sí demostradas, de sus CDR. Hipocresía nacionalista pura y dura.
Le recordamos también que los políticos que están en prisión lo están, preventivamente, por graves delitos que atentan contra la paz social y el bien común, no por motivos políticos. La prueba es que usted, que es un fanático separatista, es presidente (de paja) de la desprestigiada Generalitat de Catalunya, no está en prisión. Y aplique el razonamiento a los cobardes que prefirieron huir antes de que dar la cara.
TORRA:«La policía catalana tiene que hacer su trabajo. No lo tenemos que situar en el centro del debate político».
Pero qué morro, oiga. Ahora, después de utilizar descaradamente a los mossos para permitir un referéndum ilegal, después de utilizarlos para espiar y controlar a la disidencia, con el mayor Trapero pendiente de un juicio que puede comportarle años de prisión, ahora dice usted que no se tiene que situar los mossos al centro del debate político. Pues mire, haberlo pensado antes. Muchos pensamos que la policía autonómica es un cuerpo desleal que no está al servicio de todos los catalanes, sino de un proyecto político totalitario. Puntualizamos, eso sí, que hay agentes que son excelentes profesionales que saben separar sus opiniones políticas de su trabajo. Lástima que no sea la tónica general.
¿La policía de todos?
TORRA:«Es evidente que el Estado español no ha hecho limpio de este magma fascista y que la transición no hizo un corte seco con el pasado».
Y tiene toda la razón. Su partido, CiU o cómo se diga ahora, puede dar cuenta de esto. De los 219 alcaldes que había a Cataluña al morir el general Franco, 95 se presentaron después a las elecciones por su partido. Calle, hombre, calle, que no le conviene hablar.
TORRA:«Pido a todos los partidos políticos catalanes y españoles que condenen enérgicamente la violencia de estos grupos fascistas contra los independentistas… No hace falta ser independentista para actuar con contundencia contra los violentos».
Y nosotros le pedimos que no calle ante las agresiones, amenazas e intimidaciones por parte de sus amigos separatistas hacia los catalanes hispanos. No hace falta ser patriota español para actuar con contundencia contra los violentos, ¿verdad?
Torra, Sastre y Fredi Bentanachs, de Terra Lliure (A la derecha)
Torra y el asesino Carles Sastre
TORRA:«Nadie, ni aquí ni en el mundo, duda del carácter completamente pacífico movimiento independentista que estos últimos años se ha expresado en la calle con una pulcritud y civismo ejemplar».
No se puede ser más falso y más hipócrita. Las agresiones, amenazas e intimidaciones son continuas. Inés Arrimadas no puede andar tranquila por muchos pueblos de Cataluña, sedes de partidos políticos o asociaciones no nacionalistas son continuamente atacadas (pintadas, destrozos, excrementos…), se producen ataques personales e intimidaciones incluso en domicilios de particulares, los jóvenes de SCC no han podido nunca hacer ningún acto a la UAB sin protección policial, la quema de banderas españolas, fotos del rey o del juez Llarena (que no puede ni cenar sin ser perseguido) es habitual… son sólo algunos ejemplos, pero la lista es larga. Es usted un mentiroso, señor Torra.
Rivera amenazado.
La revolución de las sonrisas
Obsesiones del separatismo.
Sin comentarios.
Presidente Torra, usted manipula las palabras cuando califica de fascistas a los que quitan los lacitos. Usted las manipula cuando habla de presos políticos, exiliados y activistas y luchadores por la libertad. Usted miente cuando generaliza señalando a los GDR como violentos. Usted calla cuando la violencia viene de su lado siendo, cuando es (en teoría), presidente de todos los catalanes. Usted quizás no se da cuenta, pero el «proceso» y su proyecto de republiquita están dentro del fascismo que los descontaminadores de churros amarillos. Y sobre todo, señor Torra, usted, que es un creador de odio, no está legitimado para dar lecciones. Usted, que ha dicho cosas como estas sobre los españoles, lo mejor que puede hacer es callar:
«Los españoles sólo saben expoliar».
«Vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario».
«El fascismo de los españoles que viven en Cataluña es infinitamente patético, repulsivo».
«Ahora miras en tu país y vuelves a ver hablar lasbestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, aun así, que destilan odio».
Para acabar, sólo decirle que es un placer recordarle que USTED TAMBIÉN ES ESPAÑOL. ¡Enhorabuena, presidente! No todo el mundo tiene este privilegio.
