Etiqueta: INGENIERIA SOCIAL

MORALEJA: No hay moraleja

MUÑECO NIEVE2

Anoche nevó

8:00 am: hice un muñeco de nieve. 

8:10 – Una feminista pasó y me preguntó por qué no hice una mujer de  nieve. 

8:15 – Entonces, hice una mujer de la nieve. 

8:17 – Mi vecina feminista se quejó del voluptuoso cuerpo de la mujer de  nieve diciendo que objetivaba a las mujeres de la nieve en todas partes. 

8:20 – La pareja gay que vive cerca lanzó un silbido y gimió que podría haber sido dos hombres de la nieve en su lugar. 

8:22 – El hombre transgénero … mujeres … persona me preguntó por qué no hacía una persona de nieve con partes desmontables. 

8:25 – Los veganos al final del carril se quejaron de la nariz de zanahoria, ya que los vegetales son comida y no para decorar figuras de nieve. 

8:28 – Me llamaban racista porque la pareja de nieve es blanca. 

8:31 – El musulmán al otro lado de la carretera exigió que la mujer de la nieve usara un burka. 

8: 40 – La policía llegó diciendo que alguien había sido ofendido

8:42 – La vecina feminista se quejó nuevamente de que la escoba de la mujer de la nieve necesitaba ser removida porque representaba a las mujeres en un papel doméstico. 

8:43 – El oficial de igualdad del consejo llegó y me amenazó con desalojarlo. 

8:45 – equipo de noticias de televisión de CBC apareció. Me preguntaron si sé la diferencia entre hombres de nieve y mujeres de  nieve. Respondí «Snowballs» y ahora me llaman sexista. 

9:00 – Me pusieron en las noticias como un presunto terrorista, racista, delincuente homofóbico y con sensibilidad, empeñado en causar problemas durante el clima difícil. 

9:10 – Me preguntaron si tengo cómplices. Mis hijos fueron llevados por los servicios sociales. 

9:29 – Los manifestantes de la extrema izquierda ofendidos por todo marcharon por la calle exigiendo que yo fuera decapitado

Moraleja: No hay una moraleja en esta historia.

MUÑECO NIEVE

SOBERANÍA INDIVIDUAL EN LUGAR DE PATERNALISMO ESTATAL / INDIVIDUAL SOVEREIGNTY IN LIEU OF STATE PATERNALISM (SPANISH-ENGLISH)

Escrito por Luis I. Gómez

¿Existe, en esta Europa de las socialdemocracias, algún resto de propiedad privada? Hablo de propiedad en el verdadero sentido de la palabra: entendida como la verdadera generadora de individualidad, como autonomía personal, aquello que confiere al producto de lo que hacemos una impronta reconocible y asignable a una persona, no me refiero al sistema legal-estatal de concesión de licencias. No les hablo de derechos abstractos amablemente concedidos por el Estado, les hablo de los espacios privados en los que sólo su voluntad cuenta y a los que los demás sólo podríamos acceder bajo condiciones muy especiales dictadas por el “dueño”. Esta forma de entender “propiedad”, o soberanía individual si lo prefieren, cada vez es más ajena al europeo moderno, cada vez más escasa. Y, tal vez por ello, cada vez más valiosa.

El ciudadano de hoy ha sido declarado oficialmente menor de edad. Él y sus acciones ya no son el punto de partida de la dinámica social, sino que forma parte de una masa social GESTIONADA. Menor de edad y gestionado, el ciudadano debe plegarse a los dictados de quienes dirigen la maquinaria social,  maquinaria en la que es visto como un simple número y cuya única función es la de obedecer los objetivos políticos y sociales fijados.

El ciudadano debe comprar coches eléctricos y gastar su dinero en subvenciones para su implementación, debe fumar menos o no hacerlo en absoluto, moverse más en bicicleta o caminar, comer más sano, elegir a los partidos políticos correctos y defender una opinión política “socialmente aceptada”, fomentar las ONG verdes, vivir más ecológicamente, comprar café de comercio justo, beber menos alcohol, no olvidar revisar su estado censal, no poseer armas, jamás jugar a “juegos violentos” en su PC, dedicar la mitad de sus ingresos para el estado, evitar los alimentos transgénicos, educar a sus hijos tal y como el estado nos dice que se debe educar adecuadamente,  escribir de manera “igualitaria”, convertirse en donante de órganos, denunciar los “anuncios sexistas”, construir su casa en los principios de la “eficiencia energética” y, por último pero no menos importante, denunciar cualquier violación de las “leyes de la comunidad” a través de las Redes Sociales, Este es fundamentalmente el fruto del “orden libre y democrático” al principio del siglo 21.

