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Reducirlo a escombros

Desde el inicio de esta legislatura, y más concretamente, desde la fundación el 13 de Enero de 2021 del Ministerio de Igualdad, encabezado por Irene Montero, una parte importante de nuestros impuestos se está empleando en estudios, iniciativas y asociaciones de muy dudosa utilidad; en victimizar a la mujer por el hecho de serlo, en criminalizar al hombre por el hecho de serlo,en adoctrinar a los jóvenes en unas ideas anti-científicas sobre la afectividad y la sexualidad.

Desde nuestro punto de vista, no sólo la gestión de este Ministerio está siendo nefasta, sino que la mera existencia del mismo es innecesaria e incluso ilegítima.

La existencia en el Gobierno de España de un Ministerio de Igualdad, de entrada, da a entender tanto a nivel nacional como internacional, que en España no hay igualdad de derechos entre hombre y mujer. Es decir, que España no es una democracia occidental como las demás.

No sólo no nos favorece, sino que además no es cierto.

El artículo 14 de nuestra Constitución (1978) establece la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos del país independientemente de su sexo, credo u otras características.

El incumplimiento de este artículo constituye un delito.

Por lo tanto, la Ministra Irene Montero del Gobierno de España está afirmando que las instituciones españolas y la ciudadanía de España, con sus familias, sus trabajos, y sus empresas, o en sus puestos de funcionario… delinque constantemente; o miente.

La Ministra Irene Montero nos presenta como progresista una ideología que surge de hecho de la mano de Simone de Beauvoir (1908 – 1986), reconocido referente de la Ministra, que conocemos como Ideología de Género.

Aquí podrán encontrar un resumen de los principios que defendía, así como referencias a sus libros.

Entre lo que defendía esta feminista histórica se encuentra el odio al hombre, la pederastia, y la idea de que un feto es un parásito.

Puesto que sin una sociedad patriarcal, o “infierno machista” (como desde Podemos han llegado a calificar España), doña Irene Montero y su Ministerio no tendrían razón de ser, al ser confrontada con la evidente igualdad de derechos entre hombre y mujer (la única a la que es legítimo y posible aspirar) la Ministra responde que no hay una “igualdad REAL” entre hombres y mujeres en España.

Que los hombres y las mujeres no son biológicamente iguales (de hecho, son complementarios) es evidente y natural, y no justifica tomar ninguna medida al respecto; por lo que desde el Ministerio se esfuerzan en convencer a la ciudadanía de que vive bajo un “patriarcado” de facto, y que si no nos lo parece es porque, como mujeres, se nos educa adrede para normalizar nuestra propia sumisión, a la vez que se educa a los varones para ser machistas y violentos.

Para “demostrar” y combatir esto se han gastado exageradas cantidades de dinero de nuestros impuestos para hacer estudios, a cuál más ridículo, sobre la opresión de los colores, de los juguetes para niños y niñas y de las prácticas sexuales; todo ello siendo parte de la esfera privada de los individuos donde la política no tiene lugar.

Y se han tomado iniciativas, también con nuestros impuestos, para tomar medidas de ningún calado como añadir faldas a los símbolos de los semáforos, y el famoso punto violeta.

Pero este nuevo y progresista feminismo de los años 30 del siglo pasado necesita algo importante en lo que sustentarse, y ha elegido dos importantes banderas: la brecha salarial y su techo de cristal asociado y la violencia de género.

Desde el Ministerio de Igualdad (irónico nombre), se afirma que las mujeres, por el hecho de serlo, reciben menos salario por realizar el mismo trabajo que un hombre, y que a la mujer por el hecho de serlo (siempre por el hecho de serlo), se le niega sistemáticamente el acceso a puestos elevados.

Los empresarios deben ser estúpidos por no tener contratadas sólo a mujeres, que son más baratas, porque parece ser también que es necesario un cupo en las empresas para que los empresarios se dignen a contratar a mujeres en la misma medida que a  hombres.

Está claro que para un empresario lo importante es estar rodeado de amiguetes machos, y eso le justifica el gasto extra… nótese el sarcasmo.

Para justificar el dislate, como siempre que se pretende manipular la opinión pública, se utilizan datos reales pero incompletos y descontextualizados para dar a propósito una impresión concreta, que no es en absoluto la verdad.

Se presentan contrapuestas la suma de lo que ha ganado en toda su vida laboral la suma de los hombres de la muestra estadística, y la suma de lo que ha ganado en toda su vida laboral la suma de las mujeres de la muestra estadística.

La mujer tiene los mismos derechos que el hombre, pero es biológicamente distinta y es la que se queda embarazada y da a luz, por lo que requiere bajas por maternidad y en muchos casos elige quedarse en casa o trabajar en jornada reducida mientras sus hijos son dependientes. No siempre es así, pero muchas mujeres eligen libremente esto, entre otras cosas porque también son las que pueden proveer la lactancia y porque el primer vínculo de un bebé es con su madre.

Evidentemente si una trabajadora está de baja o trabaja en jornada reducida, el total de su vida laboral será menor y por tanto también su salario total. Pero eso de ninguna forma significa que mientras está trabajando recibe menos salario por hora que los compañeros de trabajo que tienen el mismo puesto.

Algo similar sucede con los puestos más competitivos y elevados en una empresa. Requieren tiempo. Hay mujeres que eligen sus carreras profesionales y mujeres que eligen su familia o su tiempo libre (igual que muchos hombres). Que estadísticamente esto ocurra más veces en el caso de las mujeres que en el de los hombres en ciertas carreras profesionales (por supuesto, no en todas ni mucho menos) parece molestar mucho a la Ministra, quizá porque le destroza el relato; y por ello ha tomado como objetivo también el destruir la idea de amor romántico y de familia,  atacar con dureza el embarazo y “de-construir” la “masculinidad tóxica” de los hombres.

Según la Ministra de Igualdad, una parte principal de la citada masculinidad tóxica prevalente en los hombres, es la tendencia natural a la violencia y el maltrato hacia la mujer por el hecho de serlo.

La delincuencia en España es de por sí muy baja en comparación con la del resto de países del mundo, y en concreto la violencia que la Ministra denomina “de género” es especialmente baja (debe ser que los hombres que no la ejercen, que son la gran mayoría, están haciendo esfuerzos sobrehumanos para reprimirse).

Dentro de la baja delincuencia que hay en España, hay por supuesto distintos perfiles de criminal.

Hay individuos psicopáticos que cometen crímenes en serie, muchas veces de índole sexual asociadas o no al posterior asesinato, que pueden ser homo o heterosexuales, en función de lo cuál la víctima será varón (normalmente joven, o incluso un niño, probablemente por la facilidad de acceso al ser más débil que un hombre adulto) o fémina.

Las estadísticas que usa el Ministerio se quedan con los crímenes de este tipo que se cometen contra mujeres, y se meten al saco de que ha sido “por el hecho de ser mujer”.

Dentro de las parejas y las familias también existe violencia. El perfil violento de los hombres y las mujeres es diferente, puesto que son biológicamente diferentes. Pero ambos pueden ejercer distintos tipos de violencia, y no toda ella es evidente ni fácil de probar.

La violencia psicológica, verbal y física en una familia se puede dar por parte de cualquiera de sus integrantes, y en especial si tienen problemas severos de inseguridad o celotipia que hacen que el individuo se vuelva controlador entre otras cosas.

Esa violencia se ejercerá contra sus convivientes, su pareja o sus hijos, precisamente porque son los suyos, independientemente del sexo del agresor y de los agredidos.

Por lo tanto esta violencia se da en parejas heterosexuales (las más habituales), en parejas de hombres homosexuales, de lesbianas, se da contra niños, y se da contra ancianos dependientes.

Un individuo perturbado agredirá con más facilidad a alguien que sea más débil físicamente que él, y esto justifica que en estos casos el hombre agreda a su pareja, que con más frecuencia es mujer, y la mujer agreda a los hijos o a los ancianos a su cuidado.

Pues bien, aquí de nuevo el Ministerio utiliza sólo la estadística que representa los casos en las parejas heterosexuales en los que un hombre agrede a SU mujer, y lo mete al saco de las agresiones a la mujer “por el hecho de serlo”.

Pareciera que el crimen de un violador/asesino en serie heterosexual y el de un marido heterosexual maltratador son el mismo tipo de crimen…

Y esto justifica que, el Ministerio de IGUALDAD, en lugar de modificar la VIOGEN, que es la única ley en nuestro país que revierte la carga de la prueba y prevé penas distintas por el mismo delito en función del sexo del criminal, se la apoye sin reservas en detrimento del hombre.

Por desgracia, el Ministerio de Igualdad no ha aportado ninguna solución a los casos reales de maltrato, aunque sólo fueran los casos del hombre hacia la mujer, mientras que ha generado un clima de enfrentamiento entre sexos y ha favorecido la desigualdad entre hombre y mujer de cara a la Justicia y la desprotección total del hombre inocente.

El incentivo para denunciar es tanto, y la solución aportada es tan deficiente, que el resultado es un incremento de denuncias exageradas e injustificadas por parte de mujeres que podrían solucionar su situación simplemente rompiendo su relación, o que buscan una venganza o una ventaja a través de un proceso judicial; mientras que las mujeres que sí tienen un problema de maltrato siguen sin sentir que pueden denunciar quedando durante el proceso bajo una protección efectiva contra su agresor.

Por supuesto los casos de hombres homo y heterosexuales, lesbianas, niños, y ancianos dependientes agredidos quedan silenciados o parecen no ser asunto de este Ministerio.

