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Un 155 contra Ciudadanos

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Hoy por hoy es el único partido que cree que la unidad de España es un bien a preservar.

Por     en Libertad Digital

El Gobierno de Mariano Rajoy y el PSOE de Pedro Sánchez se han puesto su mejor traje de hombres de Estado y han pactado que aplicarán el 155 en según qué circunstancias y con según qué alcance. Sus voceros justificarán la alianza en la gravedad de la situación. Nadie duda de esa gravedad. De lo que cabe dudar, y mucho, es de las intenciones de estos dos necios arrogantes. Si efectivamente Pedro Sánchez percibiera la gravedad de la situación que atraviesa España, habría ayudado al Gobierno en la tramitación de los presupuestos generales a fin de evitar el chantaje del PNV. Y si efectivamente Mariano Rajoy hubiera sido consciente de los peligros que acechan a la nación, jamás se habría sometido a la extorsión de un partido cuyo objetivo es destruirla. No sólo: si de verdad tuvieran tan clara la necesidad de colaborar, lo que harían sería formar un Gobierno de coalición y arremeter unidos con toda la fuerza del Estado contra quienes quieren romper España.

Nada de eso hay porque el peligro que perciben Rajoy y Sánchez es en realidad el mismo que empujó a los nacionalistas vascos a votar los presupuestos. Ese peligro se llama Ciudadanos. Los acuerdos a los que llegaron este martes Rajoy y Sánchez no tienen por objeto pactar una estrategia con la que hacer frente a los futuros desafíos de la Generalidad. Su razón de ser es aislar a Ciudadanos. Y la prueba está en la invitación a Pablo Iglesias que el pacto incluye. Tal invitación es absurda, toda vez que el invitado es el responsable de que su franquicia en Cataluña entregara la presidencia del Parlamento catalán a los soberanistas. Esto es así porque el pacto no está dirigido contra Torra, sino contra Rivera. Su propósito es demostrar al electorado que el partido naranja sufre un ataque de histeria, sobreactúa y está contraindicado para combatir el independentismo catalán. El mensaje es que los soberanistas sólo pueden ser vencidos con mesura y sosiego y no con la ansiedad y precipitación que empapan las propuestas de Ciudadanos. De manera que Rajoy y Sánchez no se unen para salvar España sino para salvar sus antifonarios. Es para este elevado fin para el que hay unidad.

Es evidente que Rivera cometió un gravísimo error cuando se permitió apoyar la ley de presupuestos junto con el PNV, pues eso lo convirtió en cómplice del chantaje. Quizá creyó que no debía desdecirse o le pudo más colgarse las medallas de las medidas que había logrado introducir en ellos. Sea como fuere, el caso es que hoy por hoy representa al único partido que cree que, mal que bien, la unidad de España es un bien a preservar. Lo que Rajoy y Sánchez pretenden en definitiva es destruir la única esperanza que les queda a quienes creen que merece la pena tratar de impedir que España se rompa, aunque sólo sea para proteger la libertad de los españoles que se tienen por tales y que viven en Cataluña.

El guardiolismo, enfermedad crónica del catalanismo

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Pep Guardiola, en un acto independentista con Puigdemont, Junqueras y Forcadell el pasado mes de junio. | Cordon Press

¿Qué enfermedad moral lleva a Guardiola y los guardiolos catalanes a vivir instalados en la mentira compulsiva, en el embuste total y absoluto?

Por Federico Jiménez Losantos en LIBERTAD DIGITAL

El ayer futbolista, hoy entrenador y siempre pesadísimo hijo de Sampedor, fiel a su cita semanal con la vanidad al modo nacionalista, que es la pública denigración de España, porque sólo denigrándola logra sentirse superior al resto de los españoles y a buena parte de la humanidad, ha resumido en pocas frases el mal crónico del catalanismo, nacionalismo o separatismo catalán, una fiebre con diferentes grados de temperatura pero que revela una misma enfermedad: el autobombo servido por la mentira.

Guardiola ha dicho: «Estoy como toda la gente que no quiere el mal para los demás ni para sus familias. Todo lo que hemos hecho seis millones de personas saliendo a la calle en estos años lo hemos hecho de manera pacífica… o más que eso. Cuando dicen que somos generadores de violencia, se equivocan de lleno. Puedes estar de acuerdo o no, ya sabemos que las ideas son de cada uno, también los jueces pueden hacer su trabajo».

Y, añadió: «Es una gran injusticia que nos comparen con la kale borroka o con ETA. (…) Esto es muy sencillo: es ver lo que pasó el 1 de octubre. La fotografía no engaña, los vídeos no engañan. Y hay muchos. Hace años se podía, pero ahora no. Todos los mensajes, desde el presidente Puigdemont, el vicepresidente Junqueras, presidente de la ANC, presidente de Ómnium… Toda la gente de allí lo ha dicho mediante el pacifismo y expresarse mediante el voto de las urnas. Por eso es muy injusto: puedes no estar de acuerdo conmigo, pero hay fotos e imágenes».

 

Ni seis millones, ni fotos ni imágenes verdaderas

Nunca han salido seis millones a la calle, como dice el demagogo de Sampedor, ni catalanes, ni norcoreanos. Esos seis millones son los que el mayor ladronazo de Europa, Jordi Pujol, exhibió en una campaña pagada en diarios de todo el mundo para fingir que la Barcelona del 92, cuyos Juegos Olímpicos consiguió el franquista Samaranch y pagó toda España, no estaba en España sino en un ente sin fronteras llamado, solo en catalán, Catalunya. Ente unívoco, «un sol poble», donde no había más diferencia que la de ser catalán de nacimiento, amb arrels, o con «voluntat de ser-ho«.

