Etiqueta: «CHE GUEVARA»

Fidel Castro y Marcos Ana o la hipocresía de la izquierda

El Che, Raúl y Fidel preparando un fusilamiento

«Cubanos, Castro ha muerto», y la figura del Comandante debería ser valorada exclusivamente por los historiadores sino fuera porque su régimen sigue sobreviviendo a día de hoy, aunque sea a base de empezar a tragarse buena parte de sus fracasadas teorías económicas.

Lo que aquí nos ocupa es cómo nuestra extrema izquierda e izquierda extrema, los Podemos, Izquierda Unida, Bildu y algunos destacados dirigentes de ERC y, no tanto, del PSOE, están reaccionando ante la muerte del ex dictador de Cuba. Apenas 24 horas antes que Castro, fallecía un poeta de la misma ideología que firmaba como Marcos Ana y que fue uno de los presos mal llamados republicanos (frentepopulistas es lo propio) más longevos, saliendo de prisión en 1963 (sí, doce años antes de que Franco muriera), ante los elogios de la misma izquierda que guarda el duelo por Fidel y…

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El Che, Podemos y la nueva España

Está claro: la vulgaridad causa cada vez mayores estragos. Ahí tienen dos excelentes muestras.
Está claro: la vulgaridad causa cada vez mayores estragos. Ahí tienen dos excelentes muestras.

Está claro: la vulgaridad causa cada vez mayores estragos. Ahí tienen dos excelentes muestras. Una, la imagen del Che no causa al menos, aparte de la horterada, mayor perjuicio: está colocada en el único lugar que le corresponde. La otra imagen, en cambio, la de los dirigentes de Podemos (o “marcas blancas” asociadas) que han accedido recientemente a los más altos cargos de nuestros municipios… El problema no son ni los desnudos ni la pretendida pornografía (¿a quién, por cierto, pretenderán escandilzar a estas alturas de la película?). El único problema es la chabacanería tan antierótica como vulgar.

PASEN Y VEAN: El Manifiesto

Che Guevara, un opresor en 10 citas – Adolfo D. Lozano

Verdades Ofenden

El Che Guevara es posiblemente el más importante agente de marketing que haya nunca existido sobre la faz de la Tierra. Desde héroe antiestablishment a rebelde con causa o icono de la contracultura, pasando por representante último de los pobres, lo que realmente vendría a personificar es aquella frase de «las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña». Cita por cierto pronunciada por un célebre alemán: Adolf Hitler.

Una de las máquinas más letales de Fidel Castro, «ayudó» a los cubanos contra el régimen de Batista para imponer uno mucho más totalitario. Según algunos autores, la idea de los campos de trabajos forzados en Cuba no fue de Castro sino de Guevara a imagen y semejanza del Gulag soviético. Lo cual no es extraño si tenemos en cuenta su profunda admiración por la Revolución Cultural de Mao que causó varias decenas de millones de…

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Frases del Che Guevara contra los negros y los homosexuales

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¡¡¡AHÍ LO TENEMOS!!!, este «heroe» para muchos TONTOS, MILLONES DE ASNOS, además de ser un asesino terrorista, estaba PELEADO CON LA LIBERTAD y se puede uno imaginar que iba a ser de esas «FIESTAS DEL ORGULLO GAY» con el al mando, FUSILAMIENTOS EN MASA.

Y que aun haya quien ponga posters y lleve camisetas de semejante psicópata totalitario…

Verdades Ofenden

Ernesto Che Guevara, líder de la revolución tan recordado y adorado por muchos, tuvo reiteradas declaraciones contra lo que predica hoy la izquierda. Sus frases racistas con los negros, despectivas con los homosexuales, antipacifistas, contrarias a la libertad de prensa y a favor de la muerte y la violencia le situarían en nuestro tiempo como un fascista de bota metálica. 

A continuación, colgaremos 10 frases del Che Guevara que le definen –en los términos más irónicos- como el adalid del progreso, el centinela de la libertad y el promotor de los derechos humanos del hombre.

1. “Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los  mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar”.

2. “¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos!”.

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EL VERDADERO «CHE» GUEVARA.

 

El verdadero Che Guevara

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Los defensores seculares de terroristas y tiranos buscan de cualquier forma justificar sus desmanes, excesos y crímenes. El comunismo internacional, se convirtió en la tiranía más férrea del siglo pasado.