Plácido Fernández-Viagas, letrado del parlamento andaluz e hijo del primer presidente de la Junta de Andalucía, luego senador por el PSOE y miembro del CGPJ, publicó ayer en El Mundoun gran artículoque, a mi juicio, ilumina la gravedad de la situación institucional española tras la proclamación del candidato «limpio» que buscaba Rajoy y que ha resultado ser un racista redomado llamado Torra, cuyodiscurso de investidurafue una burla al Estado, un reto a los jueces y una llamada al conflicto civil entre catalanes, que son los separatistas, y los «fascistas españoles que viven en Cataluña», más de la mitad de los votantes que no aceptan el apartheid antiespañol. Nunca se vio con tal claridad la condición criminal del proyecto separatista y la gravísima responsabilidad de las instituciones españolas si lo aceptan.
La ilegitimidad del nombramiento de Torra
Aunque Rajoy, empeñado en conseguir, para evitar nuevas elecciones, un gobierno de la Generalidad a cualquier precio, salió de inmediato a decir que «no le gustaba» el discurso de Torra, pero que aguardaba a «sus hechos», la elección de alguien que anuncia que proseguirá el golpe de Estado plantea un problema no sólo ético -¿debe firmar el Rey el nombramiento de alguien que insulta a los españoles y proclama su empeño en la ilegalidad?- sino legal y político: ¿es legítima la elección de Torra con un programa guerracivilista?
Tres son los aplastantes argumentos de Fernández-Viagas. El primero es el del nombramiento de Torra y su elección por el Parlamento regional.
«¿Reúne los requisitos necesarios para superar los límites impuestos por la aplicación del artículo 155 de la CE? Es muy dudoso la verdad, sobre todo si se tiene en cuenta que participar en un proceso de carácter delictivo lo impediría claramente. No se puede incidir en una rebelión y, al mismo tiempo, presidir una de sus comunidades autónomas. Un Estado serio no puede aceptar, por comodidad, miedo, prudencia incluso, una actuación fraudulenta contra su ordenamiento jurídico.»
A partir de ahí, esgrime tres argumentos. El primero, la continuidad de la actividad delictiva de Puigdemont, expresamente exhibida por ambos:
«La candidatura de Quim Torra ha sido impuesta por un señor, Puigdemont, que está encausado por hechos susceptibles de ser tipificados como rebelión, conspiración para la rebelión, o sedición, y que se considera aún presidente legítimo de la Generalitat. Más grave aún, pretende utilizar a Torra como un elemento meramente ejecutor de su proyecto calificado como delictivo. Si es consciente el candidato de todo ello, y no parece muy tonto, debería tener en cuenta que nuestro Código Penal cuando determina la responsabilidad criminal señala, en su artículo 29, que «son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el artículo anterior, cooperan a la ejecución del hecho con actos anteriores o simultáneos», algo en lo que podría incidir claramente Quim Torra. ¿Cómo puede considerarse, entonces, legítima una propuesta dirigida a consolidar una rebelión?»
El segundo argumento, aunque no lo cite el artículo, cabría integrarlo en la instrucción del Juez Llarena en el Supremo y el agravamiento del delito:
«Sería disparatado no tener en cuenta que los efectos de los delitos de que viene acusado el señor Puigdemont no han sido consumados. Sus propios autores recuerdan que su único objetivo es «implementar la República». Y en ese propósito se enmarcan las actuaciones que vienen realizando a nivel internacional, los distintos hechos de resistencia, activa y pasiva, que se desarrollan en Cataluña y, sobre todo, la enorme campaña que su aparato de propaganda, desde medios oficiales incluso, sigue protagonizando. El proyecto criminal, de existir, se encontraría en una fase decisiva, la de consolidación del enfrentamiento con parálisis de nuestro aparato estatal.»
Y el tercer argumento, escrito -ojo- antes del discurso de investidura de Torra, plantea el problema de fondo: la «vuelta a la normalidad»… golpista:
«Para restablecer la legalidad constitucional no basta con la elección de un «presidente limpio» de imputación penal. Es ridículo siquiera plantearlo, lo que es necesario es que no participe en forma alguna en hechos que, en su día, pudieran merecerla. Y lo cierto es que el señor Torra está siendo utilizado de manera instrumental en hechos muy posiblemente constitutivos de un delito de rebelión, que el Estado no puede tolerar.»