Al ser confrontada con esta desigualdad la Ministra Montero responde que los casos de maltrato intrafamiliar del hombre a la mujer son estadísticamente más elevados, y que la desigualdad jurídica está justificada por la desigualdad “real” entre hombres y mujeres y por la necesidad de disuasión de este tipo de delito.

(Que la justicia no funcione ni deba funcionar así le es indiferente a esta Ministra del Gobierno de España).

Sin embargo, PODEMOS aboga por la abolición de la pena permanente revisable para los criminales reincidentes (entre los que se encuentran los depredadores sexuales), bajo el pretexto de que el objetivo de la privación de libertad debe ser la reinserción.

Desde aquí les recordamos que las funciones de las penas restrictivas de libertad son: evitar la reincidencia en el delito (es decir, proteger al resto de ciudadanos de los ciudadanos peligrosos), castigar el delito, disuadir al condenado y a otros de cometer el delito en cuestión, y finalmente la reinserción si ésta fuera posible, que no siempre lo es, por ejemplo precisamente en el caso de los depredadores sexuales y asesinos en serie.

No es el único ámbito en el que el partido de la Ministra de Igualdad muestra más preocupación por los criminales que por las víctimas (véanse sus posturas sobre la Okupación y sobre los piquetes entre otras cosas).

No podemos dejar de lado por otra parte la incoherencia entre esta victimización sistemática de la mujer, el famoso “sólo sí es sí”, y el “yo te creo hermana” que han acompañado a la Ministra en su gran misión para darle la vuelta al machismo imperante en España, y la diferencia en la trascendencia de casos reales de abuso y agresión en función los intereses del Ministerio de Igualdad.

Esto se pone de manifiesto en las declaraciones públicas de la Ministra que convierten en mediáticos ciertos casos mientras que otros quedan totalmente silenciados.

Seguramente recordarán el caso de la “Manada de Pamplona”, en la que se presionó desde el Gobierno y desde Podemos y sus medios afines a los jueces para que declararan culpables a los acusados a pesar de que las pruebas no indicaban que la víctima, en el momento de los hechos, no quisiera participar de ellos. Había pruebas claras de un delito de agresión sexual anterior, pero no era por el que estaban siendo juzgados. El juicio a esta manada fue totalmente público y mediático y se llegó a señalar personalmente a los jueces.

No habrán oído apenas declaraciones por parte de la Ministra de Igualdad sobre casos de otras (múltiples) violaciones en manada más allá de “no hay que estigmatizar a los migrantes”.

Debe ser que los “migrantes” tienen una categoría de humano distinta de la de los hombres blancos en España, a los que sin duda sí se puede y debe estigmatizar…

También recordarán las declaraciones públicas de Podemos y de la Ministra sobre Juana Rivas (condenada por la sustracción de sus hijos y quedando claro que uno de ellos sufrió abusos sexuales bajo su tutela), María Sevilla (expresidenta de Infancia Libre y exasesora de infancia de Podemos, hoy condenada por la sustracción de sus hijos y las condiciones en las que los mantuvo), y hasta sobre el testimonio en TV de Rociíto.

Cabe recordar que la ministra se ha pronunciado públicamente a favor de estas madres, no habiendo sentencia y a pesar de que las imputaciones en sí mismas ya se basaban en indicios (luego confirmados) delictivos; y lejos de pedir disculpas tras las condenas, ha criticado a la Justicia llegando a calificarla de “Justicia Patriarcal”.

Destacamos que no se trata de una tertuliana dando su opinión, sino de una Ministra del Gobierno de España haciendo declaraciones públicas.

 Quizá tampoco tengan mucha información sobre los casos de abusos de menores bajo la tutela del Estado en la Comunidad Valenciana y en Baleares.

En el caso concreto de la Comunidad Valenciana la propia Mónica Oltra (y más de la mitad de la institución que encabeza) está imputada por claros indicios de ocultación de pruebas contra su entonces marido, que ya ha sido condenado a prisión por los abusos.

En el auto del juez incluso consta cómo Mónica Oltra acosó a la víctima y la intentó deslegitimar de distintas formas, y cómo la forma de lidiar con la denuncia de la niña abusada en su momento fue cambiar a su abusador de planta dentro del mismo edificio permitiéndole seguir ejerciendo su labor de tutela sobre los niños.

A la Ministra y a las feministas del Gobierno esto no parece molestarles ni por el lado de los derechos de la mujer, ni de la libertad sexual, ni de la protección de la infancia; puesto que recientemente celebraron un acto feminista junto a Mónica Oltra, han votado en contra de una comisión de investigación del caso, y el silencio de sus medios afines al respecto es estruendoso.

Por otra parte, tras el precedente de sus pronunciamientos y señalamientos públicos en casos no dirimidos, cuando se le ha preguntado directamente por los casos que le son incómodos, y en concreto, por el caso de la Sra. Oltra la Ministra se ha mostrado muy respetuosa con el hecho de que el proceso judicial estaba en curso y no había sentencia.

Todo esto es realmente sorprendente, teniendo en cuenta la importancia que la Ministra Montero otorga las ya citadas consignas. Entre ellas, la de “Sólo sí es sí”, es la consigna estrella de la Ministra de Igualdad y el origen de la primera gran conquista que planteaba el Ministerio tras su fundación:

La Ley de Libertad sexual, concebida para que la mujer no se vea obligada a tener relaciones sexuales no deseadas.

De esta ley lo más benévolo que puede decirse es que es un gran castillo de arena sin capacidad de plasmación en nada regulable; y lo peor, que deja tanto espacio para la interpretación arbitraria de las situaciones denunciadas (incluyendo además figuras “expertas” ajenas a la carrera judicial que tendrían una gran influencia sobre el proceso) que lo que genera realmente es inseguridad jurídica, enemigo mortal de la libertad y de la garantía de los derechos.

Para promocionar esta ley, que ni siquiera había sido publicada (puesto que para siquiera ser publicable requirió numerosas enmiendas), era necesario el gran 8 de Marzo de 2020 de la Ministra. Y el miedo justificado de la ciudadanía ante una pandemia descontrolada, de un patógeno nuevo y para el que no había ni vacuna ni tratamiento no podía interponerse en tan importante evento, en el que, según Carmen Calvo, nos iba la vida; porque por supuesto en España el machismo mata más que el Coronavirus.

Recordemos que la OMS declaró la alerta internacional por el virus el 30 de Enero de 2020.

El 8M España estaba “oficialmente” libre de Coronavirus (aunque en realidad no lo estaba y el Gobierno lo sabía, al igual que una parte de la población, a pesar de la desinformación al respecto. Destacamos estas declaraciones de la Ministra Montero entonces), el 9M el Presidente Pedro Sánchez anunciaba un plan de choque contra la COVID19 tras “hacerse público” el número de casos conocidos los días previos al 8M, y el 13 de Marzo de 2020 anunciaba el estado de alarma, que finalmente se declaró 24h después, el 14  de Marzo. Los resultados de este periplo son de sobra conocidos (aunque no reconocidos, a estas alturas, por el Gobierno de España).

La promoción de esta ley debía valerle a la Ministra los miles de vidas que costó, a pesar de que no merece mención en los casos en que te viola el agresor equivocado.

Por último, cómo no mencionar el bastión más importante en cualquier proyecto de ingeniería social: La educación. La formación ideológica de futuros votantes.

Aparte de intervenir el temario de los opositandos a funcionario, y de forzar a los funcionarios a recibir cursos de Ideología de Género, se han incluido las propuestas y la ideología del Ministerio en la nueva reforma educativa.

Entre otros dislates, se plantean iniciativas a introducir en el temario y charlas externas para introducir a los niños a la sexualidad adulta y hacerles dudar de su sexo (como si no fuera una cuestión objetiva), invitándoles a decidir a qué “género” pertenecen, sin ninguna consideración hacia las fases de desarrollo neurológico de los niños.

A la vez les introducen a las diferencias que, según esta nueva ola pseudo-feminista, siguen existiendo entre hombres y mujeres, y a cómo los hombres por el hecho de serlo, y su presunta “masculinidad tóxica” es la responsable.

Esto produce culpabilidad a los niños, miedo, rabia e indefensión aprendida a las niñas y, en definitiva, una guerra de sexos ya desde la infancia.

A pesar de esto, la Ministra Montero se queja de que sigue sin haber suficiente contenido de género en los temarios y que dicho contenido debe darse a los estudiantes independientemente de la voluntad y opinión de sus padres.

En sus desvaríos misándricos, no parece interferir el hecho de que la “Ideología de Género” niega el sexo biológico, y por tanto la existencia de hombres y mujeres como tal; por lo que la propia base de su muy desviado feminismo se convierte en humo.

Tal es la incoherencia de este feminismo que no cree en el sexo biológico que se han producido escisiones importantes en el seno de la izquierda, que se ha apropiado injustamente el feminismo.

En base a estas incoherencias y a teorías sin ningún aval científico se están haciendo declaraciones, campañas, propuestas legislativas y reformas educativas.

El Ministerio de Igualdad está en guerra con la realidad, con la naturaleza y con la biología, y está haciendo experimentos sociales con nuestros hijos y con nuestro dinero, a la vez que criminaliza a nuestros padres, abuelos, hijos, maridos… por el hecho de haber nacido hombres.

Además intenta destruir el concepto de “familia” y de “amor romántico”, que son bases de las relaciones humanas en general y en especial entre hombres y mujeres.