Todos ellos creyeron que sus acciones por muy violentas que fueran siempre iban a ser necesarias para obtener su logros. Por lo tanto, puede justificarse sin que siquiera les remuerda la conciencia, los ajusticiamientos en masa perpetrados por el Che Guevara, Raúl Castro y otros durante los primeros meses de la Revolución Cubana. Si cayeron inocentes, no importa, porque redundo en beneficio del propósito revolucionario.

Al ejercer de abogados del diablo, claro esta, mencionan figuras egregias de la historia como Sarmiento, Bolívar y San Martín.

La mención se hace a vuela pluma sin citar fuentes históricas, cifras, circunstancias, ni otros detalles que valgan a la comparación. Pero caen en una trampa porque un crimen es un crimen, sea quien sea quien lo cometa y emplear palabras como «extirpar» para suavizar con un eufemismo, como si se tratara de un grano, el hecho perpetrado, que no es otra cosa que un asesinato, no establece distinciones entre quienes emplean tales métodos de represión y violencia.

Cabe preguntarse que si se justifica que alguien como el Che realice ajusticiamientos en masa sin siquiera mediar un juicio, se puede justificar también los ordenados por Stalin o Mao TseTung, Todos se dedicaron a «extirpar» a quienes calificaban de «traidores» y «enemigos de la patria». (Como si creyeran en la Patria)

Lo que no podemos es justificar a unos y condenar a otros. La tiranía tiene muchas caras pero un solo propósito: la perpetuación del poder. Sean o no positivos para quienes siguen viviendo los resultados de cualquier crimen, no podemos condonarlo ni justificarlo.

La muerte del Che conllevó la clásica moraleja de que el crimen se paga. Al Che lo ajusticiaron con su propia receta. En el caso del Che, la CIA lo quería vivo. El Che vivo era muy valioso. El Che muerto, por el contrario, se convertiría en un mártir valioso para el comunismo internacional.Pero el Presidente de Bolivia hizo caso omiso a la pataleta de la CIA. Evidentemente, el no estaba a su servicio.

Centenares de «izquierdistas» acuden cada año a rendir tributo al líder mitológico en el poblado de Vallegrande donde lo enterraron hace 30 años.Los militares bolivianos intentaron organizar merecidamente su propio tributo al centenar de soldados que murió combatiendo a la guerrilla del Che. Pero el sorprendente homenaje a su enemigo, ahora agigantado por el fervor de sus admiradores, no ha sido prohibido ni obstaculizado.

Lo lamentable es también que en Cuba no se permite que se rinda un humilde homenaje a los inocentes que murieron «extirpados» (algunos a sangre fría por su propia mano) en la ola ciega de fusilamientos que desato el Che Guevara en los predios de la Fortaleza de La Cabaña.

EL CHE GUEVARA: UN SÍMBOLO DECADENTE

Una crítica a sus biografías.

Dentro de cada rebelde hay un tirano tratado de salir. Nadie se ajusta mejor a esta definición que Ernesto «Che» Guevara. Fue el Ayatola Komeini de la revolución cubana, un asceta que convirtió su propia afición a la renunciación en un imperativo moral para los demás. Un mundo gobernada por Guevara hubiera sido tan divertido como la Ginebra de Calvino.

Es típico de la frivolidad de la juventud del mundo occidental el haber convertido a este inescrupuloso pedante en un símbolo ‘pop’ por el sólo hecho de que usaba boina, le tenía aversión al baño y resultaba fotogénico desde ciertos ángulos. Esta juventud no conoce sus sanguinarias ideas ni le interesan. Desde su punto de vista, cualquier joven que haya derrocado a un gobierno por la fuerza y en nombre de la justicia debe de ser un héroe.