Evidentemente, si los tres argumentos bastaban y sobraban para rechazar la investidura del candidato por lo que había manifestado antes de la sesión de investidura, el discurso de Torra despreciando la Ley, retando al Estado e insultando a los partidos españoles de Cataluña, lo convierten en absolutamente intolerable. Nadie que acepte la investidura de Torra podrá decir que no participa en el Golpe, porque lo hace. A PP y PSOE, que han hecho del borrón y cuenta nueva la política ante el golpismo catalán, les resultará difícil rectificar, pero si Ciudadanos mantiene -debe hacerlo- la ilegitimidad de la investidura de Torra, Rajoy y Sánchez serán socios de sus fechorías, al mismo nivel de Podemos. Pero el partido más afectado es el del Gobierno.
Ni normalidad, ni legalidad: insurrección que pagan los españoles
El «manejo magistral de los tiempos» de Rajoy, que tanto elogiaban sus turiferarios cuando tuvo una mayoría absolutérrima y no la usó para nada, se ha revelado como una pereza pavorosa a cualquier compromiso con la acción de Gobierno, que es para lo que está en la Moncloa. La vergonzosa dejación de funciones ante el separatismo catalán durante casi seis años, los que consigna Llarena en la instrucción del caso contra los golpistas, ha sido fundamental para que la situación haya desembocado en esto: la designación de un racista por un forajido para representar al Estado Español en Cataluña.
Pero Rajoy tiene un problema: al entregarse de pies y manos al separatismo para tirar año y medio en La Moncloa, sin otro plan que el de su particular y exclusiva supervivencia, sus socios debían procurar no delatarle. Urkullu lo ha hecho al elogiar su «sensibilidad» con los asesinos de la ETA, y ahora la famosa estrategia del «candidato limpio» desemboca en este Torra, que empieza re-proclamando la República, despreciando la Constitución e insultando a los españoles de Cataluña, en los que antaño tenía votos el PP.
Torra ha dejado en ridículo a Rajoy y a Pedro Sánchez a las primeras de cambio. Y le ha servido a Rivera el menú completo para hartarse de votos del PP y el PSOE, indignados por su actitud ante el golpismo vasco y catalán. La estrategia «normalizadora», de la que Rivera supo salirse a tiempo y que Arrimadas enterró ayer conotra gran actuación simbólico-parlamentaria, es un filón electoral sencillamente inagotable para Ciudadanos. Cada fechoría que haga Torra, y las hará a diario, porque es un fanático racista y místico, genuinamente pujolista, como explicaba ayer su examigo Miquel Giménez en Vozpopuli, se cargará en el debe de Rajoy; y en el de Sánchez; y en el de Podemos, porque comunismo y racismo separatista nunca encajan del todo.
El dilema del Rey
Por último, por si faltaba algo, está el dilema del Rey, que apareció en televisión justo cuando, por la deserción bipartidista, ganaba el golpismo y sacó a la calle a la nación española, mostrando la inmensa fuerza que atesora y los partidos desprecian. Afrentado institucionalmente por Torra, que además participó en un escrche contra él, debe firmar (o no firmar) su nombramiento como representante en Cataluña del Estado que quiere violentamente destruir. Porque cuando Arrimadas dijo que Torra no venía a presidir la generalidad sino los CDR dijo exactamente lo que va a hacer: la máxima violencia contra los catalanes no nacionalistas y el máximo desafío al Estado.
¿Y puede el Rey hacerlo como si estuviera respaldando cualquier nombramiento del Gobierno en el ejercicio de su papel constitucional? Dicho de otro modo: ¿es constitucional colaborar con el golpe anticonstitucional? No me extrañaría que, por prudencia y previendo violencias futuras, el Rey retrasara la firma del decreto de nombramiento de Torra como representante del Estado hasta tener un informe del Consejo de Estado sobre la legitimidad de ese nombramiento. Sólo entonces, si fuera positivo, debería firmarlo. En mi opinión, por las razones dadas al principio -o sea, tomadas de Fernández-Viagas- no debería hacerlo. En todo caso, y respetando la difícil decisión que tome, un gesto formal de reprobación sería necesario.
Y si Rajoy y Sánchez se atreven a alegar que eso es salirse de sus funciones, que se preparen. Todos hemos vimos que tuvo que salir en televisión porque ellos no las cumplieron, ni las cumplen, ni piensan hacerlo. España ha entrado en un terreno pantanoso por su personal y política cobardía. Ya veremos cuándo y cómo podemos salir.