En resumen, no sólo un ministerio dedicado a conseguir la igualdad entre hombres y mujeres en España es absurdo e innecesario, especialmente habiendo ya igualdad ante la ley, sino que, de cara a problemas que sí tenemos, no han propuesto ni llevado a cabo ninguna medida eficaz, incluso teniendo un presupuesto anual desorbitado, y un extra de más de 20 000 millones de euros (equivalentes al menos a un año entero sin impuestos a la energía) para no se sabe qué actividades, que se le concede mientras el hundimiento económico y el paro ahogan a particulares y empresas, provocando el cierre hasta de empresas estratégicas por los altos impuestos y la falta de ayudas.

Como colofón, este ministerio señala a quien no comulga con sus ideas, relacionadas o no con el feminismo, (para muestra, el último manifiesto del 8M publicado por la Comisión 8M, que depende directamente del Ministerio de Igualdad), y predica (y hasta pretende regular) cómo las familias educan a sus hijos y cómo es ético o no pensar y conducir la propia vida y relaciones sentimentales y sexuales.

Para concluir, destacar dos hitos importantes:

– El voto femenino se aprueba el 1 de Octubre de 1931, por 161 votos a favor, 121 en contra y la abstención de 188 diputados. Sólo 2 mujeres ocupaban un escaño: Clara Campoamor y Victoria Kent, y una de ellas (Victoria Kent, PSOE) votó en contra.

– La actual Constitución, que incluye en artículo 14 estableciendo así la igualdad ante la ley independientemente de sexo, credo o cualquier otra condición, se redacta por 7 hombres (Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo, Gregorio Peces-Barba Martínez, Jordi Solé Tura, Miquel Roca i Junyent, Manual Fraga Iribarne).

El hombre no sólo no es un enemigo de la mujer, sino que fue la clave última de su igualdad de derechos.

 El Ministerio de Igualdad es una montaña gigantesca y carísima de mercancía averiada y totalitarismo “woke”. Es un Ministerio de PROPAGANDA.

Exigimos su cierre inmediato.

#MinisteriodeIgualdadDéjanosenPaz

Firma la petición para cerrar el Ministerio de Igualdad

FUENTE: El Club de los Viernes

The end is near. La derrota de Podemos

Irene Montero, Ione Belarra, y por extensión Pam y todas las alegres feministas del Ministerio de Igualdad, han sufrido una derrota sin paliativos con su Ley del Sólo Sí es Sí. Sus caras en el Congreso eran un poema. Humilladas pero sin aceptar su responsabilidad y sin dimisiones. Que ya son casta y están por la pasta. A eso sumen que Yolanda suma que te sumarás y que Tezanos hunde al partido… Este artículo es el Sainete Triste del Ministerio de Igualdad, una recreación ficticia pero plausible de los últimos días de Podemos. The end is near…

Por Julio Murillo

El día auguraba tormenta en el Ministerio de Igualdad. La tarde anterior Irene Montero había regresado de su viaje relámpago a Nueva York, donde había participado en la sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer de la ONU, dedicada a la brecha de género en el mundo digital. Volvía, así lo había filtrado en discreta llamada telefónica una de sus secretarias, destemplada y con el rictus torcido en los labios. Demasiadas cosas en muy pocos días. Había convocado, mientras sobrevolaba el Atlántico, una reunión de crisis de su gabinete a las diez en punto.

Pasadas las nueve y media, y con cara de haber pasado una noche toledana, llegó trastabillando Lilith Verstringe, secretaria de Estado de la Agenda 2030. Saludó abúlica al personal, alzando el puñito y musitando su sempiterna melopeya –«Ma-ña-naaa… Es-pa-ñaaa… será re-pu-bli-canaaa»– y se dejó caer, desvencijada, en una butaca de la sala de juntas, comenzando a roncar a los pocos segundos. Al rato apareció Isa Serra, la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid y asesora del Ministerio, con la cara lavada y recién peinada. Y ya eran casi las diez cuando asomaron, al unísono, Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, aferrada a sus carpetas, y Ángela «Pam» Rodríguez, Secretaria de Estado de Igualdad. Traía la mujer expresión de I can’t get no satisfaction, por lo que el personal interpretó, no sin malicia, que una vez más había vuelto a quedarse sin pilas alcalinas durante la noche.

A todos les pareció que el semblante de Irene no auguraba nada bueno. Irrumpió en la estancia con el ceño fruncido y los morritos más arrugados que una pasa de Corinto. Descargó su tablet y varios informes, se sirvió un té con aguachirle de avena y entró sin dilación en materia.

—A ver, chiques, os he convocado porque esto no va nada bien. El PSOE reforma la Ley de Libertad Sexual. Nos la meten doblada. Ya sabéis que el otro día se dio luz verde por vía urgente a su tramitación, con votos a favor de peperos y ciudadanos; este 8M hemos dado imagen de desunión, con manifestaciones paralelas, y con notable bajada de participación… Y me tuve que oír a más de una diciendo que nos pasamos diez pueblos en casi todo, y que así que no… –resumió adusta, yendo a clavar su mirada en Pam.

—¿A mí me miras? –interpeló con cara de bizcocho recién horneado la Secretaria de Estado–, ¿no me estarás culpando de todo eso a mí, no?

—Aquí hay para todos, pero tú deberías ser la primera en hacértelo mirar, reina, porque no paras de rajar y carcajearte en los medios… ¡Que si los violadores saldrán a miles de las cárceles; que menuda pena que no pudiera abortar en su día la madre de Santiago Abascal; que cómo es posible que al setenta y cinco por cien de las jóvenes les vaya mucho más el «aquí te pillo, aquí te empotro» que la auto estimulación! ¡Y que el consolador es una máquina de matar fascistas! ¿A ti eso te parece normal. tía? ¡Nos están atizando a base de bien en todas las encuestas! ¡Nunca nos habían puesto a parir así en las redes!

—Oye, oye, a ver, con mi satisfayer no te metas, bonita de cara, que Marx nos creó a todas libres… –gruñó molesta Pam cargando lanza en ristre–. ¡Si tengo foso con cocodrilos, puente levadizo y rastrillo en mi castillo es cosa mía!¡Como si la continencia verbal fuera lo tuyo! ¡Menudas peroratas largas tú con cara de acelga hervida: que lo que toca ahora es ocuparse del placer de las de setenta y ochenta en los geriátricos; que a ver cómo normalizamos lo de la coyunda en días menstruales…!

—Mira, Pam, así no vamos bien. Te pasas el santo día enmerdando en Twitter y en Instagram: que si tú eres «bollera de barrio de confianza»; que si estás en eterno problema con tu cuerpo; que si todos los españoles son fachas y violan a tope… Te dedican artículos a todas horas. Y Pedro Sánchez está hasta el gorro de nosotras, se sube por las paredes como un gato, y nos culpa de que las encuestas no le sean favorables. Lo sé de buena tinta. Entre lo de Tito Berni, la Moción de Censura de Tamames, y lo de la Ley del Sólo Sí es Sí, está que echa espuma por la boca. Y las municipales están a la vuelta de la esquina, y en cuatro días Navidad y Generales… ¡Y todas a la calle!

—¡Bah, para nada, no sufras, que el Gobierno de coaflicción, digo de coalición, está asegurado! –aseveró esbozando una sonrisilla cínica–. Oye… ¿No será que lo que a ti te amarga el café es ese análisis crítico que te dedica Gloria Elizo, ¡una de las nuestras!, en El Mundo? ¡Dice que eres un «cóctel explosivo y que lo tienes todo para provocar odio en muchos sectores»; que tienes una visión sesgada de las cosas; que no has desarrollado tu capacidad para hacer política, y que sólo entiendes la política como una guerra constante! ¡Y, ah, sí, que tú y Pablo os comportáis como si Podemos fuera vuestro coto de caza privado!

Si hasta ese momento la expresión de contrariedad de Irene era notoria, escuchar eso casi le desfigura el rostro. Durante segundos interminables flotó en la sala un silencio de ultratumba.

—Mira, lo que más me jode de este artículo de Gloria es que haya puesto el dedo en la llaga al señalar que parte de mi problema es haberme rodeado de un equipo no capacitado para estar en primera línea de la política… ¡Vamos a dejarlo estar, Pam! –zanjó taxativa–. En cuanto a ti, Ione, chata, hazme el favor… ¡Deja ya de llamar a Juan Roig «capitalista despiadado» cada dos por tres, basta de poner a parir a Mercadona por haber ganado un cinco por ciento más que el año anterior, y de exigir que se intervenga la cesta de la compra y de promover boicots! ¡Si es que parecemos unos antisistema!

Lilith Verstringe, que seguía durmiendo plácidamente, abrió en ese preciso instante los ojos y bostezó. Había escuchado la última parte de la invectiva de la ministra.

—¿Qué dices, Irene? ¿Ya no somos antisistema, muy anarquistas y republicanos? –interpeló estirando los brazos– ¿O lo dices porque si se nos acaba el chollo acabaremos todas de cajeras en el Mercadona? ¡Ay, no sé, perdonadme chicas, pero es que hoy estoy taaan cansada!

—¡Madre mía, qué he hecho yo para merecer esto! –se lamentó Irene hundiendo el rostro entre las manos– ¡Pero si es muy fácil, coño, sólo os estoy pidiendo que mantengamos, hasta que las aguas vuelvan a su cauce y todo se tranquilice un poco, un perfil más bajo, menos combativo! ¡Ocupémonos de asuntos menores, de cosas que no encabriten a todo el corral!