Para ser justo con Guevara, él no tiene la culpa de ser tan mal comprendido por los estudiantes occidentales. Nunca se preocupó por ocultar ni sus ideas ni sus acciones. Pero, pese a su enorme seriedad, en el fondo compartía la frivolidad moral e intelectual de sus admiradores occidentales. Estos dos biógrafos alegan que tenía una insaciable curiosidad intelectual. Pero no hay ninguna prueba de que se haya dignado a reflexionar, aunque fuera un poco, sobre las causas de los crímenes de Stalin y de Mao. Tampoco se detuvo nunca a meditar sobre las fuentes del poderío económico, cultural y militar de Estados Unidos. No le pareció necesario. De joven, llegó a la conclusión de que la fuente de la riqueza de Estados Unidos y Europa era la explotación, y se mantuvo aferrado a esa estupidez hasta el final. Era la única fórmula que le permitía asignarse a sí mismo un papel providencial en la historia. De otra forma, se hubiera tenido que contentar con una simple práctica de la medicina, para la que no tenía ninguna vocación.

Estas largas biografías son el fruto de una diligente investigación y, aunque hay diferencias entre ellas, la imagen que emerge es básicamente la misma. Castañeda es mucho más informativo que Anderson en relación con ideas económicas de Guevara. Anderson lo es en relación con su infancia y su juventud. Castañeda ubica a la segunda esposa de Guevara, Aleida March, como miembro de la alta clase media. Para Anderson es la hija de un campesino. Castañeda menciona los hijos ilegítimos de Guevara, Anderson no hace referencia a los mismos. Pero ambos concuerdan en las características fundamentales de la vida y la obra de Ernesto Guevara.

Aunque sus dos padres provenían de una familia relativamente empobrecida de la oligarquía argentina, Guevara nunca conoció la verdadera pobreza y tenía la auto confianza de los que nacen en una elite. Sufrió de asma desde muy temprano y esto trajo dos consecuencias. En primer lugar, le garantizó el amor y la ansiosa preocupación de su madre, que fue, con mucho, la mujer más importante de su vida. En segundo lugar, le dio determinación para sobreponerse a las dificultades que encontrara en su camino. Pese al asma, se convirtió en un deportista y nunca cedió ante sus limitaciones físicas.

Durante el resto de su vida fue notablemente poco autocrítico. Aceptó la evaluación de su madre sobre su propia persona y creyó que lo que hacía era justo porque era él quien lo hacía. Hasta el fin de sus días, sobrestimó burdamente la importancia de su propia voluntad en la transformación del mundo que lo rodeaba. Su vanidad y su delirio de grandeza lo llevaron a la destrucción. A la que también arrastró a otros.

Como deja bien clara la narración de Anderson, Guevara desarrolló desde muy temprano la consciencia de su propia importancia. Cuando estuvo en dificultades durante sus juveniles vagabundeos por América Latina, no dudó en estafar a la gente que se cruzaba en su camino.
Consideraba su propia falta de honestidad como una diversión, no como una debilidad moral.

Después de todo, era él quien estaba siendo deshonesto. Posteriormente, su excesiva puntillosidad en cuestiones de dinero, en la que había una gran dosis de esnobismo moral e intelectual, se convirtió en el rasero con que medía a los demás.

Guevara siempre se consideró a sí mismo como un modelo.
Llamarlo un pensador de segunda sería excesivamente generoso. Su concepción económica fundamental, que toda ganancia personal debería de ser eliminada de la vida económica, es una idea estúpida que ni siquiera es original. Quizás sea excusable en un adolescente. Ciertamente es imperdonable en un adulto. Y solamente un monstruo moral estaría dispuesto a matar en aras de semejante ideal.
Guevara era ese tipo de monstruo. Era demasiado egoísta como para que la experiencia le hiciera cambiar de ideas. Soñaba con la creación de un Hombre Nuevo que, por supuesto, lo tendría a él como su maestro. Todos los hombres del pasado, desde el inventor de la rueda hasta Shakespeare, Newton y Mozart no satisfacían sus rigurosas exigencias.

Estas dos biografías dejan claro que durante la crisis cubana de los cohetes, Guevara estuvo a favor de la guerra nuclear. Guerra que, por supuesto, hubiera provocado la muerte de decenas de millones de norteamericanos y la aniquilación del pueblo cubano.


Pensaba que era deseable porque, sobre esa base de cenizas, se hubiera podido construir un mundo mejor. No sentía la más mínima vacilación al hablar a nombre de los millones de cubanos que serían inmolados. Guevara pensaba de la misma forma que Pol Pot.


Si terminó matando a muchas menos inocentes que el camboyano, no fue por falta de esfuerzo. Después de todo, estaba entusiasmado con la guerra de Indochina y hubiera gozado al ver dos, tres y muchas Cambodia en todo el mundo. La diferencia entre él y Pol Pot es que nunca estudió en París.

