Los grupos yihadistas, como el Estados Islámico, usan asiduamente y sin dificultades en sus mensajes propagandísticos el árabe, el francés y el inglés, pero ahora sus organizaciones afines están reproduciendo esos contenidos en español para extender sus redes en Latinoamérica.
Es una nueva situación comprobada por los agentes de las fuerzas de seguridad de España, centrados ahora en la lucha contra la radicalización “online”, porque aun conscientes de que la calidad de la propaganda de los yihadistas del Dáesh está cayendo, los contenidos radicales se siguen expandiendo en las redes, ahora también en español.
Son algunas de las preocupaciones que este jueves expresaron mandos de la lucha antiterrorista españoles en una jornada organizada por el Real Instituto Elcano sobre “Extremismos relacionados con el terrorismo en Occidente: retos emergentes y persistentes”, en la que se presentó un informe sobre la hermandad musulmana en España.
Una jornada que clausuró el secretario español de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, quien situó el terrorismo y la radicalización entre las prioridades de la Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea que España asumirá en el segundo semestre de 2023.
Preocupado también por “los nuevos modos de radicalización”, cuya expansión hay que “frenar, Pérez también insisitió en la propaganda “online” y recordó que en las últimas acciones policiales los agentes han conseguido identificar 1.124 perfiles de usuarios que se dedicaban a difundir contenidos terroristas y extremistas.
En esas actuaciones, las fuerzas de seguridad españolas han localizado y retirado 563 contenidos digitales en 106 sitios web que servían de guía para la fabricación de explosivos o para la preparación y ejecución de ataques terroristas.
El coronel jefe de la Unidad Central Especial (UCE) 2 de la Guardia Civil, Francisco José Vázquez, subrayó la necesidad de esas organizaciones de llegar a todo el mundo y, de ahí, el mayor uso del español en su propaganda en internet.
Reconoció que el escrutinio de las redes para luchar contra la radicalización es el “dolor de cabeza diario” de las fuerzas de seguridad, que llevan a cabo una actividad ingente para evitar que internet sea el espacio donde los terroristas sigan manifestándose.
Ya en el “ámbito físico”, Vázquez situó la radicalización en las cárceles como el espacio que más preocupa, pero puso en valor el trabajo de las instituciones penitenciarias para prevenirlo, con programas que están sirviendo de ejemplo para otros países.
El comisario de la Policía Nacional español Manuel Rodríguez dejó claro que desde las fuerzas de seguridad se persigue delitos, no ideologías “por muy radicales que sean”, e indicó que aunque no todos los comportamientos radicales acaban en terrorismo, no ha conocido a ningún terrorista que no se haya radicalizado antes.
Rodríguez no quiso minimizar la amenaza actual porque persiste aunque no haya habido atentados graves. Y puso un ejemplo: Al Qaeda parece que ahora está en estado “durmiente”, pero “en cualquier momento puede enviar amenazas tangibles”.
Tampoco descartó que la zona del Sahel, en el norte de África, se convierta en santuario de los combatientes que quieran ir hasta allí a adiestrarse, como lo fueron Siria o Irak.
El mando de la Policía Nacional española abordó también el problema de los combatientes que retornan, entre ellos algunos que lo hacen desde los Balcanes, con lo que es más difícil detectarles al entrar por fronteras terrestres que a los que puedan hacerlo en las embarcaciones precarias que en España se conocen como pateras.
Desde hace décadas, la inmigración masiva de los musulmanes a Europa ha sido calificada de «enriquecimiento». El grito de «¡islamofobia!» no niega cómo es prácticamente imposible pensar en un solo país que realmente se haya visto enriquecido por ella.
La idea de que con el tiempo la doctrina del islam se moderará de algún modo y se disolverá por el mero hecho de alojarse en Europa, es ilusoria, especialmente en las comunidades donde los migrantes musulmanes ya superan en número a los nativos europeos.
Incluso en un país con una población islámica consolidada como Gran Bretaña, el desempleo entre musulmanes languidece un 50% entre los hombres y un 75% entre las mujeres.