El sueño totalitario de Pujol era el de cualquier cerdito con nostalgia de jabalí: «Ein Volk, ein Reich, ein Führer». Un solo pueblo, el alemán; un solo Estado, al que todo se somete; y un Caudillo, al que todos obedecen. Ni siquiera entonces, cuando los gobiernos de Madrid celebraban aquel vasto sistema de latrocinio que «aseguraba la gobernabilidad de España», toda Cataluña pensaba lo mismo ni aceptaba el proyecto separatista. Menos aún ahora, cuando una mayoría de votantes catalanes rechaza la violenta imposición de la ruptura de España de los separatistas como Guardiola.

En realidad, sólo la pereza analfabeta del periodismo inglés impide preguntarle al entrenador del Manchester City: ¿cómo es posible que, de esos seis millones de los que habla, sólo dos voten a partidos separatistas; que la mayor manifestación de la historia de Cataluña haya sido la de las banderas españolas, un millón en la calle; y que el partido más votado en las últimas elecciones legales sea antinacionalista, llamado Ciudadanos? ¿Y por qué se empeña en contar las votaciones ilegales como si fueran legales?

Pero hay algo peor que la pereza analfabeta del periodismo deportivo inglés: lapereza criminal del Gobierno de España para contrarrestar esas fotos e imágenes trucadas, la campaña de intoxicación internacional que no sólo orquestaron los corresponsales amaestrados por la Generalidad, sino la TV3, el gang Roures y las televisiones de Soraya, con La Sexta a la cabeza. Hoy sabemos que de los mil heridos sólo hubo dos; que Marta Dedosrrotos es una mentirosa compulsiva que ni fue manoseada por la policía, como dijo Colau, ni nadie le rompió nada; que la famosa anciana ensangrentada se había caído por una escalera antes de que llegase la policía; que por orden de la Generalidad se computaron todas las altas en hospitales como lesiones a manos de la policía; que no hubo ni una foto de los políticos separatistas con sus heridos porque los heridos eran policías, más de un centenar; que en las fotos de las cargas de la Policía nacional se añadieron imágenes de los Mozos de Escuadra contra el 15M ¡y de la policía turca!

La violencia de los compinches de Guardiola

Más aún: en el auto del juez Llarena se reseñan más de 300 actos violentos por parte de los separatistas, dentro del cuadro violentísimo de convocar a millones de personas a participar en un Golpe de Estado, más de lo que se nunca han atrevido a hacer la ETA y sus cachorros callejeros. El terrorista Otegui es el héroe de las Diadas a que convoca Guardiola. En el último cerco institucional se coreaban gritos de apoyo al terrorismo. Y la mayoría golpista del Parlamento se niega a condenar los actos violentos.

Cataluña es una dictadura nacionalista desde hace cuarenta años. La persecución de los disidentes políticos la llevan a cabo las instituciones que en teoría representan al Estado y bandas organizadas de matones que atacan en la calle o el trabajo a quienes pretenden algo tan elemental como que sus hijos reciban la enseñanza en su lengua materna, el español, proscrito de la enseñanza pública y objeto de multa si se usa para rotular establecimientos. La violencia política en Cataluña no es la que por orden judicial padecen unos pocos golpistas sino la que desde hace décadas sufren los que se han opuesto a la dictadura separatista. El presidente en el exilio es Boadella, al que le talaron los cipreses de su casa, no Puigdemont, que no se atrevió a convocar elecciones y a evitar la cárcel, por miedo a los radicales de ERC.

El mismo día en que hablaba –o sea, que mentía- Guardiola, un muchacho era apaleado por llevar una bandera española. Lo mismo les sucedió a dos chicas por llevar el uniforme de la Selección Española de Fútbol a la que Guardiola perteneció porque económicamente le convenía. Son continuos los asaltos a los tenderetes de Sociedad Civil Catalana y las sedes del PP y Ciudadanos, que, conviene repetirlo, ha sido el partido más votado por los catalanes en las últimas elecciones legales. Nadie en España ni ningún país europeo ha acudido más veces a las urnas que los catalanes. Lo que pretendían los separatistas era convocar por la fuerza un plebiscito ilegal para proclamar la ruptura del régimen constitucional español, la sumisión de media Cataluña a la otra media y la destrucción del Estado. A eso, la máxima violencia posible contra la legalidad española y europea, le llama el cantamañanas de Sampedor «pacifismo», «democracia» y «votar».

Complejo de superioridad, complejo de inferioridad

¿Qué enfermedad moral lleva a Guardiola y los guardiolos catalanes a vivir instalados en la mentira compulsiva, en el embuste total y absoluto? Esta misma semana, el médico del Bayern, que tuvo que dejar el club por los celos de Guardiola y que ha vuelto a su club al largarse el demagogo, daba esta pista en un libro: «Guardiola se cree más que nadie, pero esa superioridad que exhibe esconde un profundo complejo de inferioridad«Hay quien dice que el famoso complejo de superioridad de los catalanes les ha llevado al extremo de creerse argentinos. Con Messi en el Barça, difícil. Pero es cierto que la fatuidad que a diario exhiben, al modo de Guardiola, tantos políticos y periodistas catalanes esconde una duda primordial: si somos tan modernos y tan superiores al resto de España, ¿por qué nunca hemos sido independientes, ni capaces de vencer a esa antigualla de Estado casposo? Si España vale tan poco y Cataluña tanto, ¿cómo es que nunca jamás, ni antes ni después de los romanos, hemos valido más que ellos?

