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El maestro Samurai y la vaca / The master Samurai and the cow

samurai

Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.

Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera…Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:“En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir?”

El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.”

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue. A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empujarla por el barranco.”

El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.

Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.

Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar.

Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.

Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.

El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.

Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.”

Muchos tenemos alguna vaca que nos proporciona algún beneficio para nuestra supervivencia, pero que nos lleva a la rutina y nos hace dependientes de ella. Nuestro mundo se reduce a lo que la vaca nos brinda. Las vacas pueden ser creencias que nos frenan, miedos, que nos llevan a acomodarnos, a estancarnos..

Las vacas pueden ser desde un trabajo que no nos motiva pero en el que seguimos porque “peor es nada” o “es seguro”, por ejemplo o conformarse con la seguridad de un estado colectivista (como el que proclama el SOCIALISMO) en el que, a cambio del «pienso» diario y un chamizo con techo asegurado, aceptas una total sumisión y te niegas la posibilidad de mejorar tu situación, eso si, con esfuerzo propio.

Si sabes cuál es tu vaca, no dudes en tirarla por el precipicio. Llegó el momento de pasar a la acción y salir del estancamiento que nos impone cuanto antes.

Deja de quejarte, y disponte a revolucionar la forma en que estás haciendo las cosas, no hay manera de que obtengas los resultados que suenas, si primero no despiertas y del letargo en que la comodidad de tener una vaca que te proporcione leche puede introducirte.

inglaterra

A samurai master walked through a forest with his faithful disciple, when he saw a poor looking place in the distance, and decided to make a brief visit to the place.

During the walk he told the trainee about the importance of making visits, meeting people and the learning opportunities we get from these experiences. Arriving at the place, he noticed the poverty of the place: the inhabitants, a couple and three children, dressed in dirty clothes, torn and without shoes; The house, little more than a wooden shed … He approached the man, apparently the father of the family and asked: «In this place where there are no possibilities of work or points of trade either, how do they survive?»

The Lord replied: «My friend, we have a cow that gives several liters of milk every day. A part of the product is sold or exchanged for other foodstuffs in the neighboring city and with the other part we produce cheese, curd, etc., for our consumption. That’s how we’re surviving. «

The sage thanked the information, looked at the place for a moment, said goodbye and left. Halfway, he turned to his disciple and ordered him: «Look for the cow, take it to the precipice that is there and push it down the ravine.»

The young man, frightened, looked at the master and replied that the cow was the only means of subsistence for the family. The teacher remained silent and the disciple, head down, went to carry out the order.

He pushed the cow down the precipice and watched her die. That scene was etched in the memory of that young man for many years.

One fine day, the guilty young man decided to abandon everything he had learned and return to that place.

He wanted to confess to the family what had happened, to ask for their forgiveness and to help them.

He did so. As I approached the place, I saw everything very beautiful, flowery trees, a nice house with a car at the door and some children playing in the garden. The young man felt sad and desperate imagining that this humble family had to sell the land to survive. It accelerated the passage and was received by a very nice man.

The young man asked about the family who lived there for about four years. The lord replied that they were still living there. Frightened, the young man ran into the house and confirmed that it was the same family that he visited for some years with the teacher.

He praised the place and asked the lord (the owner of the cow): «How did he improve this place and change his life?» The enthusiastic lord replied: «We had a cow that fell down the precipice and died. From then on we saw ourselves in need of doing other things and developing other skills that we did not know we had. That way we achieve the success you can see now. «

Many of us have a cow that gives us some benefit for our survival, but that leads us to the routine and makes us dependent on it. Our world is reduced to what the cow gives us. Cows can be beliefs that stop us, fears, that lead us to settle, to stagnate ..

Cows can be from a job that does not motivate us but in which we follow because «worse is nothing» or «is safe,» for example or conform to the security of a collectivist state (such as that proclaimed SOCIALISM) in which , In exchange for the daily «feed» and a chamizo with a roof secured, you accept a total submission and you deny the possibility of improving your situation, that if with self-effort.

If you know your cow, do not hesitate to throw it down the cliff. The time has come to take action and get out of the stagnation that imposes on us as soon as possible.

Stop complaining, and prepare to revolutionize the way you are doing things, there is no way you can get the results you sound, if you do not wake up first and the lethargy in which the comfort of having a cow that gives you milk can introduce you.

