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El hombre blandengue. Por Vicky Bautista Vidal

El hombre blandengue

«Peligrosa campaña del Ministerio ese de igualdad desigual que funciona con arreglo a desigualdades y miserias casi obsoletas»

POR: Vicky Bautista Leal en La Paseata

No voy a ser yo quien niegue a “algunas” los tiempos oscuros de la diferencia entre géneros que en la tribu terráquea hubo y que sigue existiendo en mayor medida en ciertas partes del planeta, fomentada por la ignorancia y por la comodidad de quienes han asumido la “lotería” de pertenecer al género dominante en sus, para mí mal llamadas culturas: “El hombre”. Ese algo abstracto que montó el tenderete humano y que proviene de la misma humanidad, se encargó desde el principio de ensuciar todo trato, todo acuerdo, toda necesidad entre los habitantes del mundo: La Paz debe siempre ser erradicada. El amor discriminado, las diferencias vestidas de enemistad, la muerte y el asesinato publicitados, el miedo potenciado, la inseguridad viene de fábrica debido a que ninguno tenemos ni idea consciente de que es esto y que hacemos aquí…

Llegamos a acuerdos y constituciones entre sexos, que fueron, en los comienzos, necesarios. Éramos pocos, dispersos en grupos familiares donde cada uno tenía un cometido para la supervivencia de la tribu.

Con inteligencia se dividieron las labores. El hombre, físicamente más fuerte cumplía el cometido de enfrentarse a mamuts, leones y toda clase de animales feroces para conseguir el alimento del grupo. Mientras, la mujer, cubría las necesidades manteniendo el fuego encendido, preparando las pieles, cocinando la caza, pariendo los hijos, manteniendo el orden de lo cotidiano para que la comunidad avanzase hacia adelante.

La misma mujer, la que criaba, fomentaba y alentaba en los varones que paría la “bestialidad” necesaria en el momento para cumplir con su papel de futuro proveedor “porque era lo que tenía que ser”.

Lo malo es que esos acuerdos no evolucionaron. Y cuando las necesidades fueron otras y las formas avanzaban, el mundo, que podría haber adelantado en todos los campos, mantuvo a algunos de ellos apartados del desarrollo, como la relación entre géneros, que siguió, por comodidad para uno de ellos, como en las cuevas Neandertales.

El hombre y la mujer, diferentes en su sexo por la necesidad de reproducir la especie, no supieron compensar las diferencias ni igualar derechos porque, la comodidad de unos y la inercia obligada de la mayoría de las otras, desembocaron en las culturas presentes. Algunas más desarrolladas que otras, pero sin pulir ese subconsciente colectivo y ancestral al que ayudan los procesos típicos de cada sexo en cuestión de hormonas y mecanismos corporales que exigen y que son los gobernantes de ciertos cerebros que ignoran por completo cual podría ser su verdad si decidieran permitir que el intelecto (La parte que nos diferencia de los animales) presentara ante ellos las posibilidades de dar el salto cuántico definitivo para hermanar y no separar a los seres humanos de distinto sexo pero igual alma, intelecto y sentimiento en lo que son: seres complementarios que se necesitan mutuamente.

El pobre hombre, pues de él tratamos, se encontró desde el principio de los tiempos con un papel a interpretar donde se le exigían cualidades que no tenía por qué tener.

Emocionalmente castrado en tiempos en los que se le exigía fuerza, silencio emocional y una energía que no todos disfrutaban, el hombre entrenado asumía forzosamente lo que “debía ser” y pagaba un precio común: La muerte prematura.

Tanto a causa de las guerras como por la forma de vivir insana y por el cansancio vital que debía proporcionarles “cumplir” con su cometido, mantener un grupo familiar, mostrarse viril y enérgico, disimular sus miedos y sus sensibilidades… Aparentar lo que se llamó hombría sin dejar resquicio a la debilidad e incluso a la cobardía, que los hombres no eran ni vulnerables ni lloraban.

El mundo ha estado desde siempre lleno de viudas. Se dice que se debe a que la mujer, genéticamente es más fuerte debido a que tiene que lidiar con embarazos y partos…

Seguramente sí. Pero la presión de ser macho dominante, se quiera o no y la obligación de “demostrar” para que luego el Fary no les llamase “Hombres blandengues”, consumiría a cualquiera.