Para no contestar esta pregunta han hecho falta cuarenta años de dictadura política, de inmersión lingüística, de desinformación mediática, de corrupción de los Gobiernos de Madrid y de la conversión de toda la clase dirigente de Barcelona en una mafia cleptocrática para, finalmente, perpetrar un golpe de Estado, luego arrepentirse, después reafirmarse en plantar cara a los jueces, a continuación huir de la Justicia, luego gemir, siempre llorar y, mientras se agrede a los indefensos, seguir quejándose.

Esa enfermedad moral de vivir en perpetua impostura, exhibiendo a diario su fanfarronería miedosa, no la cura el médico de Sampedor ni Freud resucitado. Para mí que no tiene cura. Lo importante es evitar el contagio.

Historia del nacionalismo catalán en 10 mentiras / History of Catalan nationalism in 10 lies

¡LAS MENTIRAS Y HECHOS DEL NACIONALISMO CATALÁN!

El vídeo corre en las redes como la pólvora. En Youtube lo han visto ya cerca de un millón de personas y no hay día que no se arroje a la cara acompañado de un: “Toma, aprende un poco de historia”. Se trata de Historia de Cataluña en 10 minutos, faro del relato independentista realizado por la productora Carki, que ya publicó hace tiempo un vídeo similar, con más éxito si cabe, sobre el País Vasco.

*(THE VIDEO CAN BE CONFIGURED FOR SUBTITLES IN ENGLISH AND OTHER LANGUAGES)

El vídeo original está lleno de sesgos, medias verdades, reinterpretaciones históricas o directamente mentiras. “Y aun así, no es de lo peor que he visto”, dice a El Independiente Jordi Canal i Morell, autor del éxito Historia mínima de Cataluña (Turner, 2015) natural de Olot (Gerona), historiador doctorado y profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.

Junto al profesor nos paramos a analizar el vídeo, punto por punto. Canal lo detiene a cada imprecisión y, al cabo de una hora, el concepto de la obra ha cambiado por completo. Esta no es la historia de Cataluña en 10 minutos, sino la historia de Cataluña en 10 mentiras:

1 – La trampa del presentismo. El vídeo, desde el primer momento y durante toda su extensión, mantiene en el mapa la frontera de la actual Cataluña. Incluso desde la época griega, donde da inicio al relato de una historia presuntamente diferenciada de la del resto de la península. “Es un abuso absoluto”, dice Canal. “No existe en esta época Cataluña, ni nada que se le parezca, ni nada que esté predestinado a serlo”. El vídeo, sin embargo, insiste en presentar la colonia de Ampurias como “el inicio de lo que será Cataluña”.

Con la llegada de los romanos, el truco continúa siendo el mismo. “Sigue apareciendo una línea que está condicionando a la persona que ve el vídeo a que imagine que esas cosas que están ahí son distintas de las que hay en otra parte, lo que en esa época no tiene ningún sentido”, dice el historiador. “Es curioso que el vídeo, cuando destaca poblaciones romanas importantes, opta por las que ahora son capitales de provincia, que no son necesariamente las más importantes en aquel momento”, continúa.  “Podría hablar de la actual Badalona, por ejemplo, o la actual Mataró, que en este momento eran muy importantes. Hay un intento de vincular esas ciudades con lo que son ahora: es más importante colocar Gerunda que colocar Ampurias porque te remite más al presente”.

La conclusión, en este sentido, es clara: “Uno de los problemas del vídeo, y del relato del nacionalismo, es la trampa permanente del presentismo”. Un ejemplo evidente de esto se da cuando el relato asegura que los visigodos “pasan por Cataluña” en su camino hacia la conquista de la península. “Como si Cataluña existiera en aquel momento”, rebate el profesor.

2 – Las ‘dos Cataluñas’. El relato hace especial hincapié en el surgimiento de la Marca Hispánica propiciada por los francos para arrebatar territorio a los musulmanes que dominaban la península. Es ahí donde surgen los primeros condados, y es ahí donde el vídeo asegura que existen “dos Cataluñas”. “Cataluña la vieja, la de los condados; y Cataluña la nueva, que todavía es territorio musulmán”, simplifica la voz en off que guía al vídeo.

Esta afirmación es de las más obscenas de todo el conjunto. “No hay dos Cataluñas, simplemente eso es Al-Andalus”, dice Canal para referirse a lo que Carki denomina como Cataluña la nueva, en un tiempo en el que según el vídeo surge ya la sociedad catalana como un conjunto. “Se habla de esto como algo evidente y como si existiera. No existe una sociedad catalana, ni siquiera existe el nombre de Cataluña. Existen unos condados que empiezan a unirse en el norte de lo que ahora es Cataluña, y siempre tenemos en el mapa ese recordatorio de lo que va a ser”, insiste Canal. “En ese momento del que habla, la separación del Norte y del Sur, el Sur no tiene ninguna frontera”.

3 – La innombrable Corona de Aragón. La producción hace referencia al enlace de Ramón Berenguer y Petronila como el momento en que los condados catalanes se unen a la Corona de Aragón, con “total autonomía de gobierno”. “Otra vez los términos”, subraya Canal, “autonomía y autogobierno son términos que volvemos a aplicar desde el presente sobre el pasado”.

El vídeo pasa a continuación a la expansión del Mediterráneo y, por arte de magia, las referencias a la Corona de Aragón desaparecen inmediatamente. “Cataluña es ahora una gran potencia”, asegura el relato. El historiador lo contradice: “Cuando habla de la expansión por la península y el Mediterráneo dice que es la expansión catalana, no la expansión de la Corona de Aragón. La terminología catalana inventó en el s.XIX términos nuevos para la Corona de Aragón que nunca habían existido hasta el momento. La gente entonces se reconocía como aragonesa. En la expansión mediterránea los almogávares, que ahora se han convertido en agentes nacionalizadores, lo que gritaban era: ‘¡Aragón, Aragón!”.