Los dos biógrafos se afanan por rescatar algo de esa vida desastrosa y repulsiva. Cualesquiera que hayan sido sus atractivos personales, un hombre que pueda haber defendido seriamente la muerte de todo un pueblo (teniendo casi la posibilidad de hacerlo realidad) tiene que ser de una indescriptible vileza. Lamentablemente, los autores no se animan a decirlo. Contradice demasiado ese clisé publicitario de nuestra época: que Guevara era un hombre fundamentalmente bueno y generoso. Y cuya imagen permite hacer excelentes carteles. Ninguno de los autores llama la atención sobre el hecho de que Guevara adoptó una posición violentamente antianortemericana y pro-soviética sin saber nada de la historia, la economía, las condiciones de vida o la cultura de ninguno de los dos países. Si Guevara se desilusionó con la Unión Soviética fue porque había dejado de ser suficientemente radical. Sus sueños eran El Gran Salto Adelante y la Gran Revolución Cultural Proletaria, con sus millones de víctimas.

La ambivalencia hacia Guevara es particularmente notable en el libro de Castañeda. Es como un viejo comunista que finalmente ha aceptado que Stalin mató a decenas de millones pero que trata de rescatar algo del inmenso naufragio y habla de éxitos en la salud o en la educación pública. Castañeda es un hombre de la izquierda y, por lo tanto, no puede aceptar que la visión de Guevara sea básicamente errónea. Su ambivalencia esta bien ilustrada en las páginas 188 y 189 de su libro donde describe los efectos de los escritos de Guevara en la juventud de su tiempo. En la página 188 leemos:

«Che no tenía razones para sospechar el impacto que tendrían (sus escritos) en miles de jóvenes estudiantes universitarios en los próximos treinta anos, mientras marchaban alegremente hacia la
masacre. … ningún autor debe de ser considerado responsable por la sagacidad o falta de sagacidad de sus lectores».

Pero en la página 189 leemos:

«El Che le dio a dos generaciones de jóvenes los instrumentos de esa fe (en la revolución), y el fervor de esa convicción. Pero también tiene que ser considerado responsable por la sangre y las
vidas de esas generaciones decimadas».

Estas citas contienen otra equívoco. Porque los jóvenes universitarios no sólo marchaban a ser masacrados sino también a masacrar. Guevara pensaba (como cita posteriormente el mismo Castañeda) que era necesario tener un «inquebrantable odio por el enemigo, el que empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar fría, violenta, efectiva y selectiva.» Y no sólo eso. Ese odio asesino era el prerrequisito indispensable para construir un mundo mejor. Si Castañeda considera esto como noble, no quiero ni imaginarme que puede considerar innoble.

¿Cómo pudieron ver en Guevara algo más que un inescrupuloso fanático?
La respuesta no está en ninguno de estos dos libros. Pero ambos contienen suficiente información como para dejar claro que Ernesto Guevara fue uno de los más implacables enemigos de la libertad del siglo XX.

Fuente: National Review, septiembre 15, 1997.

 
EL CHE: UN ASESINO SIN CAUSA

La Banda invasora del Che sólo trajo dolor y muerte al pueblo boliviano.

Era el 9 de Octubre de 1967 cuando el Che Guevara llevaba once meses tratando de llevar la revolución a Bolivia. Estaba convencido que allí, en un pueblo débil tras la revolución comunista de 1952, podría triunfar su guerrilla terrorista.
No le quedaba otro camino, a Cuba ya no podía volver.

Él y su pequeña banda se las habían arreglado para no reclutar ni un solo seguidor entre los campesinos bolivianos. Se habían estado cuidando de una posible traición tal cual le sucediera en un principio con el partido comunista en La Paz al no haberle querido prestar ayuda.

Y al final todo lo que hizo, no fue más que acorralar mediante emboscadas y matar a unos 60 civiles y soldados bolivianos.

Ese es su único «logro» en Bolivia: Asesinar al boliviano.
No es ninguna novedad, en toda América del Sur el «revolucionario comunista» no ha hecho más que tomar el camino de la violencia para formar su tan anhelado «Estado Comunista».

