Etiqueta: EXTRATERRESTRES

Estacionamiento para OVNIs

DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Llegué a casa a las tres de la mañana pero fui a comprar café, muy temprano. En la plaza me sorprendió un letrero en sueco (lógico) pintado en el suelo:

Estacionamiento Gratis

para O.V.N.I.s

durante 4 horas terrestres

Nadie se detenía a mirarlo y habían pasado solo unas horas después de haber atravesado el mismo lugar, pensé que estaba aún borracho. Espejismos alcohólicos. Todo es posible.

De repente se me llenó la cabeza de ideas. Debía aprovechar la oportunidad por si algún extraterreste entendía el idioma y decidía aterrizar. Regresé corriendo. Escribí esta carta, la metí en un sobre y fui a dejarla junto a las letras.

Señores de otras galaxias:

Si su intención es conquistar la Tierra y apropiarse de sus recursos, no pierdan el tiempo. Ya los ricos y los políticos han dejado el globo terráqueo pelado. Busquen un planeta con gente  que lo haya cuidado, este no…

Ver la entrada original 123 palabras más

En el espacio.

cdn (11)bhu

Hace días, largas semanas, que vagamos por el Espacio sin saber exactamente dónde llegaremos.
Aún nos quedan provisiones de sobra para algunas semanas más, pero la tripulación empieza agobiarse al no encontrar nada similar a un planeta, aparte de un par de meteoritos que pasan cerca de la nave de vez en cuando… y hasta eso ya ha perdido su emoción.
Está llegando a ser todo tan aburrido… ya no hay nada que hacer, nada de que hablar… nos sabemos la vida y pormenores de unos y otros. Y desde la cabina de mando no se ve nada de nada.

-Si no encontramos pronto nada de interés voy a volverme loco, comandante.
-Tranquilo, hay que tener algo de paciencia.
-¿Más paciencia? Ya no soy yo solo, señor, el resto de la tripulación lo comenta. Quizá sea una misión fallida, como tantas otras.
-Repito, tengamos paciencia, amigo, tengamos paciencia.

Los miembros del equipo sorteaban de vez en cuando algún bólido, comentando la jugada entre ellos.

-Vaya, ese ha pasado cerca.
-Los meteoritos están ya controlados, va a hacer falta que aparezca algo más fuerte y más grande para ponernos, como mucho, nerviosos.
-Ojalá aparezca.
-De verdad que sí.

-¿Has visto eso?
-¿Qué?
-Ahí, a la derecha de la nave, es anaranjado, ¿lo ves?
-Vaya, creo que habrá que avisar al comandante, quizá sea un asteroide o un planeta, no veo nada parecido desde hace semanas.

Dos de mis hombres acaban de irrumpir en la cabina mientras me estaba quedando dormido. A Dios gracias, parece que han avistado algún tipo de asteroide o, puede ser, un planeta a lo lejos.
He dado la orden para acercarnos y la tripulación se ha puesto como loca. Sólo espero poder bajar y estirar las piernas fuera de la nave.

Pasadas unas horas, parecemos haber llegado a un extraño planeta de arena naranja. Tras un rato deliberando y preparándonos, decidimos salir fuera y hacer una pequeña expedición sin alejarnos demasiado de la nave.
No hay moros en la costa, tan sólo una singular vegetación, de colores morados y rojizos adorna el terreno ligeramente abrupto. Un poco más allá, se ve algo parecido a un cráter, tras hablarlo todos, decidimos acercarnos para verlo bien.

-Señor, me da un poco de miedo, a medida que nos acercamos al cráter, se oye un silbido más fuerte, ¿lo oye usted?
-Sí, claro que lo oigo, pero quiero saber de dónde viene.
-Nosotros le acompañaremos comandante, no nos da miedo.
-De acuerdo, ¿hay alguien más al que le de miedo venir y prefiera quedarse vigilando la nave?

Tras un par de minutos y miradas burlonas entre unos y otros, toda la tripulación decide acompañarme al misterioso cráter, armados por supuesto con aparatos de última tecnología.

-Comandante, si este zumbido sigue aumentando de volumen, creo que me van a estallar los oídos.
-A mí también señor, está empezando a ser insoportable.
-¿Alguien más que quiera quejarse como una niña? Callaos ya, vosotros sí que me dais dolor de cabeza con tanta queja y tanta tontería.
-Disculpe señor.