“Si se hubiera matizado y dicho que en Mallorca fueron básicamente catalanes, pues sí. Pero no se puede sostener es que Valencia fuese conquistada específicamente por catalanes, cuando ahí fueron los aragoneses quienes llevaron la batuta de la conquista de lo que va a ser el Reino de Valencia”, continúa Canal, que atribuye ese diseño a “una idea de futuro, que es la idea de un cierto nacionalismo catalán de los Países Catalanes”.

4 – La falsa continuidad de las instituciones. El vídeo se detiene, lógicamente, en la creación de las principales instituciones catalanas. “La autogestión catalana se hace cada vez más sólida”, dice el narrador, mientras el actor del vídeo muestra un puño cerrado en señal de fuerza.

“Es cierto que en el s.XIV aparece una institución que se llama Diputación del General, que no tiene nada que ver con la Generalitat actual”, dice Canal, que afea que el vídeo ilustre a las instituciones del siglo XIV con sus símbolos actuales. “Se trata de darle una continuidad que también adoptan los presidentes de la Generalitat, sin tener en cuenta que la Generalitat, hasta el siglo XVIII, no tiene nada que ver con la Generalitat actual”.

El autor de Historia mínima de Cataluña rebate el mito de la “restauración” de la Generalitat en 1931. “No hay una restauración sino una creación de una institución que va a llevar el nombre antiguo de la Generalitat. No hay 130 presidentes de la Generalitat, la cuenta empieza con Francesc Macià, pero el relato nacionalista siempre intentará eso”, continúa.

En este sentido, insiste en señalar que “si la Generalitat del 31 se llama Generalitat fue a propuesta del ministro de justicia Fernando de los Ríos (PSOE), que se lo propuso a Macià y Companys”.

5 – El sesgo social. El vídeo insiste en varias ocasiones en el presunto carácter social de la construcción de la nación catalana. Y hace referencia, en primera instancia, a las primeras revueltas campesinas en las que, según su versión, el monarca se pone en contra de las élites para “liberar a los campesinos de las ataduras de los nobles y de sus abusos”.

“El rey no se pone totalmente al lado de los campesinos, saltándose a los nobles. Llegan a un entendimiento que favorece a unos campesinos, los más ricos, y deja colgados a los otros. Esa lectura en clave sociomarxista, que estuvo de moda en cierto momento, ya está muy cuestionada”, explica el profesor. El vídeo insiste posteriormente en varias ocasiones en hacer coincidir las revueltas sociales con revueltas nacionales.

6 – El aislamiento en América. El relato de la productora destaca la autonomía “de Aragón y Cataluña” bajo el reinado de los Reyes Católicos. Y asegura que, mientras Castilla se lanza al descubrimiento de América, “Aragón y Cataluña no participan de esa colonización, siguen su propio camino y se centran más en la conquista del Mediterráneo, expandiéndose hasta Cerdeña, Sicilia y Nápoles”. Otra vez el lenguaje: mientras Castilla coloniza, Cataluña se expande.

“Primero, seguimos hablando de Corona de Aragón. Y luego, los últimos estudios muestran que los catalanes sí tuvieron un papel en la conquista de América. Que América fue sólo para los castellanos es un mito”, dice el profesor. “Los catalanes, sobre todo desde un punto de vista comercial, hicieron un gran negocio y tuvieron una gran intervención en América. Aunque los puertos catalanes no se abren hasta el siglo XVIII, hasta entonces los productos catalanes iban hacia el sur por cabotaje y desde allí iban a América”, añade.

Un vistazo, sin ir más lejos, a los políticos de la época, desmiente el aislamiento aragonés en América. Melchor Navarra y Rocafull, Manuel Amat y Juniet, Manuel de Oms y de Santa Pau o Gabriel de Avilés y del Fierro, todos ellos aragoneses y alguno de ellos catalán, fueron virreyes de Perú.

7 – La Guerra de Sucesión. El vídeo, en poco menos de un minuto, despacha la Guerra de Sucesión bajo la argumentación clásica del nacionalismo catalán: una guerra civil española en la que Cataluña lucha a favor de los Austrias por sus garantías hacia el autogobierno y el resto de España apoya al centralista borbónico. Culminada por la derrota del 11 de septiembre de 1714, hoy conmemorado en la Diada, y el paso al ostracismo de las instituciones catalanas.

“Evidentemente, la Guerra de Sucesión es una guerra dinástica, pero no se dice que es eminentemente una guerra internacional en la que están todas las potencias europeas, y en la que el apoyo a uno u otro candidato tiene que ver con los intereses de esas potencias, no con las ideas de más centralismo o menos. La clave en esta guerra es el juego entre Gran Bretaña, Francia y Austria”, explica Canal.

También es discutible la idea del apoyo monolítico en Cataluña hacia el candidato austracista. “Eso hay que matizarlo, las cosas no son tan simples. Hay catalanes en el bando felipista. Personas, pero también poblaciones como Cervera y muchas otras. Y tampoco es cierto que en el resto de España todo el mundo fuera felipista, también había austracistas en Castilla”.

8 – El nacionalismo proletario. El vídeo avanza y relata el proceso de industrialización que Cataluña y el resto de Europa viven en el S.XIX como causa del renacimiento del proletariado y, de su mano, del catalanismo político, al que vuelve a insistir en conferir un origen social, rebelde y obrero.