—¡Eso está hecho, Irene! –exclamó Isa Serra, achispada, chasqueando los dedos–. Mira, ya tenemos esos dos informes de los que te hablé, breves pero concisos. Y a precio de ganga, a cincuenta mil euros cada uno. Éste de los semáforos es muy bueno… ¿Sabéis que el algoritmo de los semáforos es machista y perjudica a las mujeres? ¡Os paso copia a todas! ¡Y luego está éste otro, que confirma que en este país pecamos de hablismo y glotofobia, como Pablo Motos, y que aquí todo el mundo se burla de su vecino y le discrimina por su acento y por su forma de hablar! ¡Eso son por lo menos dos buenas campañas!

Irene se quedó traspuesta, con cara de pasmarote, ausente. Definitivamente el mundo no estaba a su altura. Respiró hondo y optó por sosegarse. Sonó su teléfono móvil. Contestó con desgana.

—¿Sí…?

—¿Ireneee? ¡Holaaa, que soy yo, la Yoli! Cuchaaa, preciosa, que estaba yo por aquí, en Móstoles, que me he venido a Móstoles a ver si sumo a dos concejales del PSOE que están transicionando más a la izquierda, y me he dicho… ¿Y por qué no aprovechas que estás en Móstoles y llamas, entre suma y suma, a Irene, a ver si quiere sumarse ella también? Y así, sumando sumando, nos salen bien los números… Oye, que sin compromiso, tú háblalo con Pablo, y si no queréis sumaros, pues no pasa nada, pero al menos no me restéis, ¿eh? ¡Es que si me restáis no podremos crecer y multiplicarnos!

—Ya, sí, vale, Yoli, vale, ya hablaremos; oye que te dejo, que tengo un mal día y estoy con jet lag

—Pues nada, bonita, tómate un Gelocatil y ya hablamos… ¡Salud y República, camarada!

Las cuatro mentiras de Podemos (y los tres “cretinos” del Gobierno)

En plena tormenta política entre Podemos y el PSOE por el ‘solo sí es sí’, el círculo de hierro de Irene Montero -su íntima amiga y secretaria de Estado, la ínclita Pam- no duda en mentir para seguir aferrado a su bien remunerado cargo. Y, mientras, nos encaminamos a los 400 abusadores beneficiados por su engendro legal

Irene Montero e Isa Serra en su visita a la Casa Blanca; Washington

Dimitir es un nombre ruso. También para Podemos. Las mujeres del Ministerio de Igualdad, con Irene Montero a la cabeza y fielmente secundada por su secretaria de Estado, Ángela Rodríguez Pam la que bromeaba a cuenta de la liberación “en masa” de abusadores sexuales y violadores y ya vamos camino de los cuatrocientos– están dispuestas a mentir cien veces.

 Pedro Sánchez, Irene Montero y Ione Belarra, en una imagen de archivo. EUROPA PRESS

Todo con tal de no dimitir y permanecer en sus poltronas tan bien remuneradas –más de 100.000 euros en el caso de Pam– y para no reconocer que su ley fue una chapuza que ha provocado –y provocará- cientos de rebaja de penas y la libertad de varias decenas de condenados por abusos sexuales.

En plena crisis con su socio de (des) Gobierno, tras anunciar el PSOE por fin que va a modificar una ley que el presidente Sánchez defendió y todo el Grupo Socialista votó y aprobó sin rechistar –obligado porque las encuestas han activado todas las alarmas a solo unos meses de las elecciones autonómicas y municipales cuando, según el plan de Moncloa, se debería estar hablando del alza del SMI y la subida de las pensiones-, desde el Ministerio de Igualdad se miente sin recato para intentar salvar la cara a Irene Montero.

Desde la izquierda a la derecha, nadie daba crédito al nuevo mantra del Ministerio de Irene Montero para intentar enrocarse y negar la realidad de una ley nefanda parida en su departamento. “Ni un grupo parlamentario, ni un solo informe de los órganos consultivos, ni un solo Ministerio, ni un solo medio de comunicación adivinó que esta era una posibilidad”, aseguraba ayer desde su cuenta de secretaria de Estado la ínclita Pam sobre los cientos de revisiones de condenas que su ley ha provocado.

Cuatro mentiras, cuatro, en un solo tuit oficial. Cuatro mentiras, cuatro, tan fácilmente desmontables que causan sonrojo y que se deberían añadir a los ‘méritos’ de Pam para que no estuviera ni un minuto más en su puesto. Vayamos por partes.

Primera mentira

“Ni un grupo parlamentario” adivinó que se producirían rebajas de condenas con su ley. Primera mentira tan burda que se desbarata acudiendo a la propia hemeroteca del Congreso.

El 22 de mayo de 2022, la diputada del PP por La Coruña y portavoz adjunta de ese Grupo en la Cámara pedía desde la tribuna “eliminar prácticamente entera la exposición de motivos” de la ley porque “parece una soflama del programa electoral de Unidas Podemos que puede suponer, como lo saben ustedes, paradójicamente, que lo que antes eran agresiones sexuales que conllevaban una pena  grave ahora vean rebajado su castigo”. Literalmente.

Martes 27 de septiembre de 2022. Ruth Goñi, senadora de Navarra Suma, advertía directamente a la propia Pam de la posibilidad de que, acogiéndose a la nueva normativa impulsada por el equipo de Irene Montero, los condenados por agresión y abuso sexual puedan solicitar la rebaja de sus penas tal y como ahora se está comprobando. «Esta ley no supone más protección efectiva para las mujeres y sí supone una rebaja de las penas para los agresores sexuales», avisa. La ínclita Pam hizo oídos sordos. Primera gran mentira.

Segunda mentira

“Ni un solo informe de los órganos consultivos” insiste Pam. El 19 de noviembre, Vozpópuli publica que el Gobierno sacaba adelante la polémica ley del ‘sí es sí’ sin estudiar el borrador que el principal órgano asesor del Ministerio de Justicia elaboró durante meses de cara a una posible reforma de los delitos sexuales. Una treintena de juristas de reconocido prestigio trabajaron en el marco de la Comisión General de Codificación para plasmar su criterio sobre este asunto. Pese a los meses de trabajo y a que se llegaron a elaborar varios borradores, finalmente el Ejecutivo desoyó su propuesta.

5 de febrero de 2021. Hace casi dos años, el CGPJ en su informe sobre la ley del «solo sí es sí», cuestiona varios de los ejes del proyecto, desde la definición del consentimiento de la víctima, a que “se considere agresión sexual lo que ahora es un abuso”. El informe lo redactan tres vocales y avisan: eliminar el delito de abuso sexual puede perjudicar a la víctima, al no castigar con mayor pena a quienes cometan actos más graves. Pam miente por segunda vez.

Tercera mentira

“Ni un solo Ministerio” insiste Pam como tercera mentira. Lo dice cuando este lunes la propia Carmen Calvo, en abierta discusión en la SER con el entonces vicepresidente del Gobierno y hoy tertuliano, profesor y pareja de la ministra Irene Montero, Pablo Iglesias, asegura vehementemente que ella, entonces vicepresidenta, y el por aquellos días ministro de Justicia Juan Carlos Campo hicieron “objeciones clarísimas” a la ley de Igualdad. “Se respetó a la ministra cuando dijo ‘Mi ley es ésta’.  

Calvo respondía a la retórica de Iglesias, que aseguraba ufano que ninguno de los tres magistrados presentes en el Gobierno habían planteado objeciones y “ninguno de esos tres magistrados es cretino ni Pedro Sánchez, que defendió la ley, es cretino”. Calvo saltó en defensa de su exjefe y sus excompañeros para desmentir a Iglesias. No seré yo quien desmienta lo del cretinismo.

Cuarta mentira

“Ni un solo medio de comunicación adivinó que esta (la rebaja de penas) era una posibilidad”. Otro embuste de la secretaria de Estado de Montero. Se cae por su propio peso con todos los ejemplos en la hemeroteca.

Solo uno: el 7 de julio de 2021, la magistrada Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, tiene que salir en la agencia EFE a negar lo que era un clamor en los medios: que la aprobación de la ley de libertad sexual vaya a suponer una revisión de las condenas ya impuestas a los agresores sexuales. La primera mentira, entonces, de Rosell y la cuarta de Pam.

Y así, entre mentiras y cretinos, se cambia por fin la ley, nadie dimite en Igualdad, Sánchez y Bolaños pretenden salir limpios de cualquier responsabilidad en un engendro al que dieron todas las facilidades, defendieron y votaron con disciplina militar, y ya son casi cuatrocientas las víctimas que han visto a sus abusadores o violadores beneficiarse.

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Irene Montero o el arte de mentir

La defensa de las mujeres queda en un segundo plano porque lo que importa verdaderamente es la derrota electoral que anuncian los sondeos para el 28M

Por Félix Madero

Si hiciéramos un esfuerzo y pudiéramos volver a situarnos  una semana antes de que una moción de censura echara del gobierno a Mariano Rajoy; si tuviéramos esa posibilidad a nuestro alcance y ya hubiéramos asumido que el país caería en las manos de un tipo que, sin estrenarse, ya apuntaba las formas de la frivolidad y la mentira, si esa posibilidad estuviera disponible. Nadie en este país podría haber imaginado que el debate público naciera de dos jóvenes mujeres de mirada esquinada y verbo ácido cuando hablan de sus enemigos -ellas no tiene adversarios- o manifiestan estar siempre, o casi siempre, en posesión de la razón. Los que adolecen de esta patología de la personalidad participan de una singularidad: nunca reconocen que tienen semejante desviación.

