Dedico este artículo a un gran amigo, con el que comparto algunas trabas psicológicas (estoy seguro de que también con muchísima gente).
Uno de los grandes problemas de mucha gente es el miedo a discrepar. Discrepar es dar tu opinión frente a otras personas que tienen una opinión distinta ante un asunto determinado. Es algo que debería ser fácil, pues no hay nada malo en pensar de forma distinta a como otros piensan, ni por supuesto en manifestarlo claramente. Seguramente lo hagamos en numerosas ocasiones, con personas con las que tenemos confianza, o que sabemos que nos van a respetar. Sin embargo, hay otro tipo de personas con las que no resulta tan fácil. Se trata de personas que tienen baja autoestima, que no confían en si mismos, y que en vez de nutrirse espiritualmente de sus propios logros, se nutren de hundir o quedar por encima de los demás…
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