“Vincular tan claramente proletarización y catalanismo político es una lectura que ha generado debates historiográficos”, adelanta el profesor, que refleja a los dos bandos enfrentados en esta interpretación. “La tesis de que el catalanismo tiene origenes populares era la de Josep Termes y algunos historiadores que contradecían la tesis que hace mucho tiempo puso en circulación Solé Tura, y retomaron luego muchos otros, de que el catalanismo político nace de la burguesía”.

“Me da la impresión de que detrás del vídeo hay un discurso nacionalista catalán, pero un nacionalismo de izquierdas”, analiza el autor de Historia mínima de Cataluña.

9 – La reinterpretación del carlismo. Canal, como experto en la historia carlista, entra a fondo en la interpretación nacional que el vídeo hace de estos conflictos, según la cual Cataluña como unidad se posiciona junto al aspirante Carlos María de Borbón como garante de su autogobierno.

“Esto es una falsedad absoluta”, dice el profesor. “En Cataluña, los carlistas fueron muy importantes, pero no son mayoritarios salvo en algunas zonas: parte de la Cataluña interior, alguna parte de la Cataluña meridional, pero en el fondo son los liberales quienes predominan en Cataluña en ese momento”.

“En muy pocas ocasiones se alude al autogobierno o a las instituciones catalanas durante las guerras carlistas”, continúa Canal, que asegura que el nacionalismo catalán y el vídeo en particular hacen una lectura “a la vasca” del conflicto.

El relato, además, únicamente hace referencia a los conflictos en los que Cataluña, de alguna forma, participa y pierde. Nunca a aquellos en los que participa y gana. “Obvia por ejemplo la Guerra de Independencia, donde la movilización catalana no habla de instituciones y es totalmente por España. No entra bien en el relato”, analiza.

10 – El catalán en el franquismo. Mientras que el franquismo supone una evidente reacción contra todas las instituciones republicanas, incluida la Generalitat, que se extiende de manera uniforme durante los 40 años de dictadura, la represión hacia el catalán sufre diferentes estadios. Se prohíbe la prensa diaria en catalán y buena parte de su uso en las instituciones. Como explica Canal, la utilización del idioma evoluciona durante esas cuatro décadas y, de hecho, en el “último franquismo” se convierte en un arma poderosa y eficaz de contestación.

Es el ‘boom’ de la nova cançó catalana, sin duda una de las expresiones culturales de mayor valor político y contestatario. Voces como las de Joan Manuel Serrat o Lluís Llach, hoy diputado de Junts pel Sí, emergen entonces como referentes no sólo en Cataluña, sino en toda España, que encuentra en sus mensajes un refugio antifranquista. Aun así, es durante estos años, en 1968, cuando Serrat se niega a acudir a Eurovisión al prohibirsele cantar en catalán.

También la literatura catalana florece desde finales de los años 50: comienzan a entregarse premios a la literatura en catalán y a editarse revistas especializadas. En 1970, se firma el decreto que permite la enseñanza en idiomas distintos del castellano en la enseñanza primaria.

inglaterra

Video runs on networks like gunpowder. Youtube has already seen about one million people and there is no day that is thrown to the face accompanied by a: «Take, learn a little history.» It is about History of Catalonia in 10 minutes, a beacon of the independentist story made by the producer Carki, who has already published a similar video, with more success if possible, about the Basque Country.

The original video is full of biases, half truths, historical reinterpretations or directly lies. «And even then, it’s not the worst I’ve seen,» *says El Independiente Jordi Canal i Morell, author of the hit Minimum History of Catalonia (Turner, 2015), a native of Olot (Gerona), a doctoral historian and professor at the School of High Studies in Social Sciences of Paris.

Together with the teacher we stopped to analyze the video, point by point. Canal stops him at each inaccuracy and, after an hour, the concept of the work has completely changed. This is not the history of Catalonia in 10 minutes, but the history of Catalonia in 10 lies:

1 – The trap of presenteeism. The video, from the first moment and throughout its extension, keeps on the map the border of the current Catalonia. Even from the Greek period, where the story of a story presumably differentiated from that of the rest of the peninsula begins. «It’s an absolute abuse,» says Canal. «There is no such thing as Catalonia, or anything that resembles it, or anything that is predestined to be.» The video, however, insists on presenting the colony of Ampurias as «the beginning of what Catalonia will be like».

With the arrival of the Romans, the trick remains the same. «A line continues to appear that is conditioning the person who sees the video to imagine that those things that are there are different from those that exist elsewhere, which at that time does not make any sense,» says the historian. «It is curious that the video, when it highlights important Roman towns, opts for what are now provincial capitals, which are not necessarily the most important at that time,» he continues. «I could talk about the current Badalona, for example, or the current Mataró, which at the moment were very important. There is an attempt to link these cities with what they are now: it is more important to place Gerunda than to place Ampurias because it refers you more to the present «.

The conclusion, in this sense, is clear: «One of the problems of the video, and the story of nationalism, is the permanent trap of presenteeism.» An obvious example of this occurs when the story says that the Visigoths «pass through Catalonia» on their way to the conquest of the peninsula. «As if Catalonia existed at that time,» rejects the professor.

2 – The ‘two Catalonias’. The story makes special emphasis on the emergence of the Hispanic Mark favored by the Franks to snatch territory from the Muslims who dominated the peninsula. That’s where the first counties emerge, and that’s where the video says that there are «two Catalonians.» «Catalonia the old, the one of the counties; and Catalonia, the new one, which is still Muslim territory «, simplifies the voice-over that guides the video.