Ni Irene Montero ni Ione Belarra son conscientes de que la arrogancia, ni siquiera la equivocación y el disparate de sus ideas elevadas a leyes, no es otra cosa que la síntesis perfecta de la soberbia. Y con soberbia se puede mandar, pero no es posible gobernar. Gobernar exige mesura, sosiego, equilibrio y preparación, porque cuando lo haces se debería pensar en todos los españoles y no solo en los que te han votado, lo que en sí mismo es la más contundente expresión del sectarismo aplicado a la política. No hay declaración en la que Montero no luzca esa soberbia. No hay plano en la televisión en el que Belarra no aparezca enfadada. Cabreada más bien.

Las señoras -¿podré llamarlas así sin que me califique de machista?- son dos hiatos que la lógica y la política más sutiles no pueden digerir

Para cualquier ciudadano medianamente informado, imaginar que hoy íbamos a estar enzarzados en debates bizantinos sobre una ley cuya enunciación -del sí es sí- ya produce bochorno, le resultaría increíble. Tampoco éramos capaces de adivinar la existencia de tantos tipos de familia como Belarra ha querido imaginar: Familia múltiple, LGTBI homomarental y homoparental, reconstituida, intercultural, transnacional o familias de personas solas, entre otras. Y menos podíamos conjeturar que, tantos años después, la titular de Asuntos Sociales colocara en el debate público argumentos que eran viejos cuando ella no había nacido: el capitalismo despiadado de algunos empresarios, Juan Roig, a la cabeza. Las señoras -¿podré llamarlas así sin que me califique de machista?- son dos hiatos que la lógica y la política más sutiles no pueden digerir. El trazo gordo y desabrido cada vez que hablan sólo envía un mensaje a quien las escucha: tú no tienes ni idea.

Con estos antecedentes es fácil imaginar a las dos ministras en sus trece, siempre en sus trece, y resultaría milagroso que en algún momento de sus cortas vidas políticas reconocieran algún error. Se equivocan siempre otros. En ellas no hay espacio para la hermenéutica y por eso no hay la más mínima posibilidad de debatir lo que hacen, porque siempre están en el uso de la razón. La verdad les importa poco, es la razón impuesta y cerrada.

Dejo ahí a Belarra, registrando los nombres de los capitalistas despiadados que están matando de hambre al pueblo. Ignoro si sabe que el dinero que ella recibe como salario es público, pero que antes fue privado. Si no lo sabe se lo recuerdo. Y es por esta razón por la que puede pensar que algo de ese dinero ha servido en algún momento para que ella haya estudiado y haya terminado, destrozando el cálculo de probabilidades, en un sillón en el Gabinete ministerial.

Irene Montero es la culpable, ella junto a esa otra señora que se ríe en público cuando habla del maltrato contra las mujeres, y a la que sus secuaces llaman Pan

Sus argumentos son débiles y, sin embargo, engatusan a una buena cantidad de gente que no atina a preguntarse dónde está el problema de lo que plantean en sus soflamas. Y no se lo preguntan porque, en el fondo, saben la respuesta: Irene Montero es la culpable, ella junto a esa otra señora que se ríe en público cuando habla del maltrato contra las mujeres, y a la que sus secuaces llaman Pam.

Ahora nos cuentan que el Gobierno quiere -ojo al verbo-, “perfeccionar” la ley del sí es sí. Pero sucede que así no podemos seguir. Que es un escándalo mayúsculo el goteo de abusadores y violadores que salen de la cárcel, mientras se observa cómo la inepcia de esta muchacha metida a ministra, lejos de corregir, se reafirma en el disparate. Esta semana llegaremos con seguridad a los 300 beneficiados. La culpa siempre es de otros y sobre todo de los jueces machistas, a los que hay que reeducar y formar en los valores que la ministra hace suyos pero que al menos la mitad de la población rechazamos.

Estamos, quizá, en la antesala de la ruptura de la coalición social comunista, algo que empiezan a necesitar uno y otro socio del Gobierno. Pero esta es cuestión menor si reparamos en lo sustancial, que no es otra cosa que Pedro Sánchez desea ¡ahora! la modificación de esta ley infame porque advierte el desgaste y sus efectos en las encuestas. Al final, la defensa de las mujeres queda en un segundo lugar, porque lo que importar verdaderamente es la derrota electoral que anuncian los sondeos para el 28M.

Montero, no va a dimitir, porque todo es cosa de una conspiración de jueces fachas. Si no lo ha hecho ya, perdamos toda esperanza. El Gobierno demediado de Sánchez no tiene capacidad para cesarla. ¿Y el Ministerio de Justicia, anda por ahí, dice algo, piensa algo la ministra o con la señora Llop no va esto? 

Qué tiene que ver el consentimiento con que una mujer haya tenido que irse de Zamora porque su maltratador no deja de enviarle mensajes desde la cárcel en los que le adelanta que le va a cortar el cuello

Irene Montero, cuya desfachatez es inconmensurable, sigue hablando de la importancia del consentimiento recogido en la ley, como si esa fuera la cuestión. No confunda a la gente, no la trate de idiota, porque eso es lo único decente del bodrio que ha engendrado. Qué tiene que ver el consentimiento con que una mujer haya tenido que irse de Zamora porque su maltratador, que se va a beneficiar de la ley del sí es si, no deja de enviarle mensajes desde la cárcel en los que le adelanta que le va a cortar el cuello cuando salga. Por qué no coge el teléfono la ministra y llama a esa señora y le explica lo del consentimiento a ver qué pasa.

La titular de Igualdad acaba de afirmar que todo responde a “una indecente ofensiva de la derecha mediática y judicial”. Habrá quien le compre la mercancía e incluso vuelva a votar. Siempre habrá gente incapaz de decidir entre las mentiras con algo de verdad y las verdades con algo de mentira. Nada se puede decir salvo compadecer al incauto y al que no quiere saber. A los demás nos toca esperar tiempos en que los ministerios no se regalen ni se rifen en España. Y ver cuanto queda para que empiece el circo de la ruptura entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el mismo que sigue moviendo la cuna.    

Pompeyo

Es conveniente recomendar a Irene Montero que no redacte una ley para revisar las penas de los delitos inmersos en el terrorismo

Por Alfonso Ussia

Pompeyo es un personaje de película. De película que termina bien, porque ha sido detenido, ha declarado ante el juez, y su señoría le ha mandado a la trena. Tengo que reconocer que, en un principio, no le concedí importancia alguna a los sobres con explosivos que envió, entre otros, al presidente del Gobierno a La Moncloa. Creí que se trataba de una broma de mal gusto, como la farsa de la bala que recibió Stalincito en su domicilio probablemente enviada por el propio Stalincito. Prueba de ello es que nadie se acuerda ya de la bala y del falso susto que con tan escasa maestría interpretó el chico de Vallecas. Nada se parece aquello a lo de Pompeyo, un jubilado comunista, nostálgico de la Unión Soviética y entusiasta partidario de la invasión brutal y sangrienta de Ucrania por parte de la Rusia pre imperial de Putin. Pompeyo González tenía a buen recaudo en su dulce hogar, un dron con un dispositivo para lanzar artefactos más potentes, y toda suerte de explosivos, tornillos y demás objetos destinados a convertirlos en metralla. Es decir, que Pompeyo González, si no se demuestra lo contrario, es un bicho digno a tener en cuenta. Una de mis tías bisabuelas tenía unos hablares tan elegantes que intercalaba una «t» entre la «i» y la «c», y pronunciaba «bitcho». – Hay que despedir a Saturnino, el «tchófer» porque además de un «bitcho» no tiene ni idea de «cotches». Pero no lo hizo. Saturnino se jubiló de «tchófer» de mi tía bisabuela porque le producían honda pena la mujer de Saturnino y sus «tchicos».

Ignoro el porqué de la indiscreta e innecesaria referencia en el presente texto a mi tía bisabuela. Mis lectores sabrán perdonarme.

Pólvora y clorato potásico le fue intervenido por la Policía. Según su declaración ante el juez adquirió sus conocimientos químicos para fabricar armas explosivas en Internet, y posteriormente, con la asignatura bien aprendida, los compró en Amazon. Se me antoja un tanto extraño que en Amazon atiendan pedidos y solicitudes tan sospechosas como inexplicables, pero así está el patio. Cuando finalice este artículo procederé a pedir a los de Amazon una ametralladora de segunda mano con el fin de defenderme de una invasión de topos que se han apoderado de mi jardín. Entiendo que esa petición no sea del agrado de los animalistas, pero mi paciencia ha sobrepasado el límite de la resignación. Si a Pompeyo González le sirvieron su pedido, espero que el mío lo admitan con parecida celeridad e indulgencia.

Lo cierto es que Pompeyo González, como poco, está como una chota. Autoproclamarse soldado de la URSS cuando la URSS ya no existe, y colaborar desde Miranda de Ebro con el Ejército invasor ruso, merecería toda suerte de comentarios jocosos si los juguetes a su disposición no hubieran sido tan peligrosos. He pasado por Miranda de Ebro en coche y en tren en centenares de ocasiones, desconociendo que allí habitaba Pompeyo González. De haberlo sabido, habría invertido más tiempo dando un rodeo por una carretera secundaria, y de viajar en tren, exigido a los máximos responsables de la Renfe y el Talgo de tener en cuenta y consideración la proximidad del domicilio de Pompeyo González de la estación, que para colmo, es nudo ferroviario de los trenes que pululan por el norte.

Es conveniente recomendar a Irene Montero que no redacte una ley para revisar las penas de los delitos inmersos en el terrorismo. Porque la libertad de Pompeyo puede causarnos más que un susto. Los soldados comunistas de la URSS no descansan. Y de Amazon, ya hablaremos. Y de los topos.

