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Feijóo acerca el PP a la agenda de Vox para acabar con el sanchismo

Luego de haber votado en dos oportunidades en contra de la propuesta de Vox de eliminar el Ministerio de Igualdad, Alberto Núñez Feijóo propone ahora de cara a las elecciones generales del 23 de julio desaparecer el despacho que hoy dirige Irene Montero, así como derogar la «ley trans» y la Ley de Memoria Democrática

 Por José Gregorio Martínez

Las propuestas que ha hecho el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, de cara a las elecciones generales, buscarían facilitar la alianza con el partido de Santiago Abascal para alcanzar la mayoría absoluta con Vox y formar gobierno. (Twitter)

(NOTA PERSONAL: Yo, de este tipo, no me fio un pelo, otro MARICOMPLEJIN del PP)

Las horas de Pedro Sánchez en el Gobierno español parecen estar contadas. La dura derrota que sufrió el PSOE en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo sepultaron sus posibilidades de reelección. Los resultados electorales así lo asomaron y las encuestas lo confirman. Pero el líder socialista no se irá solo. Evidentemente saldrá todo el gabinete junto con él, pero hay un nombre en particular que destaca. Se trata de Irene Montero, quien no solo saldría ante el eventual cambio de gobierno sino por la eliminación del Ministerio de Igualdad que ha dirigido desde enero de 2020, ya que el líder el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, quien se encamina a la Moncloa, anunció que eliminará dicha cartera ministerial.

De esta manera se pondría fin a las locuras progresistas que ha impulsado desde este ministerio la pareja del cofundador de Podemos, Pablo Iglesias. Y es que Feijóo no solo suprimiría ese despacho sino que además propone derogar la polémica “ley trans”, que permite cambiar de sexo, volver al original y luego solicitar una nueva rectificación en un plazo de 24 meses sin necesidad de presentar informes médicos o psicológicos, incluyendo a menores a partir de 16 años, quienes no requieren consentimiento de sus padres desde la entrada en vigencia de esta norma.

Durante una entrevista con Onda Cero, el presidente del PP mostró una agenda más cercana a la derecha, tal vez considerando que según los más recientes sondeos tiene todas las probabilidades de ganar pero necesitará pactar con Vox para alcanzar la mayoría absoluta y formar gobierno. No se puede olvidar que los populares votaron en contra de suprimir el Ministerio de Igualdad en las dos oportunidades que Vox lo planteó: en noviembre de 2022 y en marzo pasado. Ahora Feijóo cambia de opinión y se pega a la línea del partido de Santiago Abascal.

Las promesas de Feijóo

De cara a las elecciones generales del 23 de julio, el líder de la oposición anunció parte de sus propuestas. La eliminación del despacho que hoy dirige Irene Montero forma parte de la promesa de Feijóo de reducir el número de ministerios para “hacer un ajuste importante en el gasto”. En general, estima que hay “cinco o seis ministerios que sobran”.

Alberto Núñez Feijóo también prometió que no se presentará a la investidura si su formación política no es la fuerza más votada y aprovechó para instar a Pedro Sánchez a que haga lo mismo si el Partido Socialista Obrero Español no llega de primero en los comicios generales.

La más reciente encuesta de NC Report ubica al PSOE en un distante segundo lugar con la posibilidad de conseguir entre 94 y 96 escaños, mientras el PP lograría entre 145 y 147 diputados, pudiendo formar gobierno en alianza con Vox, que  se consolida en la tercera posición con un mínimo de 39 y máximo de 41 curules.

Vox, el aliado necesario

Este impulso conseguido por el partido de Abascal obliga al PP a alejarse de la “centralidad” que invocó Feijóo la noche del 28 de mayo durante la celebración por el triunfo por mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y de José Luis Martínez-Almeida en el Ayuntamiento de la capital.

Vox se ha convertido en un aliado necesario para los populares, que no podrían gobernar en seis de las ocho comunidades autónomas ganadas sin este pacto. En las municipales, Vox también consiguió un magnífico resultado al triplicar su número de concejales, que de 547 en 2019 llegaron a 1.695 en las elecciones de este año.

Derogar el sanchismo

Desde el gobierno de coalición social-comunista no tardaron en responder. Ante el anuncio de eliminar el Ministerio de Igualdad, Irene Montero fue quien se sintió más aludida y, por tal motivo, advirtió desde su cuenta de Twitter que “se trata de un nuevo intento de disciplinar al movimiento feminista y LGTBI que está a la vanguardia del avance de derechos en todo el mundo”. El miedo ante la inminente perdida del poder es evidente.

La «Marquesa» de Galapagar y sus rebuznos

Pero la promesa de Feijóo va más allá de la reducción del número de ministerios, con la cartera de Igualdad encabezando la lista de los que sobran. La ley de Memoria Democrática que reglamenta la adquisición de la nacionalidad española para hijos o nietos nacidos fuera de España como consecuencia del exilio por razones políticas o ideológicas, también sería derogada bajo un eventual gobierno del Partido Popular, junto con la “ley trans”.

En resumen, la propuesta de Feijóo es derogar el sanchismo. Y para lograrlo, el PP sabe que necesita pactar con Vox, para lo cual no bastaría con repartir cuotas de poder. Acercar la agenda ideológica también será necesario, y las promesas del líder de los populares ya empiezan a asomar esos acercamientos.