This statement is one of the most obscene of the whole. «There are not two Catalonians, that’s just Al-Andalus,» says Canal, referring to what Carki calls the new Catalonia, at a time when, according to the video, Catalan society already appears as a whole. «This is spoken of as something evident and as if it existed. There is no Catalan society, there is not even the name of Catalonia. There are some counties that are beginning to join in the north of what is now Catalonia, and we always have on the map that reminder of what it is going to be, «insists Canal. «In that moment of the speaker, the separation of the North and the South, the South has no borders.»

3 – The unnamed Crown of Aragon. The production makes reference to the link of Ramón Berenguer and Petronila as the moment in which the Catalan counties join the Crown of Aragon, with «total autonomy of government». «Once again the terms», underlines Canal, «autonomy and self-government are terms that we apply from the present to the past».

The video then moves on to the expansion of the Mediterranean and, by magic, references to the Crown of Aragon disappear immediately. «Catalonia is now a great power,» says the story. The historian contradicts it: «When he talks about the expansion of the peninsula and the Mediterranean, he says that it is the Catalan expansion, not the expansion of the Crown of Aragon. The Catalan terminology invented in the nineteenth century new terms for the Crown of Aragon that had never existed until now. People then recognized themselves as Aragonese. In the Mediterranean expansion the almogávares, who have now become nationalizing agents, what they shouted was: ‘Aragón, Aragón!’.

«If it had been nuanced and said that in Mallorca they were basically Catalans, then yes. But it can not be sustained is that Valencia was conquered specifically by Catalans, when there were the Aragonese who led the baton of the conquest of what is going to be the Kingdom of Valencia, «continues Canal, who attributes this design to» an idea of future, which is the idea of a certain Catalan nationalism of the Catalan Countries «.

4 – The false continuity of the institutions. The video stops, logically, in the creation of the main Catalan institutions. «Catalan self-management is becoming increasingly solid,» says the narrator, while the video actor shows a closed fist in sign of strength.

«It is true that in the 14th century there is an institution called Diputación del General, which has nothing to do with the current Government,» says Canal, who fears the video will illustrate the institutions of the 14th century with their current symbols . «It is about giving continuity that also the presidents of the Generalitat adopt, without taking into account that the Generalitat, until the eighteenth century, has nothing to do with the current Generalitat».

The author of Minimal History of Catalonia refutes the myth of the «restoration» of the Generalitat in 1931. «There is no restoration but a creation of an institution that will bear the old name of the Generalitat. There are not 130 presidents of the Generalitat, the account begins with Francesc Macià, but the nationalist story will always try that, «he continues.

In this sense, he insists on pointing out that «if the Generalitat of the 31 is called Generalitat, it was proposed by the justice minister Fernando de los Ríos (PSOE), who proposed it to Macià and Companys».

5 – The social bias. The video insists on several occasions on the presumed social nature of the construction of the Catalan nation. And it refers, in the first instance, to the first peasant revolts in which, according to his version, the monarch turns against the elites to «liberate the peasants from the ties of the nobles and their abuses.»

«The king does not put himself totally on the side of the peasants, jumping on the nobles. They reach an understanding that favors some peasants, the richest, and leaves others hanging. That reading in a sociomarxist key, which was fashionable at a certain moment, is already very questioned, «explains the professor. The video insists on several occasions in making coincide the social revolts with national revolts.

6 – The isolation in America. The story of the producer highlights the autonomy «of Aragon and Catalonia» under the reign of the Catholic Monarchs. And he assures that, while Castile is launched to the discovery of America, «Aragon and Catalonia do not participate in that colonization, they follow their own path and focus more on the conquest of the Mediterranean, expanding to Sardinia, Sicily and Naples.» Again the language: while Castilla colonizes, Catalonia expands.

«First, we continue talking about Corona de Aragón. And then, the latest studies show that the Catalans did have a role in the conquest of America. That America was only for the Castilians is a myth, «says the professor. «The Catalans, especially from a commercial point of view, did a great business and had a great intervention in America. Although the Catalan ports do not open until the eighteenth century, until then the Catalan products went south by cabotage and from there they went to America, «he adds.

A glance, without going any further, to the politicians of the time, belies the isolation of Aragon in America. Melchor Navarra and Rocafull, Manuel Amat and Juniet, Manuel de Oms and Santa Pau or Gabriel de Avilés and del Fierro, all of them Aragonese and some of them Catalan, were viceroys of Peru.

7 – The War of Succession. The video, in just under a minute, dispatches the War of Succession under the classic argument of Catalan nationalism: a Spanish civil war in which Catalonia fights in favor of the Austrias for their guarantees towards self-government and the rest of Spain supports the Bourbon centralist. Culminated by the defeat of September 11, 1714, today commemorated in the Diada, and the step to ostracism of Catalan institutions.

«Evidently, the War of Succession is a dynastic war, but it is not said to be eminently an international war in which all the European powers are, and in which the support to one or the other candidate has to do with the interests of those powers, not with the ideas of more centralism or less. The key in this war is the game between Great Britain, France and Austria, «explains Canal.

The idea of monolithic support in Catalonia towards the Austrian candidate is also debatable. «That has to be nuanced, things are not so simple. There are Catalans in the Felipista camp. People, but also populations such as Cervera and many others. And it is not true that in the rest of Spain everyone was a felipist, there were also Austrians in Castile «.