La tenebrosa Ley Trans, Parto o aborto de Irene Montero, la desquiciada.

#NoALaLeyTrans #NoALaIdeologíaDeGénero

RAMIRO GRAU MORANCHO

Confieso que ya no leo en BOE, boletín oficial del estado.

Ya soy mayor, y he dejado de leer tebeos.

No creo en el  capitán Trueno, ni en Pulgarcito, pero si en el  guerrero del Antifaz, que ya tarda en venir a España, para librarnos de los miles (posiblemente, cientos de miles), de ladrones, corruptos y traidores que nos circundan y oprimen.

Creo en Dios, en la Virgen del Pilar, en la Patria, en la familia, en los amigos, y en mí mismo, por este orden.

La vida es corta, y no estoy dispuesto a perder el tiempo leyendo paridas, ocurrencias, y mentiras sin compasión.

Antes, cuando el BOE se publicada en papel, siempre podía ser útil para limpiar los cristales, o hasta limpiarse la parte donde la espalda pierde su honroso nombre, a falta de papel higiénico, pero ahora, ni eso…

Quiero decir con esto, que si no leo las leyes nuevas, la mayoría reales decretos leyes, del gobierno, que luego se transforman en leyes, con la anuencia de la mayoría de los culoparlantes, y del rey Felipe VI (iba a poner Felpudo VI, por error), menos aún voy a leer y estudiar los proyectos de los varios gobiernos que tenemos: algo que creo queda del PSOE, el partido sanchista, que es mayoritario –en el  gobierno, pero no en la sociedad-, y las taradas de Podemos.

Y la expresión taradas, no la uso en sentido peyorativo, sino meramente descriptivo.

Las cosas son lo que son, y no hay que darles más vueltas.

Pero esta mañana, 4 de noviembre de 2022,  al leer el   diario digital PaNam Post, en el que colaboro desde hace años, y que se edita en Miami, para toda Hispanoamérica, he visto un brillante artículo de doña Gabriela Moreno, que se titula así:

“Tres cambios de sexo en dos años permite polémica Ley Trans de Irene Montero”,

Y me he quedado a cuadros, la verdad.

(Les aconsejo que lo lean y, si es posible, que el medio lo reproduzca, pues es de lo más sensato que he leído en mucho tiempo).

Independientemente de las aberraciones jurídicas del  proyecto de ley que explica de forma sencilla y exhaustiva el  artículo,

 ¿Cómo va a hacer nuestra seguridad social para poder atender la avalancha de personas que quieren ser lo que no son…?

¿Y que coste económico van a tener esas operaciones, los periodos de estancia hospitalaria, pre y post operatorios, etc…?

Antes, cuando se legislaba bien, toda norma jurídica de cierto rango, leyes, reales decretos leyes, reales decretos…, tenía que llevar adjunta una memoria económica, para ver el coste estimado que iba a tener el asunto, de donde iba a salir el dinero, etc.

Pero ahora, se le ocurre una parida a cualquier tarada o desquiciada, y allá va el  proyecto de ley.

Todo ello sin intervención de médicos, psicólogos y psiquiatras, faltaría más. ¡Qué sabrán ellos, habiendo tantas desquiciadas en el “monasterio de igualmedatodo”!

Y los menores de edad, que puedan cambiar de sexo, sin necesidad de autorización de sus padres.

Si ya pueden abortar, o tomar la píldora del día después, que produce graves daños, cuando les salga del coño, y nunca mejor dicho, y sin que sus padres lo sepan, ¿qué más da que se extirpen el pene y los testículos, por ejemplo, como el que se va al cine?

Claro que, en un país antes llamado España, donde 202 diputados, no menos tarados, votaron a favor de la eutanasia, nada tiene que extrañarnos. (Supongo que incluirían una disposición transitoria, en su propio “beneficio”, de forma que a los 202 se les aplique la eutanasia en su momento, y más bien pronto que tarde… ¡Qué menos!).

En fin, termino ya, que soy hipertenso, y no me conviene calentarme más.

En el  hipotético supuesto de que alguien me lea,  ruego hagan todo lo que puedan para evitar que esta aberración,  jurídica y social, se convierta en ley, y no sea un parto, sino un aborto.

¿O es que no queda nada de sociedad civil, libre e independiente, es decir, no subvencionada…?

Y sino, que Dios se lo demande a todos los que no hayan cumplido con su deber.

¡Vade retro, Satanás!

Cuando buena parte del legislativo se “trans”… torna.

«La Ley Trans, se aprobará… ahora o un poco más tarde… Y no será la última aberración a la que nos sometan»

Irene Montero asegura que la Ley Trans será ley

Por: Antonio de la Torre

Sin ánimo de entrar en profundidades gramaticales, recojo en el título un prefijo, convertido en “trans”… cendental en los últimos días.

Un prefijo, “trans”, que el Diccionario de la R. A. E. define como “Al otro lado de” o “a través de”, y, en su entrada, deja ejemplos como Transalpino o trasalpino, transpirenaico o traspirenaico, translucido o traslúcido, transcendental o trascendental… trasladar, traspaso, trastienda y se podrían añadir algunos más como trasmitir o trasmitir, transcribir o trascribir… y, entre otros, uno que en política se da con más frecuencia de la que, a mí, particularmente, me gustaría, “tránsfuga o trásfuga”, que contribuye a la prostitución creciente que se ha producido en nuestra democracia. Precisamente el término “trastorno”, es de los que no tienen esa duplicidad.

Si no recuerdo mal, hubo un tiempo, hasta no sé cuando, exactamente –desde luego, en mi etapa escolar creo recordar que era así–, en el que, “trans”, era un prefijo potente e indiscutible, en las palabras que lo portaban. Pero perdió la “n”, no sé muy bien si por “economía” fonética o por cubrir la vagancia lingüística –y/u ortográfica– que se ha venido expandiendo –cual nefasta “plandemia”– en las dos o tres últimas generaciones, dos, si atendemos el criterio del Profesor Amando de Miguel que nos dice que una generación se corresponde con 30 años, la diferencia normal entre padres e hijos, aunque, según ese parámetro, hoy, posiblemente, nos iríamos a 40 o más en nuestra querida España, de no ser por la inmigración, islámica, fundamentalmente.

Volviendo al “trastorno”, que el citado D. R. A. E. define también, en su segunda acepción, como “Alteración leve de la salud”, parece que, en esa “buena parte del legislativo” que cito en el título, evolucionó al “trastorno mental” –puede que transitorio– que, de nuevo en su segunda acepción, desde el punto de vista psicológico lo recoge como “Perturbación de las funciones psíquicas y del comportamiento”. No otra cosa puede interpretarse, cuando se ven esas aberraciones que pretende convertir en normalidad la mal llamada Ley Trans, para un colectivo que no está preparado para tomar ese tipo de decisiones, a una edad tan temprana, niños o adolescentes. Y lo que es peor, con efectos irreversibles si se consuma. Innumerables estudios científicos coinciden en que más del 70% de los niños que piden cambiar de sexo, cuando pasan la adolescencia, no siguen pensando lo mismo. En cualquier caso, no deja de ser un “trampantojo” de unos cuantos “ideólogos” marxistas, que quieren justificar sus delirios con el pretexto de “satisfacer” a un colectivo, absolutamente minoritario, que lo sería aún más si, esos mismos “dementes” –transitorios o no–, hubieran recibido una educación basada más en los valores y principios que, en otra época menos “desarrollada”, eran los más comunes en la sociedad, que en una ideología artificial y antinatural.

Y es que la izquierda, con el permiso, si no connivencia, de la derecha, lo ha sabido hacer muy bien. Como decía Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano, PCI, “para dominar a un pueblo basta hacerse con la cultura y la educación”. Y eso, precisamente es lo que se ha venido haciendo –y dejando hacer– en España (no sólo aquí), en los últimos 40 años, aunque la tarea venía ya de antes. Entraron en la Universidad en los finales de los 60, primero discretamente y hoy dominan la pública, por lo menos, y, por ende, buena parte de la población que sale de ella y, ya, “educa”, en el ámbito de muchas familias y colegios. Y lo hicieron empezando por poner en práctica otro de los mensajes del citado Gramsci: «La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad«. Y también en eso están imponiendo su ley. Por ejemplo con el avance del lenguaje inclusivo, cada día más extendido. Uno de sus mayores triunfos ha sido sin duda el hacer “sinónimos” los términos “sexo” y “género”, hasta el punto de que el segundo ha sustituido prácticamente al primero en el vocabulario de la calle y de los medios de comunicación, otra conquista del poder dominante, de influencia claramente comunista.

Asistía hace pocas semanas a una conferencia de la Profesora y diputada, Alicia Rubio, con el título “La Ideología de Género frente a la Antropología Natural”. En ella decía que “La disforia de género es una condición que la medicina conoce y trata desde hace unos cien años”. Hablaba también de que “la incidencia histórica, de alrededor de un caso por cada dos mil niños nacidos” (0’05%), “afectaba muy mayoritariamente a varones y era muy rara en niñas”, y subía exponencialmente, en Occidente, “desde los años noventa, debido a determinadas políticas públicas”. Lo hacía en niños de ambos sexos que “buscan una transición médico quirúrgica de sus rasgos sexuales hormonales y físicos”. Y ponía énfasis en que se da el caso de que “en determinados países y comunidades autónomas, se prohíben y sancionan los tratamientos psicológicos de reversión, mientras se fomentan las ayudas psicológicas, médicas y quirúrgicas para impulsar la transición”. Lo dicho, una aberración.

