Etiqueta: POLÍTICA

Sinsentido

Rerum Montonerum

#StopIslam

El peligro de un nuevo ‘Frankenstein’

Volver a los 17

Mónica García, un bochorno despreciable para los madrileños

España, el ingenuo país de las maravillas

España al borde del precipicio

Por Fernando del Pino Calvo-Sotelo

Escribo pocas veces sobre política española, pero la frustración de las expectativas creadas respecto a una alternancia en el gobierno exige una reflexión. Aunque todo análisis realizado a posteriori –incluyendo este artículo– tiene menos valor que si se hubiera realizado a priori y debe ser tomado cum grano salis, las funestas consecuencias que tendrá la continuación del actual gobierno, cuyos pactos con sus aliados separatistas doy por sentado, requiere de una seria llamada de atención.

La probable permanencia en el poder de un personaje como Sánchez sólo se entiende por un motivo: es un gobernante que nunca ha tenido oposición digna de tal nombre. En efecto, la no-oposición, blandita como el algodón, de Rajoy II (Casado) y Rajoy III (Feijoo) ha sido un regalo extraordinario que le ha permitido cruzar todo tipo de líneas rojas sin recibir coste de respuesta más allá del trémulo piar de un pajarillo. Este estilo político de no-oposición se basa en esperar a que caiga la fruta al suelo en vez de cogerla de las ramas del árbol, en ponerse con parsimonia a la cola esperando que antes o después le llegue el turno, en concentrarse en andar de puntillas y no hacer mucho ruido más que en levantar la voz. Es como un café tibio, algo insulso y poco apetecible y la antítesis de la osadía y audacia necesarias para alcanzar el poder, que la ultraizquierda leninista supo utilizar con tanta eficacia.

Errores de bulto y expectativas frustradas

Algunas críticas sobre el modo en el que el PP ha realizado su campaña electoral me parecen justas. La forma más frecuente de ganar unas elecciones es metiendo miedo a la población y diciéndole a quién culpar de ello. Mientras el PSOE dominaba esta estrategia tan burda como eficiente con el miedo a la “ultraderecha” (particularmente en Cataluña, donde los votantes no separatistas prefieren el apaciguamiento a la firmeza y confrontación, al contrario que los separatistas), el PP aludía como socio preferente a un PSOE moderado hoy inexistente a la vez que denigraba a su socio de gobierno natural: la oposición haciéndose oposición a sí misma. En abierto contraste, el PSOE trataba con guante blanco a sus socios comunistas sin mencionar en ningún momento el “voto útil” a pesar de que la izquierda está tan dividida como la derecha – dividida, pero no enfrentada.

Tras afirmar sentirse “más cerca del PSOE que de Vox” (¿será cierto?), el PP cayó en la trampa de asumir el discurso de su adversario y realizó una campaña acomplejada y a la defensiva centrada en disculparse por sus pactos. ¿Tan difícil era poner como ejemplo el éxito de Madrid, donde tras un gobierno del PP con el apoyo de Vox no sólo no han desfilado las huestes franquistas por la Castellana, sino que los ciudadanos, encantados, han otorgado al PP mayoría absoluta? La patológica falta de combatividad de la no-oposición le impedía incluso fingir indignación y exigir explicaciones a Sánchez por la estable alianza del psicópata con la “ultraizquierda” y el separatismo de pasado golpista o terrorista. Que le haya sido más sencillo al PSOE asustar con la “ultraderecha” que al PP asustar con la alianza subversiva que personifica Sánchez (y que asusta incluso al minoritario socialismo moderado que tantos añoramos) resulta increíble. Por último, la ausencia del líder del PP en el segundo debate fue algo tan patético como el escaño vacío de Rajoy en su moción de censura.

Por lo tanto, aciertan quienes señalan como un problema al principal partido de la no-oposición, pues, como en Hamlet, “algo huele a podrido en Dinamarca”. En efecto, la dinastía Rajoy no terminó con su marcha de la política, sino que continuó con sus sucesores, que permanecieron fieles a ese estilo timorato que he descrito antes y que supone una verdadera bendición para un gobernante agresivo y sin escrúpulos como Sánchez. Éste es el verdadero nudo de la cuestión, y muestra un problema mucho más profundo que afecta a la política española desde la Transición.