Desde el punto de vista pedagógico-terapéutico – la socialdemocracia es terapia y pedagogía- los GESTORES no pueden abandonar a su destino a los miembros negligentes. Después de todo, ellos se autocomprenden como la encarnación de la razón y, por tanto, reconocen en lo “irracional” su peor enemigo. Perseverantes, se fijan como objetivo educar a estos “herejes sociales” para convertirlos en buenos conciudadanos, educándoles políticamente y en la mejora de su conciencia social, convirtiéndoles en demócratas sinceros, prudentes usuarios de las carreteras, estudiantes “críticos” o votantes fieles; entonces, y sólo entonces, tendrán derecho a una vida plena entregada al servicio de los demás. De la “gente”.

El espacio público y privado se disuelven y mezclan lentamente pero con contundencia, fruto de la labor pedagógico-terapéutica de decenios. Ya nadie se corta un pelo a la hora de mostrar su esfera privada: exibicionistas convulsivos, contamos qué comemos, cómo gastamos el dinero, con quien estamos de fiesta y si fulanito  ligó con menganita. Al mismo tiempo, vemos cómo los asuntos privados se transforman en materia estado. Los “gestores” ya discuten en sus sillones parlamentarios temas que hasta no hace mucho eran exclusivos del ámbito privado: si podemos fumar y cuánto y dónde, qué debemos/podemos beber y comer, que chistes deben hacernos gracia y qué podemos decir acerca de los problemas políticos y sociales, no sea que, alejados de la “corrección política”, debamos ser convenientemente reeducados. La supuesta autoridad y superioridad moral de la clase política es algo ampliamente aceptado como verdad por la gran mayoría, hecho este absolutamente irracional e incompresible, sólo apenas justificable desde la intensa indoctrinación a que estamos sometidos.

Los ciudadanos soberanos no deberían ser persuadidos sobre qué productos, personas o formas de diversión tienen que evitar. No, debemos atrevernos a pensar de nuevo y percibir lo que nos parece razonable, y proclamar nuestra opinión con confianza a los cuatro vientos. Porque la vida privada, el compromiso ofensivo y combativo con lo que nos es propio y nos hace singulares, rompe las exigencias políticas de los ingenieros sociales y les priva del monopolio de la supremacía moral. En estos tiempos que corren, preservar nuestra soberanía individual y el espacio de propiedad en que la desarrollamos es un acto subversivo, que debe ser dignificado. Lamentablemente, es bastante infrecuente.

inglaterra

ENGLISH VERSION

Is there, in this European social democracies, some other private property? I speak of property in the true sense of the word: understood as the true generator of individuality and personal autonomy, that which gives the product of what we do a recognizable and assignable mark a person, I mean the legal-state system licensing. I do not speak kindly of abstract rights granted by the State, I speak of private spaces where only his will own and that others could access only under very special conditions dictated by the «owner». This understanding of «property» or if you prefer individual sovereignty, is becoming increasingly foreign to modern European, increasingly scarce. And perhaps therefore increasingly valuable.

The citizen today has been officially declared a minor. He and his actions are no longer the starting point of social dynamics, but part of a social group MANAGED. Underage and managed, the citizen must bow to the dictates of those who run the social machinery, in which is seen as a simple number and whose only function is to obey the established political and social objectives.

The citizen must buy electric cars and spend their money on subsidies for implementation, should smoke less or not at all, move bike or walk, eat healthier, choose the correct political parties and defend a political opinion «socially accepted «promote green NGOs, live greener, buy fair trade coffee, drink less alcohol, do not forget to review your census state, not possessing weapons, never play» violent games «on your PC, spend half their income the state, to avoid GM foods, educate their children as the state tells us to be educated properly, write «egalitarian» way, become an organ donor, denouncing the «sexist advertising», build your house in principles of «energy efficiency» and, last but not least, report any violation of the «laws of the community» through social networks, this is primarily the result of «free and democratic order» at the beginning of the century twenty-one.