El adelanto de Sánchez no evita la mayoría absoluta del PP con Vox y dispara a Bildu por encima del PNV

El PP, con 141 diputados, firmaría una holgada mayoría con Vox (44)

El PSOE (84) y Podemos con Sumar (40) no tienen opción alguna de revalidar el Gobierno

Por LUZ SELA

La decisión de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones generales al 23 de julio para «clarificar» la situación política tras la debacle socialista del domingo no tiene ningún impacto en la intención de voto. La encuesta de Data10 para OKDIARIO -la primera tras la convocatoria de los comicios-constata que los españoles tienen decidida su papeleta y los bloques permanecen intactos. El Partido Popular ganaría las elecciones (141 diputados) y, sumando con Vox (44), lograría una holgada mayoría absoluta de 185 escaños. El PSOE (84) y Podemos con Sumar (40) no tienen opción alguna de revalidar el Gobierno.

Los datos demuestran que ni el sorpresivo anuncio de Sánchez, ni siquiera los resultados de las elecciones de este domingo, influyen en una convocatoria nacional. Si los comparamos con el anterior sondeo -publicado por este periódico a principios de mes-, el PP y PSOE suben un escaño y Vox y Podemos bajan dos. El equilibrio a ambos lados del espectro ideológico confirma una tendencia que viene observándose desde hace meses y que apuntala el rumbo de Alberto Núñez Feijóo hacia La Moncloa.

De hecho, el PP supera hasta en 17 diputados la suma de todas las izquierdas que conforman el actual Ejecutivo (124), esto es, PSOE, Podemos y el nuevo proyecto de Yolanda Díaz. Incluso la unión de la izquierda más radical en una única lista sería incapaz de desbancar a Vox como tercera fuerza. El adelanto ha truncado el calendario de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y obliga a Díaz y a Podemos a aparcar sus disputas y a forzar un pacto en apenas 10 días para concurrir juntos a los comicios. En Moncloa consideran que esta unión es fundamental para que sus opciones no queden aún más mermadas.

Estrategia

En realidad, la estrategia de Sánchez con el anticipo no va más allá de una mera operación cosmética para evitar males mayores para sí mismo. Esto es, taponar una probable rebelión interna tras un resultado electoral dramático para los socialistas el 28M: la Comunidad Valenciana, Extremadura, Baleares, Aragón y La Rioja pasan a manos del PP, que también podría sumar Canarias, y el PSOE tampoco gobernará en Cantabria. El jefe del Ejecutivo, que hace apenas un mes rechazaba el adelanto, da un sorprendente giro de guión para derivar el foco del fracaso hacia un nuevo y cercano horizonte electoral.

«Todas estas razones aconsejan una clarificación sobre la voluntad de los españoles y de las españolas, una clarificación sobre las políticas que debe aplicar el Gobierno de la Nación, y una clarificación sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase», alegó Sánchez este lunes para blanquear su decisión.

Movilización

Los estrategas monclovitas -que quieren evitar una agonía de seis meses con fatal desenlace- fían ahora la movilización de su votante como respuesta a los pactos territoriales del PP con Vox, algo que previsiblemente no ocurrirá antes de las elecciones. Creen, además, que extrapolando los resultados de este domingo aún tienen margen para una remontada. Tras un fin de campaña marcado por los escándalos de la compra de votos e incluso la imputación del número dos del PSOE andaluz, el partido esperaba un batacazo, pero no de tal calibre.

Los sondeos demuestran, en cambio, que la derecha está mucho más movilizada que la izquierda: si hoy se celebrasen las generales, el PP recabaría el 33,7% de los apoyos, lo que se traduce en 52 diputados más que en las elecciones del 10 de noviembre de 2019. El PSOE (21,3%), perdería 36. Los de Feijóo encaran la nueva etapa electoral pletóricos por el indiscutible triunfo de las elecciones municipales y autonómicas, tras ganar en siete de las 12 comunidades disputadas y en ciudades estratégicas como Valencia o Sevilla, y firmar una rotunda mayoría absoluta en ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

Aunque Feijóo ha advertido de que «el sanchismo no ha sido derogado todavía», sí se puede decir que el partido encara la segunda vuelta con las mejores expectativas. Si los populares habían planteado las elecciones como un plebiscito sobre Sánchez, las urnas les han revelado además que su proyecto puede atraer al electorado moderado del PSOE, absorber al de Ciudadanos -sin representación en unas generales- y taponar la sangría hacia Vox. Los de Abascal, aunque con ocho actas menos que hace cuatro años (15,4%), mantienen aún una relativa estabilidad en el convulso escenario político, lo que revela la fidelidad de sus votantes.

Auge de Bildu

Entre los socios del Gobierno socialcomunista, ERC sufre un retroceso y se quedaría en 11 diputados, dos menos en comparación con el último sondeo de Data10. El partido de Oriol Junqueras pierde así su particular batalla por liderar el frente separatista y se ve atenazado por Junts, también con 11 asientos pero con una décima más en intención de voto.

Relevante es también el impulso de Bildu que, aunque empata con el PNV en cuanto a representantes (6), le supera en porcentaje de votos. El partido de Arnaldo Otegi rentabiliza su papel de socio preferente de Pedro Sánchez no sólo en las generales: en los comicios locales de este domingo, los proetarras ganaron en el Ayuntamiento de Vitoria y estuvieron a punto de hacerlo en San Sebastián, mientras los peneuvistas pierden influencia. Hasta 15 terroristas condenados de los 44 que concurrían en las listas de Bildu lograron escaño. Dos de ellos, con delitos de sangre.