8 – Proletarian nationalism. The video progresses and recounts the process of industrialization that Catalonia and the rest of Europe live in the nineteenth century as a cause of the rebirth of the proletariat and, at his hand, political Catalan, which again insist on conferring a social, rebellious origin and worker

«Linking so clearly proletarianization and political Catalanism is a reading that has generated historiographical debates,» says the professor, which reflects the two sides confronted in this interpretation. «The thesis that Catalanism has popular origins was that of Josep Termes and some historians who contradicted the thesis that Solé Tura put into circulation long ago, and then many others retorted, that political Catalanism is born of the bourgeoisie».

«I get the impression that behind the video there is a Catalan nationalist discourse, but a left-wing nationalism», analyzes the author of Historia mínima de Cataluña.

9 – The reinterpretation of Carlism. Canal, as an expert in Carlist history, goes deep into the national interpretation that video makes of these conflicts, according to which Catalonia as a unit is positioned next to the aspirant Carlos María de Borbón as guarantor of its self-government.

«This is an absolute falsehood,» says the professor. «In Catalonia, the Carlists were very important, but they are not majorities except in some areas: part of the interior Catalonia, some part of southern Catalonia, but basically the liberals are the ones who predominate in Catalonia at that time.»

«Very seldom does it allude to self-government or to Catalan institutions during the Carlist wars,» continues Canal, who says that Catalan nationalism and video in particular make a «Basque» reading of the conflict.

The story, moreover, only refers to the conflicts in which Catalonia, in some way, participates and loses. Never to those in which it participates and wins. «Obvia for example the War of Independence, where the Catalan mobilization does not speak of institutions and is entirely for Spain. It does not fit well into the story, «he analyzes.

10 – Catalan in the Franco regime. While the Franco regime is an obvious reaction against all the republican institutions, including the Generalitat, which extends evenly during the 40 years of dictatorship, the repression towards Catalan suffers different stages. The daily press in Catalan and much of its use in institutions is prohibited. As Canal explains, the use of the language evolves during these four decades and, in fact, in the «last Francoism» it becomes a powerful and effective weapon of contestation.

It is the ‘boom’ of the nova cançó catalana, undoubtedly one of the cultural expressions of greatest political and contestatory value. Voices such as those of Joan Manuel Serrat or Lluís Llach, today deputy of Junts pel Yes, emerge then as references not only in Catalonia, but throughout Spain, which finds in its messages an anti-Franco refuge. Even so, it is during these years, in 1968, when Serrat refuses to go to Eurovision when he is banned from singing in Catalan.

Catalan literature has also flourished since the late 1950s: prizes for literature in Catalan and specialized magazines have been published. In 1970, the decree allowing teaching in languages other than Spanish in primary education was signed.

FUENTE / SOURCE: EL INDEPENDIENTE

 

El órdago nacional.