Genuino militante, votante y/o simpatizante de PODEMOS

Camarada Militante… Si tuvieras dos casas ¿donarías una a la revolución?»
«SÍ» – responde el compañero militante.

«Y si tuvieras dos autos de lujo, ¿donarías uno a la
revolución?»
«SÍ» – nuevamente responde el aguerrido militante.

«Y si tuvieras un millón en tu cuenta bancaria, ¿donarías la mitad para la revolución?»
«Lógicamente, lo donaría» – respondió el orgulloso compañero.

«Y si tuvieras dos gallinas, ¿donarías una para la revolución?»
!!»No»!!! – respondió el compañero.

«Pero… ¿por qué donarías un apartamento si tuvieras
dos, un auto de lujo si tuvieras dos, y 500.000, si tuvieras un millón en tu cuenta… y no donarías una gallina si tuvieras dos?

«Porque las gallinas, si las tengo!!!!.»

MORALEJA: Siempre es fácil ser comunista con la propiedad y el trabajo ajeno!!!

¿Cuanto vales?

Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… y haciendo una pausa agregó: —si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

—E… encantado, maestro —titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien —asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

—Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:

—Maestro —dijo— lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

—Qué importante lo que has dicho, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

—Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

—¡58 MONEDAS! —exclamó el joven.

—Sí —replicó el joyero— yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

—Siéntate —dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Sitios OK.

El idiota.

Cuenta una historia sobre una pequeña ciudad, donde un grupo de personas se divertía con un humilde hombre de la aldea.
Ese pobre hombre, vivía de pequeñas changas y limosnas.
Diariamente este hombre a quien ellos llamaban «el I-D-I-O-T-A» venía al bar del pueblito donde todas las noches se reunían para «matar» el tiempo.
Allí le ofrecían escoger entre dos monedas:
– una grande, cuyo valor era de 200 reales y – otra más chica, que valía 1000 reales.

«El I-D-I-O-T-A» siempre escogía la más grande pero menos valiosa, lo que era motivo de risas y burlas para todos.

Cierto día, a un recien llegado al pueblo le llamó la atención este asunto.Entonces le preguntó a «el I-D-I-O-T-A» si no habia percibido que la moneda más grande valía menos. – Lo sé, respondió, lo supe siempre….no soy tan bobo. La grande vale cinco veces menos,pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.»le pueden sacar varias conclusiones de esta pequeña historia. La primera: Quien parece I-D-I-O-T-A, no siempre lo es. La segunda : Quienes eran los verdaderos I-D-I-O-T-As de la historia? La tercera : ser ambicioso, acaba cortando la fuente de ingresos. Pero la conclusión mas interesante es : La percepción de que podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos.Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, pero sí importa lo que realmente somos. «El mayor placer de un hombre inteligente es aparentar serI-D-I-O-T-A delante de un I-D-I-O-T-A que aparenta ser inteligente.»

paleto_wink

DIRECTORA PERO, POR SIEMPRE, MAESTRA.

En una escuela secundaria de lomas de zamora, el año pasado, las alumnas habían adquirido la mala costumbre de besar los espejos para dejarlos con las marcas de sus lápices de labios.

 

Todas las mañanas, los espejos de los baños de las mujeres amanecían llenos de «besos» de colores.

 

La directora publicó entonces un «comunicado», pidiendo «por favor» a todas las alumnas que se abstuvieran de imprimir besos en los espejos «porque recargaba el trabajo del personal de limpieza.

 

La explicación del motivo no sirvió de nada, lo mismo que la civilizada solicitud, ya que los espejos siguieron apareciendo llenos de marcas de pintura de labios.

 

Al final, la directora junto a la mayor cantidad de alumnas que pudieron entrar al mismo tiempo en el baño de mujeres, les explicó que quería mostrarles lo difícil que era para el personal de limpieza eliminar esas marcas todos los días.

 

Ya reunidas en ese lugar, le pidió a la señora de la limpieza que procediera con la tarea. La mujer cumplió enseguida: tomó un trapo seco, lo mojó varias veces en un inodoro, lo escurrió y procedió a sacar las marcas una por una. Cada tanto volvió a mojar el trapo en otro inodoro, lo retorció y siguió limpiando, hasta que todos los espejos quedaron brillantes …

 

Nunca más aparecieron marcas de labios en los espejos … *

 

*MORALEJA: Maestritos hay muchos. Educadores, no tantos..*.

 

*»El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser pelot …, delante de un pelot … que aparenta ser ¡Inteligente !!!….*

EL PORTERO DEL PROSTÍBULO.

