Grexit – Gabriel Albiac

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«¿HAY un adulto en la sala?», interpela la directora del FMI. Silencio. Y alaridos de dignidad nacional ofendida, en las calles de Atenas. «Somos un pueblo orgulloso», dicen las pancartas. Que, en la fría lengua de los datos, significa: «Un pueblo que no paga». Porque la apelación de Lagarde a la austera edad adulta es sólo constancia contable: quien no devuelve lo prestado no recibe un céntimo nuevo.

A Grecia, los contribuyentes europeos le han perdonado ya, a estas alturas, 150.000 millones de euros. Los bancos, otros 60.000 millones. Pese al suntuoso regalo, Grecia sigue debiendo 240.000 millones más. Que ha decidido no pagar. El dinero no se crea ni se destruye. Esas cifras vertiginosas de lo que los griegos pidieron  prestado alguien habrá de asumirlas. El Gobierno griego halla normal que las paguen todos y cada uno de los ciudadanos europeos de cuyos bolsillos salió el préstamo. También de…

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