El hombre, en la historia, por necesidad de su fama y de sus obligaciones se degradaba físicamente en las guerras, en su forma de vivir, de beber y de comer. Pero también le pasó factura el miedo a no estar a la altura, el exceso de responsabilidades y la educación machista, normal hasta hace no muchos años.

Se conocen los problemas de obesidad y enfermedades como la gota y la diabetes a causa de los excesos de reyes, y nobles. Sin embargo, no era el caso de los pobres que, aunque mantenían por su sexo y educación la misma forma de sentir y sentirse, eran por fuerza más frugales en todo y mantenían su salud algo más de tiempo.

Respecto al pasado machista, también es verdad que pocas madres enseñaban a su hijo a comprender al otro género, no fuera a ser que se volviera un “calzonazos”: traducción materna de hombre blandengue que de ninguna manera debía disfrutar la futura nuera. ¡Faltaría más! Porque su nenuco había nacido para ser servido, convirtiéndose ellas en servidoras sin horario y sin ayuda de marido e hijos hasta su muerte para demostrar lo muy dignas y sacrificadas en aras del antiguo sistema Neandertal que eran. Por supuesto, esperaban de las futuras mujeres de sus hijos la misma filosofía y comportamiento, como mandaba la tradición, y lo que es peor, de sus hijas también.

Tampoco recibieron muchos una mínima educación ética realmente con arreglo a sus relaciones con las mujeres y sobre todo la ética de sexo que sobrevuela a los modales y a la buena educación incluso.

– ¡Nene! ¡Caca! ¡Ahí no se poliniza! – Perdonen la broma. Pero en su verdadero contexto quiere decir, de nuevo, que la empatía entre géneros no se fomentaba, llegando a sentir muchos que tenían derecho al uso y disfrute, literalmente, de todo lo que llevase faldas. Búsquese, por ejemplo, lo que era el “derecho de pernada”: El dueño de la propiedad feudal tenía derecho a acostarse en toda boda con la novia antes que el marido, de forma que muchos campesinos eran hijos del señor del castillo. Así, por la cara y por unas leyes miserables que ya dan a entender lo que se consideraba a la mujer en épocas pasadas: botín de guerra, esclava, sustraída por piratas para venderla, violada; que lo mismo da que fuera en un harem como concubina que en una choza en el campo por soldados que la consideraban un premio a sus asesinatos.

Lo cierto es que, en lugar de igualar las relaciones entre los dos sexos, el egoísmo y la falta de formación, quisieron considerar a la mujer como un objeto, una propiedad, utilidad que debía ser vendida, otorgada como botín de guerra y esclavizada…

Si las madres eran colaboradoras necesarias mucho más lo eran los padres, que inculcaban en sus hijos desde muy niños, según la tradición, lo que “debía” ser un hombre.

Tiempos hubo en los que muchos padres, con el pretexto de hacer de su hijo un hombre, los llevaban al burdel para lanzarlos en los brazos de cualquier prostituta, lo que podía resultar un trauma enquistado para la futura vida sexual del chico o, con suerte, una lección más positiva que le ayudase a relacionarse físicamente el resto de su vida con las mujeres.

Que las cosas siguen estado así en algunos países es cierto. Que las guerras hacen emerger a la canalla atávica de violadores y abusadores, también es cierto; pero el paso del tiempo y los cambios necesarios, nos han llenado el mundo, por suerte, de “Hombres blandengues” que llevan a sus hijos al colegio, hacen la compra, las cosas de la casa y lo que se tercie sin que se les caiga la barba y el bigote y su masculinidad sufra ni un ápice. Y que lloran si están tristes y demuestran sus sentimientos sin que sus atributos viriles se descompongan o se caigan al suelo como se ve que tanto se temían nuestros ancestros, y el Fary, que no era precisamente un filósofo de alguna escuela griega ni el adalid de la actualidad.

