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CUIDADO CON LAS VELAS…..

 

La Sra. Donovan caminaba por la calle O’connell de Dublin cuando se cruzó con el padre Rafferty. ‘Muy buenos días, ¿no es usted la Sra. Donovan a quien case hace dos años’?

Ella contestó: ‘ Efectivamente padre, soy yo’.

El sacerdote pregunto: ‘¿ No han tenido niños aun?’

Ella respondió : ‘No padre, aun no’

El padre dijo: ‘Bueno, la semana próxima viajo a Roma, así que, si quiere, encenderé una vela por usted y su esposo’.

La Sra Donovan contesto: ‘Oh padre, muchas gracias, le estaremos muy agradecidos’ y ambos siguieron su camino.

Años más tarde se encontraron nuevamente.

El sacerdote preguntó: ‘Bueno, Sra. Donovan, ¿como se encuentra usted ahora?’.

Ella contestó: ‘Muy bien, padre’

El cura preguntó: ‘Por favor, dígame, ¿han tenido niños ya?’

Ella respondió: ‘Oh si padre, 3 pares de mellizos y 4 criaturas mas. En total 10’

El padre dijo: ‘¡Bendito sea el Señor!. ¡Que maravilla! ¿Y donde está su amante esposo?’

Ella contestó: ‘Camino a Roma, a ver si puede apagar la puta vela’

EL HOMBRE DE MI VIDA ME HA DEJADO….

 

Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa.

 

Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No! encima

tiene la poca vergüenza de decirme:

 

– Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.

 

¡Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!? Ahora, que yo

se lo he dicho, ¿¿eh??

 

– Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo…

 

Y me dice:

 

– Pues Jesucristo se fue de casa con 30

 

– ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!

 

En fin… Ya lo voy llevando mejor… Pero el día que se fue, yo creí

que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro

chorradas, porque… ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada

suyo? …. Pues todo lo nuestro. Pero fui yo la que se lo dije:

 

– Anda, tonto, llévate la tele pequeñita… y el DVD… y la

minicadena… y ¡la lavadora!

 

Pero ¡es más bueno! Ahí ya me dijo:

 

– No, mamá, la lavadora, no… que no tengo ascensor. Ya me la traes

tú cuando vengas a verme

 

¡Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque estoy

todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas.

Que si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando estoy liada

en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a

robarme las croquetas. Y yo:

 

– ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!

– ¿¿Y yo qué ceno??

– ¡Pues yo qué sé,..! ¡Llama a Telepizza!

 

Pero luego me da pena, el pobre… que, al final, siempre le digo:

 

– Andaaa… déjalo… Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos??

 

Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el

tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de ocho

a diez, como en la cárcel… Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo

fuera de horario, a escondidas de mi marido. Que parece que tengo un

amante:

 

– Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá

 

Y cuando mi marido me pilla:

 

– ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo…ya

te llamo yo luego… Huy… qué mimoso está… Éste en dos días esta

aquí de vuelta, ¿¿eh Manolo??

 

Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él,

libremente, de todas nuestras cosas…

 

– Hola lechoncito, soy mamá… ¿Qué tal el día??

– Bah…

– ¿Qué haces?

– Pssss…

– ¿Has cenado ya??

– Pschá…

– Bueno, no tienes ganas de hablar, ¿¿no??

– Bah…

– Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!

 

Y mi marido:

 

– Cariño, es que te pones muy pesada…

– ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los años

a ponerle flores!

 

Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque

tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir

sin ti y vuelva. Pero la semana pasada… abrí los ojos. Le llamo, y

me sale una voz de mujer:

 

– ¿¿¿Diga???

 

Y colgué inmediatamente. Volví a marcar… y ya me sale el niño. Y le digo:

 

– Oye, ¿quién era ésa?

 

Y él:

 

– Una amiga

– ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre… Bueno, ¿¿y qué estáis haciendo??

– Pues nada, comiendo…

– ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que

venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!