From the pedagogical point of view and therapeutic – social democracy is therapy and pedagogy, managers can not leave their fate to the heedless members. After all, they autocomprenden as the embodiment of reason and therefore recognized as «irrational» your worst enemy. Persevering, they set the objective to educate these «social heretics» to become good citizens, educating them politically and improving their social conscience, making them sincere democrats, prudent road users, students ‘critical’ or faithful voters; then, and only then, they will be entitled to a full life dedicated to the service of others. From the people».

The public and private space dissolve and mix slowly but forcefully, the result of decades-therapeutic pedagogical work. And no one hair is cut when showing your privacy: You exhibitionist convulsive, what we eat, how we spend money, with whom we are celebrating and if fulanito ligated with Menganita. At the same time, we see how private matters become subject state. The «managers» and discussed their parliamentary seats topics that until recently were exclusive private sphere: if we can smoke and how much and where, what should / can drink and eat that jokes should make us grace and what can we say about political and social problems, lest, away from the «political correctness», we should be suitably retrained. The alleged authority and moral superiority of the political class is something widely accepted as true by the vast majority, made this absolutely irrational and incomprehensible, just barely justifiable from the intense indoctrination to which we are subjected.

Sovereign citizens should not be persuaded about which products, persons or forms of entertainment have to avoid. We must not, dare to think again and perceive what we think is reasonable, and our opinion confidently proclaim to the four winds. For privacy, offensive and combative with what we own and makes us unique commitment, break the political demands of social engineers and deprives them of the monopoly of moral supremacy. In these times, preserve our individual sovereignty and space property that we developed is a subversive act, which must be dignified. Unfortunately, it is quite uncommon.

La Policía del Pensamiento, perros guardianes del Sistema

POR: Domovilu Melimilla

Pocos seres más monstruosos que los ingenieros sociales y sus colegas de oficio, los tecnócratas planificadores. ¿Por qué será que a esos espíritus monocromáticos les aterra tanto la mera posibilidad de que las personas sean dueñas de sus propias vidas, que tomen sus propias decisiones, que planifiquen sus futuros individuales en base a sus preferencias personales? ¿Por qué el mero deseo de independencia del espíritu humano les suena a herejía? ¿De dónde les viene esa brutal y arrogante pretensión de actuar como dioses, amos y señores de las vidas ajenas?

«Por nuestro bien», «por nuestro bien«… Eso es lo que desean que creamos, y cierto que multitud de incautos, a fuerza de repetición, acabaron creyéndolo. Nosotros, que por lo general no somos percibidos por sus magnas personas anquilosadas en sus poltronas, más que como insignificantes motas de polvo en un océano de estadísticas impersonales; sin embargo y paradójicamente ¿nosotros somos la causa de sus desvelos?

Lo que yo veo, es una reedición sofisticada del antiguo feudalismo medieval. Es más sutil, es más lisonjero y es más prepotente. Y más, mucho más invasivo. Nos enseñaron a horrorizarnos de la antigua política inquisitorial de represión religiosa. Y con razón. Pero nos equivocamos al creerlo cosa del pasado. ¡La policía del pensamiento sigue vivita y coleando! Y creedme, es más letal que la anterior, porque es más pretenciosa, y porque no rehúsa servirse de ninguno de los métodos modernos de engaño, alienación y disuasión. Y la inmensa mayoría están mentalmente sojuzgados a esa Nueva Inquisición, sin saberlo.

Sería para reírse, si no fuera para llorar. Ver tanta gente que se cree «comprometida» pensar con seriedad que está «combatiendo al sistema». Y que utiliza todo su empeño y vitalidad en imponer ese mismo sistema, por la fuerza si es preciso, a los pocos e incómodos disidentes que aún quedan. Su causa es la causa del sistema, al que refuerza con cada afán. Mientras ven enemigos agigantados por doquier, la mayoría meros fantasmas, invenciones imaginarias del sistema como parte de su artero disfraz…

Pero reflexionadlo por un momento, aunque tal práctica os desagrade: ¿cómo podríais ser «antisistema», estando en plena y vocinglera mayoría? Tenéis la creación cultural, la educación infantil, el adoctrinamiento político-ideológico y la información de masas monopolizados en vuestras manos. Os consideráis la élite intelectual, y los formadores de opinión de los demás. Y los más capaces, o convincentes, o mejor relacionados de vosotros, vivís subvencionados, firmemente aferrados a la ubre de la Cosa Pública. ¿Y todavía os pretendéis  «antisistema»? ¿Acaso pensáis por un momento en desmantelar la red lobista que os sustenta económicamente, y os concede además tanto poder sobre las mentes ajenas?