Ficha técnica de la encuesta

El PP ganaría las elecciones con un 31,1% de los votos y seis puntos de ventaja sobre el PSOE

Vox se mantendría como tercera fuerza más votada y vería aumentar sus apoyos hasta el 16.8% (57 escaños)

Lidia Ramírez@lidiaramirezrollrr@theobjective.com

El Partido Popular ganaría las elecciones generales con el 31.1% (134 escaños) de los votos si se convocaran hoy, seis puntos por encima del PSOE, que vería reducidos sus apoyos al 24.8% (96 escaños), según el último sondeo realizado por Metrocospia entre el entre los días 12 y 15 diciembre de 2022. Vox, por su parte, se mantendría como tercera fuerza más votada y vería aumentar sus apoyos hasta el 16.8% (57 escaños).

Los partidos a la izquierda del PSOE, a la espera de su definitiva configuración, continuarían mostrando, hoy por hoy, una básica estabilidad: Unidas Podemos obtendría el 9.4% de los votos (y 21 escaños), la plataforma de Yolanda Díaz (Sumar) obtendría hoy el 2.4% de los votos (y un único escaño) y Más País obtendría el 1.8% de los votos (y entre uno y dos escaños).

De esta forma, en el final de 2022, y de cara al que será el último año de la actual legislatura, los datos obtenidos por Metroscopia esta misma semana no indican cambios en los alineamientos electorales que han venido expresando los españoles desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la política nacional y la mayoría absoluta del PP en Andalucía: la suma de los escaños estimados para PP (en torno a 134) y Vox (en torno a 57) superaría hoy, con holgura, los 176 escaños que otorgan la mayoría absoluta en el Congreso.

Sondeo realizado entre los días 12 y 15 de diciembre de 2022 | 1.750 entrevistas.

La izquierda recupera a los mayores

Así, este sondeo, viene a demostrar una vez más que la división entre los partidos a la izquierda del PSOE en tres marcas distintas penalizaría al bloque de izquierdas a la hora de obtener escaños en muchas circunscripciones electorales. Durante la primera mitad del actual año, la disposición de votar a la derecha (especialmente al Partido Popular) experimentó un notable crecimiento tras la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la política nacional y la victoria por mayoría absoluta del PP en Andalucía. No obstante, el apoyo de las personas de más edad a los partidos de izquierda tras la revalorización de las pensiones estaría mitigando, por ahora, los posibles efectos negativos en este concreto electorado de las decisiones gubernamentales sobre la supresión del delito de sedición o la rebaja de las penas de malversación. Decisiones ambas impopulares en buena parte de los votantes de izquierda.

De igual forma, los resultados del sondeo muestran un trasvase de votos del PSOE hacia el PP. En el momento actual,el porcentaje de votantes socialistas que declara su intención de votar a partidos de derecha se sitúa en torno al 8% (medio millón de votos aproximadamente). Una fuga de votos que se produce de manera más intensa entre los menores de 65 años.

Feijóo mantiene una ventaja de 38 escaños sobre Sánchez y sumaría 187 con Abascal

El PP ganará con 131 escaños y junto a los 56 de Vox tendrá una holgada mayoría absoluta de 187 diputados
El PSOE cae hasta los 93 diputados, 27 menos de los que hoy disfruta en la Carrera de San Jerónimo
El 41% de los españoles cree que Feijóo será presidente, frente al 34,7% que piensa que seguirá Sánchez

Por AGUSTÍN DE GRADO

El PP ganará las elecciones generales con una amplia distancia frente al PSOE y podrá gobernar con una cómoda mayoría absoluta si logra un acuerdo con Vox. Los de Alberto Núñez Feijóo lograrían 131 diputados (incluyendo los dos de Navarra +, la coalición con la que el PP se presenta en la Comunidad Foral). Son 38 más de los que alcanzaría la formación liderada por Pedro Sánchez y que, sumados a los 56 pronosticados para Vox, permitirían a la derecha acabar con el sanchismo en el poder, según la última encuesta electoral de Data10 para OKDIARIO antes de que España entre en un intenso año electoral.

El mapa electoral permanece estable desde que a mitad de año el liderazgo de Feijóo se afianzó en el PP y colocó al partido del centroderecha como el favorito de los españoles, con una intención de voto por encima del 30%. Sólo varía ligeramente en función de la intensidad política que coincide con la elaboración de la encuesta. Así, la bronca y polarización originada por la acusación de Irene Montero al PP de «fomentar la cultura de la violación» y la calificación de «filoetarras» que Vox hizo de los socios de Sánchez -que ofendió a los socialistas, pero no a Bildu- ha mejorado los resultados mensuales tanto de Vox como de Podemos (los dos partidos ganan dos escaños respecto a noviembre), pero sin alterar el resultado final. Éste no es otro que el PP ganaría las elecciones con una amplia ventaja sobre el PSOE y dejará a Vox en la situación de apoyarle si quiere desalojar a la izquierda del Gobierno de España.

El PP cede dos escaños respecto al sondeo de noviembre que van a parar a Vox, pero el 30,9% de los votos que obtendría le reportaría 131 diputados. Serían 40 más que los conquistados en la última cita electoral y dejarían en manos de Santiago Abascal la responsabilidad de poner fin a la estancia de Sánchez y sus socios en la Moncloa. Según el sondeo, Vox concentraría 56 escaños, cuatro más que en 2019, por lo que la mayoría de la derecha política se dispararía hasta los 187 diputados, 11 por encima de la mayoría absoluta.