El Coronel Joaquín Zenteno estaba al mando cuando el Che fue herido y capturado junto a dos de los suyos; Los demás murieron en el combate. Fue una captura bastante significativa, aunque el Che distaba mucho en esa época de ser la estatua de la libertad.

Por supuesto, ya había combatido y tenido éxito junto a Fidel Castro en la Sierra Maestra de Cuba, en 1959. Había sido miembro del Gabinete de Castro. Pero era un alma inquieta y, después de escribir un cuaderno titulado «Guerra de Guerrillas» , empezó a recorrer las capitales europeas y durante meses trató de estimular la revolución en el Congo.

El rumor entre los cognoscente era que Castro quería deshacerse de él, en parte debido al natural carisma del asmático fumador en pipa y aficionado a las boinas, lector de poemas y doctor en medicina, con su sonrisa socarrona y su peinado a lo Beatle. Todo eso resultaba irritante a Castro, a quien no le gustaba la idea de compartir el escenario, como descubriera su hermano, entre otros. De modo que cuando el Che dio a conocer su intención de partir para colonizar a toda la América Latina en nombre de la revolución, Castro fue fácilmente persuadido de que debía dejarlo salir de Cuba.

Cuando el Che fue capturado, en el alto mando boliviano se planteó de inmediato la interrogante: ¿Qué hacer con él?. Fue llevado a una pequeña escuela de La Higuera, en donde vivían 175 campesinos muy pobremente.

El General René Barrientos, Presidente de Bolivia en ese momento, ya había lidiado con Regis Debray. Debray era un joven anarco-comunista francés que, al estilo de Fred el Rojo, de Alemania y del Che Guevara, trataba de librar al mundo del capitalismo, de los militares y de las libertades civiles, y fue capturado en plena actividad terrorista. Ese mismo año había sido juzgado en Bolivia, en un juicio que sirvió para organizar las fuerzas de la izquierda internacional, precipitando una larga filípica del filósofo Bertrand Russell, que arremetía contra todo el que calificara a Regis Debray de criminal de guerra.

Barrientos no quería más de eso y, por consiguiente, dio instrucciones a Zenteno de que interrogara a Guevara al día siguiente y, después, lo ejecutara.

Cuando, la tarde anterior, el Che se encontró frente a un soldado que pudo haberlo matado a quemarropa, le gritó: «No dispare, No dispare. Yo soy el Che Guevara y valgo para usted mucho más vivo que muerto» . Pero a la mañana siguiente se dio cuenta de que el alto mando boliviano no estaba de acuerdo en que Guevara era más valioso vivo.

Hacia el fin del interrogatorio se escuchó cuatro disparos provenientes de la habitación contigua. El sargento encargado de ejecutarlo preguntó si el Che sería lo suficientemente gentil como para dejarle su famosa pipa. El Che le dijo algo irreverente.

El Che Guevara había tenido sus propias dificultades con otras guerrillas. En Camagüey, Cuba, en 1962, operaba un movimiento guerrillero anticastrista. Cuando los guerrilleros fueron capturados, el Che Guevara estaba al mando de los militares y el Che dio orden de ejecutar a los guerrilleros.

Pero ahora, los mismos campesinos que no quisieron ayudar al Che vivo, y que incluso dijeron a los militares dónde podían encontrarlo, hablan con veneración del «Santo Che» . Su busto se levanta en la plaza de La Higuera, junto a fotografías colocadas en altares provisionales del Papa Juan Pablo II e imágenes de Jesús.

La publicidad no se detiene ahí, se encuentran imágenes del Che en relojes Swatch, en una cerveza inglesa, en ropas, en esquíes, en varios sitios de Internet, en varios discos compactos de rock, etcétera.

«Los grandes sueños se realizan con grandes sacrificios» , dijo la hija mayor del Che en la ceremonia que tuvo lugar en La Habana cuando se recibieron los huesos del Che, enviados por avión. Ella terminó su discurso con las palabras con que su padre terminaba los suyos: «Hasta la victoria siempre. Patria o muerte» .

La Patria del Che era, de acuerdo con su lugar de nacimiento, Argentina; De acuerdo con su ideología, la Unión Soviética; Pero su destino fue morir en la Patria de Bolivia, que no era su Patria y en la que nada tenía que hacer.

http://www.memoriacompleta.com.ar/Homes.htm

ASÍ TRATA LA IZQUIERDA A LOS HOMOSEXUALES

 

La izquierda, tanto los partidos socialistas como los comunistas, se presenta ahora como defensora del reducido sector homosexual de la población. Sin embargo, la verdad histórica es muy distinta. 

