230.-El instinto de destrucción, el de supervivencia, el de reproducción y el religioso (o según Freud, Eros y Thanatos) se alojan en el cerebro.
En situaciones extremas, pero también en las normales, esas pulsiones hacen acto de presencia y entran en conflicto unas con otras. El campo de batalla es el alma. No es raro que las normas morales salten por los aires y se cometan crímenes horrendos o se incurra en toda clase de bajezas.
Para desmarcarse hay que crear condiciones que favorezcan la lucha contra el mal. Una de ellas, tal vez la primordial, es la decisión de situarse en el bando del bien. Es, en efecto, una decisión puesto que el ser humano tiene libre albedrío, la capacidad de decir sí o no.
Esta capacidad es una patata caliente de la que, en circunstancias comprometidas, no dudamos en deshacernos como sea. En momentos de crisis las actitudes…
Ver la entrada original 646 palabras más