Pero claro, cuando al frente del ejecutivo está un personaje afectado de un síndrome de narcisismo agudo y ambición sin límite, exento de escrúpulos y sin un solo principio moral, que incluye en su equipo a miembros de esas minorías ideologizadas, no se puede esperar otra cosa. Sobre todo si, unido a lo anterior, el único objetivo personal del individuo es mantenerse en el poder “como sea”, que decía su antecesor, hoy bolivariano, José Luis Rodríguez. O lo que puede ser peor, que lo que está haciendo no sea sólo una imposición de sus socios, sino que forme parte de su ideología personal, que tampoco habría que descartarlo, visto el talante del personaje. Conviene recordar cuando, el que no lo iba a dejar “dormir tranquilo, como al 95% de los españoles”, decía aquello de que era “el más femenino de los hombres”. Y no olvidemos tampoco que, hoy, en esta perversión del sistema democrático que vivimos, cada día más avanzada, el poder ejecutivo, controla y manipula, a cambio de lo que sea, al poder legislativo, ahondando un poco más al Montesquieu enterrado por su antecesor Felipe González, entonces jefe de Alfonso Guerra, al que se le atribuye el “entierro”.

Leía recientemente, al respecto de esta polémica ley, un interesante artículo de un buen amigo, Luis Antequera, publicado en Religión en Libertad: “Entre el berrido de los cabrones y el silencio de los corderos”, que invito a leer. Decía, entre otras, cosas que “La llamada ‘Ley Trans’ no es una ley aislada y solitaria, presentada al albur de las ocurrencias de una cajera de supermercado metida a ministra… es sólo una más del entramado aberrante que nació con la ley del aborto, allá por 1985, y continuó con las leyes de cuotas, discriminaciones varias (todas ellas “positivas” faltaría más), violencia machista, ideología de género, animalistas, eugenésicas, adoctrinamiento en las escuelas, antifamilia, ‘sólo sí es sí’, cambio climático, sostenibilidad, eutanasia… Todas tienen en común un ataque frontal y perfectamente orquestado contra la reproducción, la familia y en última instancia, el género humano, que ha pasado de ser el ‘Rey de la Creación’, a una plaga más, y no menor, para el planeta”. Ese es el objetivo, desnaturalizar al hombre como individuo, su esencia personal y, de inmediato la naturaleza de la familia, célula principal de la sociedad. Haciendo dudar al ser humano sobre su naturaleza sexual y rompiendo la familia en una amalgama de uniones dispares, el éxito está asegurado. Y a por ello van.

Desgraciadamente, y pese a que la colonización ideológica no tiene en cuenta la realidad ni la verdadera diversidad de las personas, y a que el Papa Francisco habla de la “asquerosidad que se hace hoy en día con el adoctrinamiento de la teoría de género”, como recoge también el artículo antes citado, “La Ley Trans, se aprobará… ahora o un poco más tarde… Y no será la última aberración a la que nos sometan”.

Pero permítanme terminar con una nota de humor, que ha dejado uno de esos “genios” anónimos, que se manifiestan en las redes sociales: “Que inventen veinte géneros más. Al final, sólo se podrá elegir entre el urólogo y el ginecólogo”. Pues eso, que hay que alimentar la esperanza y pensar que, aunque no será tarea fácil, se recuperará el sentido común.

¿Estamos de acuerdo, Don Alberto Núñez Feijóo? Además de la economía, que se va a encontrar hacha unos zorros, vamos a la tarea de recuperar la cultura y la educación y a dar la batalla ideológica que sus antecesores descuidaron. España, y las generaciones futuras, a las que no quiere endeudar, como acaba de prometer ante sus Nuevas Generaciones, se lo agradecerán.

La Ley Trans, limbo de Sánchez y del cabo Klinger

Para Montero son leyes con mucha bombillita para los creyentes, como una capilla de Las Vegas, pero para Sánchez son sólo combustible

Un grupo de mujeres del Movimiento Feminista de Madrid sostienen una pancarta durante una acción reivindicativa frente al Congreso de los Diputados EP

Por: Luis Miguel Fuentes

La Ley Trans está parada o desinflándose para que Sánchez flote, como un experimento del instituto con globos o petardos. Sánchez impulsa pactos y leyes sólo para mantenerse en el aire, es el combustible de ángel que utilizan él o su Falcon, no para ir a ningún lado en concreto sino para seguir ahí, en su nube de aparición, en su vidriera de gloria. El personal anda muy distraído con las polémicas culturales, ideológicas y rupturistas, pero mientras, Sánchez flota, y es de lo que se trata. Discutimos sobre el contínuum de los géneros, que su arcoíris abanderado es, cierta y físicamente, como el arcoíris óptico, y Sánchez flota. Discutimos sobre la madurez para la propiocepción sexual o afectiva (quieren poner la frontera en esa edad en la que nosotros elegíamos entre ciencias y letras, que también era una decisión angustiosa e irreversible), y Sánchez flota. Discutimos sobre la idiosincrasia volandera de los genitales, que yo creo que ya sólo son un disfraz, como unas gafas con nariz, y Sánchez flota. Y a lo mejor la ley no llega a nada, pero Sánchez flota.

La Ley Trans está por ahí, no en un limbo generacional, ideológico, antropológico ni taxonómico, sino en el limbo de Sánchez, como todo en España. El limbo de la conveniencia de Sánchez, de los tiempos de Sánchez, de las trampas de Sánchez. La ley sale de un ministerio que sale de un pacto que sale de una necesidad de Sánchez, y lo que sigue mandando es esa necesidad de Sánchez, no de la ley ni de la gente que pueda usar la ley mientras transita por el arcoíris o por donde le da la gana. La ley está parada no en la sociedad anticuada ni en las contradicciones de los varios feminismos o del propio PSOE, sino que está parada en los puntos suspensivos de Sánchez, que por eso no dice nada. La ley pasó por su Consejo de Ministros, tal cual está, sin pegas ni desmayitos, pero Sánchez mide ahora todo, tiene guiones para la gente que le da la mano y planes de contingencia para sus camiseros, y debe pensarse si le conviene, o qué le conviene y qué no, de una ley que se dejaba por ahí, por los ministerios, por los activistas, por los adictos, como se le deja a un gato un ovillo.

La Ley Trans no es de Irene Montero, sino de Sánchez. La idea puede ser de Irene Montero, que ella gusta mucho de estas ideas siempre más escandalosas que útiles, como si fuera una de aquellas punkis asustaviejas de mis tiempos. Pero la ley es de Sánchez, él la permitió, la impulsó, la paró, ahora la contempla como un frisbi en el aire, con esa cosa de guapete acrobático con frisbi que tiene nuestro presidente, y ya decidirá qué pasa con ella. Para Montero son leyes trofeos, leyes escarapelas, leyes con gorro frigio en las que lo importante es su intervención, su novedad (hacernos creer, por ejemplo, que hasta que llegó ella no hacía falta consentimiento para el sexo), o el simple soponcio de la gente. Montero tenía que hacer algo con su ministerio, volver a meter miedo a la mujer por los callejones para después salvarla, volver a hacer del transexual alguien a quien se persigue por los tablaos, y esas cosas. Para Montero son leyes con mucha bombillita para los creyentes, como una capilla de Las Vegas, pero para Sánchez son sólo combustible, su combustible, y ahora él está dosificando ese combustible como corresponde al invierno del fin del mundo, que a lo mejor es el fin de su mundo.

Esos ministerios de Podemos que son todo focos y pasillos blancos tenían que hacer sus cosas, al menos pintar la pared vacía con algo, y un mural de flores del pubis que se mueven, se intercambian y hasta se pierden como abanicos parece una buena idea. Hay que buscar clientela, que ya las clases se confunden o se desclasan, y a veces hay hasta que inventar problemas, que si no nos quedamos sin salvadores. El problema de esperar hasta los 18 años no para ser lo que ya eres, sino para que el Estado te dé un carné de ello como el de la biblioteca; o el problema de que un especialista certifique que sí que quieres cambiar de sexo, y no librarte de la mili en M.A.S.H (recuerden al cabo Klinger), a mí me parecen ese tipo de problemas.

Podemos tenía que hacer sus cosas y Sánchez tenía que hacer las suyas, o sea flotar, flotar con lo que fuera, firmando pactos e impulsando leyes como el ángel que empuja fuerte con sus alas, ángel volador o sólo labriego, que entonces casi parece más una tortuga ponedora. Las mujeres, los transexuales, los niños asustados o confusos o simplemente asombrados con su gusanito o con su huchita no creo que les importen mucho a ninguno, más bien parecen un sitio conveniente y llamativo para poner sus anuncios, anuncios como de lotería, bonos del Tesoro u otro Plan E de los bajos privados de cada uno. No es lo que el Gobierno puede hacer por tu gusanito, sino lo que tu gusanito puede hacer por el Gobierno. A mí ya me parecía cruel decidir a los 16 entre letras y ciencias, o sea que decidir volverse del revés el calcetín del cuerpo o del alma (para siempre si es el del cuerpo), lo veo una barbaridad.

Tampoco me parece que una persona transexual tenga aquí ningún impedimento para ser reconocida en el sexo en el que se ubica. La autodeterminación de género sí me parece problemática, pero sólo porque, precisamente, hay leyes específicas de género, leyes a las que alguien (el cabo Klinger, un psicópata o un incel vengativo) podría decidir acogerse arbitraria y espuriamente, creando otro peligroso limbo que sumar al limbo de Sánchez. Sí, se puede entrar en todas las polémicas de la Ley Trans, pero, sobre todo, yo no creo que esta ley vaya a crear ni a salvar transexuales. Más bien se trata de crear una ministra a partir de una punki ociosa y de salvar a un presidente que ya va cayendo como un ángel o un Elvis que engordó. A lo mejor la ley no llega a nada, pero fíjense cómo Sánchez todavía flota.