El desequilibrio de fondo de la política española

Este estilo de comportarse se basa en la aceptación de las reglas, del lenguaje y de las definiciones de bien y mal del adversario político (el PSOE state of mind de Quintana Paz), lo que da lugar a la dócil aceptación de un doble rasero. Quien expide los pasaportes de corrección política es la izquierda. Por ejemplo, los comunistas subversivos de Podemos, los filoterroristas de Bildu o los delincuentes separatistas catalanes son partidos respetables, pero Vox es una peligrosa “ultraderecha” a la que hay que encadenar. ¿Se imaginan que al golpista Tejero – que pasó 15 años en prisión – se le hubiera indultado a los 3 años como a los catalanes? ¿Se imaginan que el caso ERE – el mayor escándalo de corrupción de la democracia– hubiera afectado a la derecha? Pero la mayor muestra del doble rasero es que, a pesar de que desde la llegada de la democracia toda la violencia política ha provenido de la extrema izquierda (tanto con el terrorismo marxista de ETA y el GRAPO como con los escraches y las violentas manifestaciones de batasunos y podemitas), es sobre la derecha sobre quien recae la sospecha permanente de extremismo.

El mismo estilo es el que explica la obsesión por el “centrismo”, concepto que nada tiene que ver con la loable definición aristotélica de virtud (el justo medio entre dos extremos), sino con un vacío absoluto de ideas y principios y un abandono de la lucha política rayano en la cobardía. ¿Observa acaso el PP que Sánchez o Podemos hayan alcanzado el poder gracias a su “centrismo”? ¿Cómo aspira a tener éxito un partido que vive atrapado por el miedo a pisar las líneas que le marca su adversario para provocarle una indefensión estructural?

En España la mitad del espectro político decidió hace muchos años dar por perdida la batalla del lenguaje y aceptó jugar con las cartas trucadas sin presentar debate ideológico o cultural alguno, limitándose a un seguidismo de toda iniciativa política que presentara la otra mitad (feminismo, ideología de género, etc.). Naturalmente, esto incluye adoptar el epíteto de “ultraderecha” (los ultras sólo pueden ser de derechas) para demonizar al partido que nació originalmente como una disidencia de los votantes traicionados por Rajoy.

En efecto, la crisis crónica del PP y la división de “la derecha” tienen como responsable último a Rajoy, nombrado a dedo con escaso acierto. Tras dos derrotas electorales consecutivas, sólo pudo ganar las elecciones del 2011 gracias a una enorme crisis económica utilizando como ariete la única acción responsable de Zapatero, que fue congelar las pensiones en un entorno de quiebra técnica del Estado. El PP prometió no congelarlas y bajar los impuestos, pero al llegar al poder aumentó las pensiones un insignificante 0,25%, subió los impuestos más allá de lo que proponía el Partido Comunista y, lejos de avergonzarse, se jactó de ello a través del ministro de Hacienda más dañino para la seguridad jurídica de nuestro país (hasta la llegada de Sánchez y el desastre Montero, naturalmente): “Me río porque hemos desconcertado a la izquierda”, afirmó encantado Montoro. Poco tiempo después, el gobierno del PP volvió a mentir sobre la subida del IVA, que realizó después de las elecciones andaluzas del 2012 tras afirmar que no lo haría.

Tras prometer luchar contra la corrupción (sin comentarios) e incumplir su programa, que incluía “la reforma del sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de sus veinte miembros sean elegidos por los jueces”, continuó traicionando a sus electores al mantener el protocolo que permitió la salida airosa de ETA tras su derrota policial. Incumplió sus promesas y consolidó todas las leyes ideológicas de ZP, incluyendo la de Memoria Histórica o la del aborto: es más, susurró a sus magistrados afines que metieran en un cajón su propio recurso ante el Constitucional. Increíble.

De este liderazgo tan dañino, del que el PP jamás ha entonado un mea culpa, nació Vox, un partido que tras su inicial ascenso perdió impulso y quedó noqueado con su fracaso en Andalucía, donde intentó pasar de partido nicho a partido mayoritario. Su dificultad para evolucionar desde una política de guerrilla a la de una política de gobierno, sus inoportunas estridencias estéticas y verbales, que favorecen la caricatura y el voto del miedo, la carencia de renovación de sus cuadros y las extrañas inclusiones y exclusiones en sus listas electorales son errores propios de la formación, que sorprendentemente ha omitido toda autocrítica.