Vaya, el cráter es bastante más grande de lo que pensaba, no más que una piscina normal y corriente, pero es hondo y oscuro. Los hombres tienen miedo, no lo dicen pero se les nota temblar, se miran unos a otros y el sudor invade sus frentes frías.
Y tienen razón, ese zumbido es del todo insufrible.

-¡Señor! Creo que algo se ha movido ahí debajo.
-¿Dónde?
-Me ha parecido ver algo moviéndose.
-Yo no veo nada.
-¡Sí mire, ahí delante!
-¿Están todos locos? Os repito que yo no he visto nada, ni veo nada, estáis dejándoos llevar por el miedo y hasta veis cosas donde no las hay.
-Por favor señor, no sea tan incrédulo, asómese un poco, verá como hay algo. Diría que de esa cosa vienen los zumbidos… por cierto, han dejado de oírse.
-Me tendría que haber quedado en la nave.
-Pues todavía estás a tiempo.
-Creo que no… ¡Mirad!
-¡Se mueve! ¡Viene hacia aquí!
-¡Dejad de gritar! ¿Qué clase de tripulación he traído conmigo que se asustan igual que bebés?
-¡Comandante está acercándose!

Creo que mis hombres tienen razón en cuanto a la procedencia del zumbido… parece que esa cosa verde que se acerca es la causante de nuestro dolor de oídos y el miedo de todos estos señores.

-¡Dios mío!
-¡Shhhh! ¡Sacad las armas, pero que no dispare nadie hasta que yo lo ordene! Quizá sea pacífico.
-Quizá no, comandante.
-¡Silencio!
-Señor, parece más grande según se acerca, cada vez se ven más tentáculos saliendo de su cuerpo.
-Señor, es horrible, ¿qué debemos hacer?
-Que no cunda el pánico, estad todos atentos y con las armas preparadas por si hay que abrir fuego. De momento esperemos a ver cómo reacciona el bicho.
-Se ha parado.
-Parece que nos observa señor. Fíjese qué cantidad de ojos y qué alto es.
-Comandante, da la impresión de que es viscoso, toda su piel brilla y parece mojada.
-Así es, parece que gotea. Pero sigan tranquilos, no pasa nada.
-Vuelve a zumbar, señor, si intensifica mucho más el volumen vamos a tener que retirarnos, no creo que nuestros tímpanos puedan soportarlo.
-¡Señor! ¡Avanza otra vez!
-¡Viene hacia aquí! ¡Se aproxima con sus tentáculos!
-¡Quiere atraparnos señor!
-¡No huyáis! ¡No seáis cobardes! ¡Tenemos que enfrentarnos al monstruo!
-¡Comandante, si sigue avanzando y apenas se puede oír en condiciones! ¡Tendremos que abrir fuego y acabar con él!
-¡Esperad todos! ¡Hay que ver cómo reacciona! Probablemente no nos quiera hacer nada.
-Pero señor, hemos invadido su territorio, seguramente quiera echarnos del cráter.
-Y también matarnos señor.
-¡Panda de miedicas! Hemos de enfrentarnos a él, a vida o muerte. ¡Y será su muerte!
-¡Preparad las armas y esperad a que el comandante de la orden de asalto!
-¡Dividíos para atacar cada uno por un lado al bicho! ¡Tranquilos, no va a pasar nada, hay que acercarse despacio!
-¡Señor, ha atrapado a un soldado! ¡Si el láser de las armas roza al hombre, lo freirá antes que al monstruo!
-¡Hay que dispararle por detrás!
-¡Cuidado con los tentáculos!
-¡Está ahogándolo! Comandante, ¿qué vamos a hacer?
-¡Abrid fuego! ¡Disparad todos al monstruo!
-¡Cuidado!
-¡Señor, me temo que las cosas empeoran!
-¿Qué pasa ahora soldado?
-Dos monstruos aún más grandes que este se aproximan por las afueras del cráter, ¡estamos perdidos!
-¡Dios mío, tienes razón! ¡Todos a la nave! ¡Retirada!