Reprobación necesaria ante la depravación. Por Jesús Salamanca Alonso

Si tuviésemos un presidente con sentido común y un Gobierno equilibrado, la pervertida ministra de Igual Da ya estaría cesada.

JESÚS SALAMANCA ALONSO – 30 SEPTIEMBRE 2022

El daño ya está hecho. La gravedad de las declaraciones de esta muchacha a quien, para desgracia de la sociedad española, le han regalado un ministerio inservible más para jugar que para trabajar, merecen una reprobación ante el grado de degeneración al que ha llegado. No conozco docente que dé el visto bueno a tan miserables declaraciones que «blanquean» el delito de la pederastia. Cualquier profesor con dos dedos de frente pondría contra el espejo a esta inservible, pero resabiada y acomplejada ministra que se dice feminista.

En un país civilizado y democrático no se pueden consentir aberraciones de ese calibre. Esta muchacha, por desgracia todavía ministra de Igual Da, ha acabado por destaparse y arruinar su propia imagen; una imagen que ya estaba en entredicho tras lo de volver a casa «sola y borracha». Me parece ético que los servicios jurídicos de diversos partidos tomen cartas en el asunto antes de que la avanzada actitud de degeneración llegue a delito irreversible.

¡Miedo me da si alguna vez esta muchacha, ministra para desgracia social y por gracia de un presidente indecente e imprudente, tiene que educar a menores! Con ese pensamiento, en otra época las Juntas de Protección de Menores o los Tribunales Tutelares le hubieran retirado la patria potestad, doy fe. Con esas ideas es imposible que sepa construir educación, sensatez, democracia, sentido común, valores y ética. No tardaremos en conocer la opinión del Defensor del Menor.

Estoy convencido de que, si esas aberraciones de Montero llegan a oídos del juez Calatayud, las desmonta en un santiamén. Mucha «bocachanclería» de atropellada feminista y depravada ministra, pero nulo razonamiento y peor planteamiento. Si ha llegado a ministra un espécimen así, muy mal ejemplo estamos dando a la sociedad. El fraude social ya lo tenemos instalado donde no debe estar.

Si tuviésemos un presidente con sentido común y un Gobierno equilibrado, la ministra de Igual Da ya estaría cesada, al menos es lo que sucedería en cualquier país democrático alejado de ideologías de pervertido comunismo. Ha metido ideología, comunismo, política, pederastia y feminismo en el mismo saco. Y el feminismo a la española ya sabemos lo que es y lo que representa; nada que ver con el auténtico feminismo amazónico, equilibrado, demócrata y sensato. ¿Han oído al feminismo español alguna declaración en apoyo de las mujeres iraníes? ¿Cuántas feministas han acudido en apoyo de las universitarias iraníes? Ahí tienen la prueba. Para que vean que esto no es feminismo, sino simple y pervertido «chiringuiteo».

Hasta ahora, el Ministerio de Igual Da solo ha hecho daño al conjunto de la sociedad española. Y muchas veces se ha hecho ese daño a través de esta muchacha que alardea de ministra, pero que toda la sociedad sabe cómo ha llegado ahí. Impensable en cualquier otra situación que no fuera para mantener en el colchón de Moncloa a un parasitario presidente instaurado en la mentira y la falsedad, además de en el fraude. Recuerden aquello que se fraguó de «presidente cum fraude» tras destaparse el plagio y falsedad de su tesis, así como de los estudios y oscuros avatares africanos de su media naranja.

Blanquear la pederastia no es el mejor camino para dejar un buen recuerdo ministerial, precisamente de un ministerio que perfectamente podría ser una simple jefatura de servicio y, si me apuran, un simple servicio administrativo. El hecho de convertirlo en ministerio ha hecho que se aborregara con gente sin preparación y donde los asesores no han aportado nada de nada; muchos de ellos procedentes de la delincuencia activista. Creo que no precisan nombres.

No se puede consentir que la ministra llegue a ese blanqueo y a la degeneración que se la suponía, y ahora se demuestra. Blanquear la pederastia en público y afirmar lo de las relaciones sexuales de los niños, con el apoyo explícito del sector socialista del Gobierno, deja al descubierto un claro desprecio a la democracia, al sentido común y a la dignidad del ser humano. Alguien debe explicar a la titular «bocachanclas» ministerial que comete un error de bulto.

No debe de saber esta muchacha, para desgracia todavía ministra de Igual Da, que en España la edad mínima de consentimiento son los 16 años. No me extraña que en el seno de esa formación política prochavista hayan aparecido pederastas de viejo cuño, así como aterrizado condenadas por delitos de atentado a la autoridad. Recuerden la «aventura» de un tal Palacio de Podemos en las Cortes de Castilla y León, y cuya sentencia condenatoria todavía puede verse en las redes sociales y en internet.

En fin, a ver quién se atreve a decir que la afirmación de la chulesca ministra no es muy grave. De ella se deduce que un menor podría tener relaciones sexuales con un adulto si ambos consienten. Es tan torpe esta muchacha, por desgracia torpe e inservible ministra, que no se para a pensar que esa persona mayor incurriría en delito.

El propio Gobierno ha entrado en cerrazón, a pesar de la barbaridad cometida por la muchacha del Ministerio de Igual Da. Con tal de seguir durmiendo en Moncloa y mantener «chupeteros» ministeriales, Antonio «el mentiroso» y su séquito de contradictorios tiralevitas no dudan en ser cómplices necesarios de su disparate.

Se precisan más españoles con sentido común, además de serios y rigurosos tribunales de Justicia, para eliminar a esta plaga de depravados que degradan a la sociedad, a la mujer en general y condenan a la infancia al maltrato.

La sociedad ya ha dictado sentencia de su reprobación hacia la «menestra» de Igual Da. No podemos consentir que hable sin que se lave la boca con agua fuerte.

Barra libre para la pederastia. Por Eduardo García Serrano

Irene Montero, haciendo gala de su arrogancia,  de su repulsiva ignorancia y de su crueldad ideológica, acaba de proclamar que los niños tienen derecho a mantener relaciones sexuales con adultos siempre que haya consentimiento por parte del niño.

Por: EDUARDO GARCÍA SERRANO

Todo lo que civiliza a un hombre colapsa y se derrumba ante la justificación de la pederastia socapa del consentimiento del niño avasallado, violado, ultrajado, acariciado por las puercas manos de un cerdo con priapismo que sólo satisface su lujuria en un pubis infantil. Irene Montero, haciendo gala de su arrogancia,  de su repulsiva ignorancia y de su crueldad ideológica, acaba de proclamar que los niños tienen derecho a mantener relaciones sexuales con adultos siempre que haya consentimiento por parte del niño. Por un atavismo impreso en nuestra información genética, el niño, cualquier niño, busca amparo y seguridad, y esos dos anhelos, el cachorro del hombre, sólo los ve colmados en la figura del adulto, principalmente de sus padres, de cualquier adulto, próximo o desconocido, da igual: ¿a quién no se le ha agarrado de la mano un niño perdido, lleno de miedo y de lágrimas, en la playa o en unos grandes almacenes, que busca en su momentáneo desamparo la seguridad y el cobijo que él sabe que sólo un adulto puede proporcionarle? De ahí que el consentimiento de un niño sea lo más fácil y barato de obtener; en el más problemático de los casos basta con ofrecerle, a cambio de su consentimiento, una bolsa de chucherías o un juguete.

Todos lo sabemos. Los pederastas también. Irene Montero también lo sabe porque es adulta y porque es madre. Por lo tanto, en su propuesta de tolerar las relaciones sexuales de los adultos con los niños, previo consentimiento del niño (¡por supuesto, faltaría más!) no hay más que ponzoña y crueldad, pus y mierda a granel para despachar en la barra libre de la pederastia, que es tan antigua, tan sucia y tan sórdida como la propia Irene Montero quien, en la Roma decadente, no hubiera sido ni siquiera cajera en una tienda del Foro, sino sprintías, moneda sexual romana, con la que se pagaba a las putas y que, por extensión, daba nombre a esos selectos esclavos que organizaban las orgías de los patricios llenándolas de sutilezas y de toda clase de cópulas monstruosas en las que, en el clímax de la bacanal, se hacía participar a niños pequeños, muy pequeños. Mis pececillos, los llamaba el Emperador Tiberio  porque los sumergia en su piscina para que le practicaran felaciones bajo el agua. Si la eyaculación llegaba antes de que el niño se ahogase, estupendo. De lo contrario su cadáver era arrojado por los acantilados de Capri o a la piscifactoría de voraces morenas, lugar al que iban a parar (vivos) los que contrariaban la voluntad o el capricho del Emperador, incluídas las Irenes Montero de la época. O sea, las sprintías del César.

La pederastia es un pecado y un delito que perturba la moral más primaria del hombre. Sólo tiene un castigo que no está recogido en nuestros decadentes y tolerantes códigos democráticos. El castigo evangélico: “¡Ay del que escandalizare a una sola de estas criaturas, más le valdría atarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al lago!” Hay, también, otro castigo para el pederasta: el que le aguarda en prisión, la soga o la puñalada carcelarias, porque hasta los delincuentes de moral más elemental y primaria entienden en su ferocidad que los niños no se tocan, ni siquiera con un consentimiento expreso obtenido en el trueque de una bolsa de chucherías o de un juguete.