La “derecha” puede acudir a las elecciones dividida, pero no enfrentada. El tiempo de despreciarse mutuamente o de apelar al cansino timo del “voto útil” ha pasado.

Los que miran sin ver y escuchan sin entender

Pero el verdadero culpable de que Sánchez pueda seguir gobernando es esa parte del electorado español que le ha votado a pesar de protagonizar la legislatura más escandalosa de la democracia. A esa parte del electorado no parece importarle nada sus mentiras constantes respecto a no indultar a los golpistas catalanes o no gobernar con los comunistas ni con los simpatizantes del terrorismo vasco; o la entrega al País Vasco de las competencias penitenciarias, a lo que se habían negado todos los gobiernos anteriores, que ha servido para acelerar el tercer grado de terroristas de ETA, o la reforma ad hoc del delito de sedición y de malversación para premiar a los golpistas catalanes. Esta parte del electorado tampoco parece darle importancia a la preocupante demolición institucional que ha llevado a cabo, desde su asedio a la jefatura del Estado, al escandaloso cese, sin precedentes, de la directora del CNI o al dictatorial control de un Tribunal Constitucional absolutamente politizado que parece querer bordear la prevaricación sin fingir ya siquiera un mínimo de objetividad.

Los votantes de Sánchez tampoco parecen comprender que votarle significa votar el independentismo catalán y el filoterrorismo de Bildu (ojo, su socio más leal), que amplifican su poder gracias a Sánchez, su topo en la Moncloa. Si esto no les importa, imagínense lo poca importancia que darán a su guerracivilismo desenterrador de muertos, a la sistemática erosión del Estado de Derecho con su abuso del decreto-ley, su ilegal estado de alarma o la aprobación de leyes abiertamente inconstitucionales, o a sus tics autoritarios que le llevan a evitar exponerse al escrutinio público de la prensa o el Parlamento. Tampoco parece importarles el cambio de política exterior respecto al Sahara y su sometimiento a Marruecos en detrimento de los intereses nacionales tras el sospechoso espionaje a su móvil, actuación que en un país con instituciones más sólidas habría dado lugar a una seria investigación independiente. Por último, también les da igual su estilo macarra y el impudoroso amor al lujo y a los privilegios de que ha hecho gala, más propios de un dictador de república bananera que del primer ministro de un país europeo. El mérito de Sánchez es haber comprendido precisamente esto: que puede hacer lo que le venga en gana porque a una parte de su electorado todos estos escándalos le vienen grandes o le resultan indiferentes.

La lección que extrae un psicópata de estas elecciones es que tiene carta blanca para hacer su voluntad sin límite ninguno. Prepárense. Especializado en explotar la carencia de contrapoderes del régimen del 78, que no supo crear instituciones fuertes e independientes ni arbitró suficientes mecanismos de autodefensa ante una situación así, Sánchez continuará con su agenda subversiva e inescrupulosa de demolición del sistema con un poder crecientemente autocrático y arbitrario sin que la ley le sirva de freno, pues domina el Constitucional como si estuviéramos en la URSS. No esperen ninguna ayuda de la UE: Sánchez es uno de los suyos, pues saca un diez en todas las asignaturas ideológicas de Bruselas.

Si Sánchez se mantiene en el poder, el daño que producirá a España será difícilmente reparable: el régimen del 78 quedará herido de muerte y la Constitución será papel mojado. Lamentablemente, ni la oposición, ni los medios, ni gran parte de los españoles se han enterado de lo que nos jugábamos en estas elecciones.

DESCARGA EL ARTÍCULO EN PDF

Sobre el socialismo y otras anécdotas de pandilleros

Aquellos que piensan que todo se reduce a una batalla cultural o a procesos electorales son, en el mejor de los casos, funcionales a las dictaduras

por Hugo Marcelo Balderrama

Fidel solamente estaba repitiendo las tácticas que unas décadas antes había implantado otro dictador comunista, Iósif Stalin. (Archivo)

El fallecido Olavo de Carvalho concluyó que muchas de las teorías marxistas no pasaban de ser falacias y mentiras. Por ejemplo, asumir que la lucha de clases es la constructora de la historia no tiene ningún asidero en la vida real. Ya que las personas tienen más progreso y mejores condiciones de vida cuando colaboran entre ellas. La lucha de clase destrozaría todo, pero no construirían nada.