La palabra refugiado es untérmino legal, definido por varios tratados internacionales. Esos documentosalumbraronel Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y son la base de la importancia de este organismo de Naciones Unidas como el responsable en materia de refugiados hasta la fecha.
Los contenidos de esos tratados, sin embargo, no se corresponden demasiado bien con el modo exhaustivo con que ACNUR ha tratado deembaucaral público europeo respecto al estatus predominante de la afluencia demográfica a su continente durante este año.
Ninguno de esos documentos –laConvención sobre el Estatuto de los Refugiadosde 1951, elProtocolosobre el Estatuto de los Refugiados de 1967, o lasRegulaciones de Dublínde la propia Unión Europea– garantiza el derecho al estatus de refugiado a aquellos que atraviesan varios países seguros y cruzan ilegalmente múltiples fronteras para quedarse en el mejor Estado de Bienestar.
Incluso un refugiado legítimo de Siria que ahora viva en, por ejemplo,Turquíao elLíbanopierde su estatus de refugiado al pagar a untraficante de personaspara viajar a Europa. Según la ley internacional, ese refugiado se convierte entonces en un«solicitante de asilo». Solo cuando su petición de asilo ha sido investigaday consideradaválidapor el correspondiente organismo del país, vuelve a ser de nuevo un refugiado.
Hasta ahora, los medios mundiales han seguido con diligencia el falso relato que ACNUR ha establecido. Quienes se han sentido preocupados por un flujo sin comprobaciones ni controles de musulmanes hacia Europa –preocupaciones siniestramente confirmadas por lasatrocidadesde los yihadistas en París el pasado viernes– han sido generalmente acusados de inhumanidad hacia los supuestos refugiados.
La prensa, sin embargo, no ha sido ni mucho menos la única que ha definido la bienvenida a la afluencia ilegal de musulmanes como una obligación moral. También se han utilizado sistemáticamenteargumentos económicospara legitimar la afluencia humanitaria de este año, dado elenvejecimiento de la poblaciónen los países europeos.
Con el conjunto adecuado de políticas, esta era de cambio demográfico puede ser un motor de crecimiento económico (…) Si los países con envejecimiento de la población pueden crear un camino para que los refugiados y los migrantes participen en la economía, todos se beneficiarán.
A pesar de tener una estructura degobernanzadiferente a la de la ONU, el Banco Mundial formapartedel sistema de Naciones Unidas.
Las palabras «objetivos de desarrollo» en el título del informe del Banco Mundial son muy reveladoras. Se refieren a losObjetivos de Desarrollo del Milenio, un exhaustivo programa elaborado bajo elmandatodel exsecretario general de la ONU Kofi Annan, para latransición de la Organización de las Naciones Unidas, de organismo cuyo principal cometido es limitar los conflictos internacionales amotorde justicia social global.
Mientras que losmediosde comunicación, lasONG, losactivistascon principios y losfamososhan seguido el camino de ACNUR, muchas e importantes institucionesfinancierashan imitado igualmente la declaración del Banco Mundial: hay que dar labienvenidaa la entrada de migrantes en Europa.
El HSBC, por ejemplo, un gigante de la banca mundial,predijosólidos beneficios fiscales para los países de la Unión Europea tras un «periodo de ajuste». Una nota de investigaciónemitidapor el HSBC el 8 de octubre, y elaborada por un equipo de analistas dirigido por Fabio Balboni, llegaba a la siguiente conclusión:
Desde una perspectiva económica, Europa necesita más trabajadores. Es bien sabido que en la mayor parte de Europa las poblaciones están envejeciendo rápidamente. Esto da lugar a un menor crecimiento y a menores ingresos fiscales, mientras que eleva simultáneamente el gasto público a través de las pensiones y la asistencia sanitaria. La Eurozona, en particular, está a punto de embarcarse en este reto demográfico con una montaña de deudas. La manera más fácil de soportar más jubilados es tener más contribuyentes.