Los dos partidos que forman el Gobierno de coalición están muy lejos de poder renovar su mandato cuatro años más. El PSOE cae casi cuatro puntos en intención de voto respecto a 2019 y sigue por debajo del centenar de escaños. La encuesta de Data10 le atribuye 93, que son 27 menos de los que actualmente disfrutan los socialistas en la Carrera de San Jerónimo. Por su parte, y con el futuro de Yolanda Díaz aún por resolver, Podemos también sigue muy lejos de poder repetir los 35 diputados que ahora jalean a Irene Montero desde sus escaños.

Así, después de tres años de gestión socialcomunista, los españoles otorgan al bloque ideológico de la derecha política (PP y Vox) 44 escaños más que la última vez que fueron a las urnas. Por el contrario, reducen la fuerza política de PSOE y Podemos de 155 a 119 escaños.

El vuelco sociológico viene producido por varios factores. El primero, que casi un millón de votantes de Sánchez se pasan a Feijóo tres años después. El segundo, que el PP capitaliza como nadie la desaparición de Ciudadanos: 820.000 votantes de Albert Rivera depositarán ahora la papeleta del PP. Y, por último, que el PSOE es el partido que más votantes envía a la abstención, desencantados con una gestión que no encuentra siquiera el apoyo decidido de los barones territoriales.

Una grave amenaza para la sociedad española y sólo un partido se la está tomando en serio

España tiene un gobierno que está favoreciendo a toda clase de delincuentes

España está viviendo un momento a la vez grave y surrealista, debido a un gobierno que es un cóctel de autoritarismo, fanatismo, arrogancia e incompetencia.

Un gobierno que pacta sus cuentas con quienes no condenan el terrorismo

Sería difícil resumir en pocas palabras lo que viene ocurriendo en los últimas años en España a quien no conozca la realidad de este país, pero a grandes rasgos podría decirse que el gobierno de coalición formado por socialistas y comunistas se ha puesto al servicio de unos delincuentes. Hace ahora dos años llegó el primer grave escándalo en ese sentido cuando el gobierno de Pedro Sánchez decidió pactar sus cuentas con los herederos de la banda terrorista ETA, con un partido político que llama «presos políticos» a unos criminales que asesinaron a 853 personas e hirieron y mutilaron a 6.389, unas cifras en las que hay que incluir 20 niños asesinados y 60 niños heridos y mutilados.

El gobierno de Sánchez ha estado pagando el apoyo de los herederos de ETA con el acercamiento a prisiones vascas de los presos de esa banda terrorista y con otras medidas que han servido para indignar y humillar a las víctimas de esos asesinos. Una de las medidas más escandalosas fue pactar una reescritura de la historia de España con los que no condenan el terrorismo de ETA, mediante una ley que no hace ninguna mención a los crímenes de bandas terroristas de extrema izquierda como ETA y los GRAPO, que han estado asesinando, hiriendo y mutilando a españoles durante décadas con el objetivo de poner a nuestra democracia de rodillas y que cediese a sus intolerables exigencias.

Un gobierno que pacta dejar impunes a unos golpistas

Los pactos del gobierno con delincuentes también han tenido como resultado los indultos a los condenados por el golpe separatista de 2017 en Cataluña, un grave intento de socavar el orden constitucional y romper la convivencia entre españoles. Y como el gobierno se apoya en el separatismo catalán para gobernar, su última cesión es cambiar la ley para eliminar el delito de sedición e incluso abrir la puerta a reformar el delito de malversación de fondos públicos, que son los dos principales delitos por los que fueron condenados los autores de ese golpe. El objetivo de esas cesiones es que Pedro Sánchez pueda seguir un año más en el poder, hasta la convocatoria de las próximas elecciones generales, aunque el resultado sea dejar impunes a unos delincuentes y desarmar al Estado de Derecho ante un nuevo golpe separatista.

Un gobierno que favorece a violadores y pederastas

Las medidas del gobierno de Sánchez en beneficio de delincuentes han derivado esta semana en un escándalo por las rebajas de condena a violadores y pederastas a causa de la desastrosa «ley de libertad sexual» promovida por el gobierno y que fue aprobada el pasado verano. Esa ley está generando una gran alarma social, así como desasosiego e indefensión entre las víctimas.

Un gobierno que no reconoce sus errores y no asume ninguna responsabilidad por ellos

Este último escándalo ha vuelto a poner en evidencia que España tiene un gobierno que es una grave amenaza para la propia sociedad española, al favorecer a los que quieren romper nuestra convivencia, a los que han estado asesinando a niños y adultos, y también a los que han violado a mujeres. Hasta ahora, ni un solo miembro del gobierno ha dimitido por estos escándalos, lo que muestra, además, que estos gobernantes se niegan a asumir ninguna responsabilidad sobre sus actos. Ni siquiera piden perdón ni reconocen los errores que cometen. La política oficial es culpar siempre a los demás (jueces, oposición parlamentaria, medios de comunicación) y señalar con el dedo a esos colectivos en una actitud que es una mezcla de amenaza e incitación al odio.