Sin embargo, el verdadero peligro del marxismo y del wokis mo, su hijo posmoderno, no radica en sus disparatadas pretensiones de ciencia, sino en haber servido de justificativo para cometer toda clase de crímenes. Veamos.

Durante su «juicio» por traición a Cuba ―objetivamente, era un teatro montado por Fidel y Raúl― el comandante Huber Matos dio testimonio de la infiltración comunista en el proceso revolucionario.

Matos denunció que la Reforma Agraria era, en realidad, una expropiación de tierras a pequeños productores agrarios y familias sembradoras de arroz. Esas ideas ―que salían de la mente de Ernesto Guevara y otros comunistas― no tenían el apoyo de los productores cubanos. Pero eso no le importó a Castro, y para implantarlas recurrió a la táctica de todos los tiranos, encarcelar y matar a sus oponentes.

Pero Fidel solamente estaba repitiendo las tácticas que unas décadas antes había implantado otro dictador comunista, Iósif Stalin.

En su extensa obra, Iósif Stalin: una biografía, el escritor Robert Service nos relata que durante su juventud el dictador ruso era, junto a su pandilla, el principal organizador de asaltos a bancos y familias adineradas. Su mayor golpe lo dio en 1907, cuando su mara robó una diligencia de caudales. Luego del asalto huyeron a Finlandia. El atraco llenó de orgullo a Vladímir Lenin.

En 1922, dos años después de la muerte de Lenin, Iósif Stalin acapara el poder en la URSS, y comienza una purga de sus opositores. León Trotski, su mayor enemigo, fue desterrado de la Unión Soviética en 1929; él se exilia en México. Pero Stalin ya había ordenado su ejecución. En 1940 el militante comunista catalán Jaime Ramón Mercader del Río sería el encargado de cumplir esa orden.

Aunque los teóricos marxistas dicen que ambos tenían diferentes posturas en cuanto al futuro del comunismo, en verdad se trató de una vil y vulgar pelea de matones por el poder. Obviamente, Stalin resultó más sanguinario que Trotski.

No obstante, no es necesario retroceder tanto en la historia, ni viajar tan lejos para encontrar ejemplos, Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, fue uno de los principales exponentes del indigenismo, una especie de versión boliviana del wokismo.

Su militancia en la causa indigenista no se limitó a escribir libros o artículos, sino que, a principios de la década del 90, fundó El Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). La organización estuvo involucrada en asaltos a camiones de remesas y atentados a antenas de telecomunicaciones.

El discurso indigenista sirvió para que los crímenes cometidos por el EGTK sean vistos ante la opinión pública como un acto de «reivindicación» histórica. Pero como dice Max Manwaring, experto en seguridad y violencia pandillera, son simples hampones intentando figurar como luchadores sociales.

Incluso el propio Evo Morales es un producto de las ONGS y el dinero de los cárteles del narcotráfico. Su imagen de «líder» de los indígenas no pasa de ser una escena teatral para ocultar su naturaleza criminal, pedofilia incluida.

A modo de cierre, aquellos que piensan que todo se reduce a una batalla cultural o a procesos electorales son, en el mejor de los casos, funcionales a las dictaduras. Los militantes del castrochavismo están dispuestos a mantener el poder a cualquier costo, incluidos las guerras civiles y el terrorismo de Estado (lo dijo el propio Hugo Chávez). Nunca se trató de política, sino de crimen transnacional.

Maduro financió con casi medio millón de dólares programa de TV que lanzó a Podemos

#PodemosBasura #PodemosChusma

Podemos declaró como «fideicomiso» los 425.000 euros recibidos del chavismo para mantener al aire el programa La Tuerka, de Pablo Iglesias. Hacienda descubrió la maniobra financiera. Entre los beneficiados aparece una muy cercana colaboradora de la ministra de Igualdad, Irene Montero

Entre los beneficiados por el cuantioso aporte del chavismo al programa La Tuerka, de Pablo Iglesias, que propició la fundación de Podemos, resaltan Noelia Vera, mano derecha de la ministra de Igualdad, Irene Montero. (PanAm Post)

La Tuerka, ese programa de televisión de repugnantes tertulias izquierdistas que durante siete años condujeron los líderes de Podemos, Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias, recibió casi medio millón de dólares del régimen chavista de Nicolás Maduro a través del Banco del Tesoro para cubrir los costos de producción audiovisual y de personal.