Las cosas han cambiado, menos para las bellas durmientes que viven del ministerio de Igualdad, que parece que se durmieron un día del siglo XI y se han despertado hoy intentando reivindicar con muy poca gracia cosas que ya lo están, porque, hace mucho tiempo que las mujeres podemos salir solas y volver a casa borrachas y solas o acompañadas sin que pase gran cosa.

Que sí, existen violadores y maltratadores de género, que son, en primer término, tarados mentales que utilizan los últimos ramalazos machistas para justificar sus asesinatos por lo que en realidad son criminales. Que las “culturas” atrasadas de gente que no come jamón no ayudan, pues también, pero que el mundo dispone de grandes cantidades de hombres blandengues que van dejando de lado una historia algo siniestra.

En estos momentos no se justifica la existencia de un ministerio que debería llamarse del tiempo, porque sus “integrantas”, cuestionan las cosas como si no hubiera pasado nada desde el siglo XII, por ejemplo y considerando a todos los hombres como a esos asesinos aislados que son delincuentes y que existirán siempre hasta que la ciencia no descubra la manera de sanar cerebros con taras psicóticas o discapacidades ocultas.

Los problemas sentimentales entre hombres y mujeres normales siempre serán: “Tú me quieres, pero yo no… o viceversa. Nos querremos hasta que Dios quiera… Te dejo porque se ha acabado el amor” … Pero lo otro, lo que sí causaba dolor y aislamiento y de alguna manera, aunque en ocasiones pareciera tolerable, posesión y servidumbre, se ha disuelto, quedando dos o tres nenes de mamá, algún hombre de otra época, ya mayor, y un puñado de animales sin cerebro exigiendo servicio y pleitesía… pero, poco más…

De momento, y si algún cataclismo social o sísmico no destruye todo y la historia vuelve a empezar. ¡Que pereza!

Interesante tema para debatir

He notado que muchas veces todo lo masculino se considera intrínsecamente malo por el simple hecho de ser masculino. (El falo te oprime…pero también fue un falo lo que te dio la vida…)

Durante un debate sobre la igualdad de genero en la universidad de periodismo de Bristol, los 5 minutos del discurso final de Milo Yiannopoulos fueron enteramente destinados a los hombres, en un épico aliento para ellos en una época donde se los considera ciudadanos de segunda clase, mientras se les dice que son los culpales de todo mal en el mundo.

Voy a dejar este vídeo por acá y me retiraré lentamente… (lo interesante comienza a los 0:25 segundos).

Origen: Interesante tema para debatir

OTITIS RECTAL.

 

La
otitis rectal

es una nueva enfermedad propia del sexo masculino que aparece después de 7 años
de matrimonio, mucho ojo…

Un
abnegado marido llega un sábado a la madrugada después de departir merecidamente
con unos amigos. Al llegar la esposa empieza a insultarlo, a sacarle en cara que
eso e s de cada 8 días, que es un sinvergüenza y demás cosas que las señoras
acostumbran a decir en estos casos. El marido no dice nada, se
acuesta.

Por la mañana la señora vuelve con la cantaleta y sigue con
ella hasta el domingo por la noche y el marido no dice una palabra, sigue como
si nada.
Ya el lunes por la mañana a la señora le entra el susto pues el
marido a pesar de una nueva cantaleta sigue como si nada, por lo que lo lleva al
médico.

Despues de unos minutos sale el médico y le dice que
efectivamente tiene

¡
OTITIS
RECTAL
!

¿Cómo
así? pregunta la señora, eso qu
é
es?

A lo que el médico le dice…

– Su marido tiene Otitis Rectal;

el oye
perfectamente, solo que le importa un culo lo que usted le
dice.

 

CLIMA EN EL HEMISFERIO NORTE.

 

Recién cuelgo de hablar con un viejo amigo de Hamburgo .
 

Me dijo que desde esta mañana no para de nevar y que la nieve ya llega a la cintura. La temperatura ya bajo de -32° C y hay viento norte con ráfagas de hasta 120 km/hora.

 Me conto que su señora no ha hecho otra cosa que mirar por la ventana de la cocina todo el día.

 Me dijo también, que si el tiempo se pone peor, no le va a quedar otro remedio que dejarla entrar!!!!!.