La dispar respuesta de la oposición política: Vox se moviliza…

Si todo lo que acabamos de ver lo hubiese hecho un gobierno de derechas, la izquierda ya estaría incendiando las calles desde hace tiempo. La reacción de la oposición española a los atropellos de la izquierda está siendo muy dispar, pero hasta ahora no ha habido ni una sola protesta violenta. Sólo un partido de la oposición ha decidido convocar protestas en las calles: Vox. Es el mismo partido conservador que en 2017 recurrió a los mecanismos del Estado de Derecho para perseguir judicialmente a los autores del golpe separatista en Cataluña. Nadie puede acusar a ese partido de radicalismo: todas sus protestas son pacíficas y siempre respeta las reglas democráticas, algo que no se puede decir de los socios separatistas del gobierno de Pedro Sánchez.

En esa misma línea, Vox, el tercer partido más votado de España, ha vuelto a recurrir a los mecanismos del Estado de Derechoanunciado un recurso ante el Tribunal Consitucional contra la amnistía encubierta del gobierno a los golpistas con la eliminación del delito de sedición. Además, Vox también ha planteado la necesidad de una moción de censura al gobierno. De hecho, ese partido ya presentó una moción de censura hace dos años que no apoyó ningún otro partido político (todos los demás votaron en contra junto al gobierno).

… y el Partido Popular se cruza de brazos

Entre tanto, el segundo partido más votado de España, el Partido Popular (PP), ha tenido una respuesta muy distinta: ni protestas en las calles, ni moción de censura ni recurso ante el Tribunal Constitucional. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se ha limitado a decir que cuando llegue al gobierno deshará lo que hizo Sánchez. Hasta entonces -repito que las elecciones están previstas para dentro de un año-, su solución parece ser cruzarse de brazos y esperar.

Ante el momento crítico que vive España, ante un gobierno que es una grave amenaza para la sociedad española, sólo Vox parece tomárselo en serio y actuar como debe hacerlo la oposición democrática. Porque la labor de la oposición parlamentaria no debe a limitarse a quejarse ante los medios o en las redes sociales. Cuando la Nación está en un trance como el actual, lo que se espera de la oposición es que actúe en consonancia, y que no se encoja de hombros y se resigne a esperar una nueva llamada a las urnas.

Lo que está haciendo el PP ahora es lo que ya hizo ante el golpe separatista de 2017: intentar no mojarse y esperar a que otros resuelvan el problema, aunque luego sea ya demasiado tarde para reparar el daño hecho. Ya lo dice la famosa cita atribuida al conservador Edmund Burke que figura en la portada de esta web: «Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres de bien no hagan nada«. Lo del PP no es «moderación», como tanto presumen: es una actitud tibia y cobarde que facilita el triunfo de los malvados.




FUENTE: ELENTIR

La cantera

Rodearse de los más parecidos al rodeado es, además de un grave error, una estupidez. Y los dirigentes del PP llevan mucho tiempo rodeándose de ellos mismos, distantes de las voces críticas y sinceras.

Alfonso Ussía

En las reuniones de amigos no se debe hablar de política, religión o dinero. En ocasiones, resulta inevitable. Una decena de amigos nos juntamos, pocos días atrás, para celebrar el medio siglo transcurrido desde que Mary Quant ideó y puso de moda la minifalda. El motivo fundamental de la reunión dio poco de sí. Y un insensato abrió el debate político. Dado que los diez amigos éramos montañeses o adheridos a La Montaña, hoy Cantabria y anteayer provincia castellana de Santander, los primeros políticos en salir a la palestra fueron los de la provincia. Los diez amigos, liberales y conservadores, siete de ellos votantes del PP y los tres restantes de Vox. Se trató de una reunión de personas decentes. Revilla, como la minifalda, tampoco dio mucho de sí, aunque alguno recordó su entusiasta pasado falangista. Pero aquí, Revilla es sinónimo de cansancio tertuliano. Y le tocó el turno a la dirigente montañesa del Partido Popular, que es una calamidad. ¿Cómo es posible que Feijóo haya apostado por ella después de su calamitosa gestión? Y salió a relucir la alcaldesa de Santander, infinitamente más válida que la máxima mandataria del PP, muy capaz de devolver al partido mayoritario de la derecha española su viejo poder perdido en la provincia. Y alguien comentó que el problema del PP es que no tiene cantera, lo cual motivó una elevación en el tono de las voces. Mi opinión es que tiene cantera, y realidades, que no terminan de convencer a los dirigentes del PP nacional por enigmas indescifrables. El trío que hoy manda en el PP, Feijóo, Pons y Gamarra –con Bendodo, al que no hay que olvidar– quiere conseguir los votos socialdemócratas, y ha creado una enorme confusión en muchos de sus votantes. Pero es indiscutible que un partido político, con una mayoría de dirigentes con carreras universitarias y una preparación intelectual infinitamente más alta que la de los partidos de izquierdas –hoy, ultraizquierdas–, tiene a mucha gente preparada para dar el salto y sustituir al ambiguo y desorientado equipo actual. Y no nos referíamos al equipo cántabro, sino al nacional, con un Feijóo desinflado, un Pons que recuerda a una veleta, y una Gamarra que no concita simpatía alguna, y para colmo, carece de la contundencia y la mala uva que deben acumular en el hígado los portavoces parlamentarios. Mucho mejor fue Cayetana Álvarez de Toledo, pero los acomplejados la defenestraron.

Y que hay cantera, y buena cantera, me lo demostró ayer una parlamentaria del PP en la Asamblea de Madrid, Elisa Adela Vigil, que dio un monumental repaso a socialistas y mónicos médicos o madres, en una intervención de tres minutos desde su escaño, sin papeles, y con una capacidad destructora de la mentira y la desvergüenza, brillante y ejemplar.

