Cuentan que el Cañón de Agustina de Aragón, durante el asedio de las Tropas Napoleónicas a la Ciudad de Zaragoza, se estaba quedando sin metralla y balas de cañón; mas de pólvora iban sobrados. (Corría el año 1808, empezaba la Guerra de Independencia)

Pero no obstante, esta heroína artillera supo suplir esta carencia de munición convencional con imaginación, ingenio y arrojo. Con los clavos que encontró en la ciudad, muchos de ellos desclavados de puertas, paredes, y mobiliario, improvisó una metralla, tan letal como los perdigones, y cuando estos proyectiles también se terminaban, es cuando entró en juego la genialidad de esta improvisada artillera, a la que el General Palafox más tarde condecoró y ascendió a subteniente.
Pues cuando parecía que no quedaba nada para disparar con su cañón, hizo una búsqueda en las droguerías y boticas de la ciudad y reunió todas la pastillas y grageas que…
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Un comentario sobre “Ahora toca drogarse”