– No, si ella no come, no le gustan…

– Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina…

 

Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y convertir la

habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me pongo allí a

organizar el altillo… sus libros, sus cómics, sus revistas porno…

Y de pronto, me dije: «¿A ver si las va a necesitar?» Claro, porque

cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo… Pero, de

repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del centenario del

Atleti. Con el sacrificio que hizo para reunir las piezas, ¡que estuvo

un mes comprando el periódico. Así que al día siguiente le llevé un

peón… Al otro, un alfil…Al otro, una torre… Y él:

 

– ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez??

 

Y yo:

 

– Ah… es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas…

 

Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, eh?

El otro día fui yo quien le pillé a él hablando con el niño fuera de

horario, y con una voz de angustia le decía:

 

– Hijo mío… ¡mándame una croqueta…!

 

Ahí me di cuenta de que me estoy pasando… Que hay un montón de

experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar

a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si lo animo, y nos

vamos juntos a… llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre prueba

las croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha

independizado es él.

DEPENDE DEL CRISTAL CON QUE SE MIRE.

Dos señoras se encontraron después de un buen tiempo sin verse y una le pregunta a la otra:

 

– ¿Y cómo están tus hijos, Margarita y Francisco?

 

– Ay querida, Margarita se casó muy bien. Tiene un esposo maravilloso:

El se levanta de madrugada para cambiar los pañales de mi nieto, prepara el

café en la mañana, lava los platos y ayuda en la cocina. Le tiene una

muchacha que le limpia la casa, le compra carro nuevo cada año, la lleva de

viaje dos veces al año. Después de todo es muy bueno en su trabajo. Un amor

de yerno, gracias a Dios.

 

– ¡Que bien, querida amiga! Y tu hijo Francisco, ¿también se casó?

 

– También se casó, pero tuvo mala suerte. Su matrimonio anda muy mal…

Imagínate que él tiene que levantarse de madrugada para cambiar los pañales

de mi nieto, hacer el café en la mañana, lavar los platos y tiene que ayudar

en la cocina! Y después de todo esto sale a trabajar para conseguir el

sustento, pagarle una chacha que le limpie la casa, lo fuerza para que

salgan de viaje dos veces al año, y lo peor!! quiere carro nuevo cada

año….. pobre de mi hijo, ella es una cabrona !!

 

 

INNOVADOR SISTEMA PARA EDUCAR A LOS HIJOS.

 

La mayoría de la gente considera hoy en día que pegarle un tortazo a un niño no es apropiado.
Yo he probado otros métodos para controlar a mis hijos cuando tienen «uno de esos días». Uno que me resulta muy efectivo, es simplemente llevar al niño a dar una vuelta en coche. Durante el rato que dure la vuelta, no hablamos y le dejo tiempo para que reflexione sobre su comportamiento.

No sé si se trata de las suaves vibraciones del vehículo mientras se desplaza, o simplemente el hecho de que el niño se aleja un rato de las distracciones habituales: tele, videojuegos, ordenador, etc. El caso es que mis hijos, después de la vuelta en coche, están muchísimo mas tranquilos.
Creo que el contacto visual que tenemos durante todo el tiempo, es lo que realmente consigue estos resultados tan buenos. Aquí mando una de las fotos que hice durante una de estas sesiones, por si queréis imitar la técnica.
Este método es muy útil también con sobrinos y primos. En el caso de los nietos es diferente.
Que los eduquen sus padres, que para eso oportunamente, ya debieron dar la vuelta en su día.
TODO EL MUNDO PIENSA EN DEJAR UN PLANETA MEJOR PARA SUS HIJOS, CUANDO LO QUE DEBERÍA PENSAR ES DEJAR MEJORES HIJOS PARA EL PLANETA .

HIJOS SICARIOS.

 

PENSAR Y REFLEXIONAR!!!…

 

Nos quedamos sorprendidos, cuando se da cuenta en periódicos o radio, que el sicario no superaba los 18 años. Cuando los cuerpos de los 3 o 4 ejecutados, correspondían a adolescentes de hasta 14 años de edad.