Pues claro que hay cantera, como también la tiene Vox, y algo menos Ciudadanos. Lo fundamental es no perder esa cantera de políticos válidos por celos, complejos o preferencias interesadas. La política no es una actividad cómoda. Rodearse de los más parecidos al rodeado es, además de un grave error, una estupidez. Y los dirigentes del PP llevan mucho tiempo rodeándose de ellos mismos, distantes de las voces críticas y sinceras. Un partido como el PP, tan amplio en su fidelidad electoral, tiene que apoyar la brillantez, aunque resulte incómoda. Sánchez se ha cargado al socialismo creando el sanchismo, y el PP no puede imitar tan desastroso ejemplo. Viendo, oyendo y aplaudiendo a Elisa Adela Vigil, tuve la impresión de que la normalización y unión del liberalismo y el conservadurismo en España no es un sueño. Es una probable realidad si la política se entiende como servicio público, no como próspera seguridad personal. Para colmo, Elisa Adela Vigil, además de una gran parlamentaria, además de valiente y certera, es atractiva, tiene clase y es rubia, lo que más humilla y hiere al feminismo profesional y falso de las izquierdas.

En fin, que la reunión salió bastante bien. Hay esperanza.

Soraya, Casado y sus pactos.

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

«Si Rajoy prefirió dejar el poder a Sánchez y compañía antes que dimitir e ir a elecciones fue para evitar que pudiera ganar Rivera.»

Por Federico Jiménez Losantos en El Mundo

La elección entre Soraya y Casado al frente del PP es tan importante para España como el Congreso del PSOE que eligió a Zapatero y no a Bono o a Rosa Díez, que no hubieran emprendido, al menos Díez, la política de deslegitimar la Transición y relegitimar la II República y la Guerra Civil, inseparable del relanzamiento del nacionalismo catalán por el propio ZP. A primera vista, estamos en la reconsideración o confirmación del Congreso de Valencia de 2008, en el que Rajoy, con el apoyo de Arenas y Camps, decidió salvar su liderazgo sometiéndose al PSOE en vez de combatirlo.

La prueba de que estamos en la misma disyuntiva es la movilización de los mismos que aplaudían la ruptura de Rajoy -antes, Gallardón– con EL MUNDO y la Cope, para apoyar a Soraya por ser mujer o dar a Casado por seguro perdedor, porque les recuerda a Aznar, reo del delito imperdonable de haber derrotado al felipismo. En el fondo, el PP debe decidir si acepta la superioridad moral de la izquierda y se une a su proyecto político, que es la demolición del régimen del 78 por la angosta vía de Rubio Llorente que ayer recordaba muy oportunamente Arcadi Espada: la legislación sobre el referéndum, mecanismo extraconstitucional para intentar cambiar la base de la Constitución, que es la soberanía nacional. A partir de ahí, a partirse.

La madrina de CebriánFerrerasRoures y Godó unciría al PP al nuevo cordón sanitario del PSOE, comunistas y separatistas contra Cs. Soraya sería la coartada institucional del frente anticonstitucional. Si Rajoy prefirió dejar el poder a Sánchez y compañía antes que dimitir e ir a elecciones fue para evitar que pudiera ganar Rivera. La paradoja trágica de la España oficial es que el sistema considera antisistema al que defiende las bases del sistema.

Creo que Casado tiene alguna posibilidad, sólo alguna, de salvar al PP y labrar un liderazgo de futuro con Ciudadanos y Vox, desgajadas del centro derecha por la traición del PP a su antigua base social. Sin canibalismo. No se trata de reconquistar votos sino de asociar fuerzas para la resistencia nacional, luego electoral. Habrá acuerdo con Vox y Cs si el PP prueba que ha escarmentado. Sin ese pacto, con Soraya imposible, no se derrotará a ese golpismo triomfant con el que Sánchez y Torra nos mortifican hoy.

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La última oportunidad.

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El PP vive en constante conflicto con su electorado desde que sacrificó sus señas de identidad en el Congreso de Valencia.

Por Luis Herrero

El asesino siempre vuelve al lugar del crimen. El PP que ha venido desangrándose de elección en elección, encuesta tras encuesta, fue apuñalado en el Congreso de Valencia, cuando Rajoy buscó el apoyo de Arenas y Camps, en Andalucía y Valencia, para salvar su liderazgo, seriamente amenazado por la acometida de quienes le reclamaban, con Esperanza Aguirre a la cabeza, una apuesta ideológica sin ambages.

Ocho años después, la heredera de su legado gubernamental se dispone a reeditar la alianza de 2008 con andaluces y valencianos -los dos territorios con más peso en la estructura de poder del partido gracias a unos censos que se han demostrado más falsos que Judas- a pesar de las funestas consecuencias que aquel pacto trajo consigo. De hecho fue el origen de la sangría. La artera puñalada que abrió la herida mortal.