El envío de los fondos desde Caracas, cuyo monto ascendió a 425.000 euros (468.000 dólares), llegó hasta los bolsillos de Monedero mediante una transferencia a la cuenta de Caja de Resistencia Motiva 2, una sociedad instrumental ad hoc. Tras la cifra hacerse efectiva, el fundador de la formación morada creó un fondo de inversión para ocultarla.

Luego de la ruleta bancaria, Ok Diario revela que los recursos se utilizaron para el pago de nóminas de trabajadores y colaboradores de La Tuerka y a la sociedad Producciones Con Mano Izquierda, agencia audiovisual de la cual formaba parte Iglesias.

Según datos divulgados por el medio español, Maduro transfirió el dinero a una de las cuentas personales de Monedero, activa en el Banco Santander en 2013, quien 24 horas después los desvió a la cuenta de sociedad de la que es administrador único para intentar ahorrarse 130.000 euros al tributar este ingreso a través del Impuesto de Sociedades, en lugar del Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF).

La maniobra no funcionó. La Agencia Tributaria descubrió la pretensión de Monedero, quien se vio obligado a presentar una declaración complementaria para evitar una multa.

Una coartada sin efecto

Juan Carlos Monedero se delató al colocar en el concepto de la operación financiera «Transferencia de BT/Fideicomiso». «BT» para distinguir la transferencia hecha por el Banco del Tesoro, cuyo único accionista es la República Bolivariana de Venezuela a través del Ministerio del Poder Popular de Economía y Finanzas.

Para el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) esta práctica –la del fideicomiso– puede ser utilizada para ocultar propiedades de origen ilícito o para operaciones de blanqueo de capitales. En el detalle de los gastos de los 425.000 euros entregados por Maduro destacan 101.513 euros para financiar el programa La Tuerka; 115.941 euros para el pago de impuestos correspondientes al año 2014 y el resto para «otros gastos».

“Entre 2015 y 2017 se retiraron los 139.000 euros restantes del fondo de inversión, dejando la cuenta en cero, para pagar a empresas que habían realizado un trabajo de asesoría jurídica a la mercantil”, precisa OkDiario.

Los beneficiados

Entre los beneficiados por el cuantioso aporte del chavismo al programa que propició la fundación de Podemos con sus transmisiones en Tele K y Canal 33, resaltan Noelia Vera, mano derecha de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y exsecretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, quien recibió 13.569 euros procedentes de Venezuela.

La exdiputada recibió diez transferencias con el abono de sus honorarios mensuales que pasaron de 1.300 euros a 1.450 euros por trabajar en el espacio. También aparece Almudena Tomás Hernández, exsecretaria de Producciones Con Mano Izquierda, quien recibió 11.111,57 euros; Caterina Muñoz Luceño, integrante del Círculo Podemos Feminismo, quien cobró 12.527 euros; Facundo Díaz, director del programa Tuerka News, quien recibió 12.010 euros, y Pablo Gabande, cofundador del programa La Tuerka, que recibió 14.666 euros.

Todos impulsaron medidas para esconder el origen de sus pagos, pero de nada sirvió que la dirección del partido elaborara un informe con pautas para negar que su líder intentara defraudar a Hacienda. «Hay que evitar decir que se ha estado financiando La Tuerka con ese dinero», pedían a sus militantes.

Ahora, sin posibilidad de volver a la academia después de fracasar en tres concursos para retomar su carrera como profesor, Pablo Iglesias apuesta por el adoctrinamiento a Latinoamérica con una versión en YouTube de su Canal Red. Desde la plataforma compartirá contenido dirigido a audiencias de Argentina, Uruguay, Perú, Chile y México. El canal en la plataforma de streaming para la región ya comenzó a operar, con la intención de acabar con el “bloque de poder mediático de la derecha” e impulsar las ideas izquierdistas de Podemos. ¿De dónde salen los recursos?