El grupo europeo de investigación macroeconómica del HSBC fue aún más lejos, desglosándolo en cifras:
De una población en edad de trabajar de 220 millones, calculamos que un millón más de inmigrantes al año podría impulsar el crecimiento potencial de la Eurozona un 0,2% anual, y para 2025 el PIB potencial acumulado podría ser 300.000 millones mayor de lo que habría sido de otro modo. Pese a que se necesita tiempo para integrar a los inmigrantes en el mercado laboral, incluso a corto plazo, el aumento del gasto público necesario para hacer frente a la crisis podría respaldar el crecimiento.
Que esas predicciones se opongan a todas las evidencias disponibles es problemático.
Incluso en un país con una población islámica consolidada como Gran Bretaña, el desempleo entre musulmaneslanguideceun 50% entre los hombres y un 75% entre las mujeres.
Además, los musulmanes suponen en Gran Bretaña el grupo demográfico con lamayor tasa de nacimientos. Sumado a sus niveles de paro, estossalvadores imaginariosdel modelo de bienestar social europeo son, como grupo, receptores de los ingresos del Estado, en vez de contribuyentes.
Las sucesivas generaciones de musulmanes en toda Europa, como Christopher Caldwellseñaló en 2009, no están normalizando las tasas de nacimientos de sus poblaciones de acogida, como han hecho anteriores grupos inmigrantes. Se podría admitir que esa tendencia pueda ser útil para impulsar la población de Europa en cifras, pero también subraya un alarmante patrón.
Comoanunció recientementela baronesa Caroline Cox, la «vista gorda» que se ha hecho con la poligamia en Gran Bretaña –y enFrancia, BélgicayAlemania– ha hecho posible que algunos musulmanes estén teniendo hasta 20 hijos con múltiples esposas, casi siempre a costa del Estado. Esta es una pésima noticia para la inmigración: las familias con posturas fundamentalistas están teniendo más descendencia que sus correligionarios más moderados.
Incluso si la afluencia demográfica que inunda actualmente Europa se compusiese enteramente de verdaderos solicitantes de asilo sirios, los cuales tienen tasas de nacimientosalgo más bajasque los musulmanessurasiáticosoafricanos, las noticias económicas serían peores.
Un reciente estudio en Dinamarca precisaba que, de todo el rango de orígenes de los inmigrantes que se han establecido allí, los sirios son los que tienen los niveles más bajos de desempleo (22,8%). Un estudio danés distinto, longitudinal, también revelaba que, de aquellos migrantes musulmanes que habían ido a Dinamarca afirmando ser refugiados, solo uno de cada cuatro había logrado encontrar un trabajo después de diez años.
A pesar de que hay cuatro millones de siriosdesplazadospor el conflicto, y pese a la fácildisponibilidadde falsos documentos de identidad sirios, secalcula que, de los que han entrado en Europa este año, los sirios suponen solamente el 20% de un total que va en aumento.
El gran número de migrantes no sirios, que han utilizado laentrada ilegalparaaccedera los Estados de Bienestar de Europa y vivir a costa de los contribuyentes del continente, llevó a un eurodiputado acondenarlas cuotas de reubicación de la Unión Europea. Hasta ahora, el programa de cuotas de reubicación es la única solución planteada para abordar el gran número de migrantes que ya se encuentran en Europa. Sin embargo, es una medida cuyo efecto es el de subcontratar la política de inmigración del continente a los traficantes de personas.
Como resultado de los ataques yihadistas en París la semana pasada, el esquema de cuotas de la Unión Europa, que obliga a los Estados miembros a aceptar a los inmigrantes que las instituciones europeas les imponen, queda hecho trizas. Comopredijoel Gatestone Institute, el Gobierno polaco recién electose ha negadounilateralmente a participar aduciendo motivos de seguridad.
Otros países parecen destinados a seguir su ejemplo, especialmente tras elanunciode Grecia esta semana de que uno de los terroristas suicidas de París había cruzado el 3 de octubre como refugiado a la isla griega de Leros desde Turquía.