Recordemos algunas de las acciones de la izquierda internacional contra los homosexaules.

Históricamente, la izquierda ha visto la homosexualidad como una depravación burguesa, que ha perseguido cuando disponía del poder. En los años 70, tanto antes como después de la muerte de Franco, los grupos comunistas y troskistas solían difamar a quienes los abandonaban con las acusaciones de ‘maricón’ o ‘drogata’. En el fondo, a la izquierda sólo le interesan los homosexuales como una minoría activa que le puede servir para ganar las elecciones y fundar una nueva cultura y una nueva moral en la que ella designe lo que es correcto.

Como prueba del odio que la izquierda siente por los homosexuales basta citar algunas ‘gracias’ de los socialistas. José Luis Corcuera, ministro del Interior, tachó al periodista Pablo Sebastián de «perder aceite» (23 de noviembre de 1993). Alfonso Guerra se rió de la supuesta homosexualidad de Mariano Rajoy en un mitin celebrado en León el 31 de agosto de 2003 ante mineros y el propio Rodríguez Zapatero. El ex vicepresidente del Gobierno y diputado por Sevilla llamó a Rajoy “mariposón”; los asistentes se rieron y aplaudieron mucho, empezando por Rodríguez.

También cabe citar que Rodríguez no propuso en el Congreso ninguna medida a favor de los homosexuales de las que demanda el ‘lobby rosa’ desde que fue elegido diputado por primera vez, en 1986. Rodríguez tardó entre siete y ocho años en comprender la importancia de los derechos de este grupo. Lo mismo se puede aplicar a María Teresa Fernández de la Vega, secretaria de Estado de Justicia en uno de los últimos Gobiernos de Felipe González y luego diputada; silencio ante las peticiones homosexuales. 

 

Los homosexuales y el comunismo soviético

La Unión Soviética empezó diciendo que el Estado no se iba a inmiscuir en la privacidad de las personas y que las leyes no estarían contaminadas de moralidad burguesa, pero pronto cambió de opinión.

La homosexualidad se convirtió en un delito en 1934. En 1936, el diario Pravda comentaba que “el matrimonio es el asunto más serio de la vida”. Se construyó una teoría para demostrar que Marx y Engels nunca estuvieron contra la familia. Los chivos expiatorios fueron Trotsky, Bukharin, Krylenko y sus seguidores, los enemigos del pueblo pagados por los fascistas para propagar la teoría contrarrevolucionaria a favor de la extinción de la familia y el desorden sexual en la URSS para desacreditar a los soviets.

En los años 20, el estatus de los homosexuales soviéticos era aceptable. Algunos homosexuales (Mikhail Kuzmin, Nikolai Klyuev y Sophia Parnok, entre otros), tuvieron un papel relevante en la cultura soviética, aunque una discusión filosófica abierta sobre el tema fue progresivamente muriendo. En 1933, el gobierno anunció el cambio de la ley: el intercurso anal entre hombres era un delito. Los códigos penales de todas las repúblicas fueron modificados.

Según el artículo 121 del código Penal de la Federación Rusa, las relaciones sexuales entre hombres eran punibles con la privación de libertad por un periodo de cinco años y, en caso de haber sido realizadas con fuerza, amenaza, con abuso de superioridad o con un menor, el periodo de privación de libertad podía ser de hasta 8 años.

En 1936, Nikolai Krylenko, Comisario de Justicia del Pueblo, concluyó que la homosexualidad era producto de la decadencia y de la explotación de clases.

 

La izquierda y los homosexuales en la historia

– Stalin aplicó la pena de muerte para los homosexuales.

– Fidel castro aplica la pena de cárcel a los homosexuales. 

– El Che Guevara, idolatrado por la izquierda, ejecutó personalmente a homosexuales.

– Pier Paolo Pasolini fue expulsado del Partido Comunista italiano en 1949 por ser homosexual.

¿TE HA QUEDADO CLARO

 

«PEDRITO»?

Y SI HABLAMOS DEL ISLAM YA NI TE CUENTO.