El hombre menguante en la Ciudad de los 15 Minutos

Seguramente muchos de ustedes conocen una expresión coloquial, atribuida a la milenaria cultura china, que es, por su ambigüedad, bendición y maldición a la vez. Me refiero a ese «¡Ojalá te toque vivir tiempos interesantes!», que según parece se deseaban de reojo y con retranca unos a otros al cruzarse…

Por Julio Murillo

Seguramente muchos de ustedes conocen una expresión coloquial, atribuida a la milenaria cultura china, que es, por su ambigüedad, bendición y maldición a la vez. Me refiero a ese «¡Ojalá te toque vivir tiempos interesantes!», que según parece se deseaban de reojo y con retranca unos a otros al cruzarse. Si lo analizamos, a todos se nos antoja que la felicidad, el bienestar, es más fácil de alcanzar en tiempos estables, apacibles, de rutina bien llevada, sin exceso de sobresaltos, que en épocas turbulentas, presididas por cambios, revoluciones y pérdida colectiva del oremus.

Que estamos viviendo «tiempos interesantes» es más que evidente. Tras dos años de pandemia, confinamiento y restricciones, nos hemos zambullido en un marco global de crisis e inestabilidad económica, hiperinflación, incremento estratosférico del coste de vida, pobreza y desigualdad social galopante, guerra a las puertas de casa e innegable geoestrategia de bloques, y muy negros augurios en el horizonte. Es decir, que vamos de sobresalto en sobresalto comiéndonos las uñas, si es que nos queda alguna por morder.

Los capitostes que mueven los hilos del mundo nos advirtieron nuevamente, hace muy pocos días, durante la reciente reunión del Foro Económico Mundial, de que la huella de carbono que vamos dejando diariamente en nuestras pequeñas e insignificantes vidas no es asumible, y que de seguir así nos vamos todos al garete; también de que más de dos terceras partes de la población del planeta sobra… Y de que en los dos próximos años –la alerta la emite la Interpol, no la T.I.A. de Mortadelo y Filemón– la probabilidad de que un ciberataque terrorista nos deje sin electricidad, a oscuras, sin Internet, sin cajeros, sin dinero de plástico y sin poder ir a Mercadona o a Zara –más que para comprar, que todo está carísimo, para pasar la tarde y hacer rabiar un rato a Pablo EcheniqueIone Belarra y compañía– es altísima. El caos, vaya…

El Reto Climático de Santa Greta Thunberg, el Big Reset, y un imprescindible cambio de paradigma planetario a todos los niveles, se han convertido en el nuevo caballo de batalla, en el becerro de oro a idolatrar con la fe del carbonero. Consumimos exceso de energía; exceso de agua y alimentos –toma grillo que te crió; «¡rico, rico!» como diría Karlos Arguiñano–; abusamos del transporte todo el año; y producimos residuos por un tubo cada día. Pues menuda novedad… ¡Maldita Revolución Industrial! ¡Malditos ingleses! ¡Maldita máquina de vapor de Watt!

Y de nada sirve ante dogma de fe tan asumido el que eminentes científicos nieguen rotundamente lo que consideran un bulo; o que brillantes escritores y analistas de lo político y social, como Konstantin Kisin, orador ruso-británico, autor de «An Inmigrant’s Love Letter To The West», desarbolara con su viral y demoledor discurso anti-woke en la Oxford Union Society toda la argumentación que sostiene la teoría del apocalipsis climático.

En lo personal, amigos, yo «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor». Eso dicen que dijo Bertrand Duguesclin, condestable francés, al voltear y dar ventaja a Enrique de Trastamara en su sañudo combate cuerpo a cuerpo con Pedro I «El Cruel». Pues eso. Que personalmente ni suscribo ni niego lo del Cambio Climático, pero ayudo a mi señor, que en mi caso es la duda eterna que me lleva, y tal vez debería llevarnos a todos, a someter a revisión constante todas nuestras convicciones, todo lo que damos por hecho. Y ahí incluyo, por descontado, la fidelidad de voto. Que de borregos está el prado lleno.

Cuanto más uno lee, se informa, analiza y reflexiona (sobre cualquier cosa), más interrogantes y dudas afloran. Y la duda es el motor de combustión del pensamiento crítico, libre y no adscrito a ningún credo institucionalizado. Cada vez resulta más difícil dilucidar lo que es cierto de lo que no lo es. Porque además, la tentación que supone considerar escenarios distópicos y teorías de la conspiración, acaba convirtiéndose en un imán tan irresistible como poco aconsejable.