La persistencia de la política de cuotas obligatoria en cada cumbre de la UE celebrada este año dio qué pensar especialmente a la presidente de Lituania. En unareunióndel Consejo Europeo en Bruselas el 23 de septiembre, Dalia Grybauskaitė habló a los periodistas de su confusión. Los líderes de Europa, dijo, habían estado discutiendodesde febreromedidas «estratégicas» para lidiar con el problema de la migración, con vistas a cortar de raíz el creciente flujo que atraviesan las fronteras de la UE y tratar de asegurar éstas.
En su lugar, reflexionaba Grybauskaitė, las cifras de las cuotas de reubicación, en aumento constante, destinadas a la distribución de los migrantes musulmanes entre todos los Estados miembros, siempre parecían –por alguna razón– una prioridad en las agendas. Por ello, el 22 de septiembre la Comisión Europea había sido legalmentefacultadapara extender la creciente cantidad de migrantes de los países islámicos por todo el continente. Los miembros de los países europeos que objetaron fuerondesestimados.
Lamentablemente, los costes económicos –basados en predicciones macroeconómicasdefectuosasalejadas de las realidades geopolíticas– se han seguido amontonando contra la nación en la que se ancla la estabilidad de la moneda única: Alemania.
Al principio, el Gobierno de la canciller Angela Merkelafirmóque la ola de migrantes de este año le habría costado a Alemania solo unos 5.000 millones de euros adicionales. Después, un banco japonés, Mizuho,citóuna predicción de 25.000 millones de euros en dos años. Sin embargo, ese cálculo no tuvo en cuenta la casi seguramultiplicación por dosdel número de migrantes en 2016. La última predicción –presentadapor la Asociación de Ciudades Alemanas el 29 de octubre– de 16.000 millones de euros cada año de cara al futuro ya estáfragmentandola unidad de losatribuladoslíderes de Alemania.
Dada la menguante reserva de ciudadanos alemanes en edad de trabajar, algunos puntales de la industria comoMercedes-Benzhan sumado sus voces al coro de bienvenida a la afluencia humana en Europa. Pero si el 80% de los migrantescarecen de cualificación, y el 20% sonanalfabetos, solo pueden trabajar en la industria si recibenformación. Los estándares de las escuelas alemanas ya van endescenso; algunos funcionarios reconocen que, como respuesta pragmática a la magnitud de la presión migratoria, los estándares deberán ser más bajos.
A menudo, la cuestión del fracaso de Europa para integrar a los musulmanes se ha reducido a acusaciones de racismo autóctono e intrínseco. Esta acusación parece, sin embargo, carecer de fundamentos en un continente que se ha inyectadomulticulturalismodurante décadas.
La experiencia de Alemania es un caso ilustrativo. Los padres de clase media de su preexistente población musulmana,principalmente turca,enviabana sus hijosa las cada vez más escasas escuelas con predominio de niños alemanes. Aparentemente, a esos padres musulmanes les preocupa que allá donde haya sobre todo alumnos de origen turco, queapenas adquierenen casa una alfabetización básica –en cualquier idioma–, el rendimiento académico de sus hijos puedacaer en picado.
No obstante, los organismos gubernamentales europeos han respondido a la invasión musulmana de este año fletandotransbordadoresy alquilandoautobusespara ayudar a agilizarla. Los responsables de seguridad en las fronteras de la UEdescribendichas incursiones como «flujos de migración» hacia el interior que deberían ser «gestionados» por el bien del continente.
Una explicación a este cambio radical en las políticas de fronteras que aplican ahora las instituciones europeas se encuentra quizá en una detallada propuestapublicadaen 2000 por Naciones Unidas. Defendía el«reemplazo»de la población europea por migrantes musulmanes del Tercer Mundo.
