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SINDE Y EL CONVENTO.

La ministra de cultura saliente estuvo a punto de dejarnos en el claustro un buen recuerdo.

Sinde y el convento

ActualidadEdgar | 25 de noviembre de 2011, 06:00

Mandriz. — A Ángeles González-Sinde le habría gustado irse del despacho dejándolo todo bien atado. Pero no ha podido ser. Como nos hemos pasado desde 2009 hablando de su ley epónima (bueno, no tanto hablando como mascullando pataletas rollo «cultura grátix y seedead la quinta de Lost, cojones» en Menéame y afines), hubiera estado bien verla acabada. O sea, no hubiera estado bien; pero coño, tanto tiempo gritando «el lobo, que viene el lobo», ahora teníamos curiosidad por verle la patita.

Pero, ¿es la Ley Sinde digna de toda la tinta virtual y bilis real que ha hecho correr? Hombre, tiene su punto. Su punto de malo. La Ley Sinde (que es como se llama a la Disposición Final Segunda propuesta en la ley de Economía Sostenible) propone una serie de cambios a LSSI (Ley de Servicios a la Sociedad de la Información) y la Ley de Propiedad Intelectual, entre otras. El punto más chungo es la creación de un grupo de personas elegidas dedocráticamente por el propio Ministerio de Cultura (llamado comisión cultural o alguna vaguedad por el estilo) que podrá recibir denuncias sobre webs que vulneren derechos de propiedad intelectual (incluidas webs de enlaces) y  tenga la potestad de cerrarlas en un plazo máximo de 10 días. Así, sin juicio ni papeleo innecesario. Primero cerramos, luego comprobamos si hacía daño.

Bueno, pues ayer mañana el rumor era que el gobierno saliente aprobaría la ley el viernes y entraría en vigor el domingo, pero por mucho que han empujado, la ministra menos popular a este lado del BitTorrent se queda sin ver su gran proyecto cumplido. Los internautas pueden respirar tranquilos: no habrá Ley Sinde. Vaya, algo inventarán los del PP cuando lleguen, pero el nombre de una ministra a la que en Internet se recibe en manada y esgrimiendo antorchas y herramientas agrícolas no se lo dejarán. Así que tranquilos por ahora. No más refunfuñar. Hablad de otra cosa. Mejor, no habléis. Tenéis cosas por ver. ¿Cómo puede ser que consumáis toda la cultura del universo y os dé tiempo de reivindicar vuestro derecho a hacerlo gratis?.

FUENTE: EL JUEVES