Loable consuelo y legítimo deseo, es el de tener los restos desaparecidos de nuestros seres queridos ya oficialmente localizados y exhumados, listos para volver a ser inhumados en tumba conocida de un cementerio regular. Pero para este viaje no hacía falta tanta Ley de Memoria, tanta demonización de uno de los Bandos de la Guerra, casualmente(*) el ganador, tanto titular triunfalista, ni tanto «salir en la foto» de los políticos de la Extrema y Portentosa Zurdería.
Las leyes vigentes ya reconocían el derecho de averiguar el paradero, presuntamente desconocido, de Presuntos Asesinados por Presuntos Franquistas, para darles cristiana o laicista sepultura; pero había una pega, ya que también permitían hacer lo mismo con Presuntos Asesinados por Presuntos Antifranquistas.
Uno de los logros de la Ley de Memez Histérica del Zapatrenes, y no pequeño, es que biznietos y tataranietos, hoy en día, estén más interesados en las exhumaciones de sus antepasados
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