Desde entonces, aquellos que han especulado sobre las inevitables consecuencias sociales, culturales y de seguridad de la transformación demográfica de Europa perfilada por Naciones Unidas –como laescritorade origen egipcio Gisèle Littman, elescritorfrancés Renaud Camus y elensayistanoruego Peder Jenssen– han sido durante mucho tiempotachadosde cuentistas delirantes y fanáticos.
Dejando a un lad o dicha polémica, y cómo las políticas de repoblación involuntaria masiva parecen estar preocupantemente cerca de infringir el lacláusula c)del Artículo 2 de la propiaConvención sobre el Genocidio de 1948de la ONU, hay una premisa económica no abordada que sustenta esa visión: que importar en masa el mundo musulmán a Europa es beneficioso para ambos.
Elrazonamientoparece ser que, una vez que un país tiene un Estado de Bienestar, el gasto social de ese país solo se puede mantener aumentando perpetuamente el tamaño de su población –un supuesto económico con consecuencias de largo alcance ampliamente demostradas en toda Europa este año–.
El mayor problema parece ser que tanto la ONU como la UE, esas burocracias gemelas transnacionales con legitimidad democrática sumamente limitada, tienen más en común la una con la otra –en las visiones y soluciones que promueven– que en su respuesta a los deseos de las poblaciones que tienen que vivir con los resultados.
Los resultados de 2015 indican hasta qué punto las facultades críticas de los líderes de la Unión Europea han sido atacadas en su punto ciego por el multiculturalismo. Es sin duda una verdad molesta e hiriente, dada lafrecuenciacon queacusana sus críticos más severos, y también del islam –como el líder del PPV holandés,Geert Wilders– de tener un concepto bidimensional de la fe musulmana, carente de matices.
Aquellos que emplean la lógica económica para implementar la transformación demográfica europea, no reconocen las complejidades del islam: ignoran elresurgimientofundamentalista sostenido durante más de un siglo. Un rasgo de estacrecienteadhesión a laliteralidades lacreencia –validada por lassagradas escrituras– de que los musulmanes tienen el derecho abeneficiarse ociosamentede la productividad de los infieles. Esta perspectiva sitúa laactitud de legitimidaddemuchísimos migrantesen un contexto inesperado pero muy necesario.
Anjem Choudary (centro), un prominente islamista británico, ha urgido a sus seguidores a abandonar sus trabajos y reclamar los subsidios de desempleo para que puedan disponer de tiempo para la guerra santa. «Nosotros [los musulmanes] tomamos la yizia, que es nuestra. Lo normal es tomar el dinero de los ‘kufar’ [no musulmanes]. Nos dan el dinero. Trabajad, dadnos el dinero. Alá es grande. Tomamos el dinero.
Desde hace décadas, la inmigración masiva de los musulmanes a Europa ha sido calificada de«enriquecimiento». El grito de «¡islamofobia!» no niega cómo es prácticamente imposible pensar en un solo país que realmente se haya visto enriquecido por ella.
La idea de que con el tiempo la doctrina del islam se moderará de algún modo y se disolverá por el mero hecho de alojarse en Europa, es ilusoria, especialmente en lascomunidadesdonde los migrantes musulmanes ya superan en número a los nativos europeos.
Al final, ¿no es una triste ironía que el crecimiento de la población en Europa –con suresponsabilidadrespecto a la emancipación de la mujer– dependa ahora por completo de que se importe unaculturaen la que la mujer tiene mucha menos libertad sobre su fecundidad, y sobre otras muchas cosas?
También parece irónico que, pese a la necesidad de Europa de aumentar el número de mujeres que tienen hijos, la inmensa mayoría de los que llegan por «motivos de repoblación» sean varones jóvenes abiertamenteagresivos.
Ante esa disparidad de género, ¿con quiénesperanestos hombres, y se espera de ellos, que procreen?
Las mujeres europeas, comodemuestraunaserie de recientes incidentes desagradables, ignorados en su mayoría por los grandes medios, tienen buenos motivos para alarmarse por la realidad de la crisis actual y por la visión del futuro que los jefes políticos han elegido para ellas.