No pasa día, ni semana, en que no nos lleven, con su orwelliano bombardeo mediático, al paroxismo; porque tan pronto nos venden la probabilidad de una invasión extraterrestre tras derribar, aquí y allá, media docena de ORNIS (Objetos Ridículos No Identificados) en forma de globo, como nos hielan la sangre con la ralentización del núcleo de la Tierra. Menos mal que lo del núcleo seguro que ya lo está arreglando –tentado estuvo de dar explicaciones en el Congreso– Super Pedro Sánchez. Podemos estar tranquilos.

Ahora, como guinda al pastel, Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, acaba de anunciar que en 2035 quedarán prohibidos por completo los coches de combustión. Y lo argumenta diciendo que «los incendios o huracanes son solo un botón de muestra de lo que puede ser nuestro futuro». Las estadísticas dicen, además, que la contaminación de los vehículos en las ciudades causa en Europa 30.000 muertes prematuras anuales. Pues nada… ¡Que viva el tren de San Fernando, un ratito a pie y otro andando! Porque el coche gilipijo eléctrico, que es ahora mismo ecológicamente –¿estamos hablando de ecología, no?– inasumible en su fabricación masiva, y carísimo, y se quema, y la lía parda, y no tiene apenas puntos de carga, no lo va a comprar ni Dios. Así que estamos condenados, nos guste o no, al downsizing empezando por el coche. Si lo sé me pulo los doce puntos del carné que aún tengo intactos.

Tras explorar durante siglos un mundo que se nos antojaba inmenso, inagotable en recursos, de horizonte inalcanzable, el nuevo paradigma nos dice ahora, en su Agenda 2030, que donde dijeron consumismo querían decir: consumismo pantalón y consumismo calzoncillo (serán ustedes felices). Y que todo debe ser pequeño, mucho más pequeño, de proximidad y sostenible, y BIO, y vegano a tope. Bueno, vale, pues muy bien…

Y ahí tenemos, en esa Hégira de lo macro a lo micro, a todas las grandes capitales del mundo estudiando cómo remodelar a contrarreloj su filosofía, su razón de ser y su trazado urbano, a fin de poder izar cuanto antes la bandera verde que las homologue como Ciudad de los 15 Minutos. Ya saben, todo a tiro de piedra: domicilio, trabajo, centro de salud, institutos y facultades, zonas verdes y deportivas, área lúdica y centro comercial. La idea, aplicable a ciudades de más de 50.000 habitantes, es de Carlos Moreno, urbanista francocolombiano, profesor de La Sorbona y autor del libro «La Revolución de la Proximidad». Anne Hidalgo, alcaldesa de París, se pirra con sus teorías. Y Ada Colau ya se ha puesto manos a la obra, creando ejes verdes y supermanzanas de felicidad, ínsulas de paz. Barcelona es indudablemente la urbe perfecta para implementar una remodelación de esas características, gracias al trazado reticular, hipodámico –de Hipodamo de Mileto–, de su gran Ensanche central. En Pontevedra también están en ello.

Ese nuevo concepto a aplicar en aras de la ciudad verde, ecológica, humana y sostenible cuenta con el apoyo entusiasta de muchos, pero también con el rechazo de tantos otros, que consideran que esas zonas se revalorizarán en detrimento de las circundantes, o que las supermanzanas afectarán negativamente el comercio, o que son el primer paso, de muchos pasos, hacia el barrio gueto y vulneran la libertad de movimiento. We will see

Todos tranquilos, porque en el peor de los casos, si todas las medidas de la Agenda 2030 fracasan, y todo se pone aún más feo, los que dirigen el mundo encontrarán nuevas salidas. Seguro que ya están en ello. Me viene al recuerdo esa maravilla de película de la Sci-fi clásica, «El increíble hombre menguante», y también «Una vida a lo grande», protagonizada por Matt Damon y el gran Christoph Waltz, en la que la salvación del planeta y sus recursos pasa por reducir, gracias a la tecnología, el tamaño de los seres humanos a poco más de diez centímetros de altura y ponerlos a vivir en un diorama perfecto, a escala, adecuado a  su nueva medida.

Un invento así podría solventar todos los problemas habidos y por haber. Con un garbanzo cocido o cinco granos de arroz por persona al día se acabaría el hambre. Y con una bobina de tela vestiría media ciudad. Todo es una cuestión de magnitudes. Y el tamaño, siendo lo que somos, no importa un pito. A nivel cósmico somos infinitamente menos que un microbio, ni la lente del telescopio James Webb lograría detectarnos.

Sean felices y no pierdan nunca el buen humor.