El cónclave valenciano hizo un diagnóstico de la situación profundamente equivocado. Lo ha explicado muy bien el profesor Miguel Angel Quintanilla en un artículo publicado en las páginas de El Mundo el jueves pasado. Lo que ocurrió es que los cabezas de huevo del PP le dieron pábulo a la idea de que el PP se había convertido en ese partido extremista, crispado y pendenciero que la propaganda oficial, a través de los altavoces de la izquierda, se empeñaba en presentar ante la opinión pública. Pero no era cierto. Como recuerda Quintanilla en su artículo, el PP obtuvo entonces más del 40% del voto de centro, casi cuatro millones y medio, mientras que el PSOE obtuvo la mitad. Por alguna extraña razón, el exégeta Arriola leyó los datos al revés y prescribió la urgente necesidad de cambiar de rumbo y de tripulación.

 

Rajoy le compró la mercancía, tiró por la ventana a Acebes y a Zaplana, a quienes se señalaba como principales artífices de la nefanda política de crispación, y se dispuso a ensanchar la base social de su electorado con nuevas cartas de navegación y nuevos contramaestres. Soraya y Cospedal se hicieron con el mando. Con ellas a su lado, Rajoy se dispuso a crecer, a mejorar la imagen del partido y a establecerse mejor en Cataluña y en el País Vasco. «Eran muy buenos propósitos -escribe Quintanilla- , pero todo ha salido exactamente al revés de lo que se pretendía. La realidad es que hoy el PP está situado mucho más a la derecha que hace diez años, que su liderazgo ha recibido la menor puntuación de la historia del partido y que su posición en Cataluña y en el País Vasco, entre otras comunidades, puede calificarse sin exceso como catastrófica».

Si el PP evaluara con cierto detenimiento estas circunstancias llegaría a la conclusión de que no puede seguir viviendo en permanente conflicto con su electorado. Quien suceda a Rajoy debería dar por fallidas las decisiones de fondo que se adoptaron en el Congreso de Valencia y devolverle al partido unas señas de identidad que le reconcilien con su base social. Pero de los dos candidatos que han pasado el corte de la primera vuelta de las primarias, solo Pablo Casado parece haberse percatado de esa necesidad. Soraya Sáenz de Santamaría, justo al contrario, defiende impertérrita el asombroso discurso de mantenerse en el error. Una de las eminencias grises de su equipo electoral, José María Lasalle, coautor junto a Arriola del plan de acción que ha traído al PP hasta el borde del despeñadero, ha vuelto a poner negro sobre blanco, en un artículo publicado en El País, la misma reflexión que indujo a Rajoy a equivocar su apuesta.

Lasalle ve la opción de Soraya como «un revulsivo de cambio y apertura para mejorar e incrementar el angular electoral del PP ante una sociedad que se ha transformado radicalmente en los últimos años» y a Casado como al máximo exponente de «una actitud de atrincheramiento sentimental que negativiza la política del partido alrededor de unos principios de arqueología noventera» condenada a fidelizar la marca en torno a mínimos electorales. De nada servirá recordarle a este hombre que los datos desmienten su teoría. Los «principios de arqueología noventera» que él denuesta llevaron al PP a tener un rechazo treinta puntos inferior al actual y, sin embargo, la política ejecutada por el «revulsivo de cambio» ha merecido por dos veces consecutivas el mayor castigo electoral de los populares desde su refundación en 1990. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Si los compromisarios que tienen que votar el día 21 prefieren la obediencia gregaria a los jefes de las tribus a hacer un análisis sensato de lo que les ha llevado al fondo del océano, perderán la gran oportunidad de salir a la superficie. Y todo indica que es la última que les queda.

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HISTORIA DE DOS TRAICIONES: MOCIÓN DE CENSURA Y GOBIERNO DE PEDRO SÁNCHEZ

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En los últimos días, hemos asistido con consternación ciudadana a dos traiciones que han evidenciado la miseria moral y política de sus protagonistas, y el grave peligro que amenaza a la España constitucional que una inmensa mayoría de ciudadanos desea mantener, como ámbito de convivencia que garantice sus derechos y libertades.

Tras la presentación de la moción de censura contra Mariano Rajoy Brey, el país se debatía, institucionalmente hablando, entre mantener un gobierno “zombie” (lo que finalmente no aconteció), designar a un gobierno “Frankenstein” o concurrir a un proceso electoral.

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Mariano Rajoy aplaudido por los suyos durante la moción de censura.

Tres caminos podrían haberse seguido, y previsiblemente se ha optado por el peor:

  • Mantener en el poder a un gobierno “cobarde, timorato y cómplice” de los golpistas e independentistas;
  • Provocar la caída de Mariano Rajoy Brey para abrir el camino a La Moncloa a “un gobierno en manos de golpistas, proetarras, independentistas y comunistas – lo que finalmente ha sucedido -;
  • O que, aplicando el sentido de Estado, Rajoy hubiese presentado su dimisión al cargo, desactivando, de ese modo, la moción de censura, facilitando que los ciudadanos españoles, en un plazo relativamente corto, pudieran pronunciarse en las urnas. Toda esperanza en esta posibilidad quedó descartada cuando la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, compareció ante los medios para anunciar que de nada valdría la dimisión de Rajoy, dado que ello no garantizaría que el PP continuase en el gobierno. Pero, una vez más, el cobarde Rajoy traicionó a los ciudadanos.

Por tanto, asistimos a una muestra de felonía política nunca evidenciada en nuestra democracia, y Rajoy fue su principal protagonista.

Sin embargo, la traición de Mariano Rajoy Brey comenzó mucho antes: en el Congreso del Partido Popular de Valencia (2008), al que el periodista Federico Jiménez Losantos denomina “Congreso de Bulgaria, capital Valencia”, cuando Mariano Rajoy decidió salvarse a sí mismo, traicionando todos los principios ideológicos del Partido Popular, traicionando la herencia política del aznarismo y entregando el accionar propagandístico a la izquierda radical.