-¡Niños! Recoged las cajas del jardín, ya está la merienda.
-Nos pasamos no sé cuánto tiempo pensando qué regalarles y se entretienen con cuatro cajas de cartón, como antaño.
-Encantador… ¡Niños! ¿No oís?

-¡Los monstruos quieren acabar con nuestra nave!
-¡Oh, no!
-¡Aagg…!

-¡Niños!

can-stock-photo_csp4757079

NOTICIAS DE POR AHÍ Y TAL (JOJOJOJO): “Unos seres verdes me obligaron a soplar en la autopista”

“Unos seres verdes me obligaron a soplar en la autopista”

Publicado por Xavi Puig el 1 marzo, 2010

Desde hace dos semanas, el ingeniero Antonio Tril no se atreve a coger el coche. Asegura que fue víctima de una extraña agresión, algo difícil de relatar sin que parezca un cuento chino. “Antes no creía en cosas paranormales pero juro que unos seres de verde me hicieron bajar del coche y experimentaron con mi cuerpo”, explica. Reconoce que iba un poco borracho, pero no lo suficiente como para no recordar las luces amarillas que emplearon las criaturas para detener su coche. “Me hicieron bajar del automóvil, cogieron muestras de mi aliento y me obligaron a andar siguiendo una línea recta”, confiesa.

Antonio me muestra un informe de su psicóloga en el que ésta confirma que el paciente sufre amaxofobia. “Significa que tengo miedo a ir en coche y ese miedo suelen provocarlo los accidentes traumáticos o, en general, las experiencias terribles vividas al volante. Yo no sufrí ningún choque, mi coche está perfecto, pero creí que esos seres verdes me torturarían vivo y luego me matarían”, me aclara el entrevistado mientras sirve una ensalada de pollo rociada con vodka. “Espero que te guste el pollo, porque he preparado pollo al vodka y, con una pechuga que me ha sobrado, he hecho unas croquetitas con vodka”, afirma. Asiento resignado pero rechazo el vaso de vino que me ofrece. “Si no te gusta el vino creo que tengo una botella de vodka por ahí”, asegura. Finalmente, consigo llenar mi vaso con agua del grifo.

Intento que Antonio se centre en los detalles de la experiencia vivida en plena autopista, pero se muestra disperso a lo largo de toda la charla, más centrado en la comida que en la conversación. “Eran dos. Dos criaturas verdes. Blandían unos tubos de luz, láseres amarillos como de otro mundo. Hicieron señas para que detuviera mi marcha y aparcara en la cuneta. No debería haberlo hecho, pero no tenía muchos reflejos en ese momento, me dejé llevar todo el tiempo. Joder, qué buena la salsa”.

Interrumpe el relato y se ofrece a rociar mi plato con más vodka ruso. Al ver que declino el ofrecimiento se muestra agresivo: “¡Que te pongas más, coño, que si no es una mierda!”, exclama. Hago lo que me dice y retoma entonces el hilo del discurso, no sin dejar de mojar pan en la salsa compulsivamente. “Me obligaron a soplar en una especie de caja negra, quizá creían que así capturaban mi alma o algo. Luego me hicieron salir del coche y ponerme en pie, cosa que me costó por los nervios. Recuerdo que tuve que andar en línea recta, perdí el equilibrio y no sé qué más. Sé que vomité en un arbusto mientras ellos me agarraban con sus tentáculos o lo que sea que tuvieran. Hacía tanto calor como ahora o más”.

El entrevistado, muy pálido y confundido, se levanta para traer otra botella de salsa y tropieza consigo mismo. Le ayudo a incorporarse y entonces le da por vomitar. “No… no me hagáis daño…” afirma fuera de sí, arrastrándose por el suelo. Consigo conducirlo hacia el sofá, donde se queda medio traspuesto. “No te me lleves, por favor, yo soy español”, suplica segundos antes de perder la conciencia.

Dada la indisposición de Antonio, doy por concluido el almuerzo y, antes de abandonar la casa, me aseguro de que el entrevistado respira y tomo una muestra de pollo al horno pensando que quizá es la comida la que le ha provocado el malestar. Por el momento, yo me encuentro bien.

Domicilio de Antonio Tril.

– Ensalada de pollo con vodka. – Croquetas de pollo con vodka. – Pollo al horno con vodka.

Total: cortesía del entrevistado.

FUENTE: EL MUNDO TODAY