«Por nuestro bien», «por nuestro bien»… La Nueva Inquisición lo mismo que la vieja, nos dice que nos ama, que se desvive por nosotros, que desea «salvarnos» incluso contra nuestra voluntad. Y así nos somete, imponiéndonos por la fuerza tanto física como social, los «modelos» que sus tecnócratas de mirada estrecha consideran convenientes para todo el mundo (¡como si fuéramos menos que ganado!), a los que nos debemos amoldar, nos guste o no.

Escupo en la cara de la Nueva Inquisición, de su Policía del Pensamiento, de su correctismo político impuesto con torniquete por doquier, de sus «modelos» sociales, de su presunto afán de «justicia social», de su artera pretensión de nivelarnos hacia abajo, convirtiéndonos en masas de autómatas grises despersonalizados, mientras ellos se encumbran paulatinamente día a día, dueños de nuestras vidas, de nuestro trabajo, de nuestras haciendas, de nuestras decisiones, de nuestro futuro y de nuestra humanidad. Escupo en las caras de todos ellos, repelentes usurpadores del trono divino, y en su falaz pretensión de procurar nuestro bienestar.

Modernos amos de legiones de esclavos, yo os desprecio. Y en cuanto a vuestros «comprometidos» perros guardianes, merecen por mi parte incluso menos que eso.

Ingeniería social, PURIFICACIONISMO OBSESIVO y genocidio

POR: Domovilu Melimilla

Convengamos en que, a excepción de un puñado de desquiciados que jamás faltan en ninguna época y lugar, a la gente no le gusta ser o sentirse «mala». Lo que motiva a todo activista comprometido es el sentido del ideal, el anhelo de «salvar el mundo», el deseo de plegarse a «las fuerzas de la luz que impulsan la historia». Dicho en palabras más duras: los grandes atropellos y masacres multitudinarias del mundo se han cometido siempre, pero SIEMPRE, invocando algún elevado propósito, un motivo sagrado, un ideal sublime. Se cometieron genocidios en nombre de D’s, de la Virtud, de la Patria, de la Justicia Social, del Pueblo, de la Raza, de los Pobres y Oprimidos, y la lista es larga y sigue. Las hordas desbocadas no salen pues a cometer genocidios por simple maldad, ¡sino todo lo contrario!

El típico argumento reduccionista es: si se cometieron atropellos en nombre de D’s (de la Virtud, de la Patria, de la Justicia Social, del Pueblo, de la Raza, de los Pobres y Oprimidos; elija el que prefiera), ergo D’s (la Virtud, la Patria, la Justicia Social, el Pueblo, la Raza, o los Pobres y Oprimidos; ídem anterior) es malo. Es un argumento que no solo peca de simplista, sino que además adolece de una peligrosa superficialidad. Es más, he constatado que quien usualmente lo esgrime, suele ser fanático partidario de cualquier otro de los motivos citados… Quiero decir: le parece monstruoso cometer masacres en nombre de la Raza, por ejemplo, pero si es en aras de la «Dictadura del Proletariado», ah, bueno, entonces está bien…

Este es un problema en el que llevo décadas reflexionando. Con el tiempo, creo que alcancé a comprender el mecanismo de fondo: qué conduce a esas masas organizadas de idealistas a perpetrar atrocidades, llegando hasta el genocidio.

No se trata solamente del problema de que cuando uno está en grupo se envalentona, y comete actos radicales que en solitario jamás se le pasarían por las mientes. No se trata solo de la pérdida de responsabilidad que implica el difuminar la propia identidad dentro de la masa amorfa y más o menos sumisa a la verborrea del líder. Todo eso se ha señalado muchísimo antes por otros, no es nada nuevo. Pero nadie nace masificado. El líder es líder porque antes aglutinó a esa masa en torno a su liderazgo. En algún momento previo, el líder tuvo que vender sus ideas. Y esas ideas prendieron.