Voy a contaros una historia real. Los protagonistas existen, son de carne y hueso, y todo lo que voy a narrar ha ocurrido tal y como vais a leer. Eso sí, no lo busquéis en la prensa, ni en ningún telediario. Ni siquiera vais a encontrar una diminuta reseña en Internet, ya os lo digo. Este tipo de sucesos nunca trascienden, al menos contados tal cuál fueron. Si los medios publican cosas de éstas, la historia suele sufrir drásticas modificaciones, por aquello de no crear mal ambiente, ya se sabe.
Nuestra “anécdota” tuvo lugar hace poco, en la puerta de una base militar de la OTAN. Allí se encontraban charlando cinco militares españoles y la mujer de uno de ellos, con su bebé en brazos. En esto están, cuando, repentinamente, se abre paso en aquel corrillo un individuo en una moto, que comienza a gritar en francés a los españoles: “DONNE-MOI MANGER!!, DONNE-MOI MANGER!!”
Uno de los militares, que habla gabacho, le ha entendido perfectamente (¡¡DADME DE COMER!!, exige, el notas). El español, ante la actitud prepotente y maleducada del energúmeno, se limita a indicarle que se marche de allí. El chillón es, como dicen en la tele, “de origen argelino”, y las fuerzas de seguridad tienen instrucciones muy concretas acerca del trato… ¿cómo lo diría yo?… ¿servil? con que nuestros soldados han de agasajar a todo el que no sea del mismo color que nosotros.
El desconocido parece largarse, por lo que nuestros compatriotas continúan a lo suyo. Pero, tras aparcar su moto a pocos metros, el individuo vuelve y, ni corto ni perezoso, trata de arrebatar el bebé de brazos de su madre. Obviamente, los soldados reaccionan inmediatamente, y en seguida inmovilizan al personaje. En ese momento, acuden los miembros de seguridad de la base. Allí la seguridad la lleva una empresa privada, tipo “Prosegur”, solo que la gran mayoría de sus trabajadores son “de origen subsahariano”, como dicen en la tele (con lo fácil que es decir “negros”, Señor…). Los negritos habían llamado a la policía en cuanto vieron empezar la jugada, aunque… ¡qué cosas!, habían dado aviso de que cinco militares estaban apaleando a un ciudadano francés. Toma ya.
Las consecuencias de este episodio están por llegar. Ni que decir tiene que los españoles tendrán que rendir cuentas ante sus mandos, faltaría más. Si hay suerte y el morube no quiere liarla parda (si no le da por salir en la tele, contando cómo le han torturado salvajemente un grupo de soldados españoles), a lo mejor no se complica demasiado la cosa para nuestros compatriotas. Pero, en estos casos, nunca se sabe.
También voy mencionar, como detalle pintoresco, que para llegar hasta la base, nuestros soldados han de dar siempre un rodeo, ya que tienen terminantemente prohibido atravesar zonas habitadas por población “conflictiva” (léase moros) Como estoy segura de que, a estas alturas del relato, más de un listillo estará pensando que todo lo que les pase a los “mercenarios de Sión”, les está bien empleado, (listillos que debe ser que no pagan impuestos a este sistema traidor, ni trabajan para empresas que tributen, ni consumen productos nacidos del capitalismo, y que critican muy agustito desde su madriguera, esperando la llegada del rayo verde), voy a señalar que yo parto de la base de que la OTAN es uno de los grilletes que someten a Europa, de que lo que Europa necesita es un ejército fuerte que proteja sus fronteras y una unión de naciones, no de mercados. Pero un soldado español es un soldado español, y, a no ser que entre nuestros lectores se encuentre algún héroe de guerra, el resto de los españolitos tampoco es que hayamos hecho grandes esfuerzos para sacar a Europa del pozo infecto en el que se está hundiendo.
Es un poco triste que tenga que andar con estas explicaciones, pero ya me conozco los argumentos de los geoestrategas, los revolucionarios de salón y otras criaturas insignificantes que pululan por la red. Desayuno unos cuantos de esos al día. Crudos.