Frente a lo anterior, el siquiatra dominicano César Mella, hizo publicar el siguiente trabajo, que creo que a todos los que somos padres, o seremos abuelos algún día, nos debe interesar; el texto que me llegó suscrito por el doctor Mella, es el siguiente:

Yo me preguntaría y plantearía la siguiente pregunta:

¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos?

¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos?

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.

Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.

Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Ipod, blackberry y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso. El nextel más costoso. La Lap más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación, a la brevedad y sin chistar.

Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de mtv. ¡Ah! pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.

Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en internet!

Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan a porque eso no me alcanza.

Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo alcoholizados.

Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme o quien les manda andar de calientes.

Definitivamente estamos jodidos, pues la tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos.

Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿Entonces en qué estamos fallando?

Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.

Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mandó todo al diablo:

¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé!

Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdicio: agua, comida, luz, ropa, dinero.

Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba conocíamos la Ciudad de México, con su hoy vetusto y atiborrado Metro.

El dame y el cómprame, siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcionara como hogar.

Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida.

Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. háganles el hábito del ser agradecidos.

Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para el pago de servicios. Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.

Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa debe ser obligación de siempre sin pago de por medio. Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, y por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentes trabajo=bienestar.

Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.

Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.

Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos, aconséjalos, platica con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.

Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.

Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición.

Que cada quien tome lo que le corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita…

Saludos.

— M.L.B.M.
Carmen Isabel Roa Cortés.

 

 

 

 

 

¡¡¡ DESPISTAADAAAAA !!!

 

 Una familia tiene un acontecimiento significativo: ¡¡¡ el nacimiento de  gemelos!!! 

 Al paso del tiempo se dan cuenta que uno de ellos es sordomudo, por lo que  el abnegado padre se pone a trabajar muy duro, junta suficiente dinero y  manda a su mujer y al gemelito a los EEUU, a buscar una clínica  especializada. 

 Ambos llegan a New York, se hospedan, y en la tarde van caminando cerca  del Yankee Stadium cuando una pelota de béisbol cae y golpea fuertemente  la  cabeza del niño, pero en forma sorprendente este se levanta del suelo y  exclama: 

 !!! EL COÑO DE TU MADRE !!!. 

 La señora emocionada busca la oficina de telégrafos y le manda un mensaje a su  marido:  Con letras mayúsculas, le escribe: 

 «EL NIÑO HABLO: EL COÑO DE TU MADRE». 

 Al día siguiente recibe respuesta:  «EL COÑO DE LA TUYA, TE LLEVASTE AL QUE HABLA»…

NUESTROS HIJOS Y EL MUNDO QUE LES DEJAMOS.

 

 Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933) es un profesor y escritor español conocido por su análisis de la crisis económica actual 

Leopoldo Abadía (autor de » La crisis Ninja «) dice en su artículo:
Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos.
Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que «Dios les coja confesados».
Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.
En muchas de mis conferencias, se levantaba una señora (esto es pregunta de señoras) y decía esa frase que me a mí me hace tanta gracia: «qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?»
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir «qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?»
Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido:
«y a mí, qué me importa?!»
Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.
Yo era hijo único. Ahora, cuando me reuno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.
Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.
Pero qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:
1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización
Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro.
Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? Si no se lo podían imaginar!
Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.
Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.
A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales. Lo que por ahí se llama «buena gente».
Porque si son buena gente harán un mundo bueno.
Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación:
que sepan distinguir el bien del mal,
que no digan que todo vale,
que piensen en los demás,
que sean generosos. . . .
En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.
Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho qué hijos íbamos a dejar a este mundo.
A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar.
Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.
Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.
Pero lo fundamental es lo otro: los padres.
 Ya sé que todos tienen mucho trabajo,
que las cosas ya no son como antes,
que el padre y la madre llegan cansados a casa,
que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva,
que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado.
Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.
Leopoldo Abadía.
 P. D .
1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

PADRE E HIJO

 

Papá,

 

«Que hay entre las Piernas de Mami???

 

El paraíso…

 

Y entre las tuyas???

 

La llave del paraíso…

 

Bueno pues cambia la llave

 

que el vecino tiene copia!!