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Congreso del PP de 2008, en Feria Valencia.

Pero, independientemente de la gran traición de Rajoy al PP, a sus afiliados y a sus principios, lo peor ha sido la gran traición del ex presidente a la confianza depositada por millones de ciudadanos.

A más de 10 años de ese “congreso”, nadie recordará la pedantería y soberbia de algunos dirigentes populares, para quienes, aunque pusieran una fregona en las listas, jamás bajarían de los diez millones de sufragios. La realidad ha conducido a muchos de esos políticos a tribunales, a otros a la cárcel, a cientos al ostracismo político, a algunos pocos a la tumba y a miles a perder el mayor político que jamás detentó una formación en toda la historia de nuestra democracia.

Pero Rajoy no sólo ha traicionado el programa del Partido Popular, Rajoy ha traicionado la confianza de millones de ciudadanos.

Recordemos que, para esas elecciones, el lema de campaña del PP había sido “Súmate al cambio”, y los ciudadanos se sumaron: 10.866.566 ciudadanos confiaron en el programa del Partido Popular. Y esa confianza se tradujo en una mayoría absoluta de 188 escaños.

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Distribución de escaños en el Congreso de los Diputados,

El mapa político de España se “tiñó de azul”, otorgando a los populares la gran responsabilidad de gobernar, tras el nefasto gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y de no defraudar la confianza de los ciudadanos.

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Mapa político “azul popular” surgido de las elecciones de 2011.

¿Qué votaron los españoles en 2011?

Los ciudadanos votaron un programa basado en una serie de principios, a saber: rebaja fiscal, apoyo a las familias, fortalecimiento de la sociedad civil y de eficientización del Estado, respaldo a los autónomos para facilitarles la creación de empleo, reducción de duplicidades entre administraciones, liderazgo internacional, revalorización de las pensiones, reducción del paro, lucha contra el terrorismo y reducción de la deuda pública, por citar solo algunos ejemplos.

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Portada del programa del PP de 2011.

Rajoy, con su traición, ha empeñado nuestro presente e hipotecado nuestro futuro, así como el de varias generaciones de ciudadanos quienes, por primera vez desde la recuperación de la vida democrática, vivirán mucho peor que sus padres y que sus abuelos.

Rajoy traicionó a los españoles en lo económico, en lo político y en lo social.

En lo económico, y más allá del supuesto “mejoramiento de la economía”, Rajoy ha endeudado a los ciudadanos durante varias generaciones, condenándoles a un presente aciago y a un futuro desolador, en cuanto el Banco Central Europeo deje de comprar deuda y aumenten los tipos de interés.

En lo político, por ejemplo, Rajoy, tras la consulta ilegal del 1-O y la aplicación del artículo 155 de la Constitución Nacional, optó por convocar elecciones en la autonomía catalana, sin desmantelar las estructuras del golpe de estado, posibilitando el regreso de los golpistas al poder. La consecuencia de esa traición es el regreso al poder de los independentistas catalanes, liderados por un xenófobo supremacista que llama “bestias con forma humana” a los castellanoparlantes.

En lo social, Rajoy ha traicionado a la familia, ha permitido la imposición de la ideología de género en las instancias educativas (incluso por gobernantes del PP), ha permanecido incólume ante la fragmentación social y familiar derivada de la Ley de Memoria Histórica y ha condenado a la muerte a cientos de miles de no natos, favoreciendo el ingreso de decenas de miles de extranjeros contrarios a la cultura occidental, y deseosos de imponer un proyecto social totalitario al que encubren bajo un manto pseudo religioso.

En síntesis, Rajoy ha sido uno de los mayores traidores de toda la historia de España, tanto que quizás deberíamos llamarlo, Mariano, el felón.

Así como en un momento de nuestra historia, el Rey Fernando VII consideró que no podía enfrentarse al poder de Francia, creencia que le condujo a unir sus intereses políticos con los de Napoleón, Mariano asumió que nunca podría enfrentarse al discurso político de la izquierda y, por ello, traicionó todo el ideario liberal conservador y la confianza de millones de ciudadanos, para unir su futuro político al de una izquierda radical que funcionaría a modo de pinza contra el PSOE y que le permitiría estar durante muchos más años en el poder.

Una vez más, Mariano se equivocó.

Y el colofón de su traición ha culminado con un gobierno del PSOE, con Pedro Sánchez como Presidente, respaldado por golpistas catalanes, nacionalistas vascos, independentistas varios y comunistas totalitarios.

Hoy se ha presentado la foto del nuevo gobierno, al que no nos referiremos en este artículo.

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Pedro Sánchez, Presidente de Gobierno, rodeado de sus ministros.

Las consecuencias de estas dos traiciones: la de Mariano nacida del 2008, y la de Sánchez aceptando los votos de Bildu, ERC, PdCaT, Podemos, Compromís y otros, la viviremos en próximos días.

Concesiones al golpismo catalán, millones al independentismo vasco, dinero público para los lobbys partidarios de la ideología de género, aumento de la presión fiscal para familias y autónomos, incremento del gasto público en desmedro de la economía productiva, adoctrinamiento educativo, ideologización radical del discurso político y otros serán los efectos de esas traiciones. Pero de esto escribiremos en los próximos días.

FUENTE: Políticamente Incorrectos.