Hay un cuento en el Talmud, trata sobre un hombre común. Ese hombre era el portero de un prostíbulo. No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prostíbulo… Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre. Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos.

Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo: —A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero…

– Me encantaría satisfacerlo, señor –balbuceó— pero yo… yo no sé leer ni escribir.

– ¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga estoy y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto…

– Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo…No lo dejó terminar.

– Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, los siento. Que tenga suerte. Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera vez, desocupado. ¿Qué hacer? Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisional. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo. Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había recibido. En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra.

¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa.

Era su vecino.

– Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.

– Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar… como me quedé sin empleo…

– Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.

– Está bien.

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta

– Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?

– No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.

– Hagamos un trato –dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días… Aceptó. Volvió a montar su mula.

Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.—Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?

—Sí…

—Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.

El ex –portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.“

…No todos disponemos de cuatro días para hacer compras”, recordaba.

Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.

En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.

Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero.

Alquiló un almacén. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el almacén se transformó en la primera ferretería del pueblo.

Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente. Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? las tenazas… y las pinzas… y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos…Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo del curso escolar, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñarían además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.

El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador.

A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:

—Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.

—El honor sería para mí –dijo el hombre—. Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.

– ¿Usted? –Dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo — ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?

– Yo se lo puedo contestar –respondió el hombre con calma—. ¡Si yo hubiera sabido leer y escribir… sería portero del prostíbulo…!

 

 

HAY QUE REPLANTEARSE LA VIDA.

 

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios ATUNES muy grandes.

El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.

El mexicano replicó: Oh! Sólo un ratito.

Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces.

El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.

El norteamericano volvió a preguntar: ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?

– El mexicano contestó: – Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos.. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

– El norteamericano dijo con tono burlón: – Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

– Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?

– De quince a veinte años.

– Y luego ¿qué?

 

– El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

 

– Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

 

– ¿Millones, señor? Y luego ¿qué?

 

 

– Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.

 

– Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?.

 

COMO SOLUCIONAR PROBLEMAS.

EL SEÑOR DE LOS RONQUIDOS  

Llega un tipo una noche a un hotel y pide una habitación.
El encargado le dice que solo tiene una cama, en un cuarto compartido, pero que nadie la quiere, porque el otro huésped ronca muy fuerte. El fulano, por estar demasiado cansado Le responde que no hay problema y decide compartir la habitación…A la mañana siguiente, el encargado pregunta si durmió bien.
– Perfectamente, como angelito, muchas gracias!, el que no durmio fue el señor de los ronquidos- Y que paso con el señor de Los ronquidos?

– Apenas entré en la habitación le di un besito en la mejilla y una palmadita en la nalga; y le dije «HOY EN CUANTO TE DUERMAS, ESE CULITO VA A SER MIO» y después de eso, el se pasó toda la noche con Los ojos abiertos y con el culo pegado a la pared!!!!

MORALEJA? No hay grandes problemas …
Sino grandes soluciones

¡¡TOMA CORTAZO!!

Un hombre estaba sentado en el avión al lado de una tierna niña, miró a la niñita y le dijo:

– Charlemos… he oído decir que los vuelos parecen menos largos si uno conversa con la persona que tiene al lado.

La pequeña, que acababa de abrir un libro para ponerse a leer, lo cerró lentamente y dijo con voz suave:

– ¿Sobre qué le gustaría conversar?

– Pues no sé… ¿Qué tal de ‘física nuclear’? le dice el en tono burlon y le mostró una gran sonrisa…

Bueno, ése parece ser un tema interesante, dice la niña pero antes déjeme hacerle una pregunta… Un caballo, una vaca y un borrego comen lo mismo: hierba; Pero por que el excremento del borrego es como bolitas pequeñas, el de la vaca es una plasta y el del caballo parece una pelota de pasto seco. ¿Por qué cree usted que sucede eso??…

El hombre visiblemente sorprendido por la inteligencia de la niña, lo pensó un momento y le dijo :
– Hummm…. no tengo ni idea…

La delicada y dulce niña contestó:
-¿De verdad se siente calificado para hablar de física nuclear, cuando ni de mierda sabe?

Moraleja:  Cuando abra la boca, hágalo sin menospreciar…        
 

¿QUIEN DISPARA? (AUDIO).

 

El relato de César Vidal:

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Es la noche de César
Presentado por César Vidal
2:36
¿Quién dispara?
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