Por , Magistrado excedente del Tribunal Supremo

Aumenta la frecuencia de los desplantes de los secesionistas frente al Estado. No pasa un día sin que insistan en su desafío de convocar ilegalmente una consulta previa a su declaración de independencia, o directamente amenacen con lo que denominan desconectarse del Estado español.
Diariamente nos desayunamos con esa cantinela, cansina por lo reiterada pero preocupante por la intensificación de la firmeza con la que expresan su enloquecido plan secesionista. Y porque ya empiezan a pasarse abiertamente por el arco del triunfo las sentencias del Tribunal Constitucional o del Tribunal Supremo con la mayor desfachatez. Dicen que no se sienten sujetos a sus decisiones porque son tribunales españoles….
Todo esto se veía venir desde hace muchos años. La pasada Historia contemporánea de España avalaba los peores augurios, y los acontecimientos políticos recientes los corroboraban. Sin embargo, quienes tenían el deber y el poder de poner a punto los mecanismos jurídicos de respuesta no lo han hecho. Prefirieron mirar hacia otro lado. De hecho, se dedicaron de manera suicida a desarmar el aparato jurídico del Estado, eliminando sus defensas hasta dejarlo inerme frente a los retos del secesionismo. Y esto durante veintiún años, que se dice pronto.
Pero hemos llegado ya al final del trayecto y las autoridades del Estado parece que por fin ven las orejas al lobo y dicen que quieren responder. Proclaman ahora solemnemente que tienen dispuestos y a punto los mecanismos de reacción. Si es así, a buenas horas…
Yo, la verdad, no veo tales mecanismos por ninguna parte. Por más que los busco y estudio el ordenamiento jurídico no los encuentro. No descubro ninguna respuesta legal verdadera y seria. Me refiero, claro está, a una respuesta que sea eficaz y dotada de una escala que se ajuste realmente a la gravedad del desafío que hay que neutralizar.
Porque si de lo que se trata es de tener una reacción raquítica, canija, lo mejor será no usarla ni exhibirla siquiera. Por dignidad. Por no hacer el ridículo, y por evitarnos a todos los españoles tener que rematar con un triste espectáculo final la incompetencia de quienes desde los resortes del poder político nos han traído a rastras hasta esta lamentable situación histórica.
Le dirán a usted, amable lector, que el Estado está preparado. Pero no se deje engañar. Sepa usted que hoy en España, aunque parezca mentira, proclamar la independencia de una parte de su territorio no es un delito. Ni puede ser castigada semejante enormidad con una pena. A la opinión pública se le dice que sí lo es, pero no es cierto. Me consta que importantes juristas de altísimo nivel situados en las instituciones del Estado trabajan con ahínco para encontrar la naturaleza delictiva del desafío secesionista. Yo lo veo muy difícil sin retorcer los textos legales y sin quebrantar el principio de legalidad, fundamental en el Derecho Penal civilizado.
Lo que es verdad es que el comportamiento al que me refiero fue un grave delito en España durante muchos años hasta que el Código Penal de 1995, llamado Código de la democracia, suprimió todas las figuras penales que castigaban los ataques a la unidad nacional, y los comportamientos secesionistas dirigidos a la fragmentación del Estado. Ataques que castigaba, y muy severamente, por cierto, el Código Penal de la Segunda República: su artículo 242 recogía como delito de rebelión “los ataques a la integridad de España… bajo una sola Ley fundamental y una sola representación de su personalidad como tal Estado español”. La pena no era precisamente menuda: de seis años y un día a doce años de prisión; y en el caso de llegar a tener efecto la rebelión, la de prisión de doce años y un día a veinte años para los promovedores de ella.
El Código Penal de la Segunda República castigaba, y muy seriamente, los ataques a la unidad nacional.
Este delito se mantuvo en los Códigos Penales posteriores, primero como delito de rebelión y luego como delito de sedición. Pero el legislador del 95, aquejado de un buenísimo suicida, los suprimió todos haciendo gala de una ceguera política verdaderamente asombrosa. Pero la verdad es que tampoco nadie después rectificó este error, aunque lo conocían. Y así hemos seguido durante veintiséis años. Ahora las cosas quieren arreglarse tarde y mal. Y posiblemente no puedan ya arreglarse de ningún modo.
Ésta es la verdad que no se cuenta.
¿Y ahora qué tenemos?, se preguntará usted. Pues nada… No tenemos nada que castigue la proclamación de independencia de una parte de España: no es ya rebelión porque ésta exige que la finalidad de separar una parte del territorio español se pretenda a través de un alzamiento público que además tiene que ser “violento”. No es tampoco sedición porque este delito exige que el alzamiento público sea además “tumultuario”. Así que proclamar la independencia de parte del territorio español, sin que medie violencia ni haya tumulto, aun concurriendo alzamiento público, no es nada.
Es más: ni siquiera los sucesivos gobiernos de España han querido incluir semejante barbaridad entre los delitos contra la Constitución. Le parecerá mentira pero así es. Entre esos delitos encontrará el lector un variado repertorio de conductas más o menos perturbadoras del trabajo de los diputados; incluso el inocuo hecho de manifestarse ante las sedes del Congreso de los Diputados, por citar sólo un ejemplo de algo irrelevante pero que ha sido elevado a la categoría de delito contra la Constitución. Sin embargo, no encontrará usted ninguna figura que describa la proclamación de independencia de una comunidad autónoma o de una parte de nuestro territorio, en el seno de una asamblea legislativa por votación y decisión colectiva de sus Señorías secesionistas.
¿Qué nos queda entonces? Pues el modesto campo de la desobediencia a los tribunales en el que no faltan ciertas particularidades verdaderamente bochornosas: cuando el desobediente es una autoridad (por ejemplo, Presidente de la Comunidad Autónoma) que se niega abiertamente a dar debido cumplimiento a una resolución judicial (por ejemplo, Supremo o Constitucional), ni siquiera su comportamiento rebelde es delito contra la Constitución a pesar de que integra un verdadero ataque a la estructura del Estado y a la división de poderes. Es sólo un modesto delito contra la Administración Pública, o sea, un delito en el que lo que se protege es la eficacia de la maquinaria que dispensa los servicios públicos. La pena por ello es ridícula: una pequeña multa, y una inhabilitación por dos años como máximo para ejercer empleos o cargos públicos… precisamente en España. Es fácilmente imaginable lo que estas penas pueden impresionar a la autoridad autonómica secesionista que se constituye en Estado independiente.

Aún más: el precepto que recoge este delito de la autoridad desobediente a las sentencias judiciales es el mismo que, también con idéntica pena, sanciona a cualquier funcionario que desobedece las órdenes recibidas de la autoridad superior. No importa ni el rango jerárquico del que desobedece ni la relevancia de la autoridad desobedecida, desde una perspectiva constitucional. Así que para el legislador ambas cosas son equiparables: la conducta del modesto funcionario que desobedece a la autoridad de la que depende y la conducta de la autoridad rebelde que se niega a cumplir las sentencias de nuestro Tribunal Constitucional o de nuestro Tribunal Supremo.
Y todavía algo peor: el precepto contiene la vergonzosa previsión de que el desobediente (pensemos en un Presidente autonómico que se niega a cumplir una sentencia del Supremo o del Constitucional) pretenda su exención de responsabilidad con el alegato de que el mandato incumplido era contrario a la Ley. No digo que este alegato pueda prosperar. Digo que la norma prevé la posibilidad de hacer esta alegación incluso cuando el mandato desobedecido proceda del más alto Tribunal de España. Y digo yo que el sólo hecho de que el Código Penal contemple esta hipótesis como posible y por tanto como alegable en un proceso, debería abochornar al legislador español que ha mantenido este estado de cosas en el repertorio jurídico del Estado.
Así que cuando ahora nos dicen que están preparados los mecanismos jurídicos para responder al desafío, pienso para mis adentros: “menos lobos…”
El Gobierno, viniéndose arriba, busca tranquilizar a la inquieta opinión pública. Pero no nos engañemos. Para soltar un órdago así al envite del nacionalismo hace falta algo más que entusiasmo. Hace falta tener mejores cartas jurídicas. En este problema no se puede ir de farol porque se corre el riesgo de que te contesten: “veo”. Y en ese momento hay que enseñar las cartas.
Entonces, ¿qué haremos? Mucho me temo que, aparte del ridículo, no haremos nada. Sólo contemplar un desastre de gravísimas consecuencias para la Historia de España. Un desastre que tiene una larga nómina de responsables.