La Burocracia
Benjamín Medina confiaba en los demás. Creía que todos los seres humanos estaban hechos de la misma sustancia, que las diferencias existentes entre unos y otros eran adjetivas.
Contra todo lo que implicase una humillación se rebelaba nuestro personaje, para quien no había distintas clases de hombres, aun aceptando que las situaciones personales varían dependiendo de la profesión de cada uno.
No tiene la misma responsabilidad un ordenanza que un director, se decía, pero como ambos, desde sus puestos de trabajo, tienen que servir a la comunidad, uno y otro realizan una labor meritoria y necesaria.
El respeto y la conciencia de servicio, planeando por encima del ministro y del ujier como águilas majestuosas, debían bastar para que la maquinaria social no chirriase demasiado ni sufriese graves averías.
Con semejantes convicciones, Benjamín estaba condenado a chocar con la Burocracia.
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Sus desventuras empezaron el día en que tuvo…
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