En fin, que me desvío del tema, y al final se me olvida comentar que todo este asunto sucedió en una ciudad europea. Sí, sí, en la Vieja Europa. No ha sido en Afganistán, ni en Irak, ni en la Conchinchina. Estamos invadidos, vendidos y condenados. Y encima, nos dedicamos a disertar sobre cómo deben comportarse los grandes bloques geopolíticos, cuando no tenemos capacidad de decisión ni en las reuniones de nuestra comunidad de vecinos.
Y lo más curioso de todo, es que, al final, el puñetero moro consiguió que le dieran de comer. En el calabozo, sí, pero de gratis.
Toda la manipulación que realizan los canales oficialistas,públicos como privados, del tema de la reportera que zancadilleó a un «refugiado» resulta que van saliendo noticias más que preocupantes del pobrecito en cuestión.
Se llama Osama Abdul Mohsen, los medios se han apresurado en venderlo como una buena persona, incluso fue entrenador del Al-Fotuwa Sc de la liga de fútbol sirio.
Pero de lo que no hablan estos medios tan dados a ser lacrimógenos con estas noticias, es que el sujeto en cuestión es o era miembro del frente Al-Nusra, su perfil de facebook estaba claro, claro porque esta tarde lo ha desactivado,se nota que ya dispone de internet allá donde este. También en su perfil figuran la bandera de los terroristas Al-Nusra,del ejercito libre sirio y de otro grupo terrorista como es Al Mujaheedin, así que aquí tienen a su perla estimados buenistas.
POR CIERTO, si tan NECESITADOS están estos «pobrecillos» refugiados ¿COMO DIABLOS PRACTICAMENTE TODOS TIENEN INTERNET? En occidente (y no digamos si nos centramos solo en España) AUN HAY GENTE QUE NO PUEDE DISPONER DE EL.
Verdaderos asesinos psicopatas que llenos de odio y locura intentaran por todos los medios posibles entrar en el continente .
Yihadistas depravados que luchan por el Estado Islámico han obligado a un niño pequeño a decapitar salvajemente a un oficial del ejército del régimen sirio en la primera ejecución de su tipo.
El asesinato repugnante se entiende que ha ocurrido en el Hir Palacio occidental de la provincia de Homs después de que el soldado fue capturado por los yihadistas en el cercano puesto de control del ejército de Al-Bosayri.
El oficial no identificado se cree que ha sido un líder del régimen en la antigua ciudad de Palmira, que ISIS ha capturado en mayo y desde entonces se dedicó a destruir sistemáticamente ya que creen que los edificios y monumentos de la ciudad milenaria distraen de la adoración a Dios.
ISIS ha utilizado cada vez más chicos jóvenes en sus ejecuciones horribles, con algunos niños de no más de 12 años que se vieron obligados a disparar a los oponentes del grupo terrorista a quemarropa. Sin embargo el uso de un niño para llevar a cabo una brutal decapitación con un cuchillo es una nueva práctica repugnante para ISIS. Ya en Afganistán se ha dado con los talibanes y Al Qaeda.
El pasado 8 de abril tuvimos la oportunidad de asistir a la conferencia “Cristianos de Irak, la historia de un genocidio” que impartió el profesor iraquí y Doctor en Filosofía Árabe, Raad Salam, organizada por la Plataforma Stop ISIS, de la que salimos sobrecogidos.
Si alguien puede hablar con conocimiento de causa de este tema, es Raad Salam que tuvo que huir de su país por la persecución que la comunidad cristiana, a la que pertenece, sufre en Irak.
Tal y como relató Raad Salam, los cristianos iraquíes son víctimas en la actualidad de un genocidio a manos de los radicales musulmanes, mientras Occidente mira para otro lado. Por ello y para frenar esta escalada de violencia es necesario, a su juicio, poner en marcha medidas urgentes para frenar a grupos como Estado Islámico.
A lo largo de su exposición, el profesor Salam habló alto y claro sobre las contradicciones…