Nos engañaríamos si nos empeñáramos en creer que «es que al principio esos líderes desarrollaban un discurso hermoso y agradable, que solo radicalizaron después, cuando ya tenían el corazón de la masa conquistado». Porque no: jamás fue así. «Mein Kampf» ya estaba escrito y era bien claro en sus objetivos mucho antes de que el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán llegase al poder. Lo mismo que estaban escritos y eran bien claros el Manifiesto Comunista, o los panfletos incendiarios de Lenin, etc. La gente se adhirió masivamente a esos movimientos (y lo sigue haciendo a pesar de un demostrado historial de crímenes monstruosos), no a pesar de que predicasen la necesidad de una cierta violencia, sino precisamente a causa de ese discurso. A muchas personas les encanta sentirse buenas mientras hacen cosas espantosas. No entiendo por qué la psique humana funciona así, pero lo veo en funcionamiento en todos los atropellos deliberados… E incluso en una enorme proporción de la producción cinematográfica habitual: los «buenos» ejercen su bondad matando; o en el mejor de los casos, repartiendo justicieros mamporros.

Claro que si el líder hubiese advertido desde el principio: «vamos a masacrar a MILLONES de personas perfectamente desconocidas, quizás incluso inocentes», muchos se habrían echado atrás en el acto. La masacre no habría comenzado jamás. Pero ningún líder mesiánico hace eso. Lo que te dicen es: «vamos a construir el paraíso sobre la Tierra, pero antes debemos PURIFICAR la sociedad. Debemos limpiarla de enemigos, de aquellos que obstruyen el camino hacia nuestro ideal». Y entonces se señala al enemigo a aniquilar.

El enemigo a aniquilar es inicialmente minoritario: «un puñado de gusanillos insignificantes, nada más, y el camino hacia la gloria quedará expedito». De modo que las masas se abocan con entusiasmo a participar de la misión purificadora, o cuando menos la aplauden con entusiasmo. Mucha propaganda continua se asegura de conseguir que quien ose disentir, inmediatamente sea identificado con las fuerzas de la oscuridad. ¿Quién puede ser tan perverso o mezquino de oponerse a los magníficos ideales que propugna el movimiento purificador?

Pero más tarde o más temprano, acabamos constatando que la espiral purificadora no tiene fin. Y el futuro radiante prometido se aleja como el horizonte a pesar de que la masa corre alocada a su encuentro: por desgracia, a medida que la sociedad se purifica, siempre se detectan nuevas impurezas. La labor purificadora, una vez iniciada, no parece querer detenerse jamás, sino lo contrario: a medida que avanza amplía círculos y métodos. Los enemigos a eliminar son cada vez más, y los medios empleados contra ellos se van volviendo cada vez más inhumanos.

Esta es la espiral del Purificacionismo Obsesivo que está en la base de todas las ideologías potencialmente genocidas: se empieza eliminando a lo que se considera «negro», una vez eliminado lo «negro», empieza a molestar lo «gris oscuro», y a medida que los matices de gris más oscuro van siendo eliminados a su vez, el proceso continúa hacia los grises más claros. Por definición, solo el líder representa al blanco impoluto. El líder y sus perros asesinos, aunque en algún momento ya avanzado de la obsesión purificacionista, pueden empezar las «purgas» incluso entre los perros más fieles del régimen.

Aquí es donde, demasiado tarde para tantas víctimas inocentes, el proceso se suele interrumpir: cuando los propios amos de las vidas ajenas empiezan a sentir que las suyas propias peligran. Y en ocasiones, ni así: algunos regímenes purificacionistas solo han sido detenidos por la fuerza de algún enemigo exterior.

Digamos pues que la raíz del genocidio no se encuentra en los motivos que se esgriman para justificarlo; porque aquellos no son constantes, sino que cambian según la época y el lugar. Sino en la arrogancia de los que se pretenden autoridades sobre la vida ajena, amos de la sociedad para moldearla según su capricho, los obsesionados con la purificación nacional, con el nuevo hombre, con la sociedad perfecta: los ingenieros sociales y sus borreguiles masas de seguidores.