En este convulso mundo actual han florecido toda clase de ladrones, ya lo saben ustedes. Amigos de lo ajeno, que se decía antes. Sólo que en otros tiempos los que ustedes y yo podríamos conocer se llamaban «Isabelo Pérez Pérez, El Pernales» (de hecho, todavía la LECrim —1882— obliga a consignar en las sentencias y autos los apodos por los que sean conocidos los reos), cuyas infracciones de derecho común podrían parecer honestas al lado de los actuales «Don Fulano Pérez, Director General de Tal y Cual, S.A.» o incluso «Diputado o Senador por el Partido Z». La gente protesta —pero poco más— y oye con agrado los cantos de sirena de aquellos que «pueden prometer y prometen» (de cumplir ni hablemos… o ni Pablemos, si ustedes quieren).
Pero hay un robo aún mucho mayor que se está perpetrando ante nuestras narices. Un robo que —debo suponer— están…
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